A raíz del triunfo de Luiz Inácio Lula da Silva, elegido próximo presidente del Brasil, aumentaron desde inicios de noviembre las manifestaciones antidemocráticas en por lo menos 20 ciudades brasileñas más el Distrito Federal (Brasilia). Una porción de la ciudadanía pidió intervención federal y revisión de los resultados de las urnas bajo argumentos de un supuesto fraude electoral.
Las manifestaciones de los seguidores de Bolsonaro se organizaron en torno a cortes de carreteras nacionales e interestatales, con camiones y tractores. Las revueltas ocuparon el horario central de los noticieros televisivos y de la prensa brasileña en general. Periodistas que cubrían los hechos fueron agredidos e intimidados en el ejercicio de la libertad de prensa. De acuerdo a un informe divulgado por la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji), más de 37 profesionales de prensa recibieron amenazas y agresiones físicas.
LatAm Journalism Review (LJR) entrevistó a dos periodistas en el terreno. Isaac Risco, peruano, de la emisora Deutsche Welle (DW), excorresponsal de la Agencia Alemana de Prensa (dpa) en América Latina. Y André Felipe Silva Mendonça, brasileño de la Rede Amazônica de Televisão, afiliada al Grupo Globo de comunicación, en Rondônia, norte de Brasil. Ambos sufrieron incidentes e intimidaciones y nos relataron lo que vivieron en el terreno.
En el estado de Paraná, al sur de Brasil, Bolsonaro ganó por más del 62% de los votos en la segunda vuelta. Por eso, fueron obstruidos ilegalmente 85 puntos de carreteras en protesta al resultado electoral. Los pronunciamientos contra los poderes legislativo y judicial que hizo el actual presidente Jair Bolsonaro (en ejercicio hasta el 1 de enero de 2023) tienen consecuencias directas para el periodismo brasileño.
Isaac Risco no planeaba cubrir los cortes de rutas. Se los encontró en el camino, cuando iba a entrevistar a inmigrantes y refugiados ucranianos que han llegado a las ciudades de Prudentópolis, Guarapuava y Curitiba, en el estado de Paraná, al sur de Brasil. “Estamos con problemas para llegar por el bloqueo de las carreteras”, le advirtió su colega de trabajo. Los tractores que cortaban la carretera abrían el paso - por algunos minutos - una vez por hora al tránsito.
LJR: ¿Cuál era el ambiente de la protesta al llegar a las carreteras obstruidas?
Isaac Risco: En el camino, conseguimos desviarnos y evitar el primer bloqueo. Al llegar al segundo, a la entrada de la ciudad de Prudentópolis, había dos grandes tractores con simpatizantes de Bolsonaro. El ambiente se parecía a una especie de fiesta popular. Había niños, personas mayores, mujeres. Tenía aires de kermese. Parecía pacífico. Mientras esperábamos a que abrieran el camino, decidimos hacer unas preguntas a la gente. Empezamos a grabar. Los entrevistados nos decían que creían que había habido fraude electoral y pedían una evaluación de las elecciones a los militares. Entre los concurrentes, una persona circulaba con un micrófono y pedía firmas para presentar en los cuarteles de las fuerzas armadas locales.
[En poco tiempo más, los tractores abrirían el paso por algunos minutos para dejar fluir el tránsito y minutos más tarde, volver a cerrar el camino para continuar con las protestas. Mientras tanto, Isaac y su colega continuaron entrevistando]
LJR: ¿Cómo fue el abordaje por parte del grupo que los intimidó mientras reporteaban?
IR: Cuando terminamos de grabar, vino un grupo liderado por un hombre rubio. Me preguntó si la entrevista era en vivo. Le dije que no, que era grabada. “Si no es en vivo, no pueden guardarla”, nos dijo. Mientras se acercaban más personas y nos rodeaban en círculo, el que parecía ser el portavoz enfatizó que sabía de la manipulación y edición de las imágenes. Sin responder, decidimos irnos. En ese momento, unos manifestantes agresivos buscaron en internet artículos de la Deutsche Welle. Uno de ellos dijo: “Estos (de la Deutsche Welle) hablan bien de Lula”. Ahí se pusieron más agresivos. El que me había intimidado, volvió hacia mí y me dijo que borrara todo. Se acercaron hasta comprobar en la pequeña pantalla de mi cámara con trípode que lo quitara todo el material de la papelera digital.
LJR: ¿Ustedes contaban con medidas de protocolo y seguridad para accionar?
