Evaluar riesgos en coberturas, construir confianza total entre editores y reporteros, contar con defensa legal y proporcionar atención psicológica son elementos fundamentales que editores y directivos de medios deben tomar en cuenta para enfrentar los peligros, el hostigamiento y la criminalización que sufre el periodismo en América Latina actualmente.
Eso, de acuerdo con Carlos Dada, cofundador y director del medio digital El Faro, de El Salvador; y Carlos Fernando Chamorro, fundador y director del medio Confidencial, de Nicaragua, quienes participaron como oradores en paneles sobre seguridad y bienestar de periodistas en el Festival Internacional de Periodismo 2024, en Perugia, Italia.
Para El Faro, que desde su fundación en 1998 ha enfrentado situaciones de inseguridad a causa de sus coberturas de pandillas, narcotráfico y corrupción en El Salvador, la evaluación de riesgo ha sido crucial para proteger a sus periodistas. Dada dijo que, en situaciones de alto riesgo, la confianza total entre editor y reportero, y una clara comunicación son elementos fundamentales para mantener al equipo seguro.
“Nada funciona si no hay confianza entre editores y reporteros. Si eres reportero y no confías en tu editor, no vayas a ningún sitio de riesgo. Y si eres editor y no confías en tu reportero, o no sabes cómo evaluar su propia seguridad, no lo dejes ir”, dijo Dada durante su participación en el panel “¿Puede la evaluación de riesgo mantener más seguros a los periodistas?”. “Hay que generar confianza, y eso requiere tiempo, por supuesto”.
El periodista explicó que la evaluación de riesgos en El Faro se lleva a cabo a través de un comité de emergencia, que es el que toma las decisiones referentes a la seguridad de los miembros del equipo en situaciones de peligro. El reportero en riesgo debe confiar en que las decisiones tomadas por el comité son las mejores para su seguridad y debe seguir sus indicaciones aún en contra de sus propios instintos. Eso, dijo Dada, es muy difícil de lograr, pero una vez que se consigue, es bastante útil para asegurar la integridad del equipo.
“Cuando estás sometido a grandes riesgos o amenazas, tu percepción de ese riesgo casi nunca es igual al riesgo real. Suele ser mayor o menor, dependiendo de cómo te sientas ese día”, dijo Dada. “Nos pareció que [el comité de emergencia] era la mejor solución que podíamos encontrar para resolver el problema de la percepción”.
Las conversaciones honestas entre editor y reportero previas a las coberturas son clave para construir esa relación de confianza en la que el reportero pueda confiar su vida al editor, dijo Dada. Una vez que el reportero está en el terreno, al menos dos personas en la redacción de El Faro hacen un monitoreo y acompañamiento permanente durante el tiempo que dura la cobertura, agregó el periodista.
Dada dijo que la evaluación de riesgo y el monitoreo también debe ser parte de las medidas de protección de periodistas freelance. Si estos no cuentan con un editor con el cual mantener estrecho contacto durante coberturas peligrosas, deben conseguirlo, dijo el periodista.
“Hay muchos freelancers en El Salvador de los que somos amigos, que nos llaman cuando van a hacer algún trabajo. Los monitoreamos y los asesoramos, y funcionamos como su tabla de rebote”, dijo. “El hecho de que seas freelance no significa que debas ir por tu cuenta a estas coberturas de riesgo. Tienes que encontrar a alguien en quien confíes para que trabaje como tu tabla de rebote o asesor de riesgos en estos casos”.
Dada contó que cuando comenzó a buscar guías sobre cómo evaluar riesgos en su redacción, encontró principalmente manuales de protección a periodistas dirigidos principalmente en medios de países desarrollados, los cuales no se adaptaban a la realidad salvadoreña.
En años recientes, en los que la polarización en El Salvador se ha agravado, y en los que el gobierno del Presidente Nayib Bukele ha señalado a medios y periodistas como “enemigos públicos”, los retos y las amenazas contra la seguridad de los periodistas han aumentado, dijo Dada.
Por tanto, El Faro tuvo que diseñar sus propias estrategias de protección, considerando, además de la evaluación de riesgos, otros elementos como la defensa legal, una red de apoyo internacional y protección psicológica. En cuanto a este último rubro, Dada admitió que es en el que más trabajo tienen por hacer en su redacción.
