“Unwanted Witnesses”, o “Testigos no deseados” como lo definiría en español su autora, Gabriela Polit, es un libro reciente que explora los procesos emocionales y creativos que atraviesan los periodistas para escribir crónicas de largo aliento sobre víctimas de violencia y el sufrimiento de otros.
Con el sufrimiento de otros, Polit se refiere específicamente al de las víctimas de conflictos armados, de violencia doméstica, de los desplazados, de los sobrevivientes de desastres naturales y de guerras, de los parientes de los desaparecidos, y un largo etc.
En su libro, además de analizar este proceso narrativo, profundiza en las obras de las periodistas Marcela Turati, Daniela Rea y Sandra Rodríguez Nieto de México, Patricia Nieto de Colombia y María Eugenia Ludueña de Argentina. Polit también sostuvo diversas entrevistas etnográficas con las periodistas durante sus investigaciones.
Turati, Rea y Rodríguez Nieto cubren desde hace años la violencia desatada por la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado en su país y han publicado varias de sus historias en diferentes medios escritos y digitales, además de publicar sus propios libros. Entre otros escritos, Nieto ha publicado crónicas autobiográficas sobre el conflicto armado en Colombia, específicamente en Medellín, su ciudad natal. Ludueña cubre y escribe desde hace ya varios años sobre los desaparecidos, sus familiares y los interminables juicios por delitos de lesa humanidad a las juntas militares de la dictadura argentina de finales de los años 70 y principios de los 80.
De acuerdo con Polit, no existen muchos libros que analicen las condiciones materiales en las cuales trabajan los periodistas, ni los desafíos emocionales que enfrentan al escribir sobre violencia, sufrimiento y trauma. “Yo exploro ese universo”, dice la investigadora ecuatoriana, y profesora del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Texas en Austin, en la introducción de su libro.
No es gratuito que se haya incluido la narrativa periodística de México –el país sin conflicto armado más peligroso del mundo para ejercer el periodismo y en donde los periodistas se convierten en “corresponsales de guerra sin salir de nuestra tierra”, como dijo Turati al Centro Knight en una anterior entrevista-- en el análisis del libro. Tampoco es gratuita la inclusión de Colombia, que vivió décadas de conflicto armado interno por la guerrilla de las FARC (1964-2016), y Argentina, en donde siguen contando a los miles de desaparecidos que dejó la dictadura militar (1976-1983).
Polit dijo al Centro Knight que cuando “Unwanted Witnesses” se convirtió en un proyecto más definido (2014), México entró en una “espiral de violencia y claro, Colombia, en ese sentido, era un derrotero de esa historia”. Turati, mencionó Polit, ha dicho en varias ocasiones cómo el trabajo hecho por sus colegas en Colombia es un referente para ella, es un modo de prever lo que podría suceder en México.
“Mi libro también es una suerte de historia cronológica de los distintos momentos de la violencia, de sus secuelas históricas y emocionales. En ese sentido, los tres países [México, Colombia y Argentina] dan muy buena cuenta de ello”, subrayó.
En ese sentido, la autora explicó que la crónica de largo aliento es la posibilidad con que cuentan los periodistas para narrar una historia compleja incluyendo todos sus matices, de una forma independiente y desde una perspectiva más personal.
“(...) Lo que conduce la creación y moldea sus narraciones son sus respuestas afectivas ante estos eventos que describen y las personas con quienes hablan: su empatía, solidaridad, compasión, indignación, frustración y rabia, y su manera de vincularse con sus sujetos y sus historias. Sus crónicas están motivadas por un profundo compromiso para fomentar la justicia social”, señala la autora en su texto.
Al respecto, subrayó que con los cambios que la profesión viene atravesando en los últimos años, ya no basta con ser un gran periodista. “No existe más ser el periodista de tal o cual medio. El libro está en el centro de la exigencia de la profesionalización”, opinó.
“Unwanted Witnesses” está dividido en siete capítulos. “Yo divido los capítulos de mi libro en esta suerte de cronología de los momentos del dolor, las crónicas de la reacción primera a la violencia (Nieto, Turati); las que dan una visión más amplia de esa violencia (Rodríguez Nieto, Rea), y las de la ambigüedad. Una es la reflexión sobre la ambigüedad de cubrir los juicios de lesa humanidad (Ludueña) y otra es la estética para abordar esta ambigüedad, (Nieto)”, dijo Polit.
