La lucha por la memoria, la verdad y la justicia en Brasil ha cobrado un nuevo impulso con el éxito y la nominación al Oscar de la película “Ainda Estou Aqui", que narra la historia de Eunice Paiva y su incansable búsqueda de respuestas sobre la desaparición de su esposo, el exdiputado Rubens Paiva, durante la dictadura militar. Sin embargo, el tema ha formado parte de la vida de la reportera Juliana Dal Piva por más de una década, desde que comenzó a investigar el caso para su tesis de maestría. Ahora, esa investigación ha sido adaptada y transformada en el libro “Crime sem castigo: como os militares mataram Rubens Paiva” (Crimen sin castigo: cómo los militares mataron a Rubens Paiva).
A diferencia de la película, que muestra la lucha de Eunice por la justicia, el libro aborda la desaparición, la tortura y la ejecución del exdiputado federal a través de la investigación realizada por Dal Piva. La obra incluye indagaciones y entrevistas de la periodista, además del análisis de miles de documentos, artículos, entrevistas y testimonios para reconstruir la historia del crimen. La dictadura militar y la cobertura de muertes y desapariciones durante ese periodo han guiado la carrera de Dal Piva desde sus años universitarios y, como explicó en una entrevista con LatAm Journalism Review (LJR), el seguimiento e investigación de militares la llevó a cubrir al expresidente Jair Bolsonaro, sobre quien también ha escrito un libro.
Dal Piva también destaca la necesidad de que las redacciones den la debida importancia a la cobertura de la dictadura militar en Brasil. Afirmó que durante muchos años fue difícil concienciar a los editores sobre el tema, ya que se consideraba de “menor importancia” y algo que “ya había pasado”.
“Hemos sido obligados a ver en los últimos años, sobre todo, que la democracia no es algo dado. Un camino hacia su destrucción es el olvido, que es precisamente cómo se ha tratado este tema. Como si estos asuntos pertenecieran solo a las familias, cuando en realidad es una causa de toda la sociedad brasileña”, dijo Dal Piva. “Me preguntan mucho si tengo algún familiar involucrado y no es así. Simplemente soy una ciudadana brasileña, periodista, que tiene nociones básicas de derechos humanos, pero también empatía. No estamos exigiendo nada más que el cumplimiento de la Constitución brasileña”.
Como parte de su serie 5 preguntas, LJR habló con Dal Piva sobre el proceso de investigación y adaptación de su tesis de maestría en un libro, la relación con fuentes militares y la importancia de la cobertura periodística sobre el tema en Brasil. La entrevista ha sido editada por brevedad y claridad.
1. ¿Cómo fue el proceso de investigación para el libro?
Es mi tesis de maestría adaptada, pero no habría podido hacer esta investigación sin mi trabajo como reportera. Había estado estudiando el tema desde que estaba en la universidad. Desde entonces, comencé a construir una biblioteca. No quiero glorificar el exceso de trabajo, pero no se puede cubrir un área con casi 50 años de historia sin un conocimiento profundo. Me sumergí en el estudio de libros, artículos, biografías, informes de la Comisión Especial sobre Muertes y Desapariciones Políticas. Empecé a asistir a eventos para debatir sobre este tema, por mi cuenta, durante mis descansos, cuando podía encajar una historia aquí y allá sobre el asunto. Profundizar en este tema requiere paciencia y persistencia, porque implica cruzar información entre documentos, testigos y víctimas para armar un rompecabezas con muchas piezas faltantes. Muchas personas ya han muerto, muchos documentos han sido destruidos y muchas personas no quieren cooperar.
Pero para mí fue fundamental haber estudiado en Buenos Aires y luego en el Centro de Investigación y Documentación de Historia Contemporánea de Brasil (CPDOC, por sus siglas en portugués) en la Fundação Getúlio Vargas (FGV), donde pude ampliar mi visión sobre la investigación y el análisis, entendiendo mejor cómo funcionan los archivos y documentos. No hacemos periodismo sobre periodismo, por lo que interactuar con profesionales de otras áreas de investigación también fue importante para enriquecer mi perspectiva. Todo esto fue esencial para la construcción del libro.
2. ¿Cuál fue el mayor desafío durante la investigación?
