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Periodistas amenazadas: estudio revela la violencia que sufren las mujeres en el periodismo argentino

Una encuesta realizada por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) ha revelado un escenario preocupante en la profesión: las mujeres periodistas en Argentina enfrentan diversas formas de violencia en el ejercicio del periodismo, con impactos significativos en su salud mental, su desarrollo profesional e incluso la libertad de expresión en el país.

Los investigadores del estudio "Periodistas Amenazadas: investigar para protegerlas" entrevistaron a 215 periodistas de todas las provincias argentinas y descubrieron que el 70 por ciento de las participantes declararon haber sido víctimas de violencia psicológica dentro de la profesión.

Las cifras también son alarmantes en otros tipos de violencia: 115 participantes dijeron haber sufrido violencia institucional y económica, 88 informaron haber sido víctimas de violencia en línea, 84 mencionaron violencia sexual, 31 dijeron haber enfrentado violencia laboral y 25 dijeron haber sufrido violencia física.

"El estudio indica que las mujeres periodistas se enfrentan a varios tipos de violencia, siendo la violencia psicológica la más común. Hablamos de cosas como el acoso, la violencia institucional, económica y en línea. Un patrón realmente preocupante es que esta violencia no es aislada. Muchas mujeres experimentan estas diferentes formas de violencia al mismo tiempo", dijo Cecilia Bazán, coordinadora de la investigación, a LatAm Journalism Review (LJR).

El primer paso para desarrollar el proyecto, según Bazán, fue planificar cómo cubrir las 23 provincias argentinas. A través de un equipo repartido por las principales regiones del país (Norte, Litoral, Centro, Patagonia y Buenos Aires), se recogieron datos de periodistas y se creó una base de datos con representantes de todas las provincias. Luego, se envió un cuestionario anónimo a esta base de datos y los investigadores se aseguraron de que cada zona geográfica fuera representativa. También se realizaron veinte entrevistas en profundidad a profesionales seleccionados por su experiencia y casos relevantes en cada región.

“Es importante destacar la investigación como estudio de caso”, dijo Bazán. "Trabajamos con una muestra no probabilística, ya que no contamos con un registro o censo de todas las mujeres periodistas de Argentina. La combinación de ambos enfoques [cuestionario y entrevista en profundidad] proporcionó una visión más completa y profunda de la situación de las mujeres periodistas en Argentina, aunque los resultados no pueden generalizarse".

Consciente de ello, agregó Bazán, uno de los aspectos que más le llamó la atención fue la frecuencia con la que se produce la violencia al inicio de la carrera periodística de las mujeres.

“Además, el hecho de que los agresores sean a menudo personas en posiciones de poder es bastante significativo", dijo.

Perfil de las periodistas entrevistadas

La mayoría de las mujeres entrevistadas tienen entre 36 y 60 años y un nivel de estudios alto, con títulos universitarios o posgrados incompletos (99 casos) o con posgrados completos (27 casos). Del total de mujeres entrevistadas, 124 tienen hijos, la mayoría entre 5 y 18 años (74 casos). Un dato importante es que 133 de las periodistas entrevistadas son cabezas de familia.

En cuanto a la experiencia profesional, la mayoría lleva más de 20 años trabajando en el periodismo (91 casos). Otras 41 tienen entre 16 y 20 años de experiencia; 27 tienen entre 11 y 15 años; otras 27 tienen entre 6 y 10 años de experiencia; y otras 27 tienen hasta cinco años de experiencia. La mayoría de las entrevistadas trabajan en el sector privado (140 casos) en medios de comunicación como radio, prensa, televisión y medios digitales. Otras 46 trabajan tanto en el sector público como en el privado, y 29 trabajan exclusivamente en el sector público.

Otro hallazgo central de la encuesta, según Bazán, es el alto impacto de la violencia en la salud mental y el desarrollo profesional de las mujeres periodistas, lo que quizás confirma la percepción general de cómo la violencia impacta en el desarrollo profesional de las mujeres en el periodismo.

