texas-moody

Cómo la periodista Anna Virginia Balloussier se especializó en cubrir las religiones en Brasil

El camino de Anna Virginia Balloussier es único. En su juventud, una típica hipster de Río de Janeiro radicada en São Paulo, la periodista de 37 años se especializó en cubrir temas religiosos, con especial atención a iglesias y fieles evangélicos.

El interés comenzó un poco por casualidad, como tarea asignada a una reportera novata del diario Folha de S.Paulo, y fue madurando hasta brindarle una visión integral de los grupos cristianos. Balloussier, que continúa trabajando en Folha, actualmente como reportera especial, tiene fuentes que van desde pastores conservadores muy influyentes políticamente como Silas Malafaia hasta líderes de pequeñas iglesias de barrio y religiosos progresistas.

Su cobertura sigue el crecimiento de grupos evangélicos en Brasil. Según todas las encuestas de opinión, el porcentaje de la población que declara seguir la fe evangélica en el país católico más grande del mundo aumenta constantemente. En 2020, una encuesta de Datafolha reveló que en ese momento ellos constituían el 31% de la población, y el IBGE estimó ese mismo año que para 2032 los evangélicos deberían superar numéricamente a los católicos.

Los más de 13 años de Balloussier cubriendo el tema la motivaron recientemente a escribir y publicar el libro “O púlpito: Fé, poder e o Brasil dos evangélicos”  (El Púlpito: fe, poder y el Brasil de los evangélicos). Este es su segundo libro, después de “Talvez ela não precise de mim” (Quizás ella no me necesita), un trabajo de 2020 sobre la experiencia de la maternidad y el posparto en medio de la pandemia.

En el nuevo libro, Balloussier analiza temas comonemprendimiento, política, diezmo, aborto y sexo entre los evangélicos, buscando, como dice en la introducción, evitar “caer en la trampa de reducir los individuos a estereotipos”. En cambio, expresa la ambición de describir seguidores religiosos altamente heterogéneos entre sí que en su conjunto reflejan cambios significativos en la sociedad y la política de Brasil.

A frontal portrait of Brazilian journalist Anna Virginia Balloussier against a dark backdrop. She is putting her hand at her chin

La periodista brasileña Anna Virginia Balloussier, autora de «O Púlpito», un libro recientemente publicado sobre personas evangélicas en Brasil. (Foto: Marcus Leoni)

LatAm Journalism Review (LJR) se reunió con Balloussier en un café de São Paulo a finales de mayo para conversar sobre el libro, su obra, su propia fe, la ironía característica de su estilo y las críticas que a veces recibe. El resultado de la conversación está a continuación.

La entrevista fue editada para fines de mayor claridad y extensión.

 

LJR: Desde 2010, usted cubre las religiones con especial atención a los evangélicos. ¿Cómo empezó esto?

Anna Virginia Balloussier: Como digo en el libro, estudié en un colegio metodista y tenía familiares evangélicos. Aun así, no tenía ni idea de lo que era realmente este fenómeno. En 2010, tras salir del Programa de Formación de Folha, mi entonces editora, Vera Magalhães, me encomendó una misión típica de reporteros novatos: visitar el mayor número posible de cultos evangélicos y misas católicas para averiguar qué se discutía sobre el aborto. Aquellas fueron las primeras elecciones en las que el aborto pasó a primer plano en Brasil de forma relevante. En un mes, fui a más de 50 servicios y misas. Empecé a darme cuenta de que algo grande estaba pasando y nadie prestaba mucha atención. Por un lado, era curiosidad genuina; de niña, me interesaban las religiones, mi libro favorito a los 8 años se llamaba ‘El libro de las religiones’. Pero también fue una sensación de oportunidad y un instinto de periodista.

 

LJR: ¿Qué notó en la cobertura y qué quería hacer de forma diferente?

AVB: Los artículos que veía solían salir en la sección Ciudad o Cotidiano con un tono que parecía lenguaje policial; por ejemplo, denuncias contra pastores que abusaban económicamente de los fieles. Y pensé que se trataba de un fenómeno más amplio. Hoy, parte de la cobertura ha migrado a la sección de Política, por ejemplo.  Actualmente hay mucho interés por este tipo de artículos que son muy populares entre editores. Se pelean por este tipo de noticias, que pueden aparecer en Economía, en Política, en Ciudad.

 

LJR: ¿Cómo fue la transición para especializarse en esto?