“Nos dimos cuenta tarde de que esto [las coberturas de riesgo] tiene efectos psicológicos en nosotros. Creo que fue la última parte que realmente abordamos, y no creo que seamos muy buenos en eso todavía”, dijo Dada. “Creo que también es una cuestión generacional. En mi generación siempre fuimos más reacios a aceptar que existen problemas psicológicos. Para las nuevas generaciones esto es más natural, así que son ellos los que nos empujan a hacer algunas cosas”.
Dada dijo que los miembros de la redacción de El Faro tienen acceso a apoyo psicológico si así lo requieren. Y para los empleados que no se sienten cómodos hablando con profesionales de la salud mental, las conversaciones entre pares son otra forma efectiva de abordar los efectos emocionales de las coberturas, según el periodista.
“Simplemente recomendaría a todo el mundo que hiciera eso, escuchen a su gente”, dijo Dada. “Necesitas que la gente tenga buena salud emocional para hacer bien su trabajo”.
Entre las medidas para salvaguardar la seguridad de un periodista que enfrenta alguna amenaza por su trabajo está su reubicación temporal, para lo cual los medios de noticias pueden recurrir a organizaciones de apoyo al periodismo.
Pero cuando la amenaza es más grande, la reubicación se podría convertir en exilio permanente, y ese proceso es mucho más complejo de llevar, tanto para el periodista como para el medio en el que trabaja, según dijo Chamorro durante su participación en el panel “Redacciones anteponiendo el bienestar de los periodistas”.
Desde hace cerca de tres años, toda la redacción de Confidencial -incluido Chamorro- trabaja desde el exilio, luego de varios años de hostigamiento judicial por parte del régimen del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, el cual incluyó el allanamiento de la redacción y confiscación de equipo del medio en 2018.
“La última decisión de exiliarse para un periodista es una decisión muy difícil. Pasé por esa agonía varias semanas antes de tomar esa decisión. Nadie te puede imponer esa decisión, tienes que llegar a la conclusión de que tienes que irte, de lo contrario te silenciarán, o irás a la cárcel”, dijo Chamorro. “Es un proceso voluntario que necesita apoyo, que necesita guía, que necesita persuasión”.
El exilio representa múltiples retos, como el sustento económico del periodista en un país extranjero, la separación familiar y el proceso de adaptación a la condición permanente de estar exiliado, dijo Chamorro. Sin embargo, el periodista considera que dichos retos han valido la pena, pues ningún miembro de su redacción está en prisión.
“Hemos tenido éxito en cuanto a la protección de nuestros periodistas y nuestras fuentes. Lo segundo ha sido sumamente importante: cómo proporcionar canales de comunicación seguros para mantener esta comunicación con las fuentes, que también están criminalizadas”, dijo Chamorro.
El periodista dijo que, previo a la escalada de ataques contra la prensa en Nicaragua de años recientes, Confidencial solía tener un programa para vigilar el bienestar de sus empleados ante hostilidades como amenazas, acoso, bloqueo de acceso a información o espionaje. Sin embargo, trabajando desde el exilio ese programa quedó superado, dijo, y ahora la prioridad es preservar la libertad y la integridad de sus periodistas.
“El significado de bienestar ha cambiado a través del tiempo. Durante los tiempos de la llamada normalidad [...], hablamos de bienestar enfocado sobre todo en compensación económica, apoyo legal, este tipo de cosas”, dijo Chamorro. “Cuando pasamos por un proceso de criminalización, cuando nuestra redacción es allanada por la policía, no una, sino dos veces, y cuando ser periodista se convirtió en un delito en Nicaragua, el bienestar para nosotros se convirtió en equivalente de seguridad, de estabilidad, resistencia, resiliencia”.
La capacidad de una redacción para proporcionar seguridad y bienestar a su equipo es limitada operando en el exilio, dijo el periodista. Por lo tanto, eventualmente se van perdiendo empleados que deciden migrar por su cuenta o buscar otras opciones laborales fuera del periodismo.
“Hubo algunos reporteros jóvenes que abandonaron nuestra redacción muy pronto, porque decían ‘mi familia me está presionando mucho para que no me quede en esta redacción porque es arriesgado, porque voy a ser objeto de represalias’”, dijo. “Todas estas decisiones son voluntarias, no se puede imponer a la gente una cosa u otra”.
