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Veinte años después, un periodista brasileño revela la identidad de la mujer cuya historia cautivó al país

  • Por Pollyanna Brêtas
  • 8 enero, 2025

Hace veinte años, el periódico brasileño EXTRA publicó un reportaje especial de seis páginas que captaría la atención de Río de Janeiro, del país y del mundo.

Dona Vitória Joana da Paz book cover

Joana Zeferino da Paz, fallecida en 2023 a los 97 años, en la reedición de Fábio Gusmão.

El periodista Fabio Gusmão contó la historia de Doña Vitória, una mujer de 80 años que, con valentía y una cámara en mano, documentó el narcotráfico y la corrupción policial en la comunidad de Ladeira dos Tabajaras, en Copacabana, una de las principales zonas turísticas de Río de Janeiro.

En su reportaje original, así como en un libro publicado en 2006, Gusmão se abstuvo de usar su nombre completo para proteger su seguridad.

Su fallecimiento en 2023, a los 97 años, permitió al periodista revelar su identidad, poniendo fin a casi dos décadas de secreto.

Las grabaciones de Joana Zeferino da Paz, realizadas desde la ventana de su apartamento, fueron cruciales para investigaciones que llevaron a la detención de 30 personas involucradas en actividades delictivas.

Con una portada que ahora lleva el título "Doña Vitória Joana da Paz" y una foto de la heroína de la historia con su cámara, el libro de Gusmão fue relanzado recientemente.

Incluye nuevos desarrollos, entre ellos detalles sobre la vida de Paz tras la publicación del reportaje de Gusmão y su ingreso al Programa de Protección de Testigos.

La nueva edición también incluye imágenes exclusivas de las últimas semanas de grabaciones desde la ventana de la testigo, quien tuvo que pasar años en el exilio para protegerse del crimen organizado. En las nuevas páginas, también se encuentran transcripciones de la narración completa de Paz y revelaciones sobre la vida de la heroína detrás de la cámara.

En una entrevista concedida a LatAm Journalism Review (LJR), Gusmão afirmó que transcurrió un año y medio desde el descubrimiento de los registros de Paz hasta la publicación de su reportaje. La principal preocupación del equipo era la seguridad de la anciana. Además, como se describe en el prefacio del libro, escrito por Otávio Guedes - ex director de EXTRA -, al escuchar la narración de Paz, Gusmão estaba seguro de que la verdadera historia estaba ocurriendo dentro de la casa y no fuera de la ventana. El caso trataba de la vida de aquella mujer y no de las acciones de la banda criminal.

Woman and man smiling at camera

Fábio Gusmão y Joana da Paz, protagonista del artículo que ha marcado al periodismo brasileño. (Foto de Fábio Gusmão)

El caso, dijo Gusmão, generó un profundo debate ético sobre el papel del periodista en historias de tanta relevancia social, destacando el cuidado y el compromiso con la seguridad de la protagonista. La nueva edición del libro reafirma la importancia de contar historias reales que desafíen las estructuras de poder, y al mismo tiempo pone de relieve los dramas personales de los ciudadanos que conviven con el crimen organizado.

La historia de doña Joana trasciende el periodismo y ha conquistado también el cine. Pronto, el público podrá ver su viaje en la película “Vitória”, protagonizada por Fernanda Montenegro, un deseo de la difunta Paz. El estreno está previsto para el 13 de marzo de 2025.

Con el relanzamiento del libro y el estreno de la película, la historia de Paz se consolida como un hito del periodismo. Su lucha contra el crimen y la impunidad del caso fue registrada por Gusmão, que, además del material empírico y de varias horas de entrevistas y conversaciones con la protagonista, consiguió llevar a cabo una investigación paralela sobre la banda que operaba a plena luz del día, corrompía y drogaba a niños y actuaba en complicidad con los policías que debían combatirla.

 

Esta entrevista ha sido acortada y editada para mayor claridad. 


LatAm Journalism Review (LJR): ¿Cómo se cruzó Doña Vitória en tu camino? ¿Cómo encontraste esta historia?

FG: Era marzo de 2004. Yo era reportero y cubría la información policial en el diario “Extra”, donde había empezado en febrero de 1998, incluso antes de que el periódico saliera a los quioscos, cuando el equipo aún estaba trabajando en el proyecto de una nueva publicación popular.

Siempre he trabajado en la policía y la seguridad, con algunas fuentes, principalmente en el sector de la inteligencia. Salí a la calle en busca de una historia más elaborada para el periódico dominical. En la Coordinación de Inteligencia de la Policía Civil, un policía mencionó la visita de una mujer de 80 años que había dejado siete u ocho cintas con grabaciones sobre tráfico de drogas y hombres armados en Ladeira dos Tabajaras, en Copacabana, en la Zona Sur de Río de Janeiro. Vi el material. No había mucha novedad en las imágenes porque ya sabíamos que ocurría en las favelas de Río, pero aun así me interesó porque era un barrio de clase alta de la ciudad. El policía me explicó que necesitaría autorización para divulgar las grabaciones.

Dos semanas después, recibí las cintas. Dentro de la bolsa, encontré una tarjeta de la señora que había producido el material. Cuando me llevé las cintas a casa y subí el sonido del televisor, me di cuenta de que algo era diferente. Además de las imágenes, había una narración potente y vibrante. Era la narración de su vida, de su día a día, de su indignación. Pasé la noche descodificando las grabaciones y lo tuve claro: estaba ante la historia de mi vida.

