Andrea Salais, estudiante de Comunicación y Cultura en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), tenía que pasar hasta seis horas al día en los traslados desde su casa, en el suroriente de la ciudad, a su lugar de trabajo, un call center en el centro, y de regreso. Para llegar a su hora de entrada de 9 a.m. de la mañana tenía que salir de su casa a las 6 a.m. y hacer un recorrido que incluía viajes en autobús, metro y metrobús.
Durante esos largos traslados, Salais se dio cuenta que, como ella, cientos de habitantes de las periferias de la Ciudad de México pasaban gran parte de sus vidas en medios de transporte, con una calidad de vida mermada, además, por largas jornadas laborales.
Cuando tuvo la encomienda de realizar un reportaje como parte del taller de periodismo en la UACM, Salais eligió abordar el tema de cómo los largos traslados afectan la calidad de vida de los habitantes de su alcaldía Tláhuac, hacia el sureste de la ciudad. El resultado fue el reportaje “‘Se me va casi media vida en el transporte’: Costo vital de la jornada laboral indefinida en la CDMX”, elaborado en conjunto con su compañera de clase Elizabeth López.
“Me basé en mi experiencia y salí a buscar personas que hicieran esos tiempos de traslado, y a retratar cómo las personas se trasladan cansadas, apretadas, cómo van durmiendo en el transporte, tanto de ida como de regreso a sus casas”, dijo Salais a LatAm Journalism Review (LJR).
Desde que la periodista y socióloga Amarela Varela asumió la titularidad de dicho taller de periodismo en el plantel San Lorenzo Tezonco de la UACM, fuera del Anillo Periférico de la Ciudad de México, su objetivo ha sido justamente ese: enseñar a los estudiantes a visibilizar, a través de un periodismo hiperlocal, las problemáticas que los aquejan a ellos, y a sus familiares y vecinos de barrios de las periferias de la Ciudad de México, y con ello contrarrestar el estigma y el vacío informativo generado por los medios tradicionales.
Varela dijo a LJR que considera que hay una crisis de producción periodística en México a causa de la precarización de la profesión, además de que existen zonas en las periferias de la capital que tradicionalmente son poco cubiertas. Pero Varela dijo que también cree que hay una crisis de lectores, los cuales consumen cada vez menos las noticias en las que no se ven representados.
“Los temas que ellos como periodistas en el taller reconocen como de interés para ellos son los temas que les interesan, por ejemplo, a sus vecinos, a otros jóvenes”, dijo Varela. “Esos temas que se le escapan al periodismo mainstream y que la inteligencia artificial no es capaz de elaborar son los temas que son capaces de jaquear esa crisis de lectores”.
Lo que estaba concebido en el plan de estudios como un taller de periodismo escrito, Varela lo convirtió en un taller de periodismo digital, transmedia y colaborativo, que busca contribuir a una representación más diversa e incluyente de las periferias, como en la que se ubica la UACM.
El taller se divide en dos semestres. En el primero los estudiantes aprenden cómo funciona una redacción y los principales géneros del diarismo, como nota informativa, crónica y entrevista. En el segundo semestre, el taller funciona como un Media Lab en el que los alumnos elaboran reportajes por equipos. Las clases se enfocan en reportear, verificar la información, generar clips multimedia y material en distintos formatos, explicó Varela.
Cada cierto tiempo, Varela invita a periodistas de amplia experiencia en el periodismo de investigación como instructores invitados. En las aulas del taller han estado Gloria Muñoz, fundadora de Desinformémonos; Marcela Turati, cofundadora de la red Periodistas de a Pie; y Mario Marlo, director del medio digital Somoselmedio, entre otros.
Desinformémonos y Somoselmedio son además dos de los varios medios periodísticos con los que Varela ha hecho alianzas para que los alumnos puedan proponer sus historias para ser publicadas. Cada año, dijo Varela, se publican de seis a ocho reportajes producidos por estudiantes.
“Ellos tienen que generar materiales a partir de ir reconociendo sus intereses y también cultivando criterios que a mí me parecen centrales, que es un periodismo antirracista, antipatriarcal y diverso”, dijo Varela.
En años recientes, en México se ha visto un incremento de las “zonas de silencio”, regiones donde los medios de comunicación eligen no reportar debido a la violencia y la intimidación que enfrentan por parte de autoridades o del crimen organizado.
Pero el vacío informativo que existe en las periferias de la Ciudad de México viene desde antes de que la violencia se extendiera a lo largo del país, dijo Amarela. La mayor parte de la cobertura que dan los medios nacionales a zonas como en las que viven sus estudiantes se limita a la nota roja, agregó.
