El aumento del acoso en línea contra mujeres periodistas es una tendencia en América Latina y tiene impactos reales en la vida de estas profesionales y en la libertad de prensa. Según una encuesta de 2018 de la Fundación Internacional para las Mujeres en los Medios (IWMF, por sus siglas en inglés) y Troll-Busters.com, alrededor del 30% de periodistas ya ha considerado dejar la profesión y casi el 40% ha evitado ciertos reportajes después de los ataques en línea.
Ante este escenario, las organizaciones han puesto en marcha cursos, formaciones o guías sobre el tema y, recientemente, han comenzado a brindar asistencia personalizada y gratuita a las mujeres periodistas que sufren acoso en línea. Es el caso de la IWMF, que en los últimos meses y empujada por la pandemia, ha puesto en marcha un servicio en línea de consultoría individualizada en seguridad digital para periodistas, en español e inglés.
Otra organización, Vita-Activa.Org, ofrece desde 2019 una línea de ayuda dirigida principalmente a mujeres periodistas, activistas, defensoras de derechos humanos y personas LGBT que enfrentan acoso en línea. La línea de ayuda brinda primeros auxilios psicológicos, manejo integral de crisis y seguridad digital y toma de decisiones estratégicas.
Según la subdirectora de la IWMF, Nadine Hoffman, responsable de los proyectos de la fundación sobre el acoso en línea, es necesario invertir en resiliencia, porque este es un problema que llegó para quedarse.
“La realidad es que esto seguirá pasando, no desaparecerá pronto y seguirá afectando principalmente a mujeres y periodistas de color. Entonces, ¿qué sistemas de apoyo podemos implementar para ayudarles a permanecer en el periodismo y que continúen sus reportajes para que sus voces no sean silenciadas?”, dijo Hoffman, en una entrevista con LatAm Journalism Review (LJR).
Hoffman explicó que los ataques en línea son efectivamente efectivos para restringir la libertad de prensa, hay un “efecto paralizante”. “Los trolls obtuvieron lo que querían, porque las periodistas decidieron no cubrir un tema específico o un reportaje específico, porque no querían lidiar con esta represalia en línea”, dijo sobre la encuesta de 2018.
No solo es un problema que no se resolverá rápidamente, sino algo que se ha agravado en los últimos años. “Yo diría que, en general, la situación es cada vez peor porque pareciera que los gobiernos estuvieran mirando el guión de los demás, y así ven lo que [Rodrigo] Duterte está haciendo en Filipinas [para copiarlo]”.
La pandemia también ha servido para estimular ataques en línea contra periodistas de todo el mundo y en América Latina, especialmente contra aquellos que investigan la corrupción o cubren críticamente las respuestas del gobierno al COVID-19, dice Hoffman.
“Los gobiernos han estado utilizando la pandemia del coronavirus para arremeter contra la libertad de prensa. Específicamente en América Latina, estamos viendo un aumento en los ataques digitales patrocinados por el estado, bots y todo tipo de acoso en línea. Hay gobiernos como el de [Jair] Bolsonaro en Brasil, AMLO [Andrés Manuel López Obrador] en México o [ Nayib] Bukele en El Salvador, que realmente crearon ejércitos de trolls y generaron un ambiente en línea tan hostil que también tiene repercusiones en el mundo real para los periodistas”, explicó.
La pandemia, sin embargo, también ayudó a la IWMF a ofrecer un nuevo servicio, una consultoría de seguridad digital virtual e individualizada para periodistas que son víctimas de acoso en línea. Para solicitar asistencia, simplemente complete un formulario en el sitio web de la IWMF. Este tipo de consultoría personalizada ya se ofrecía desde mediados de 2019 por la organización, pero presencialmente, en eventos periodísticos. Desde entonces se ha atendido a 21 periodistas, cinco de América Latina.
Desde que se puso al aire el formulario, la demanda de este tipo de apoyo ha aumentado. Ella Stapley, que es consultora de seguridad digital en la IWMF y se encarga de contestar en español e inglés, contó que las conversaciones se hacen a través de servicios de mensajería encriptada, como WhatsApp y Signal, y tienen una duración de entre 45 minutos y hora y media.
“Normalmente les recibimos casos cuando hay algún cambio, como un cambio de gobierno. Estamos viendo esto con El Salvador, estoy teniendo un pico, un aumento en [la búsqueda de] gente de El Salvador”, dijo Stapley a LJR. En general, los casos que recibe a nivel mundial involucran a trolls y vigilancia en línea que pueden ser estatales o no, piratería de cuentas, robo de fotos y datos personales para chantaje, entre otros. También atiende a mujeres que han sido detenidas y cuyo equipo fue manipulado por las autoridades, por ejemplo.