Sólo 61 de las 215 mujeres entrevistadas ocupan puestos jerárquicos, lo que representa apenas el 28.37 por ciento del total. Incluso entre las que tienen más de 20 años de experiencia, sólo el 35.16 por ciento ocupa puestos de liderazgo. En este sentido, el estudio mostró que 200 de las 215 mujeres entrevistadas son conscientes de que existen barreras para que las mujeres accedan a puestos jerárquicos en los medios de comunicación, 145 de ellas entienden que estas barreras son culturales y 92 las relacionan directamente con las tareas de cuidado que recaen sobre las mujeres.

“La encuesta indica que las mujeres de entre 36 y 60 años declaran encontrarse con muchas dificultades, sobre todo en relación con su carrera profesional y con la responsabilidad de cuidar a sus hijos”, dijo Bazán.

“En relación con los cargos, hay una baja proporción de mujeres en puestos jerárquicos, a pesar de su experiencia y nivel de educación, lo que sugiere la existencia de ‘techos de cristal’”, agregó. "Las periodistas que ocupan puestos no jerárquicos tienen más probabilidades de sufrir diversas formas de violencia por parte de sus superiores y colegas. También registramos un gran número de respuestas en las que se afirmaba que a las mujeres les resulta más difícil ascender en la carrera profesional a puestos de responsabilidad".

Según la encuesta, una mayoría significativa de los periodistas entrevistados, concretamente 97 de 215, perciben que las mujeres ganan menos que los hombres por realizar las mismas tareas en la prensa.

Relatos que exponen la discriminación sistemática

Aunque el estudio no cita explícitamente medios de comunicación concretos, los resultados muestran que los agresores suelen ser jefes, compañeros de trabajo y funcionarios varones. Esto sugiere, según Bazán, que la dinámica de poder y la cultura del lugar de trabajo desempeñan un papel importante en la violencia.

Hay varios testimonios de episodios problemáticos. Entre ellos, una entrevistada dijo que en su lugar de trabajo sólo había dos mujeres, y que eran las únicas obligadas a trabajar los domingos. Otra periodista relató una situación de la que fue testigo, en la que un jefe le dijo a otra periodista que “las embarazadas pierden una neurona”. También se mencionaron horarios de trabajo desfavorables para las mujeres cabeza de familia con hijos pequeños. Una de las entrevistadas cuenta que un compañero le dijo que nunca trabajaría a las órdenes de una mujer. Otra participante cuenta que le habían dicho que "las mujeres no sirven para trabajar en política". Y también hubo un caso embarazoso en el que utilizaron intencionadamente una cerradura de entrada a una altura inaccesible para una periodista:

“Mido 1.53 metros y pusieron una cerradura a una altura que no podía alcanzar, así que tuve que pedir a alguien que pasaba por allí que me abriera la puerta”, dice el testimonio. “Les pedí varias veces que utilizaran sólo las dos cerraduras de la parte inferior para poder abrir la puerta sin tener que pasar por esa situación”.

La amenaza del entorno digital

Otro problema importante al que se enfrentan las periodistas argentinas es el acoso en línea. El estudio muestra que muchas periodistas sufren violencia en la red, como acoso y amenazas, que a menudo no se denuncian. Según Bazán, esto puede tener un impacto severo, llevando a la autocensura y, en casos extremos, a que las mujeres abandonen el periodismo por completo.

“Como he dicho, los principales autores de las distintas formas de violencia son en su mayoría hombres que ocupan altos cargos en la prensa, seguidos de compañeros de trabajo y funcionarios”, dijo Bazán. “Mientras que en la violencia en línea, las personas comunes y corrientes adquieren un papel más significativo, aunque los que ocupan puestos de autoridad y los funcionarios públicos siguen siendo relevantes”.

Un caso emblemático es el de la periodista argentina Luciana Peker, reconocida por la cadena CNN como una de las 30 defensoras más importantes de los derechos de las mujeres en 2024. Tras enfrentarse a una escalada de violencia que incluyó amenazas de muerte y acoso sistemático en Internet, especialmente tras su cobertura del caso Thelma Fardín [actriz argentina que hizo pública una acusación de abuso sexual], Peker tuvo que abandonar Argentina y solicitar asilo en España en 2023.

