Las inundaciones de mayo de 2024 en el estado brasileño de Rio Grande do Sul representan el mayor desastre climático en la historia de la región. Prácticamente todas las ciudades del estado quedaron sumergidas, 615.000 personas se quedaron sin hogar y 183 murieron. El rastro de destrucción provocó escasez de agua potable, cortes de electricidad y el cierre del aeropuerto de la capital durante cinco meses.
Los medios de comunicación se enfrentaron a dificultades para mantener informado al público, desde la pérdida de su estructura física hasta las dificultades operativas para seguir informando sobre los acontecimientos. En respuesta, Reporteros Sin Fronteras (RSF) puso en marcha en enero el Proyecto de Resiliencia Climática para el Periodismo en Rio Grande do Sul. La iniciativa forma parte de una nueva directiva mundial de RSF para incorporar la crisis climática a su misión de defensa de la libertad de prensa y protección de los periodistas amenazados.
“El periodismo desempeña un papel esencial en la lucha contra la crisis climática, ya que la sociedad necesita estar bien informada para entender y reaccionar ante uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo”, dijo Artur Romeu, director de la oficina de RSF en América Latina, a LatAm Journalism Review (LJR). “Estamos incorporando esta agenda a una lógica más amplia de respuesta a las crisis, buscando estrategias para hacer viable el periodismo en escenarios extremos”.
Un ejemplo concreto, de acuerdo con Romeu, fue la distribución el año pasado de baterías portátiles y estaciones de carga a periodistas de Ecuador que se enfrentaron a apagones con cortes de luz de más de 14 horas diarias durante varios meses.
En el caso de Rio Grande do Sul, Romeu dijo que RSF apoyará financieramente a los medios que se vieron afectados por las fuertes lluvias e inundaciones del año pasado. Aún no se han seleccionado los medios que recibirán los fondos. RSF dijo que ha contratado a la Asociación de Periodismo Digital (Ajor) para llevar a cabo una encuesta que fundamentará la selección. La idea es también movilizar un debate sobre la resiliencia climática en el periodismo, animando a las redacciones a estar mejor preparadas para cubrir fenómenos meteorológicos extremos.
“Esto significa que los periodistas trabajen con protocolos y equipos de seguridad más adecuados, y también con más conocimientos sobre el debate del cambio climático para que puedan informar mejor a la sociedad y mitigar los riesgos asociados a la desinformación en tiempos de crisis”, explicó Romeu.
Calle inundada en la zona norte de Port Alegre. (Foto: Isabela Rieger/ Cortesía Sul 21)
La primera fase del proyecto para Rio Grande do Sul se realizó en enero. Thiago Matos, responsable de Respuesta a Crisis y Asistencia de RSF para América Latina, explicó a LJR que se reunió con 11 medios de comunicación locales para analizar el impacto de las inundaciones en sus redacciones, identificar las mejores prácticas y trazar estrategias para fortalecer a los medios independientes y regionales ante futuras crisis. Los datos recogidos en este diálogo inicial orientarán las acciones concretas en materia de equipamiento y formación.
“La idea es que este proyecto sirva de escaparate para acciones similares de RSF en todo el mundo”, dijo Matos a LJR, “El plan es que para finales de año distribuyamos kits de emergencia con artículos como botas de agua, monos impermeables, centrales eléctricas y material de primeros auxilios. Nos centramos en las redacciones más pequeñas e independientes que no pueden hacer esta compra directamente. También estamos preparando un programa de formación”.
RSF también quiere elaborar directrices para ayudar a otros periodistas en situaciones meteorológicas extremas. De acuerdo con Mattos, la idea es elaborar un manual con instrucciones generales sobre cómo actuar en diferentes tragedias climáticas, como vientos y calores extremos, en la línea de los manuales ya elaborados por RSF con instrucciones sobre qué hacer en casos de golpes de Estado o persecución política.
“Ni siquiera las grandes organizaciones tenían un plan de contingencia de este nivel”, dijo Mattos. “RSF tiene experiencia en este tipo de creaciones, no tanto para catástrofes, sino en caso de golpe de Estado, o de ser víctima de persecución política”.
El sitio Sul21 es uno de los medios independientes que participan en el proyecto RSF. Mientras los grandes medios de comunicación contaban con decenas de profesionales y una estructura que les permitía detallar los acontecimientos en todo el Estado, los periodistas de Sul21 intentaron adoptar un enfoque diferente. El equipo se basó en la cobertura previa de la política local, las cuestiones medioambientales y los proyectos para las ciudades para producir contenidos analíticos en profundidad. También proporcionaron una cobertura fotográfica impactante, lo que es relevante para un medio con un solo fotógrafo. De acuerdo con la editora Ana Ávila, casi todo el equipo se vio afectado al tener que abandonar sus casas por la llegada del agua, y por quedarse sin luz, agua e internet.