En situaciones de ataques en línea, Stapley sugiere algunos pasos para aumentar la seguridad. La primera recomendación es verificar qué información sobre la persona está disponible públicamente en internet para luego tomar medidas para eliminar o controlar esos datos. Otra pauta es hacer que las cuentas sean más seguras para evitar la piratería. Entonces, Stapley enseña cómo crear contraseñas seguras y habilitar la verificación en dos pasos, por ejemplo. También aconseja a la periodista que hable con amigos y familiares, sus contactos más cercanos, sobre los riesgos que corren y cómo pueden protegerse.
“A menudo, si no pueden atacarte, perseguirán a tu familia. [Por eso es importante que] no solo les digas [cómo aumentar la privacidad de sus cuentas de redes sociales], a menudo tienes que sentarte y hacer eso para ellos, porque las generaciones mayores no entienden qué es la información pública en línea”, explicó Stapley.
Comentó que los periodistas buscan el servicio de manera extraordinaria, después o durante un ataque. Y por eso, Stapley termina brindando también una especie de apoyo emocional que, según ella, ocupa la mayor parte del tiempo de consultoría.
“Es inevitable. Cuando las personas llaman para hablar sobre el caso, no solo hablarán sobre el aspecto de la seguridad digital. Incluso si les digo, 'por favor, no tienen que revivir el trauma, solo concéntrese en los elementos de seguridad digital', es casi imposible que logren hacer eso. A menudo necesitan contarme la historia completa”, relató.
Esto se debe a que muchas mujeres que llaman a Stapley acaban de ser arrestadas, sus cuentas han sido pirateadas o han recibido amenazas de muerte o violación, por lo que es natural que estén emocionalmente conmocionadas. “Por eso trato de dar consejos que sean fáciles de seguir, que sean lo más simple posible, porque cuando estás en ese estado de ánimo es muy difícil practicar la seguridad digital”, dijo.
Stapley cree que esta es una característica común del servicio personalizado, la necesidad de escuchar la historia de los periodistas con calma y brindar cierto consuelo emocional. Si bien, por un lado, hace que este tipo de servicio lleve más tiempo, por otro lado, lo hace más eficiente en situaciones de emergencia, comentó Hoffman.
“Creo que es importante contar con este apoyo individual, porque aunque hay mucha capacitación digital, recursos y guías disponibles [en internet] relacionados con el acoso en línea, si estás en medio de un ataque específico, es un poco difícil saber por dónde empezar y puede hacerte sentir muy abrumado”, dijo.
Para pensar en otras formas de abordar el acoso en línea y las acciones de prevención, la IWMF organizó una coalición que fue lanzada formalmente a mediados de este año para unir esfuerzos, mapear recursos ya disponibles y descubrir las brechas para fortalecer el sistema de apoyo a las mujeres periodistas. En el ámbito de la prevención, la IWMF ha invertido en capacitación, como el curso de inglés en línea gratuito del Centro Knight, “Acoso en línea: estrategias para la defensa de periodistas”, que comienza el 16 de noviembre y ya está abierto para inscripciones.
Primeros auxilios psicológicos
Fue precisamente al señalar que, durante un ataque en línea, hay un componente emocional importante, que la mexicana Luisa Ortiz Pérez decidió crear una línea de ayuda, ofreciendo primeros auxilios psicológicos.
Ortiz, quien es directora ejecutiva y cofundadora de Vita-Activa.Org, se dio cuenta de que las mujeres periodistas tenían dificultades para asimilar y comprender las pautas de los expertos en seguridad digital, mientras experimentaban episodios de acoso en línea.
“Si una periodista recibía doxxing, si sus datos privados eran difundidos, si había pornografía con su cara, si recibía acoso sexual de sus jefes o en Twitter, la respuesta siempre era que le hablen al técnico, que generalmente es un joven que dice: ‘El problema es ese, tu password, esto se hace, soluciona ese problema. Preguntando a las mujeres, ellas decían: ‘Sí claro, llegan los tekis, nos hacen preguntas y nosotras no les escuchamos’”, dijo Ortiz a LJR.
Después de mucha investigación concluyó que las dificultades de comunicación no significaban que a las mujeres no les importara el tema, sino que estaba relacionado con un aspecto emocional. Ortiz se dedicó al estudio, enfermería y primeros auxilios psicológicos, y encontró que las personas que son víctimas de desastres naturales pasan por las mismas situaciones.
“Después de Katrina en Nueva Orleans, por ejemplo, la gente no podía llenar un cheque en los bancos porque estaban en un nivel de estrés postraumático que no les permitía comprender ciertos procesos que parecen ser racionales. Entonces, el tema no es que no entiendan, es que no están psicológicamente en una condición de entender o de tomar una decisión. Si acabas de ver una imagen de tu novio y tú teniendo sexo en Facebook, ¿tú crees que te vas a acordar de tu password? ¿Quién va a estar pensando en un maldito password [en ese momento]”, expresó.
