Durante años, Twitter fue la red social preferida de los periodistas brasileños. Después de que Elon Musk la comprara y la rebautizara como X, siguió siendo influyente, aunque de forma más ambigua.
Muchos periodistas se quejaban a menudo de contenidos irrelevantes o no deseados en la plataforma. X, decían, se había llenado de discursos de odio y mensajes de extrema derecha, lo que significaba que sus publicaciones ya no llegaban al público como antes.
Todo esto cambió en la madrugada del sábado (31 de agosto). A medianoche, por orden del juez del Tribunal Supremo Federal Alexandre de Moraes, los proveedores de servicios de internet brasileños bloquearon el acceso a la plataforma.
La decisión se produjo tras una disputa de meses entre Musk y el juez.
Moraes afirma que la plataforma ha violado una ley que exige a las empresas extranjeras tener representación legal para operar en Brasil, después de que X retirara a todo su personal del país el mes pasado. Musk, por su parte, dice que Moraes promueve la censura y es un “tirano malvado”.
Inicialmente, la orden también incluía la prohibición de las VPN. Tras fuertes reacciones negativas, el juez revocó parcialmente esta decisión. Aún así, se mantiene una multa diaria de 50.000 reales (cerca de US $8.750) para quienes utilicen esta herramienta para acceder a X en Brasil.
El lunes, la Primera Sala del Tribunal Supremo confirmó por unanimidad el bloqueo de X con una votación de 5-0.
Muchos periodistas siguen utilizando Twitter, pero dicen que se ha convertido en un medio desagradable, tóxico y plagado de discursos de odio y desinformación.
LatAm Journalism Review (LJR) habló con más de una docena de periodistas brasileños para entender cómo el bloqueo les está afectando a ellos y a su trabajo.
Los siguientes relatos, editados en aras de la brevedad y la claridad, van del alivio al pesar, y aparecen en el orden cronológico de las entrevistas.
Antes era un usuario intensivo, pero me consumía demasiado tiempo, así que ya había reducido mi uso. Desde junio no me conectaba y mi vida mejoró. El viernes me conecté para despedirme, para recibir un último chute de dopamina y para vivir una última bronca.
No creo que el bloqueo me afecte. En cuanto al periodismo, la prensa se ha vuelto adicta a la audiencia fácil: cualquier cita, cualquier argumento, se convierte en una historia. Las redes sociales en general, y Twitter en particular, han contribuido al declive de la calidad de la prensa.
Quienes trabajan en el periodismo internacional pueden encontrarse con dificultades. Cuando una autoridad utiliza la plataforma para comunicarse, puede haber obstáculos, pero siempre hay una forma de sortearlos.
Quizá tardemos un poco más, pero tenemos que cuestionarnos esa urgencia. Nuestro trabajo no es como el de los médicos, donde la inmediatez puede salvar vidas. Gran parte de la urgencia en el periodismo digital no procede de una necesidad real.
Si algo que podría ser accesible en cinco minutos tarda una hora o dos, no pasa nada. No se acabará el mundo.
X es el primer botón de redes sociales de mi navegador. Para mí, siempre era cuestión de abrir el navegador, hacer clic y saber al instante lo que estaba pasando.
Desde entonces, he tenido a menudo esa sensación de abrir la nevera y no encontrar nada que te apetezca: una sensación de carga eterna, como si me faltara algo.
La utilizaba para promocionar mi trabajo y estar al día de las tendencias. También realizaba fact-checking, con fechas fácilmente accesibles.
Ahora estoy en Bluesky, pero no hay trending topics, y para el trabajo no es muy útil.
Twitter llevaba mucho tiempo en declive. Empeoró antes de que Musk lo comprara. Después, se acabó la moderación, y empezaron a aparecer posts que nunca habría visto por interés personal, principalmente de la extrema derecha.
Twitter era, por naturaleza, la principal plataforma de debate público en Brasil. Las personas más importantes para la toma de decisiones en Brasil estaban allí, incluidas muchas autoridades, periodistas, académicos y activistas.
Esto permitía un debate más cualificado que en otras redes y nos permitía seguir los movimientos más importantes y descubrir ideas para reportajes.
Utilizaba la plataforma a diario, varias veces al día. Utilizaba con frecuencia la función de listas: Tenía una lista de senadores, uno de la bancada del Partido de los Trabajadores (centro-izquierda), otro de la bancada del Partido Liberal (derecha), y así sucesivamente. Puedes filtrar bien cómo se posiciona la gente, quién dice qué. Si necesitaba escuchar a ambas partes, encontraba rápidamente quién estaba más comprometido con el tema y me ponía en contacto con esas personas.
Me he sorprendido varias veces haciendo clic en vano en la aplicación. Incluso me uní a Bluesky pero no lo considero un sustituto perfecto. Por ahora, hay un vacío en la cobertura que no sé cómo llenar.