IR: Sí, pero no hubo tiempo de nada. Uno de los manifestantes comenzó a tranquilizar a los demás que estaban más agresivos y querían venirse encima de nosotros. Dos de ellos nos siguieron hasta el carro y se aseguraron de que nos fuéramos. Con respecto a la seguridad, hubo algo que me llamó la atención: un poco más allá, estaba la policía militar. Alcanzábamos a verla. Y mientras borraba las imágenes, miré a lo lejos y me pregunté por qué la policía no levantaba el bloqueo de una vez. Pensé que si la cosa se ponía más tensa, podría recurrir a ella. Después llamé a la emisora para narrar lo sucedido. Les conté el paso a paso e hice un tuit desde mi cuenta. Mi jefa y otra persona de la oficina me llamaron y juntos evaluamos que había sido un incidente aislado. Fue cuando decidimos seguir con nuestro plan de reporteo sobre los ucranianos en la región.
Para la Deutsche Welle, las elecciones en Brasil eran consideradas un escenario tenso. Nos preparamos con los debidos protocolos, entre ellos, no circular a solas en la noche electoral, llevar casco y lentes especiales. Además, hace tiempo, había hecho un curso de seguridad para periodistas en zonas de conflicto.
LJR: ¿Qué diferencias de atmósfera percibiste entre el sur y otras regiones de Brasil en estas elecciones?
IR: En el sur me parece que todo está más radicalizado. Me sorprendió bastante el nivel de extremismo entre la gente que estaba en la protesta, en un ambiente como de fiesta de un pueblo del interior. Es sorprendente también que reproduzcan de manera literal una serie de informaciones falsas. Parecen ser personas de clase media que no creen en medios oficiales y sí en el peligro de un comunismo que tomaría el poder, cosa que no va a suceder en Brasil. El grado de penetración de ese discurso radical a base de noticias falsas llama mucho la atención. En el sur, se percibe más apoyo a Bolsonaro que se evidenció por los bloqueos de las carreteras. En São Paulo ya no vi tanta presencia de la bandera nacional, identificada con el partido del presidente en estas elecciones.
LJR: ¿Qué diferencias de ambiente y de ataque a periodistas percibes entre las elecciones del 2018 y las del 2022?
IR: Recuerdo que en 2018, cuando hice la cobertura de las elecciones que Bolsonaro ganó, el ambiente también era muy agresivo. Estuve en marchas bolsonaristas en la periferia de Río de Janeiro y frente a la casa de Bolsonaro en la Barra de Tijuca, donde las personas se mostraban bastante extremistas, con camperas negras, banderas y símbolos patrios de los cuales se adueñaron hasta hoy.
André Felipe es brasileño y periodista de la Red Amazônica (del grupo Globo) en la ciudad de Porto Velho, capital de Rondônia, norte de Brasil. El 4 de noviembre recibió una intimidación por parte de manifestantes de extrema derecha. Los manifestantes echaron a André y al camarógrafo Ruan Gabriel Nascimento del lugar, con corridas y golpizas a la puerta del carro de la emisora.
En el estado de Rondônia, la derecha también se impuso. Bolsonaro obtuvo el 69% de los votos. Marcos Rocha (Partido União Brasil) ganó la elección a gobernador con el 52,47%. Su adversario, Marcos Rogério (Partido Liberal), también alineado con los principios liberales y bolsonaristas, obtuvo el 47,53%. Las revueltas en las calles durante la primera semana de noviembre cuestionaban los resultados electorales para la presidencia de Brasil. Cerraron la vía expresa de Belmont – ubicada al margen del río Madeira, un afluente del Amazonas – habilitada para la circulación de carga pesada de granos que llegan y se distribuyen a otros puntos del país, como Manaos ó Pará. La asignación periodística de André Felipe era mostrar el bloqueo de una de las vías más importantes para la actividad agrícola del estado.
LJR: ¿Cómo sucedió la agresión y cómo se protegieron?
André Felipe: Sabíamos del peligro, por eso nos acercamos con mucha prudencia, estábamos a una distancia de 300 metros del bloqueo. Pero se formó un grupo de hombres que nos identificó por el logo de la emisora. Se acercaron con la intención de agredirnos. Llegaron a decir que si no nos íbamos, nos iban a matar. Tuve la suerte de estar cerca de un ómnibus parado por el bloqueo y el conductor me vio y me dijo “entra aquí para esconderte”. Entré, me protegí y desde allí pude filmar al grupo agresor hacia mis colegas. Me quedé escondido un buen rato hasta poder salir y encontrarme con el camarógrafo. Todo sucedió muy rápido y no pudimos reaccionar bien. Esperábamos lo peor. La suerte fue que pude esconderme y mi colega pudo entrar rápidamente al carro y escapar.
