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Cobertura de las violencias de género ha avanzado, pero se puede mejorar: periodistas ofrecen consejos en webinar

Aunque medios y periodistas han avanzado en la manera cómo cubren los diferentes tipos de violencia de género, todavía falta por recorrer un largo camino. Con el propósito de ofrecer ideas para mejorar la cobertura de estas violencias sin revictimizar o buscando enfoques que puedan prevenirlas, se llevó a cabo el tercer webinar de la segunda serie organizada por la Red para la Diversidad en el Periodismo Latinoamericano.

“Cómo cubrir las violencias de género desde el periodismo” contó con la participación de la periodista argentina Leila Mesyngier, coordinadora editorial de Revista Anfibia; la periodista y escritora mexicana Lydiette Carrión, y fue moderado por Pilar Cuartas, periodista y abogada colombiana.

Cuartas comenzó la conversación con una introducción sobre qué es el género y cómo los roles impuestos a este pueden llevar precisamente a las violencias basadas en género.

“En la medida en que la sociedad nos impone cómo deben vernos y comportarnos, qué espacios debemos ocupar, se genera una discriminación cuando las personas suelen salirse de esos roles asignados socialmente”, señaló Cuartas. “Históricamente, esta desigualdad o estos roles de género afectan mayoritariamente a las mujeres por considerárselas socialmente como inferiores”.

De acuerdo con cifras de la ONU, ofrecidas por Cuartas, las mujeres tienen 23% menos ingresos económicos que los hombres, solamente el 24% de los escaños parlamentarios en el mundo son ocupados por mujeres, y en 29 de 187 países los hombres son legalmente las cabezas de hogar dejando a la mujer sin ningún tipo de decisión.

Esta realidad y desigualdad origina la violencia de género, definida por la ONU Mujeres como esos actos que van dirigidos a personas en razón de su género. “No es cualquier violencia, no es cualquier acto dañino, sino es un acto dañino que está motivado por una razón de género y tiene en su origen la desigualdad de género, precisamente en esa creencia de que las mujeres, especialmente, son inferiores a los hombres. Y en ese sentido, todo el tiempo están en situaciones de riesgo que las lleva a vivir múltiples formas de violencia”, explicó Cuartas.

Webinar cobertura de violencias de género

Pilar Cuartas, Lydiette Carrión y Leila Mesyngier durante el webinar “Cómo cubrir las violencias de género desde el periodismo”. (Captura de pantalla)

Relacionado con estas múltiples formas de violencia llegó uno de los consejos: dar cobertura a otros tipos de violencia más allá de la física que suele ser la que acapara a los medios. Para Carrión, la violencia sexual y el acoso en espacios públicos es uno de los temas que requieren mayor visibilización. Según dijo, han sido los movimientos feministas quienes han puesto la importancia en este tema, pero falta bastante por hacer en los medios.

Sin embargo, Carrión destacó a la violencia económica como una de las más olvidadas en los medios y que irónicamente tiene más impacto en la vida de las mujeres. Según dijo, sobre “los hombros de las mujeres” recae el trabajo doméstico no remunerado o la desigualdad de salarios, por mencionar algunos temas.

Mesyngier señaló por su parte tener una “obsesión particular” con la violencia obstétrica “porque quienes perpetran esas violencias son parte de un colectivo al cual es muy difícil acceder, que son los profesionales de la salud”. Aseguró que desde Cosecha Roja han hablado del tema desde 2014 cuando incluso no tenía este nombre, y que aunque ha ido ganando espacio en los medios “hay muchísimo trabajo por hacer”.

Otra de las discusiones giró en torno a en qué momento se debe catalogar el homicidio de una mujer como “feminicidio”, toda vez que en algunos países tiene una legislación particular. Las periodistas coincidieron en que no se trataba de una ciencia exacta para definirlos, pero sí hay una responsabilidad de los medios de dar un enfoque de género a estos crímenes.Mesyngier destacó cómo la experiencia permite ver ciertas características que podrían determinar que en efecto se trata de un feminicidio: entrenar “el oído” al hablar con familiares de víctimas así como determinar qué dice la ley en este tema y ver esos elementos al momento de cubrir un crimen.

