En el marco del Festival Gabo 2022, que regresó a su versión presencial este año y se inauguró en su nueva sede de Bogotá, Colombia, se entregaron varios premios a trabajos periodísticos destacados de toda la región. En esa mañana lluviosa y fría, el Reconocimiento a la Excelencia del Premio Gabo 2022 fue entregado al escritor, periodista, cronista y crítico mexicano Juan Villoro por su reconocida y amplia trayectoria. En su discurso de aceptación del premio el 21 de octubre, fue evidente su amplia cultura, su capacidad de desplazarse de los temas del día a día, del fútbol a citar a poetas y pensadores, todo en una madeja sin principio ni fin. A Villoro, todo lo humano le interesa y pone atención en todos los detalles de la vida. Y no solo eso, es capaz de narrarlo y hacerlo interesante a cualquiera que lo escuche o lo lea.
Villoro ha recibido numerosos premios tanto a sus cuentos y novelas como a su trabajo periodístico. En periodismo únicamente, destacan el Premio internacional de periodismo Rey de España, el premio Ciudad de Barcelona, el Premio internacional de periodismo Manuel Vásquez Montalbán y el Homenaje Fernando Benítez de la Feria Internacional del Libro. Su obra ha sido traducida a numerosos idiomas.
Es columnista de Reforma (México) y fue director de La Jornada Semanal (México). También ha escrito para medios internacionales como The New York Times (Estados Unidos), El País (España) y El Mercurio (Chile), entre otros. Ha sido profesor en la UNAM (México) y profesor visitante en Yale, Princeton y Stanford (Estados Unidos), así como Pompeu Fabra (Barcelona).
Villoro hizo un hueco en su apretada agenda para responder a las preguntas de LatAm Journalism Review (LJR).
LJR: ¿Qué significa para ti recibir en este momento el Premio a la Excelencia del Festival Gabo 2022 por tu trayectoria como periodista y escritor?
Juan Villoro: En primer lugar, fue una sorpresa. Estaba en Monterrey, Nuevo León, viendo una extraña nube de pequeñas mariposas amarillas que, según me explicaron, migran a la ciudad en estos tiempos cuando recibí la llamada anunciando el premio. La noticia fue prefigurada por esa imagen de realismo mágico. Como dije en la entrega, el periodista que cree que merece un premio en realidad no lo merece. La realidad siempre es más importante que nosotros y a ella nos debemos. No puedo tomarlo como un certificado de calidad, sino como un estímulo para seguir haciendo mi trabajo.
LJR: En un país como México, donde los periodistas de medios locales son atacados y asesinados con alarmante frecuencia, ¿alguna vez has recibido amenazas por lo que escribes? ¿Crees que ejercer tu profesión en la capital y ser un reconocido escritor te brinda cierta seguridad?
JV: Es muy común recibir amenazas de distinta índole y no soy la excepción. Sin embargo, los periodistas que más padecen son los que trabajan en pequeños periódicos de provincia. Ser un autor más o menos reconocido te puede brindar cierta protección, pero también entraña otros riesgos. Ayer y anteayer el presidente López Obrador dedicó parte de sus conferencias de la mañana a descalificarme por haberme atrevido a criticar la militarización del país que está promoviendo. Desde el poder, impugna a los periodistas, algo muy grave en un entorno amenazado, en el que 15 colegas han sido asesinados en lo que va del año. Ejercer la crítica conlleva riesgos, pero mi situación es menos grave que la de otros colegas. Por eso destiné el dinero del premio al laboratorio Quinto Elemento que apoya a colegas que trabajan en situaciones de riesgo y de alta peligrosidad.
LJR: ¿Cuál fue algún panel o charla sobresaliente para ti en el Festival Gabo que recién transcurrió en Bogotá, Colombia?
JV: Me gustó mucho el panel sobre las élites latinoamericanas que condujo el español Pere Ortin, con periodistas de México, Colombia y Chile. Fue notable ver que cuatro países que cuentan con gobiernos que se pretenden progresistas no dejan de estar sometidos a los dictados del gran capital. Hoy en día, el CEO de una corporación es más importante que un presidente.
LJR: ¿Cuál es el reto más grande al que se enfrenta el periodismo en México hoy en día?
JV: El reto esencial es la supervivencia física. Tenemos cifras de guerra en lo que toca a los periodistas muertos. El segundo es la supervivencia económica, pues el periodismo escrito se ha vuelto casi inviable como modelo de negocios independiente. El tercero es la supervivencia ante las máquinas, pues dependemos cada vez más de los designios tecnológicos y paulatinamente nuestras tareas son sustituidas por la inteligencia artificial.
LJR: ¿En qué estás trabajando actualmente?
JV: Escribo un libro de recuerdos de mi padre, que este año cumpliría 100 años. Fue un filósofo muy cercano a las causas sociales, principalmente al zapatismo. No se trata de una biografía, pues no soy la persona indicada para hacerla, sino de una colección de escenas que pretenden mostrarlo de cuerpo entero, con los claroscuros, las ironías y las complejidades de quien no hace ni una hagiografía ni un ajuste de cuentas.
LJR: ¿Qué consejo tienes para los jóvenes periodistas en Hispanoamérica que comienzan?
JV: Que se interesen en todo lo que puedan. El que solo sabe de un tema ni siquiera sabe de ese tema. El periodismo de fuente suele llevar a una especialización estéril; si cubres política, crees que las intrigas de la clase política lo explican todo y pierdes de vista el panorama de conjunto, que incluye elementos simbólicos, religiosos, eróticos, económicos, etc. Cada tema se vincula con todos los temas. Hay que leer mucho y, sobre todo, hay que tener una curiosidad hiperactiva.