Una lamentable escena se produjo a principios de este mes durante un debate electoral entre candidatos a la alcaldía de São Paulo, en Brasil: el candidato y expresentador de televisión José Luiz Datena estalló cuando su oponente Pablo Marçal, influencer de extrema derecha, sacó a relucir una denuncia de acoso sexual en su contra y dijo que no era lo bastante hombre como para golpearlo.
Datena tomó una silla y la azotó contra el hombro derecho de Marçal, lo que le provocó un traumatismo de costilla sin complicaciones y un corte en la mano derecha del candidato. Fue el momento más estrafalario de un proceso electoral marcado por el enfrentamiento. La campaña por la alcaldía de la ciudad más grande del hemisferio sur ha estado plagada de insultos, acusaciones y motes ofensivos.
Este domingo, Marçal fue expulsado de otro debate tras desobedecer las instrucciones del moderador para que dejara de decir que, si resultaba elegido, mandaría detener al actual alcalde, Ricardo Nunes. Después, uno de los miembros de su equipo propinó un puñetazo en la cara al director de campaña de Nunes.
Las agresiones verbales de Marçal a sus rivales han incluido insultos como “jack” (término carcelario para los violadores), “cocainómano”, “vagabundo” y “bananita”.
Los ataques verbales también han venido de otros candidatos: Guilherme Boulos llamó a Marçal “sinvergüenza o psicópata”, mientras que Nunes también insinuó que Boulos comnsumía cocaína.
La hostilidad generalizada ha suscitado discusiones sobre el papel que debe desempeñar el periodismo para mejorar el civismo y el contenido de los debates televisados.
Expertos dijeron a LatAm Journalism Review (LJR) que los moderadores y organizadores de debates podrían elevar el nivel de estos ejercicios de comunicación estableciendo sanciones más estrictas para los candidatos que evitan responder a preguntas, con medidas como reducir las interacciones directas entre los candidatos o incluso pedir la intervención del Tribunal Superior Electoral (TSE), el máximo órgano electoral del país.
La violencia física era poco frecuente en los debates políticos brasileños hasta este mes de agosto, cuando un candidato propinó un cabezazo a otro en un debate en la capital del estado de Piauí, al norte de Brasil. Pero las agresiones verbales y la falta de discusión sobre temas relevantes han sido características desde el primer debate presidencial brasileño en 1989, tras la democratización del país, según Oto Montagner, profesor de la Fundação Getúlio Vargas.
“El perfil de los políticos varía, pero la falta de propuestas es una constante”, dijo Montagner. “El nivel de agresividad fluctúa de unas elecciones a otras, y ahora hemos llegado a un extremo, con violencia física”.
En su tesis doctoral, Montagner analizó los debates a través de la Teoría de Juegos, una rama de las matemáticas utilizada para entender cómo los individuos racionales toman decisiones en situaciones competitivas.
Montagner compara los debates políticos con el clásico “Dilema del prisionero”, en el que la cooperación mutua beneficiaría a ambas partes, pero la falta de confianza conduce a un resultado subóptimo.
“Esto lleva a un equilibrio de ataques mutuos, aunque sean perjudiciales para ambos”, dijo Montagner. “Si pudieran acordar un debate más constructivo, sería mejor para ambos, pero como cada uno teme ser vulnerable, acaban atacándose”.
Los expertos dijeron que las plataformas de redes sociales dan prioridad a las publicaciones agresivas y sensacionalistas, lo que incentiva a los candidatos a radicalizarse.
Esto es evidente en el caso de candidatos considerados outsiders, como Marçal, un influencer que contiende por el pequeño Partido Renovador Laborista Brasileño. A menudo utiliza videos cortos para destacar sus momentos más favorables.
“En el entorno digital, para destacar, un candidato tiene que ser más exótico, más radical”, dijo a LJR el politólogo y profesor de comunicación de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) Fábio Vasconcellos. “Estos candidatos son recompensados con likes, interacciones y más cobertura mediática”.
Algunos expertos proponen una solución: aumentar los costos para los candidatos que prefieren el caos frente al debate.
Vasconcellos sugiere un modelo en el que los candidatos sean expulsados si persisten en comportamientos inadecuados, como utilizar palabras altisonantes o hacer comentarios ofensivos. Un comité podría determinar qué casos son inaceptables. El politólogo propone un umbral de tolerancia bajo.
“Una primera advertencia supone una tarjeta amarilla, y una segunda, una tarjeta roja, que lleva a la eliminación del candidato del debate”, dijo. “Para que esto funcione, las reglas deben ser claras. Incluso podría crearse una comisión externa, como con abogados del OAB [Barra de Abogados de Brasil] para juzgar las infracciones en tiempo real”.