AVB: Cuando acabaron las elecciones, me hice cargo de la cobertura. Después de la temporada como novata centrada en Política, pasé a la sección Folha Teen, para adolescentes. Y entonces, por ejemplo, propuse ir al campamento católico de Canção Nova, un movimiento carismático, y pasé tres días acampando con ellos. Seguí proponiendo historias: en 2011, fue el centenario de la Asamblea de Dios en Brasil. Así fui acumulando fuentes y algunos conocimientos. Hoy me doy cuenta de que cometí muchos errores entonces. Por ejemplo, llegué a usar el verbo “rezar” en lugar de “orar” para evangélicos. La preferencia ocurre porque entienden que están teniendo una conversación libre con Dios, en lugar de repetir una oración como el “Ave María”.

 

LJR: ¿Qué importancia tiene la cobertura centrada específicamente en las religiones? 

AVB: En Brasil, donde la religiosidad está muy presente -hay encuestas que indican que 9 de cada 10 brasileños creen en Dios-, esta se infiltra en diversos poros sociales. Entre los propios evangélicos, existe una teología llamada Mandato de las Siete Montañas, que habla de la misión de ocupar siete esferas sociales: educación, entretenimiento, política, familia, entre otras. Así, una religión no es una identidad aislada, sino algo que influirá en el voto, en la escolarización de los hijos y en la educación de futuros ciudadanos. Esto hace que esta cobertura sea esencial.

 

LJR: ¿Cómo se define usted religiosamente?

AVB: Generalmente, no hablaba públicamente de esto, pero ahora se dice en el libro. Soy Umbandista [seguidora de la religión afrobrasileña Umbanda] - o mejor dicho, vengo de una familia Umbanda y toda mi familia lo es. Mi madre es médium; no trabaja, pero recibía entidades en casa. Así que tuve una relación muy íntima [con Umbanda]. No una relación religiosa institucional clásica, sino una relación casi amistosa que tuve con Juquinha, que era un erê [una entidad espiritual juguetona asociada a la infancia].

 

LJR: ¿Hubo algún tipo de fricción a causa de esto en algún momento?

AVB: Nunca, pero tampoco fue una información diseminada. Sobre todo porque soy periodista, así que el interés periodístico hacía mí, como historia, sólo surgió ahora, o en mi libro anterior, sobre la maternidad. Pero muchas veces estoy cubriendo una historia en una iglesia evangélica y hay un intento de conversión. O me preguntan si soy cristiana; y entonces me siento cómoda respondiendo que sí, porque la línea umbanda que sigo cree en Cristo.

 

LJR: ¿Cuál es su intención con este libro, y a qué público quiere llegar?

AVB: Desde el principio, mi idea era escribir un libro claro, directo y con un lenguaje periodístico accesible. Tenía dos intenciones: una, ser honesta con mi producción periodística y tratar de entender qué era eso, en retrospectiva. La otra, que personas ajenas al segmento evangélico intentaran entender un poco más de qué se trata. Sé que los pastores y los evangélicos están respondiendo bien al libro en general. Pero pensé que el mayor alcance estaría entre el público no evangélico, tal vez vinculado al segmento progresista, que tenía muchos prejuicios y no entendía de qué se trataba.

 

LJR: Al principio del libro, dice que quiere distanciarse de un enfoque “antropologizante”. ¿En qué consistiría eso y en qué difiere su enfoque?

AVB: No creo que el problema sea una visión que utilice la sociología o la antropología, tanto que cito a varios estudiosos. Pero no quería quedarme sólo en eso. Porque el periodismo, a veces, cuando habla de un fenómeno de masas, lo aborda como si fueran animales en un zoológico. En una redacción, casi no hay evangélicos.

The cover of "O Púlpito", a recently released book by Brazilian journalist Anna Virginia Balloussier. The cover features the upper back of a woman with a tattoo of a Bible within roses

La portada de «O Púlpito», de la periodista brasileña Anna Virginia Balloussier.

LJR: ¿Cómo pensó la estructura del libro? Primero hay una serie de temas separados en capítulos, como sexualidad, aborto, emprendimiento y política. El penúltimo aborda la cuestión del poder, y en mi opinión es más analítico que los demás. ¿Cómo surgió esta organización?