“Y ahí no hay que echarle la culpa al narco”, dijo. “Tradicionalmente las periferias de la Ciudad no son cubiertas, no hay un interés periodístico. A menos de que se trate de los medios populares que cubren los accidentes, las violencias. La zona oriente de la Ciudad de México no ha sido de interés porque se considera que es ‘donde viven los nacos y los pobres’”.
El estudiante José Francisco Carrasco, quien en semestres anteriores cursó el taller de Varela, reconoce que el barrio donde habita, Santo Domingo, en la alcaldía Coyoacán, al sur de la ciudad, es considerado uno de los más peligrosos. Las noticias de su localidad tienen que ver con temas como el tráfico y distribución de drogas, la existencia de bandas de secuestradores o la escasez de agua.
Sin embargo, Carrasco vio en el taller de periodismo de la UACM una oportunidad de visibilizar que los habitantes de barrios de la periferia también tienen múltiples necesidades que no están cubiertas, en especial la población LGBT+, de la cual se dice parte.
“Me he encontrado con muchísimas personas de mi barrio que son LGBT y que, sin embargo, o están escondidas o son invisibles. No tenemos los espacios de acercamiento para hacer redes de apoyo”, dijo Carrasco a LJR. “No hay campañas de salud dirigidas a poblaciones LGBT, no hay quizás mecanismo donde las personas puedan acercarse al gobierno desde esta mirada de género”.
Durante su paso por el taller, Carrasco escribió tres piezas, dos de las cuales fueron publicadas en Somoselmedio, una sobre un refugio para personas trans en los límites de la Ciudad de México y otra sobre contingentes universitarios en la Marcha del Orgullo LGBT+.
Varela dijo que en el actual semestre del taller, los estudiantes están escribiendo sobre temas que van más allá de la nota roja, como los cambios en los productos que se ofrecen en los mercados de la zona suroriente de la Ciudad de México a raíz de la llegada de migrantes centro y sudamericanos.
Otros estudiantes están trabajando temas que, si bien tienen que ver con la violencia, lo hacen con enfoques más profundos, como los feminismos de las periferias y las autodefensas feministas, entre otros.
“Los temas se les ocurren a ellos, porque siempre hay un feminicidio en su en su barrio, siempre hay violencia contra los niños, siempre hay violencia policial contra los jóvenes, siempre hay desempleo…”, dijo Varela. “Siempre hay tragedias hiperlocales para reportar”.
Varela dijo que también trata de que sus estudiantes enfoquen sus historias bajo una perspectiva de periodismo de soluciones, de modo que sus piezas sirvan para mostrar caras positivas de la vida en los barrios de las periferias y con ello combatir al estigma que pesa sobre éstas. Un ejemplo de ello, dijo, es el reportaje de Carrasco sobre el refugio para personas trans.
“Yo les digo: ‘los saberes locales, los saberes de sus barrios, a los que todo el mundo les teme, son oro puro para sus historias, porque hablan de prácticas de vida para sobrevivir y para celebrar la vida’”, dijo. “Los desafío a hacer un periodismo de soluciones para estos espacios estigmatizados”.
Tres de los cinco planteles de la UACM se ubican en las periferias de la Ciudad de México y gran parte de su población estudiantil proviene de sectores de bajos ingresos o en condiciones de vulnerabilidad. Varela dijo que muchos de sus alumnos en el taller son hijos de familias que migraron del campo a la ciudad en décadas pasadas, y algunos otros son jóvenes padres de familia o madres solteras.
“Es una universidad para jóvenes racializados y barrializados que está en las periferias. Existe un perfilamiento de clase, de raza por los lugares donde viven. Cuando van a pedir trabajo y dicen que estudian en la UACM, hay una especie de valoración negativa”, dijo la profesora.
Varela dijo que enseña a sus alumnos del taller de periodismo a que, lejos buscar la viralidad con sus historias, busquen servir a audiencias en condiciones similares a las suyas, porque la realidad en la que ellos viven y sobre la que reportan es la realidad que vive una gran porción de los habitantes de la Ciudad de México.
Esa población, dijo Amarela, conforma audiencias que están subrepresentadas en los medios tradicionales que necesitan recibir información que les sea relevante.
“Yo les comparto a los estudiantes que hay que hacer un periodismo para sus pares, que hay que renunciar al deseo de la viralización, en el sentido de que no todos los temas interesan viralmente”, dijo Varela. “Hacemos un ejercicio de desestigmatizar el habitar zonas barrializadas. Es un periodismo hiperlocal y transmedia que quiere dignificar los barrios de los que los estudiantes provienen”.