“Ahora estoy completamente en cero, es decir, han cortado completamente mi carrera profesional y, si consigo reinventarme, es por pura necesidad de supervivencia y completamente sola, es decir, han acabado completamente con la posibilidad de trabajar como periodista”, dijo Peker en una entrevista con el equipo del estudio. “Un número muy elevado de informes hablan ya de retroceso en la libertad de expresión, de censura, de autocensura, de tecnocensura, de que la libertad de expresión no sólo está en riesgo, sino que ya no es ejercida plenamente por las mujeres periodistas en Argentina”.

Bazán corrobora la afirmación de Peker de que la libertad de expresión en Argentina está comprometida. Analizando estudios previos sobre la región y mientras realizaba la encuesta “Periodistas Amenazadas”, dijo que encontró testimonios públicos y anónimos que muestran el deterioro de la libertad y que ésta podría evolucionar hacia una situación similar a la de otros países de la región.

"Esto no es sólo especulación. Está ocurriendo ahora, y las mujeres son uno de los principales objetivos de estos ataques", dijo Bazán. “Las organizaciones internacionales y los grupos de defensa pueden desempeñar un papel crucial creando conciencia, proporcionando recursos y abogando por cambios políticos. También pueden apoyar a las organizaciones locales en sus esfuerzos por proteger a las mujeres periodistas y promover la igualdad de género en los medios de comunicación".

Para ella, uno de los principales obstáculos para reducir la violencia contra las mujeres periodistas en Argentina es la normalización de formas de violencia, como la psicológica, que dificulta que las víctimas la reconozcan y la denuncien. Según la investigadora, la respuesta más común de las mujeres periodistas ante la violencia es hablar de lo que les ha ocurrido con otras mujeres, en lugar de presentar quejas formales.

"En muchos testimonios, las mujeres denuncian el miedo a ser percibidas como ‘problemáticas’ si hablan abiertamente de violencia o luchan por sus derechos. Además, en las organizaciones de medios de comunicación faltan protocolos y sistemas de apoyo adecuados para abordar estas cuestiones", dijo Bazán.

Caminos para el cambio y la protección

En la encuesta se preguntó a las periodistas sobre las estrategias que podrían ser una forma buena o eficaz de protegerlas y reducir la violencia. Las respuestas apuntan a algunas estrategias clave: la capacitación en seguridad digital y procedimientos internos claros dentro de las organizaciones de prensa son cruciales. Bazán señaló que actitudes como la aplicación de protocolos de respuesta a la violencia, la oferta de apoyo a las víctimas y la creación de una cultura de trabajo más sensible a las cuestiones de género pueden marcar una gran diferencia.

“Las empresas de medios de comunicación y las organizaciones de noticias deben asumir un papel activo”, dijo. "Deben poner en marcha protocolos claros para prevenir y afrontar la violencia, ofrecer formación y promover una cultura laboral que valore la igualdad de género. También es importante disponer de mecanismos para apoyar a las periodistas que sufren violencia y exigir responsabilidades a los agresores".

Además de la propia investigación, uno de los resultados del proyecto es un modelo de protocolo que FOPEA está compartiendo con organizaciones de prensa para que lo apliquen en sus entornos de trabajo con el fin de prevenir y reducir los casos de violencia. El protocolo fue creado por el equipo de Periodistas Amenazadas tras revisar el trabajo de la UNESCO en la materia y también con el apoyo de la red jurídica de FOPEA.

"Este estudio es sólo el primer paso en nuestro compromiso de examinar a fondo la situación en todas las partes de nuestro vasto y diverso país. No sólo en las grandes ciudades, sino también en las zonas remotas donde los periodistas se enfrentan a la violencia en el ejercicio de sus funciones", dijo Bazán. “En última instancia, nuestra esperanza es que esta investigación conduzca a acciones concretas que hagan que el periodismo sea más seguro y equitativo, especialmente para las mujeres, fomentando lugares de trabajo más inclusivos, respuestas eficaces a la violencia y un cambio cultural que realmente valore la contribución de las mujeres y, con ellas, la diversidad de voces necesarias en una sociedad libre”.

Traducido por César López Linares
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