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Nuevo libro cuenta la historia de cómo la cadena Globo se convirtió en un imperio durante la dictadura brasileña

Un nuevo libro sobre TV Globo de Brasil sostiene que la cadena, una de las mayores del mundo, fue a la vez colaboradora y víctima de la dictadura militar de ese país a finales del siglo 20.

En el libro A Globo, que será publicado en tres volúmenes por la Editora Autêntica, el periodista y profesor universitario Ernesto Rodrigues cuenta en casi dos mil páginas la historia de la emisora, una de las ramas del Grupo Globo, que incluye también radiodifusoras, periódicos y editoriales. El primer volumen, “Hegemonía: 1965-1984”, salió en diciembre y abarca el periodo de la dictadura militar. Otros dos, “Concorrência” y “Metamorfose”, verán la luz el año próximo.

En un orden cronológico no exacto, con desplazamientos temporales que a veces unen episodios recientes con acontecimientos de hace décadas, el trabajo de Rodrigues mezcla relatos anecdóticos con análisis de situaciones y acontecimientos importantes en la historia de la emisora y, a menudo, de Brasil. 

Hay mucho espacio para explicar cómo TV Globo llegó a ser tan poderosa e influyente cultural y económicamente, incluyendo desde acuerdos financieros hasta descripciones del desarrollo del lenguaje estético de sus telenovelas, una de sus señas de identidad.

También se destacan los tras bambalinas de momentos emblemáticos de la historia del periodismo de la época. La mayoría de las veces, los motivos no son nobles. Como muestra el libro de Rodrigues, durante la dictadura, los censores del régimen ocupaban puestos fijos en la dirección de Globo. La adhesión a las tesis oficiales era rígida, lo que prácticamente no dejaba margen para la acción independiente de reporteros y editores. Esto continuó desde los primeros días del autoritarismo hasta casi el final del régimen, con la cobertura vejatoria -o la falta de cobertura- del inicio de las Diretas Já, un movimiento que exigía elecciones directas a principios de la década de 1980.

Portrait of Ernesto Rodrigues, author, journalist, and journalism professor, with short white hair, glasses, and a trimmed beard, wearing a dark shirt

Ernesto Rodrigues, autor de 'A Globo,' periodista y profesor (Foto: Studio H Fotografia/Cortesía

Rodrigues relata todos estos episodios desafortunados, pero afirma que quiere añadir matices a esta historia. Para el autor, en la percepción pública y académica, Globo suele ser vista como la única emisora que apoyó al régimen militar, pero esta es una visión incompleta y simplista. Dice que busca contrarrestar sobre todo los estudios académicos que, según él, influenciados por una visión marxista, se centran exclusivamente en el papel de Globo como vehículo de control ideológico.

“Esta idea de que Globo fue la única emisora que apoyó la dictadura es una distorsión. Todas las grandes empresas de medios de comunicación hicieron lo mismo”, dijo Rodrigues a LatAm Journalism Review (LJR). “Hay muy pocas excepciones, como TV Excelsior, que tenía malas relaciones con los militares y acabó sufriendo las consecuencias. Pero la regla era la adhesión al régimen, más intensa o más discreta”.

Despido de TV Globo

Rodrigues comienza el libro relatando su propio despido de TV Globo, donde trabajó como periodista de 1985 a 1999. Aquel año, autorizó la emisión de una noticia errónea de servicio, que informaba de la muerte del atleta João do Pulo. El error estuvo a punto de acabar en tragedia.

“El padre de João do Pulo vio la noticia y estuvo a punto de morir. Fue algo que me afectó profundamente”, dijo Rodrigues. “Técnicamente, no discuto el despido. Durante 10 años enseñé teleperiodismo y me empeñé en contar esta historia a mis alumnos como lección de que nuestra profesión es algo muy serio”.

A pesar del episodio, Rodrigues mantuvo buenos contactos dentro de Globo, y siguió prestando servicios para la empresa, como la producción de documentales. Allí tuvo acceso al principal archivo del libro: la colección Memória Globo, formada por 400 testimonios, la mayoría inéditos, de profesionales y ex profesionales de diversas áreas de la emisora, desde el periodismo, el entretenimiento y la dramaturgia hasta el sector comercial.

Sesenta entrevistas con figuras importantes de la historia de la emisora, la consulta de estudios anteriores, especialmente académicos, y seis horas de entrevistas con Roberto Irineu, João Roberto y José Roberto Marinho - los tres hijos de Roberto Marinho, fundador de la empresa y notorio conservador - complementaron la investigación. Un contrato firmado con el trío garantizaba que el trabajo no sería supervisado por el Grupo Globo. El objetivo, según Rodrigues, “era construir un retrato complejo y honesto de la historia de Globo”.

“Este libro no es un ajuste de cuentas, ni un proyecto motivado por el resentimiento”, dijo. “Tampoco es un trabajo encargado por Globo o alineado con ella. Mi intención era ofrecer una visión imparcial”.

El periodismo no es el tema central del libro, pero aparece tanto directamente –como, por ejemplo, en la discusión de cuestiones técnicas, como las limitaciones impuestas por la grabación de noticias en película en las calles hasta finales de los años 70– como indirectamente, cuando se discute el crecimiento económico del grupo y su relación con la dictadura militar.

