La adopción de la inteligencia artificial en las redacciones brasileñas se ha centrado principalmente en el aumento de la productividad, con herramientas para tareas como transcripciones y traducciones automáticas que facilitan el trabajo diario de los periodistas. Sin embargo, la tecnología aún no ha inspirado la creación de nuevos productos periodísticos, con escasos ejemplos en este sentido. Además, los medios de comunicación son cada vez más vulnerables a la explotación de sus datos por parte de las grandes plataformas tecnológicas, que utilizan estos contenidos para entrenar sus sistemas y a menudo redirigen el tráfico, poniendo en peligro la relevancia de los periódicos en la competencia por la atención del público.
Estas son algunas de las principales conclusiones del informe “Periodismo e Inteligencia Artificial – Impacto para los editores brasileños”, la primera publicación de Momentum - Journalism and Tech Task Force, un nuevo think tank brasileño dedicado a reflexionar sobre las intersecciones entre prensa, tecnología y políticas públicas en el llamado Sur Global. Con versiones en portugués, inglés y español, el informe se publicó en noviembre con el apoyo del Fondo Internacional para los Medios de Interés Público (IFPIM).
Portada del informe “Periodismo e Inteligencia Artificial – Impacto para los editores brasileños”, la primera publicación de Momentum - Journalism & Tech Task Force.
El estudio se basó en entrevistas con representantes de 13 empresas y asociaciones periodísticas, entre las que se incluyen medios independientes de menor tamaño, como Agência Pública y la agencia Aos Fatos, así como varios de los mayores medios de comunicación del país, como los periódicos Folha de S.Paulo, O Estado de S.Paulo y O Estado de Fatos.
La principal conclusión del estudio es que “el impacto de la IA en el periodismo brasileño presenta desafíos significativos, vinculados a la dependencia de las grandes tecnológicas, la dificultad para determinar y negociar los valores atribuidos al contenido periodístico. Al mismo tiempo, se percibe como una oportunidad, que puede traer, entre otras cosas, una mayor productividad”.
La fundadora y CEO de Momentum es Paula Miraglia, cofundadora de Gama Revista y del periódico en línea Nexo. De acuerdo con Miraglia, la nueva iniciativa surgió de la comprensión del papel central que la tecnología ha desempeñado para el periodismo en los últimos 15 a 20 años, especialmente en Brasil, donde la aparición de medios nativos digitales ha ayudado a democratizar el acceso a la información en un mercado históricamente concentrado. Al mismo tiempo, las plataformas tecnológicas han creado otros tipos de dependencia, dijo.
“Ha quedado claro cómo la tecnología puede ser un elemento para democratizar el acceso a la información, cómo puede cambiar las configuraciones del ecosistema mediático”, dijo Miraglia a LatAm Journalism Review (LJR). “Pero poco a poco, comprendemos otros aspectos de esta relación con la tecnología. Un aspecto es lo que yo llamo la dependencia estructural del periodismo de las plataformas tecnológicas. Por ejemplo, son las grandes mediadoras entre quienes producen periodismo y su audiencia”.
De acuerdo con el investigador que dirigió el estudio, el periodista y académico Daniel Buarque, la encuesta sólo tardó unos dos meses en prepararse, ya que la intención era hacerse una idea del estado actual de la adopción de la IA por parte de las redacciones brasileñas en un escenario que cambia rápidamente. Las entrevistas, cuyas respuestas fueron anónimas, constataron que el uso de la IA para mejorar y agilizar el trabajo de los periodistas está bien establecido.
“Herramientas como la traducción automática, la transcripción automática, la sugerencia de titulares, la sugerencia de enfoques y la estructuración de boletines se incorporan para aumentar la productividad”, dijo Buarque a LJR. “No conozco a nadie que no utilice Pinpoint”, añadió, en referencia a la herramienta de transcripción automática de Google.
Por otro lado, aunque hay iniciativas que exploran el uso de la IA para el desarrollo de productos, esta etapa aún es incipiente. Buarque cita varios usos potenciales: herramientas que convierten reportajes en audio o video, chats interactivos con los lectores, personalización de contenidos, adaptación de noticias para públicos específicos, como una herramienta que transforma reportajes en versiones para niños, entre otros.