En México, según Carrión, por ley no podría identificarse como feminicidio hasta que no haya una autoridad que lo determine, pero destacó que los medios tampoco deben repetir el lenguaje de autoridades que pudiera revictimizar.

Fueron enfáticas en que, si bien todos los casos pueden evaluarse de manera individual, sí es necesario evitar expresiones como “crimen pasional” u otras que pudieran “justificar” el crimen.

Una de las preguntas también que aparecen en medio de estas coberturas tiene que ver con la mención o no del nombre de la víctima y de los victimarios. Como en el caso de los feminicidios, Carrión también recomendó primero saber qué establece la ley. Por ejemplo, habrá países como México en donde no se puede dar el nombre de un presunto victimario hasta que haya una sentencia condenatoria.

Para el caso de las víctimas, el asunto puede tratarse de diferentes maneras dependiendo de circunstancias como si se trata de una desaparición, si la persona es menor de edad e incluso de lo solicitado por familiares de la víctima. Mesyngier explicó que en caso de personas desaparecidas o perdidas publican sus fotos y nombres – siempre con autorización de familiares – pero una vez aparecen las personas, se bajan las publicaciones y se pide a sus seguidores hacer lo mismo.

En el caso de que la víctima sea menor de edad, Carrión recordó que no solamente se debe proteger la identidad de esta persona, sino también de sus familiares. De lo contrario, sería posible identificar a la víctima.

Sin embargo, tanto Mesyngier como Carrión destacaron que en ocasiones las identidades de víctimas pueden generar empatía o incluso convertirse en banderas de lucha. Mesyingier mencionó dos ejemplos, uno de ellos el de Melina Romero quien fue señalada por un medio como “fanática de los boliches”. Para Mesyngier mostrarla como una joven que le gustaba disfrutar con sus amigos en bares es una muestra de violencia mediática, y posteriormente, su crimen también se convirtió en una bandera en contra de esta violencia.

“Se vuelve una identidad que de repente las militantes feministas, las organizaciones, las periodistas reconvertimos en una bandera”, dijo Mesyngier al hacer referencia a ciertos casos . “Creo que se puede pensar desde otro lugar. Me parece que eso permite visibilizar a veces las violencias propias del caso, del crimen, y a veces la violencia mediática. Me parece que ahí se juegan las dos cosas. O incluso la violencia judicial que cataloga a un caso de cierta forma y quizás no es lo que quienes están en el territorio están viendo. Me parece que hay algo de usar ese nombre que permite apropiarnos de esa bandera de lucha”.

Carrión estuvo de acuerdo y también mencionó el caso de Mariana Lima cuyo caso incluso llegó a la Suprema Corte de Justicia de México, debido especialmente a la lucha de sus padres por obtener verdad.

Relacionado con este tema y con la discusión sobre la necesidad de hacer perfiles de las víctimas Mesyngier habló de las “malas víctimas” como uno de los errores más graves en las coberturas. Al mostrar a una víctima como alguien que le gusta la fiesta, que se viste de determinada manera, entre otros aspectos, se le da una justificación al crimen.

En esa misma línea, Carrión señaló que además también existe la “buena víctima”. “Y la buena víctima tampoco obtiene justicia, porque no existen buenas víctimas”, dijo Carrión.  “Entonces la víctima se vuelve una caricatura, una cosa inalcanzable, una persona que no es humana”.

Las periodistas analizaron además sobre la necesidad de entrar en los detalles del presunto victimario, sobre la necesidad de mencionar o no la nacionalidad de las personas implicadas en los crímenes, qué tipo de fotografías o imágenes deberían acompañar las coberturas, así como la necesidad de medidas de autocuidado. Este seminario web está disponible en Youtube.

La segunda ronda de webinarios, que contó con el apoyo del Centro Knight para el Periodismo en las Américas, finalizó el pasado 11 de julio con el evento “Desinformación, audiencias y discursos peligrosos en temas de diversidad”.

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