LJR: ¿Qué sucedió después de la agresión, cómo les afectó?
AF: En lo personal, la pasé mal por el nerviosismo, fue desgastante psicológicamente. Recibimos el apoyo de nuestra red de comunicación, de la prensa regional, de sindicatos de periodistas, de la Abraji, nos sentimos apoyados. Pero yo sigo con miedo de circular. Nunca estoy solo en ningún lugar. Es peligroso. De espaldas podemos ser sorprendidos y atacados. La sensación es que esas manifestaciones son contra nosotros, periodistas.
LJR: Teniendo en cuenta su trayectoria profesional, ¿cómo compara este escenario electoral 2022 con el 2018? ¿Y cómo están los periodistas en este sentido?
AF: En 2018, el clima no era tan trágico como ahora. En diez años de profesión, nunca pasé por una cobertura electoral tan agresiva. Hay una revuelta sin sentido en la población, simplemente porque un candidato a presidente no ganó las elecciones. Pero fue la mayoría que eligió a Lula. Aquí, en Porto Velho, está el Campo de la Brigada, enfrente a la Décima Séptima Brigada del Ejército. Hasta hoy hay manifestantes alojados allí, instalados. ¿Cuál es la razón? Queremos saber el porqué. Y otra cuestión que difiere del escenario de 2018: a los periodistas nos tratan como a enemigos. Eso atenta contra la libertad de expresión. A fin de cuentas, prestamos un servicio público y trabajamos para la ciudadanía.
LJR: ¿Qué limitaciones tienes para circular en Porto Velho?
AF: No circulo por la región de la Brigada del Ejército porque sabemos que allí están esos manifestantes alojados. No voy a determinados lugares porque sé que hay seguidores de Bolsonaro. Se parece a un campo de guerra: traspasar el área enemiga puede ocasionar violencia, no sabemos qué puede suceder. Tenemos miedo de andar con el micrófono y el logo de la Red Amazônica. Para no llamar la atención, hemos retirado todas las identificaciones de la emisora de los autos.
LJR: En la Red Amazônica, ¿ustedes trabajan con protocolos de seguridad?
AF: Tanto el Grupo Globo como la Red Amazônica nos pasaron medidas de seguridad para cuidarnos, inclusive, en las redes sociales. Todo lo que publicamos es importante y determinante. No es que nos privemos de opinar en las redes, pero debemos tener cuidado, es una medida de protección. Preparamos los mensajes con atención, por ejemplo: si fueran sobre política, independientemente del lado que sea, yo evito hacerlos. La otra medida es no estar muy cerca de esas personas, tanto durante el trabajo como fuera del trabajo; aprendimos a estar más alerta. Quiero estar tranquilo. Nos tratan como si fuéramos (nosotros) quienes decidimos quién ganó en las elecciones presidenciales.
LJR: ¿Cómo se relacionan estos ataques a periodistas con el trato de Bolsonaro a los periodistas y de su núcleo más duro hacia la prensa?
AF: La relación es directa. En los últimos años, los periodistas pasamos por muchas faltas de respeto por parte del presidente Bolsonaro. Cuando veía a colegas cuestionados por el presidente, yo me colocaba siempre en la piel del reportero que estaba ahí, haciendo su trabajo. Si cuestionamos, es porque queremos saber; no es por politizar ni polemizar, es porque queremos aclarar algo a la audiencia. Pero esas actitudes autoritarias terminan siendo desfavorables a los gobiernos. En Rondônia, por ejemplo, el gobernador electo es un aliado de Bolsonaro y sin embargo, los ataques a la prensa perjudicaron su imagen pública, lo pusieron en una situación muy delicada con relación a los periodistas locales.
En estos días, hubo otro ataque a la comunidad periodística de Rondônia. Esta vez fueron tiros a la sede del sitio web local Rondôniaaovivo. Centenas de manifestaciones repudiaron el hecho, entre ellos, el Sindicatos de Trabajadores de la Prensa.
Trece organizaciones que defienden la libertad de expresión y prensa solicitaron a las autoridades y agentes públicos las garantías del trabajo periodístico en el actual periodo de transición entre los gobiernos entre Bolsonaro y Lula y hasta la asunción del nuevo presidente en enero de 2023.
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Soledad Domínguez es periodista en derechos humanos, equidad racial e innovación en el periodismo, desde Argentina y Brasil.