“Algunos medios están avanzando un poco más en esta dirección, buscando incorporar la IA como parte de la cultura de la empresa, pero, en general, lo que se consolida es su uso para ganar en productividad”, dijo Buarque.
Los dos mayores riesgos citados, según la encuesta, son la posible sustitución de los periodistas por la automatización y el uso no remunerado de datos periodísticos por parte de los grandes sistemas de IA. En cuanto a la posible sustitución, los entrevistados dieron información tranquilizadora a reporteros y editores que pudieran estar preocupados.
“Todos los editores que entrevistamos dicen que quieren proteger a los periodistas, dicen que no quieren sustituirlos. El discurso, al menos, es contrario a la sustitución”, dijo Buarque.
La otra gran preocupación citada por los editores, según la encuesta, es que los grandes modelos de IA, como ChatGPT, Claude.ai y Gemini, utilizan datos periodísticos para entrenar sus sistemas sin autorización. Además, el sector teme que las plataformas de IA empiecen a actuar como intermediarias entre los contenidos y los lectores, debilitando a los medios de comunicación tradicionales: en lugar de acceder directamente a los medios de prensa, el público puede empezar a consumir información directamente en las plataformas de IA, reduciendo el tráfico a los sitios de noticias y socavando sus ingresos.
Por si fuera poco, el informe constata una enorme asimetría de poder entre las plataformas digitales y los medios de comunicación. Para contrarrestarla, Paula Miraglia propone una táctica doble. Lo primero que defiende la directora ejecutiva de Momentum es que los medios se coordinen entre sí para poder negociar colectivamente. Cita como ejemplo a Dinamarca.
“Una postura conjunta cambiaría por completo este escenario”, dijo Miraglia. “Es lo que estamos viendo que ocurre en Dinamarca. Allí, absolutamente todos los editores, pequeños y grandes, se unieron y dijeron: 'Nadie va a negociar individualmente'”.
Este frente amplio podría asignar un valor a sus contenidos antes de sentarse a la mesa con las empresas, lo que aumentaría su poder de negociación.
“Esto no significa que el valor asignado sería aceptado inmediatamente por las empresas, pero al menos haría que las empresas de medios de comunicación llegaran a la mesa de negociación en un lugar diferente”, dijo Miraglia. “No simplemente como alguien que está ahí para aceptar un acuerdo que proponen las empresas”.
En cuanto a las posibles disrupciones de la tecnología, Miraglia lo compara con la llegada de lo digital.
“La industria de los medios de comunicación nunca se ha recuperado del todo de esto, nunca ha sido capaz de igualarse, de aceptar realmente esta realidad. Hay medios que siguen hablando de la transición al digital”, dijo. “Así que esta es otra etapa de un proceso que lleva mucho tiempo en marcha”.
Algo que el informe no analiza y que podría motivar otros estudios, según Miraglia, es el comportamiento de los usuarios en relación con la tecnología.
El estudio de Momentum sobre Brasil ha impulsado al menos una iniciativa similar en la región: la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) está llevando a cabo una investigación inspirada en la brasileña, también con el apoyo del IFPIM.
De acuerdo con Agustina Ordoñez, miembro de Adepa que participa en el proyecto, los primeros resultados muestran que los medios argentinos están incorporando la IA de forma diferente, ya que algunos utilizan la tecnología de forma intensiva y otros de forma moderada.
En el mediano plazo, las iniciativas podrían servir de insumo para regular tanto el sector de la IA como las plataformas tecnológicas en ambos países. En cuanto a estas últimas, la discusión al respecto estuvo candente en Brasil hace unos dos años, pero desde entonces se ha enfriado. Teniendo en cuenta el alineamiento de las Big Tech con el gobierno de Donald Trump, que imposibilita el avance de esta agenda en suelo estadounidense, los países del Sur pueden dar el ejemplo, dijo Miraglia.
“El gobierno brasileño puede señalar que está comprometido a garantizar que, en una economía emergente como la brasileña, la tecnología esté en sintonía con el interés público”, dijo. “Y no me refiero sólo al periodismo, sino al desarrollo de tecnologías que tengan como horizonte el interés público”.