Por eso, la línea de ayuda de Vita-Activa.Org tiene un enfoque diferente para estos casos. En primer lugar, los acompañantes, que hacen el servicio en la organización, preguntan a quienes buscan el servicio: “¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?". Y, antes de ofrecer soluciones, le preguntan a la periodista cómo quiere solucionar ese problema.
“Es revolucionario. [...] Nos sentamos y escuchamos, acompañamos a la persona y, una vez que entiende lo que está pasando, le presentamos opciones para que decida. ¿Te das cuenta de que es un lenguaje muy diferente? Escuchar, comprender, decidir, [Le preguntamos a la periodista]: ¿Quieres ir a la policía? Ok, veamos qué necesitas. ¿Quieres ir al médico? ¿A la Iglesia?”, relató Ortiz.
El servicio, disponible en español, inglés y portugués es siempre gratuito, confidencial y anónimo. No se identifica ni a los acompañantes ni a las personas atendidas, por la seguridad de ambas partes. Las conversaciones de audio o mensajes se realizan por Whatsapp, Telegram o Signal, al +52 155-8171-1117.
La línea se puso en marcha en abril de 2019 y en el primer año de funcionamiento atendió a 46 personas, la mayoría de las cuales, casi el 70%, eran mujeres - Vita-Activa.Org no niega el servicio a nadie, también los hombres son bienvenidos, aunque el foco de la línea son las mujeres y personas LGBTIQ+. Las periodistas representan más de la mitad de los casos cubiertos, 52%. Y el público es mayoritariamente de países latinoamericanos, principalmente México, El Salvador, Guatemala y Ecuador.
Recientemente, con la pandemia, el número de visitas se ha disparado, pasando de un promedio de dos a la semana a dos o tres al día, dice Ortiz. De agosto a octubre, Vita-Activa.Org abrió Círculos de Apoyo Comunitario en cinco países del Centro y Sur de América - los círculos son grupos cerrados y privados en WhatsApp, en los que personas de un mismo país reciben seguimiento grupal.
Actualmente, Vita-Activa.Org cuenta con cerca de 15 acompañantes, en su mayoría mujeres y personas no binarias, de diferentes países de América Latina y Estados Unidos. La organización se sustenta con un modelo de financiamiento mixto que incluye talleres, capacitación y cooperación internacional.
Los acompañantes reciben una compensación por el servicio y no trabajan más de tres veces por semana, para evitar el agotamiento emocional. “Vita promueve la cultura del autocuidado. Martirio, heroínas... esa no es nuestra idea [de cómo hacer las cosas]”. La organización quiere crecer y este mes está buscando voluntarios para un esfuerzo de emergencia de salud mental para periodistas durante las elecciones en Estados Unidos.
Los acompañantes reciben formación en primeros auxilios psicológicos, pero no son terapeutas ni psicólogos. El servicio se basa en un modelo “peer to peer”, para intercambios entre pares, explicó Ortiz.
“El requisito es que sean periodistas o hayan trabajado en prensa, porque así tienen un pasado común [con los que buscan el servicio], que no tenemos que explicar [el contexto laboral]. Tener a tus compañeros y aliados en la conversación reduce la curva de confianza, que es el mayor problema en situaciones de trauma. A esto se le llama reducir la burocracia”.
La línea también fomenta el autocuidado, algo que todavía es poco común en los medios de comunicación. Ortiz señala que no es posible separar el cuerpo digital del físico y, a menudo, los periodistas que experimentan diversos tipos de violencia, incluso en línea, tienen síntomas y enfermedades reales. Por ello, según ella, es necesario tener un cambio cultural que replantee el estrés laboral, la salud mental y el estilo de vida de los periodistas, lo que también significa tomarse más en serio los ataques digitales.
Hay una mentalidad en las redacciones que dificulta que las mujeres denuncien este tipo de violencia online, advierte Ortiz. “La vieja escuela del periodismo tiene toda la culpa de lo que nos está pasando. La objetividad, la piel dura, el periodista que bebe para dormir por la noche y se despierta perfectamente, los malos salarios, el acoso sexual en la redacción, todas estas cosas, al estilo Mad Men, son de una generación que rompió con el periodismo. Las fallas sistémicas en el periodismo promueven un estilo de vida tóxico”, expresó.
Como resultado, muchos periodistas toleran en silencio los ataques en línea durante años y cuando los casos llegan a la organización, ya son mucho más graves, dijo Ortiz. “Los periodistas tienen un nivel de tolerancia tan alto que muchos de ellos solo se preocupan cuando tienen la cuerda alrededor del cuello. Yo les pregunto: '¿Pero, cuántos años tiene?', y simplemente me dicen: 'Bueno, unos años. No le presto atención, sigo con mi trabajo. Pero no duermo, o me divorcié, tengo diabetes... Si pudiera haber un titular para mí en el mundo, este diría: La causa de muerte número uno de los periodistas es el estrés'”.
Este artículo fue originalmente escrito en portugués y traducido por Paola Nalvarte.