AVB: Básicamente, hubo una dosis de estilo libre. Desde el principio, supe que quería tomar un personaje como hilo conductor del capítulo para introducir al lector en la historia de la forma más ilustrativa posible, y luego tratar de entenderlo. Al hablar de sexualidad, me di cuenta de que el aborto merecía un capítulo aparte. El diezmo, el último capítulo, es un tema que siempre suscita mucha controversia y dudas, y también merecía un capítulo aparte. Curiosamente, el capítulo que mencionas, Poder, fue el último en aparecer. En aquel momento, mi editor vino y me dijo que sentía la necesidad de un capítulo más que cerrara la historia; pensaba que estaba diciendo muchas cosas sobre cómo son los evangélicos en la sociedad, pero faltaba una parte que explicara qué quieren con esto, por qué quieren este poder. Entonces surgió la idea de este capítulo, para hablar de cómo los evangélicos se ven a sí mismos en este proyecto de nación, en el proyecto de lo que significa ser ciudadano.

 

LJR: Desde muy joven, su estilo tuvo una marca irónica muy clara. En el primer texto en “Religiosamente”, el blog sobre religión que mantuvo durante años, al mencionar diferentes credos, habla de “un adorador del tocino tostado en mantequilla”. ¿Cómo compagina eso con la cobertura de la religión?

AVB: Para bien o para mal, siempre he utilizado mucho las metáforas. Incluso lo he disminuido un poco, pero siempre he tenido un texto que la gente reconocía y decía “es tuyo”. Al cubrir los sentimientos religiosos, lo adapté de una forma más respetuosa, por así decirlo. Los evangélicos nunca se enfadaron conmigo. Mi idea siempre fue reírme con ellos y nunca de ellos. Así que adopto un tono respetuoso, pero sabiendo de antemano que el evangélico no es un ser formal y que sí se ríen de sí mismos. Hay multitud de blogs y memes y perfiles evangélicos en redes sociales riéndose de sí mismos. Yo uso menos la ironía cuando sé que va a molestar a la persona, pero lo que quizás es más importante para mí es ser ilustrativa, intentar que la gente vea la escena, lo que yo estoy viendo y sintiendo.

 

LJR: Usted critica a menudo a los sectores progresistas por no entender supuestamente a la parte religiosa de la población. ¿Cómo cree que se produce este distanciamiento?

AVB: Existe la idea de que sólo critico a un sector de la izquierda que no se preocupa por los evangélicos o los mira con prejuicios. Eso no es cierto: la mayoría de mis artículos acaban siendo críticos con la cúpula evangélica, que suele ser mucho más conservadora y estar mucho más a la derecha que la propia base evangélica. La cobertura es crítica de ellos. Pero, entre los progresistas, lo que destaca es este otro enfoque [crítica con la izquierda]. Ahora bien, la izquierda no perdió las elecciones [presidenciales de 2022] por poco; entre los evangélicos, fue masacrada. La proyección da casi el 70% de los votos evangélicos a los conservadores. Ahora bien, la izquierda ha ganado este electorado en el pasado, tenía la mayoría de los votos. Y, si no entiende lo que está pasando, pronto la distancia entre esta izquierda y los evangélicos será abismal, ya no podrá ser superada. Recordando que el electorado evangélico no hace más que crecer.

 

LJR: ¿Y en qué consiste este desencuentro?

AVB: Por un lado, creen que no hay autonomía en la fe evangélica, en la base evangélica. Algunos sectores progresistas piensan que la base evangélica o el fiel evangélico es siempre un pobre desgraciado que está bajo el control de un pastor sin escrúpulos. Una persona tiene mucha más autonomía de lo que uno se imagina, aunque evidentemente se producen abusos y siempre es necesario denunciarlos. Ahora, periodísticamente hablando, ya me he enfrentado a muchas acusaciones... No se puede reproducir una cita de un líder evangélico que provoque distorsiones o fake news por el simple hecho de declararla. Es necesario contextualizarla o desmentirla, y yo siempre intento hacerlo.

 

LJR: ¿Qué tipo de acusaciones cree que ha recibido y qué significado les da?

AVB: Por ejemplo, la gente me pregunta por qué hablo tanto de Silas Malafaia, el pastor que más aparece en los medios de comunicación brasileños cuando hay tantos líderes evangélicos progresistas y de izquierdas. Pero Silas Malafaia era un pastor que tenía acceso directo al oído [de Jair Bolsonaro] como presidente. Y, además, cualquiera que entienda el segmento evangélico sabe que su alcance es mucho más transversal. Ha sido televangelista durante más de cuatro décadas, y también es muy activo en redes sociales. Así que es una brújula para los pequeños pastores que constituyen la mayoría del segmento evangélico.