Marina Maggessi, la policía civil que autorizó la difusión de las cintas, puso una condición para publicar la historia en el periódico: Sólo podía publicar el caso en coordinación con las investigaciones policiales. Quería tiempo para investigar. Al día siguiente, en la redacción, hablé con mi jefe. Al equipo del periódico le encantó la historia y contrató a una productora para captar las imágenes y extraer fotogramas.

 

LJR: ¿Cómo se desarrolló la negociación para la publicación, el contacto con doña Joana y la investigación sobre el caso?

FG: La publicación llevó un año y medio. Marina Maggessi estaba preocupada por avanzar en la investigación, identificar a las personas y evitar las críticas al trabajo de la policía. Esto duró seis meses, pero su equipo fue trasladado de comisaría y yo me quedé con la historia, consciente de que era la más importante de mi carrera.

Man smiling in front of cover of book

El periodista Fábio Gusmão revela la verdadera identidad tras el nombre atribuido a la mujer que luchó contra el narcotráfico en Río de Janeiro desde la ventana de su casa (Foto: Stella Daudt)

Al mismo tiempo, temía por la vida de doña Joana. Ella vivía allí desde los años sesenta y había denunciado varias veces el tráfico de drogas. Cuando por fin nos conocimos, fue en una comisaría. Tras ganarme su confianza, fui a su casa. Cuando entré en el apartamento por primera vez, vi la proximidad de la boca de fumo [un lugar donde se vende droga] y tuve la certeza de que sería imposible publicar nada sin antes garantizar su seguridad y sacarla de allí.

Empecé a visitarla con regularidad. Durante dos intensos meses, mientras tomábamos café y comíamos galletas, hablamos de su vida. Pasó el tiempo. En marzo de 2005, pedí reanudar el reportaje, pero con la condición de que ella abandonara el apartamento antes de la publicación.

Inicié una investigación paralela para identificar a los criminales. La historia trataba de ella, pero necesitaba contextualizar lo que representaba.

Ella aceptó abandonar la casa y la Subsecretaría de Inteligencia de la policía utilizó el apartamento como base de operaciones. La Fiscalía la incluyó en el Programa de Protección de Testigos, pero ella exigió vender la propiedad antes de marcharse. Tras una larga negociación y operaciones policiales, abandonó el lugar.

En julio, tuve una entrevista formal con ella y organicé todo el material. El 23 de agosto de 2005, a las 19.00 horas, empecé a escribir las seis páginas del reportaje especial. A las 11 de la noche terminé. Tres redactores revisaron el material y, al final del proceso, rompí a llorar.

 

LJR: Como periodista, también te viste implicado de alguna manera, formando parte de esa historia.

 

FG: Desde la universidad, se ha debatido sobre la ética de los periodistas cuando se involucran en las noticias. Mi percepción cambió. La historia era real, y proteger su vida no era interferir; era una cuestión de humanidad. Pedí incluir un texto en primera persona en la publicación del caso, explicando todo lo sucedido y mis sentimientos.

A la mañana siguiente de la publicación, la respuesta fue inmensa, con llamadas, correos electrónicos y entrevistas. Fantástico, un programa de TV Globo, programó una reunión con ella, y los medios de comunicación internacionales empezaron a informar sobre el caso.

LJR: Con todas estas repercusiones, ¿qué cambió después de todo el trabajo que hiciste?

 

FG: Muchos colegas de profesión me dijeron que ésta era la historia que les gustaría haber contado. Para mí, el principal cambio se produjo en mi forma de ver las historias de las personas. Empecé a buscar su esencia y a entender cómo sus quejas pueden cobrar fuerza cuando son realmente escuchadas.

El debate ético se mantiene, pero siempre estaré en la misma posición: su vida no era negociable.

LJR: ¿Cómo coordinaste el proceso y lidiaste con las exigencias diarias de la redacción?

FG: La ansiedad era constante, sobre todo con los tiroteos que se producían cerca de su casa. Le dije que se protegiera. Temía por su vida. Si se filtraba alguna información, podía correr peligro. Por otro lado, yo seguía con mi vida haciendo otros reportajes, pero el caso consumía mis pensamientos. Diez días antes de la publicación, conseguí otra primicia: una escucha telefónica de la policía con el jefe de la droga de Rocinha, una favela de la Zona Sur de Río, hablando con el portero Júlio César, que era miembro de la selección brasileña de fútbol.

 

LJR: Y después de la publicación, ¿cómo fue el contacto con ella?

FG: Después de un periodo sin contacto, se fue de Río de Janeiro por razones de seguridad. Pero hablé con ella algunas veces. Incluso salió del Programa de Protección de Testigos. Convencí al fiscal para que la reincorporara al Programa de Protección cuando se marchó. Sin embargo, cuando salió el libro, se enfadó porque cambié detalles de su vida, su nombre, para protegerla.

Antes de la pandemia de COVID-19, una vecina nos conectó por vídeo. Era anciana, pero aún conservaba buenos recuerdos. Cuando me enteré de su muerte en 2023, me estremecí. Escribí su historia como homenaje.

Ella sabía que su historia también se contaría en una película y siempre soñó con que Fernanda Montenegro representara su vida. Ahora, esta historia quedará inmortalizada.

LJR: ¿Qué cambió en tu carrera a partir de allí?

FG: Todo. Gané los mayores premios de periodismo y me ascendieron a editor. Pero lo más importante fue contar una gran historia, una historia que aún resuena 20 años después.

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