Lo utilicé mucho y fue una herramienta muy importante para mi trabajo, no sólo para cubrir Brasil sino también América Latina.
También lo utilizaba para seguir conversaciones públicas nacionales y regionales y para conectar con fuentes. Restablecer la misma red será muy difícil.
Ya sabemos que no todo el mundo de X migró a Bluesky: algunos se fueron allí, otros a LinkedIn, etc. La suspensión complica nuestro trabajo y desconecta a Brasil de la conversación pública internacional que tiene lugar en la plataforma.
Lo utilizaba a diario, varias veces al día. Siempre era una pantalla que tenía abierta casi todo el tiempo; a veces la cerraba, pero enseguida la volvía a abrir. Creo que lo usaba demasiado y era una distracción.
Sin comentar el fondo de la decisión del Tribunal Supremo, creo que el bloqueo perjudica considerablemente nuestro trabajo. Lo uso mucho para encontrar historias. A menudo, el debate político se produce en la plataforma, y Twitter o X siempre ha sido la más politizada de todas las redes. Allí, diputados o senadores debaten, se apoyan, a veces incluso se insultan, y eso es noticia.
También hay mucho discurso de odio o histérico. La ausencia de eso podría tener algún efecto positivo, pero en general, la pérdida que supone la suspensión es mucho mayor que cualquier posible beneficio.
Desde hace unos años, no soy un usuario intenso.
Creo que algunas de las consecuencias del bloqueo, que aún no se han entendido bien, se aclararán con el tiempo. Incluso con limitaciones, Twitter fue ampliamente utilizado para el seguimiento o monitoreo de los medios, no sólo por periodistas y académicos, sino también por otras organizaciones de derechos humanos.
Fue una fuente importante para identificar informes sobre conflictos de violencia armada, por ejemplo. Incluso si la decisión se revoca en algún momento, habrá repercusiones, y no todas son evidentes.
Al principio, usaba mucho Twitter para ponerme en contacto con fuentes y promocionar historias. Actualmente, uso mucho más Instagram.
Después de que Musk se hiciera cargo, la cosa empeoró mucho. Perdimos la insignia de verificado, y ahora hay muchos perfiles con la insignia que no sabemos si son falsos o no, a menudo anónimos, con decenas de miles de seguidores. Mi alcance también se redujo significativamente, y a veces de la nada. Perdí mil o dos mil seguidores.
No estoy segura de si Twitter fue más un estorbo que una ayuda, porque amplificó mucho los mensajes de ataque y la desinformación corrió como la pólvora. Se convirtió en una tierra sin ley, donde todo se ignoraba y se permitía, como si todos los países siguieran la ley estadounidense.
Este año me amenazaron en una campaña de odio que empezó en X, y los perfiles que lo hicieron ni siquiera fueron castigados. Permanecer allí se convirtió en un reto porque había que vivir dentro de las cloacas.
Twitter es una fuente de investigación e información muy importante para quienes trabajan en política internacional. Muchos jefes de Estado y autoridades hablan en X antes de emitir otras declaraciones oficiales. Muchas noticias de última hora proceden de la plataforma. Sin ella, nos quedamos a oscuras y las investigaciones se complican mucho más.
Sin X, también perdemos un canal que ayudaba a que nuestras historias llegaran a una audiencia que consume noticias a través de la plataforma, ya que siempre replicábamos las noticias allí. El propósito de la plataforma de servir de plaza pública digital alimentaba la conversación sobre las historias. Aunque hubiera críticas, eso también forma parte del juego.
Me parece bien no estar más ahí. Twitter era un manicomio, y Bluesky es parecido. Publico allí y consigo mucha repercusión.
Para el trabajo, puedes arreglártelas sin él: lo que circula allí se puede encontrar en otra parte. Para el podcast, era bueno para encontrar videoclips, pero los encontraré en otra parte.
En general, me parece bueno para mi salud mental. Twitter ya era malo antes de Musk, y luego empeoró. Mi vida es mejor sin la ansiedad de ver constantemente lo que está pasando.
No creo que afecte en absoluto al periodismo ni a mi trabajo. Twitter seguía siendo muy relevante para difundir desinformación, pero su utilidad periodística y su alcance ya habían disminuido significativamente.
Hubo una coincidencia con el bloqueo: en Núcleo teníamos previsto anunciar el cierre de nuestra página de Twitter esta semana. La bloquearon el viernes, e íbamos a anunciar el cierre el miércoles (3 de septiembre).
No queremos invertir más en esta plataforma, no sólo por alcance e inversión, sino también por razones morales. Era una plataforma que ya no valoraba la información, sino la difusión de ideas que podían ser discurso de odio. Así que no queríamos estar allí por razones tanto profesionales como morales.
Hay otros canales de promoción. Google es mucho más importante. También están Threads, LinkedIn y Bluesky.