Como reportera, no puedo dejar de mencionar que entrevisté a Paulo Malhães [coronel retirado del Ejército, quien reveló a la Comisión de la Verdad que el cuerpo de Rubens Paiva fue arrojado a un río]. Fue una de las entrevistas más difíciles que he hecho en mi vida. Es algo que quizás muchos profesionales nunca hagan: entrevistar a una persona que fue entrenada y especializada en ser un torturador.
La primera vez fui con [el reportero] Chico Otávio y, unos años después, sola. Intenté prepararme de todas las formas posibles para escucharle sin dejarme engañar ni desviar. Durante la entrevista, él me ponía a prueba constantemente con preguntas y comentarios sobre cómo había torturado a mujeres y cosas similares, casi como si quisiera provocarme para ver si perdería mi papel de reportera. Al mismo tiempo, sabía que lo más importante era recopilar su testimonio con el mayor detalle posible para continuar con la investigación, comparándolo con otras declaraciones y documentos.
3. ¿Cómo fue la relación con estas fuentes militares de alto rango?
El machismo siempre estuvo presente. La descalificación por mi edad y por ser mujer era constante. Pero estudié mucho para no caer en esas trampas. Me trataban como si fuera una niña ingenua que creería cualquier historia. Me blindé con conocimiento, estudiándolos a fondo para posicionarme en las situaciones adecuadas. Conocía sus códigos, la forma en que hablaban, sus referencias, su vocabulario, su lenguaje, para que entendieran que no estaban tratando con alguien que no sabía lo que hacía. También fui siempre muy transparente sobre lo que estaba investigando y cómo lo hacía. Y así fui construyendo un espacio dentro de esta cobertura extremadamente difícil.
4. ¿Cuál es la importancia del periodismo en el caso de Rubens Paiva y en el de otras víctimas de la dictadura?
Fue un punto fundamental. Muchas veces, el periodismo cumplió un papel que correspondía a las autoridades. Quienes hicieron desaparecer a las personas, quienes cometieron la violencia, fueron agentes de seguridad que, en la práctica, serían los responsables de investigar los crímenes de desaparición. Así que fueron los reporteros quienes investigaron y estuvieron dispuestos a hacerlo.
En el caso de Rubens, esto fue muy claro, siempre en asociación y con la ayuda de Eunice Paiva. En el libro conté la historia de algunos artículos porque fueron ellos los que permitieron armar las piezas del rompecabezas.
El periodismo de investigación a menudo se confunde con un periodismo que simplemente sigue las investigaciones oficiales y transcribe documentos. Pero el periodismo de investigación es como construir un muro. Colocas algunos ladrillos junto con los ladrillos existentes de la investigación oficial. No se trata solo de hablar de los ladrillos del muro, sino de agregar nuevos. Estos trabajos cumplen esa función y fueron fundamentales, sin duda alguna.
5.¿Cómo puede el periodismo seguir contribuyendo a descubrir más historias sobre la dictadura?
Necesitamos que las redacciones den más espacio al tema. Una gran dificultad fue la falta de cobertura en la prensa después de la Comisión Nacional de la Verdad. Tuve muchas dificultades para hacer trabajos de investigación sobre este tema en prácticamente todos los medios en los que trabajé desde 2014.
Entramos en una espiral de Lava Jato, luego el auge de la extrema derecha, el gobierno de Bolsonaro y muchos otros temas. Las condiciones de trabajo también se volvieron difíciles, las redacciones atravesaron una gran crisis. Pero la verdad es que este tema no tuvo la importancia que merece.
Tener un trabajo permanente sobre esto y crear espacio para que los reporteros realicen nuevas investigaciones es esencial. No puede ser solo nuestra iniciativa. Hice todas las investigaciones que pude, pero en medio de ellas había mucha presión para cubrir otros temas.
Por eso, mi sueño, mi deseo, desde lo más profundo de mi corazón, es que esto vaya más allá del Oscar. Porque la película ya ha movido a la Corte Suprema para que finalmente se reconozcan los crímenes de lesa humanidad. Si la prensa sigue impulsando el caso de Rubens Paiva y podemos hacer otros trabajos, reinvestigar a los muertos y desaparecidos, ver qué torturadores siguen vivos y qué casos aún pueden ser juzgados… hay un universo de cosas por investigar. Pero ese espacio también depende de la reflexión y la empatía de los editores, que vuelvan a dar espacio y dedicar recursos a estos casos.