El periodista dijo que navegar la incertidumbre es uno de los más grandes retos en el exilio. No solo la incertidumbre de la operación de la redacción, sino también de las circunstancias políticas de su país. En Nicaragua, dijo, la dictadura está en un estado de fragilidad y una transición a la democracia podría ocurrir en cualquier momento.
“No sabemos qué va a pasar después. Trabajamos para la semana, para hoy, para este año 2024, pero no tenemos presupuesto para 2025, para 2026. No podemos pensar ni planificar a largo plazo”, dijo Chamorro. “El principal problema, diría yo, es cómo adaptarse a una condición de incertidumbre y exilio permanente. Esto podría cambiar de un día para otro, pero no sabemos cuándo llegará ese día”.
Chamorro dijo que la situación de Confidencial no es única, sino que hay otros medios de países como Cuba, Venezuela, El Salvador trabajando desde el exilio. Por ello, dijo, se requiere un nuevo paradigma para el periodismo desde el exilio que facilite la obtención de recursos y ofrezca cierta estabilidad a las redacciones que operan fuera de su país.
“Eso requiere, obviamente, seguridad digital, canales de comunicación seguros, seguridad, pero también permitir que los periodistas también crezcan en este proceso de incertidumbre”, dijo.
En varias partes del mundo, la ley se está utilizando cada vez más como arma para silenciar el periodismo y comprometer la libertad, el bienestar y la seguridad económica de los periodistas. Abogados se han convertido en blanco de ataque de autoridades que buscan debilitar la defensa legal de un periodista en un proceso judicial.
Así lo dijeron los participantes del panel “Defender a los defensores: Protegiendo la justicia frente a batallas legales”, entre los que estuvo José Zamora, jefe de comunicación e impacto de Exile Content.
Zamora encabeza la campaña por la liberación de su padre, el periodista guatemalteco José Rubén Zamora, fundador del diario elPeriódico, quien se encuentra en prisión desde 2022 acusado de lavado de dinero. Zamora, quien participó en el panel de forma remota, dijo que la causa contra su padre ha estado plagada de irregularidades y violaciones a sus derechos, incluidos hostigamiento y criminalización de los 10 abogados que ha tenido durante todo el proceso.
“Todo el proceso no sólo fue inventado, sino que violaron todos sus derechos y uno de esos derechos es el derecho a una defensa legal”, dijo Zamora. “Empezaron desde el primer día, durante la primera audiencia. El juez dijo que había un caso contra sus abogados y que debían ser destituidos inmediatamente. Luego esos primeros abogados fueron encarcelados durante casi dos semanas. Uno de ellos ha hablado abiertamente de haber sido torturado”.
Zamora dijo que el proceder de la Fiscalía de Guatemala se ha beneficiado de una ley mediante la cual los acusados que acepten los cargos en su contra pueden evitar ir a prisión. Varios de los abogados de José Rubén Zamora fueron acusados de distintos delitos y supuestamente forzados a aceptar sus cargos bajo efectos de esa ley -algunos supuestamente mediante tortura-, dijo Zamora.
“Aceptaron sus cargos para salir [de prisión], lo cual realmente tuvo un impacto en el proceso de mi padre”, dijo Zamora. “En términos de comunicación, eso es algo que la Fiscalía siempre usa: ‘sus abogados ya aceptaron sus cargos, entonces él seguramente también es culpable’”.
Esa táctica de las autoridades judiciales continuó hasta que ningún abogado quería tomar el caso de su padre porque sabían de las consecuencias que podrían enfrentar, dijo Zamora. En la última parte del proceso, el periodista ha sido representado por abogados de la defensa pública, los cuales no han estado exentos de acusaciones y obstaculización de su trabajo.
Zamora detalló que algunos de los abogados públicos de su padre han sufrido hostigamiento y demandas, mientras que otros han sido removidos del caso de un día para el otro.
“En cierto modo, forman parte del sistema y el sistema está contra ellos y también les ataca”, dijo Zamora. “A la defensa pública le pone muy nerviosa trabajar con nosotros porque el sistema está encima de ellos. Es muy difícil comunicarse con ellos. Cuando tienes un caso como éste y todo el sistema y el Estado van a por ti, es muy difícil trabajar si no puedes hablar con tus abogados a diario”.