Señaló además que no fue intencional que las narrativas analizadas en su libro hayan sido de periodistas autoras mujeres. “Cuando me acerqué a hablar con periodistas que cubrían historias de sufrimiento desde el punto de vista de los más afectados, me encontré en la mayor parte, con periodistas mujeres”.
“Lo que sí, al escribir hice hincapié en el hecho de que, en su tarea profesional, las mujeres cumplen el mandato de género, y veo esto como algo positivo porque, aunque ellas escriben sobre eventos terribles, lo hacen desde la escucha, desde el respeto, desde el cuidado y no desde miradas temerarias”, relató.
Rosental C. Alves –profesor de la Escuela de Periodismo de la UT Austin y director y fundador del Centro Knight para el Periodismo en las Américas– presentó y dirigió el conversatorio sobre el libro en el Instituto Teresa Lozano Long de Estudios Latinoamericanos, Llilas Benson de UT.
A partir de una pregunta que hizo uno de los asistentes a la presentación del libro, sobre la capacitación que deberían tener todos los profesionales, incluyendo periodistas, que trabajan en situaciones violentas, Alves destacó la importancia de incluir en los programas de formación periodística materias como capacitación sobre seguridad para periodistas y herramientas para enfrentar situaciones traumáticas.
El periodista, quien además fue corresponsal del Jornal do Brasil en España, Argentina, México y Estados Unidos durante los turbulentos años 70 y 80, afirmó que nadie te prepara como periodista para enfrentar situaciones difíciles, pues no siempre son previsibles. “A veces, las situaciones violentas son las que te encuentran a ti” durante la cobertura, sostuvo.
“Seguridad y trauma son dos asignaturas relativamente nuevas en la capacitación de periodistas”, comentó Alves luego de la presentación. “Iniciativas para incluir esos temas en la formación de periodistas empezaron en los años 90. Antes éramos los únicos actores en situaciones hostiles, como guerras o conflictos callejeros, por ejemplo”, sostuvo.
Polit menciona en su libro que el primer periodista cuyo trabajo alguna vez analizó fue el mexicano Javier Valdez Cárdenas. “... Por él conocí la necesidad de comprender las condiciones bajo las cuales los periodistas hacen su trabajo”, dice Polit en su texto.
Valdez, un reconocido periodista y uno de los protagonistas de su anterior libro “Narrating Narcos. Culiacán, Medellín” (2013), cubrió por años el crimen organizado y el narcotráfico en el norte de México. El 15 de mayo de 2017, Valdez fue asesinado a tiros, en plena calle y a la luz del día.
El periodista chileno-argentino Cristian Alarcón también fue una gran influencia para Polit en su investigación, comentó la autora, y fue quien la invitó a participar en varios talleres para académicos y periodistas que organiza la Fundación Gabo. Alarcón es fundador y director de Revista Anfibia, una revista digital de crónicas y ensayos narrativos, y director de Cosecha Roja, una red latinoamericana de periodismo judicial.
Para Polit, una de las secuelas más terribles de la violencia es el silencio. Su libro atraviesa por muchos tipos de silencio, “el del estado que calla, el de los periodistas que son obligados a callar, el de los perpetradores de los crímenes, en el caso argentino, y el definitivo, que es el de la muerte”, dijo la autora. “Ese es el determinante. El absoluto. Pero creo que el más cruel, es el que tienen que guardar los periodistas vivos que saben las respuestas a muchas preguntas, pero no lo pueden decir, porque les costaría la vida. Creo que ese silencio es el más cruel”, concluyó.
La autora dedicó su libro a “todos los periodistas que han sido desaparecidos, agredidos, violados y amenazados, y que están en prisión. A todos los periodistas que continúan haciendo su trabajo a pesar de los riesgos”. A esa dedicatoria le sigue una lista con los nombres de todos los periodistas asesinados en América Latina entre 1992 y 2018, de los que se tiene registro.