Una pregunta impregna el libro: en palabras del autor, ¿el periodismo de Globo fue “omiso, conductista y gubernamentalista por convicción de su propietario y de sus profesionales, o fue la audiencia ya hegemónica y poderosa de la emisora lo que llevó a los militares a ser mucho más rigurosos y vigilantes con Globo que con otros medios?”.

 La tesis del autor alterna entre los dos polos, buscando un término medio.

“Por un lado, tenías a un empresario conservador que se sumó al golpe y cuya empresa se aprovechó de los beneficios del régimen. Por otro, tenías una dictadura que quería controlar la televisión más importante del país y que ejercía una presión muy fuerte, utilizando siempre la amenaza implícita de la concesión”, dijo Rodrigues. 

“La gente no admite que estos dos procesos podrían haber sido simultáneos. Y eso es lo que intento demostrar en el libro: no fue ninguna de las dos cosas, fueron las dos”, añadió.

Cercanía al poder 

En cuanto a la complicidad, hay argumentos que demuestran la resignación y la ausencia de resistencia por parte de los profesionales. Al hablar de la creación en 1969 del Jornal Nacional, todavía hoy el noticiario brasileño más importante, el libro recoge una declaración de Armando Nogueira, su creador y redactor jefe durante décadas, en la que afirmaba que hacer buen periodismo no era una preocupación a la hora de lanzar el noticiario.

“Queríamos saber si todo funcionaba desde el punto de vista técnico, estrictamente técnico. No nos preocupaba hacer buen periodismo en el Jornal Nacional, porque eso no habría sido posible bajo la estricta censura”, dijo Nogueira, según el libro. 

“Nuestra preocupación, en términos de periodismo televisivo, no iba más allá de la forma, del formato, de la parte visual, porque sufríamos restricciones al ejercicio de la plena libertad de información”.

 El libro también da buena cuenta del nivel de vigilancia al que estaba sometida la emisora. Uno de los casos más llamativos es el del coronel del ejército Edgardo Erickson, que ocupaba un puesto de “director de relaciones públicas” en la sucursal de Globo en Brasilia. En realidad, actuaba como censor y tenía un programa diario llamado Ordem do Dia, que era una especie de boletín diario de la dictadura. 

“Se paseaba por la redacción, fisgoneaba lo que escribían los periodistas y a veces incluso sacaba la pistola y la ponía en el banco”, dijo Rodrigues. “Era una relación de control, intimidación y vigilancia, que demuestra hasta dónde estaban dispuestos a llegar los militares para asegurarse de que los locutores seguían sus órdenes”.

En medio de este nivel de control, faltaron ejemplos de buen periodismo en los primeros 21 años de TV Globo. Según Rodrigues, uno de los únicos resquicios era la información internacional, donde la censura era menos estricta. Allí, un poco de verdad se filtraba con menos filtros, y los reporteros podían hacer discretas analogías entre lo que ocurría en otros países y Brasil, dijo Rodrigues.

Entre los pocos ejemplos positivos está una edición de Globo Repórter sobre la independencia de Mozambique en 1975, realizada por Luiz Lobo. 

“Era un documental sobre la guerra antiimperialista en Mozambique, con un contenido muy fuerte”, dijo Rodrigues. “Pero Roberto Marinho había invitado a empresarios portugueses a ver el programa, y se escandalizaron”. 

Otro episodio fue la cobertura de la Revolución de los Claveles en Portugal, en la que la redacción estuvo dividida sobre cómo informar del acontecimiento, pero que acabó siendo informado con cierta objetividad. 

“Y esto demuestra cómo, incluso bajo la censura, los periodistas de Globo intentaron, siempre que fue posible, aprovechar los resquicios legales y aportar un poco más de independencia a las historias”, dijo Rodrigues.

Uno de los últimos casos periodísticos relatados en el libro es la cobertura de las Diretas Já, un movimiento civil que demandaba el voto directo. Mientras enormes manifestaciones tomaban las principales ciudades de Brasil en enero de 1984 pidiendo el retorno de la democracia, los principales noticieros de Globo ignoraron los acontecimientos, según el libro, bajo órdenes directas de Roberto Marinho. Es un hecho notorio que el mitin de la Praça da Sé, en São Paulo, que reunió a cientos de miles de personas el 25 de enero, fue informado como si se tratara de la celebración del cumpleaños de São Paulo.

Según Rodrigues, aquel día los periodistas lloraron en la redacción. Sin embargo, según el libro, comenzó una nueva etapa para el periodismo de la emisora. Los periodistas empezaron a rebelarse, y la calidad acabó mejorando.

“Empezó un movimiento para intentar convencer a Roberto Marinho de que no podía seguir así. Y llegó el momento en que el propio Roberto se dio cuenta y dio un paso atrás, dejando que [su hijo] Roberto Irineu se ocupara de ello”, explica Rodrigues. 

El resultado fue la cobertura del rally de Candelária, en Río de Janeiro, ya diferente, con transmisión en directo y un enfoque impactante. 

“Así, muestro que fue un período que empezó muy mal, pero que tuvo una evolución importante dentro de la emisora”, dijo Rodrigues.

Traducido por César López Linares
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