Pero, sobre todo, hay un apego al campo progresista de pastores progresistas como el diputado Henrique Vieira, que es un pastor evangélico y que tiene una hermosa teología, pero en realidad es más progresista que muchos progresistas que conozco. Él está completamente fuera de la curva y su alcance en el segmento evangélico es mínimo. La verdad es que el periodismo brasileño da un espacio desproporcionado a los pastores progresistas, porque no representan a la base evangélica. Es mucho más un deseo que una realidad. La realidad no es sólo Silas Malafaia. Pero la desproporcionalidad suele estar en el espacio que se da a los progresistas. Porque los medios de comunicación brasileños, en términos de costumbres, son mucho más progresistas y liberales. Tengo mucho más interés periodístico en entender lo que es la base evangélica que en orientarla hacia lo que yo quiero que sea.

 

LJR: Antes de las elecciones de 2018, cuando fue elegido Jair Bolsonaro, cubrió mucho la extrema derecha. ¿Fue un interés similar lo que la movió?

AVB: En 2017, acompañé a Bolsonaro en un viaje a Río Grande do Norte, que es un campo electoral donde el Partido de los Trabajadores [PT, por sus siglas en portugués] es muy fuerte. Y, cuando fui allí a mirar de cerca, vi que los que estaban allí eran a menudo jóvenes que nunca habían votado en unas elecciones o que habían votado una vez y por Dilma. Y Bolsonaro se estaba convirtiendo en ese fenómeno, en ese mito. Y surgió ese deseo mío de entender precisamente a los que no piensan como yo. Era un desafío mucho mayor, mucho más fuerte. Un punto que fortaleció esto fue cuando cubrí las elecciones estadounidenses de 2016 como corresponsal y noté que el fenómeno Donald Trump crecía. En aquel momento, Clóvis Rossi [periodista de Folha fallecido en 2019] escribió que, si Trump ganaba las primarias, tendría el impulso y ganaría las elecciones. Así que pasé las elecciones pensando que Trump iba a ganar. Vi la historia repitiéndose en Brasil, vi una prensa que no miraba para allá, que se entusiasmaba demasiado con fenómenos muy restringidos. Ahora, parece obvio. La experiencia me hizo ver que el bolsonarismo seguía el mismo camino: un fenómeno al que el periodismo clásico no llegaba. Y unirme a las iglesias evangélicas me ayudó a darme cuenta de esto.

 

LJR: Una crítica que se hace a menudo a la prensa es que normaliza posiciones que se considerarían radicales o extremistas. He visto esta crítica dirigida a su trabajo, concretamente: que está dando un megáfono a algunas personas. ¿Qué opina de estas críticas? ¿Cuál es el papel del periodismo en este sentido?

AVB: Existe un riesgo real de normalizar ciertos discursos. Basta pensar en la televisión estadounidense -también ocurrió en Brasil, de hecho- mostrando los discursos de Trump desbocados sin que nadie los contextualizara o refutara. Pero creo que el mayor riesgo es hacer como si esas voces no existieran. Quizá sea una herencia un tanto desfasada de una época en la que eran estos llamados grandes medios los que mandaban y lo único que teníamos que hacer era no hablar de algo y no pasaría. Eso ya no ocurre. Recuerdo a The Huffington Post antes de las primarias diciendo que no cubrirían a Donald Trump y que lo harían en la sección de entretenimiento porque no era más que un payaso. A finales de 2015, cuando iba muy por delante en las primarias, cambiaron de opinión. Ignorar un fenómeno porque no te gusta, o bajo el argumento de que puedes expandirlo y darle protagonismo, es arriesgarse a no entenderlo y verse desbordado por los acontecimientos.

 

LJR: ¿Cómo se cubre entonces?

AVB: Es un campo minado. Usted va estudiando algunos formatos: cuándo es apropiado hacer una entrevista en formato ping pong (pregunta - respuesta), por ejemplo. El ping pong es una entrevista que puede ser muy complicada, porque no te permite reflexionar mucho sobre lo que dice la persona. No siempre se puede contextualizar en el momento, y tampoco después. Pero, de nuevo, el mayor riesgo es hacer como que no existe que ponerlo en la página del periódico. Considero un poco ingenua esta visión de que, en 2024, es el hecho de estar en Folha de S.Paulo o en Jornal Nacional lo que hará que las cosas sucedan.

Traducido por Katherine Pennacchio
Lineamientos para reproducir artículos de LJR

Artículos Recientes