Vasconcellos también aboga por moderadores más activos y firmes, que intervengan directamente cuando se hagan informaciones falsas o acusaciones infundadas.
“El moderador no puede permitir que se difundan informaciones falsas sin contrastar. Tiene que intervenir siempre que se diga una mentira o cuando el debate empiece a descontrolarse”, dijo.
En el debate de YouTube de Flow News del 23 de septiembre se aplicaron normas similares. Los candidatos firmaron un compromiso antes del debate, en el que acordaron que tras tres advertencias, el candidato sería expulsado, se le apagaría el micrófono, se le retiraría la silla y podría intervenir la seguridad.
En su intervención final, Marçal recibió una advertencia del presentador Carlos Tramontina, tras decir que si resultaba elegido, Nunes iría a la cárcel. Tras repetir la amenaza, Tramontina lo expulsó.
Vasconcellos también sugiere que las cadenas de televisión utilicen herramientas de verificación de hechos -ya empleadas por varios medios, como TV Cultura- para corregir información falsa en tiempo real.
Carolina Almeida de Paula, profesora del Instituto de Estudios Sociales y Políticos de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (IESP-UERJ), propone una mayor participación del TSE en los debates. Las campañas en Brasil están muy reguladas, con numerosas restricciones sobre lo que se puede y no se puede hacer. Pero los debates siguen sin estar regulados en gran medida.
“Necesitamos legislar esto también”, dijo Almeida de Paula a LJR. "Algunos dirán: 'Es malo que el TSE esté metido en todo'. Por un lado, lo es, pero si las campañas en Brasil están controladas por el Tribunal, los debates también tienen que estarlo”.
Las propuestas de Motagner incluyen bloques temáticos dirigidos por moderadores -en lugar de interacciones directas entre los candidatos- y más oportunidades para que un candidato responda cuando un oponente se ha salido del tema. Otra idea: avisar con luces de advertencia y recortar el tiempo a los candidatos que no presenten una propuesta o eviten responder a una pregunta.
“Reducir el tiempo disponible podría obligar a los políticos a ir directamente al grano y evitar la proliferación de ataques”, dijo.
Vasconcellos también recomienda reducir el número de debates. Este año, la campaña por la alcaldía de São Paulo incluye 10 debates en la primera vuelta y seis en la segunda.
“Reducir el número de debates y aumentar la calidad de los que se celebran, centrándose en temas relevantes, ayudaría a mejorar la calidad de la discusión”, dijo.
Desde el incidente del lanzamiento de la silla entre Datena y Marçal, se han celebrado otros dos debates, aparte del de Flow News. El primero, en Rede TV, estuvo marcado por los gritos y los insultos. Datena dijo que no “golpearía dos veces a un cobarde”, mientras que Marçal comparó al adversario con un orangután. Antes del acto, la cadena atornilló las sillas al suelo. Varias veces, la presentadora levantó la voz para controlar a los candidatos, y la impresión general fue de caos.
El debate siguiente, en SBT, fue menos agresivo, con menos ataques y más propuestas. Las encuestas muestran que, desde la agresión, los índices de desaprobación de Marçal han subido, y él prometió comportarse mejor durante ese debate, pidiendo incluso perdón a los votantes. “La gente quiere ver tu peor y tu mejor versión. He mostrado mi peor versión en los debates, pero a partir de ahora verán a alguien con el comportamiento de un gobernante”, dijo.
El aumento de la desaprobación de Marçal sugiere otro factor, dijo Almeida de Paula: a los votantes no les gusta el circo. Aunque lo encuentren entretenido -el incidente de la silla generó una avalancha de memes-, se dan cuenta de que el tono es demasiado bajo, dijo la investigadora.
“En general, a la gente no le gusta. Las encuestas muestran que la gente lo encuentra divertido, entretenido, como un reality show”, dijo Almeida de Paula. “Pero aunque les parezca divertido, no se traduce en votos. Para la mayoría de los votantes, no es bien recibido. Es una mala estrategia”.
Almeida de Paula señala otro factor en esta narrativa: la complicidad de las emisoras. Según la ley brasileña, Marçal ni siquiera tenía que estar presente en los debates porque el tribunal electoral establece que las emisoras de radio y televisión sólo están obligadas a invitar a los candidatos afiliados a partidos que tengan una representación mínima de cinco miembros en el Congreso. El partido de Marçal no cumple esta cuota.
La hipótesis de la investigadora, en este caso, es que la decisión de las emisoras de no cortarle sugiere que ven ventajas en su presencia y en el circo.
“En teoría, las emisoras ni siquiera necesitarían invitar a Marçal”, dijo Almeida de Paula. “Pero para ellos, estas escenas [caóticas] suelen ser bienvenidas. Es lo que atrae a la audiencia; es lo que genera expectación”.