Mercado Público de Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, durante las inundaciones. (Foto: Isabela Rieger/ Cortesía Sul 21)
“El trabajo empieza a seguir una lógica diferente cuando, por un lado, tenemos que informar de lo que ocurre a nuestro alrededor y, por otro, tenemos que desplazarnos, buscar agua potable, garantizar nuestra propia seguridad”, dijo Ávila a LJR. “Tuvimos que hacer turnos en función de las necesidades a las que nos enfrentábamos cada uno para poder cubrir la noticia y cuidar de nuestro bienestar personal”.
Con operaciones desde 2010 y administrado desde 2020 por un colectivo de sus periodistas, el medio celebra su aniversario en mayo, el mes de la catástrofe y también cuando habría puesto en marcha una campaña de recaudación de fondos. Pero el pequeño equipo, formado entonces por 10 personas, que trabaja tanto en la recaudación de fondos como en la información, fue engullido por la tragedia.
“No había clima ni tiempo para hacer otra cosa que informar de lo que ocurría a nuestro alrededor”, dijo Ávila. “Algunos socios financieros también atravesaron dificultades económicas, los ingresos cayeron y el impacto llegó en los meses siguientes, cuando nos enfrentamos a serias dificultades financieras. Suena contradictorio, pero en el momento en que estábamos haciendo una de las coberturas más importantes de nuestra historia, también nos enfrentábamos a una situación financiera tan delicada que casi nos impidió seguir adelante”.
Desde entonces, Ávila dijo que el equipo se ha reducido a ocho personas y han cambiado su enfoque para hacer frente a los retos financieros.
“El Proyecto de Resiliencia Climática nos ayuda a reflexionar sobre lo que hicimos que funcionó y para lo que no estábamos preparados”, dijo Ávila. “En cuanto a la cobertura informativa, nos dimos cuenta de cuestiones que parecen sencillas pero que pueden paralizar la cobertura, como la necesidad de power banks o botas”.
Fundado en Porto Alegre en 1895 y con unos 90 empleados en la redacción, el Correio do Povo también se vio muy afectado por las inundaciones. El edificio del centro de la capital, donde se encuentran la redacción y las áreas administrativas, se inundó, al igual que la imprenta del periódico. A día de hoy, la versión impresa sigue saliendo de otra imprenta en colaboración con el Grupo Sinos, una empresa de Nova Hamburgo.
El área alrededor del edificio de Correio do Povo completamente inundada. (Foto: Fabiano do Amaral / Cortesía Correio do Povo)
“Para nosotros no será lo mismo. Nadie estaba preparado para un acontecimiento de esta magnitud”, dijo a LJR el editor en jefe Telmo Flor. “Creemos que este proyecto de RSF puede favorecer la consolidación de procedimientos y protocolos que ayudarán a toda la prensa en futuros acontecimientos, especialmente la actitud profesional que debemos adoptar. No nos sentimos con derecho a convertirnos en víctimas, para que los voluntarios o los poderes públicos, que trabajaban para salvar a la gente, tuvieran que salvarnos a nosotros”.
Durante el punto álgido de la crisis, Flor dijo que el trabajo se volvió remoto para casi todo el mundo, y algunas personas asumieron funciones distintas a las de su trabajo habitual. Un editor volvió a la redacción, con botas e impermeable, y salió a hacer reportajes. La editora de política se convirtió en editora general y Flor empezó a ayudar a cerrar la portada. El propio presidente del periódico se puso ropa impermeable para ir a la sede inundada a ayudar a llevar ordenadores y equipos a pisos más altos. También recuerda que varios colegas tuvieron que ir a casa de familiares para escapar del agua, sólo para tener que mudarse de nuevo porque las inundaciones también habían llegado a sus nuevas direcciones.
“Esa fue la realidad durante mucho tiempo para muchos de los que estamos aquí. Pero incluso los que se vieron directamente afectados por las lluvias participaron de alguna manera en la cobertura. Hubo un periodista que perdió su casa, se fue a la costa e incluso desde allí cubrió la noticia”, dijo Flor. “Aunque vivo muy cerca del río, mi casa no se vio afectada, pero me quedé sin agua. Agradecí que hiciera calor los primeros días porque teníamos que coger un cubo de agua fría de la piscina del condominio para poder bañarnos”.
Dentro del edificio de Correio do Povo después de las inundaciones. (Foto: Pedro Dreher/Especial/Cortesía Correio do Povo)
Aunque la imprenta estaba inundada, Flor optó por mantener el formato del periódico para la cobertura, utilizando un PDF digital a disposición de los lectores ya acostumbrados al formato.
“La base de todo en un periódico como éste sigue siendo la impresión. Decidimos desde el principio que íbamos a cubrirlo a través de sitios web, redes sociales, videos, etcétera, pero mantendríamos el formato del periódico no sólo para los lectores, sino que descubrimos que los anunciantes también querían mantener los anuncios”, dijo Flor. “Creo que en un momento así aprendemos que somos capaces de hacer periodismo en condiciones adversas”.