La ciudad de Ayacucho, al sur de Perú y con poco más de 215 mil habitantes, fue escenario de una tragedia que conmocionó al país el 15 de diciembre del año pasado. Una protesta que terminó en enfrentamiento con las fuerzas del orden dejó un saldo de 10 manifestantes muertos, presuntamente a manos de miembros del Ejército.
La protesta se dio en el marco de la convulsión social que vive Perú desde el intento de autogolpe de Estado del expresidente Pedro Castillo y la llegada al poder de la actual mandataria, Dina Boluarte, el 7 de diciembre de 2022. Las manifestaciones han dejado hasta el momento casi 80 muertos, según cifras de la Defensoría del Pueblo de Perú.
Tras la masacre en Ayacucho, la presidenta Boluarte declaró que los fallecimientos habían ocurrido luego que una “avalancha de 4 mil personas” había intentado ingresar al aeropuerto de esa ciudad y que, por tanto, habían tenido que intervenir las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, en medio de un ambiente de opacidad informativa por parte del gobierno, una pareja de periodistas del medio digital de periodismo investigativo IDL-Reporteros, con sede en Lima, logró demostrar, mediante un trabajo de reconstrucción forense, que el número de manifestantes no superó los 300 y que al menos seis de las víctimas habían fallecido por balas disparadas por militares, lejos del aeropuerto, a diferencia de lo que declaró la presidenta.
El trabajo quedó registrado en el reportaje en video “Ayacucho: Radiografía de homicidios”, publicado el 12 de febrero, el cual marcó un hito en la historia del medio digital y fue reconocido con el Premio Gabo 2023 en la categoría Imagen durante la pasada entrega, el 30 de junio.
La investigación no sólo reveló información inobjetable de lo ocurrido en Ayacucho, sino que también demostró la utilidad del periodismo de reconstrucción con materiales de fuentes abiertas en la cobertura de conflictos sociales en América Latina.
“En ese momento, la información que llegaba de las regiones era muy opaca. Había videos, pero sueltos, no se mostraba muy bien qué es lo que había pasado, y los medios peruanos acá de Lima, de la capital, no cubrían el caso, no investigaban, simplemente reproducían las declaraciones de la presidenta”, dijo Rosa Laura, periodista de IDL-Reporteros y autora del reportaje, a LatAm Journalism Review (LJR). “Ante esto, nuestro objetivo fue investigar lo que había pasado para poder reconstruir los hechos, para poder saber exactamente qué sucedió toda esa jornada de protesta del 15 de diciembre”.
Laura y su colega César Prado, también autor del reportaje, se dieron a la tarea de tratar de darle sentido a la información audiovisual que había en redes sociales sobre los sucesos en Ayacucho. Consiguieron también videos de las familias de las víctimas y de periodistas locales que cubrieron los hechos. Ante la abrumadora cantidad de material audiovisual, los periodistas supieron que tenían que hacer un trabajo en video para que los lectores pudieran ver con sus propios ojos cómo habían ocurrido los hechos sin dejar espacio para dudas o interpretaciones.
En un medio en el que el texto ha sido el formato predominante, “Ayacucho: Radiografía de homicidios” representó el reto de incursionar tanto en el formato audiovisual como en la narrativa de reconstrucción.
“Esta ha sido una investigación pionera, no solo para el medio, sino en general, porque no se habían hecho muchas reconstrucciones ni se había usado material de fuente abierta para reconstruir violaciones a derechos humanos en el país”, dijo Laura. “Específicamente en el medio nunca se había hecho un reportaje audiovisual. Entonces, fue un reto también poder hacer ese guion, locución y la idea de cómo contar los hechos”.
El jurado del Premio Gabo en la categoría Imagen, que estuvo integrado por los periodistas Eliza Capai (Brasil), Leiqui Uriana (Colombia/Venezuela) y Martín Caparrós (Argentina), destacó el uso del formato de reconstrucción en video sin caer en el sensacionalismo y el alarde de recursos técnicos, para contar lo que el Estado peruano estaba tratando de ocultar.
Los jueces exhortaron además a otros periodistas de la región a experimentar con el formato para contar historias similares en sus países.
“La de ‘Ayacucho…’ es una forma novedosa que no se regodea en su novedad, sino que la emplea para contar lo que interesa”, escribió el jurado en su acta. “No solo es un gran trabajo periodístico sino, sobre todo, un modelo de trabajo que queremos proponerle a los colegas de todo el continente”.
La narrativa del reportaje, de 10 minutos de duración, se desenvuelve a lo largo de una línea de tiempo que ubica los hechos a lo largo de las más de ocho horas que duraron los enfrentamientos del 15 de diciembre. Asimismo, se apoya en mapas y geolocalización para dar certeza de los lugares exactos donde ocurrieron los asesinatos.
En la ubicación geográfica de los hechos, Prado jugó un papel fundamental. Al ser originario de Ayacucho, permitió el acercamiento a periodistas locales que habían captado imágenes y video de las protestas. Además, su conocimiento de las calles y alrededores de la ciudad facilitó la geolocalización de los puntos de conflicto.
“Era muy importante saber, a partir de clips muy cortitos de apenas algunos segundos, en qué lugar estaban situadas esas situaciones, o sea, lo que había pasado con algunos de los manifestantes”, dijo Prado a LJR. “Hemos tenido videos cortos donde aparecen manifestantes que han sido impactados por balas. No solamente los fallecidos, también los heridos”.
Laura y Prado dijeron haber tomado como referentes trabajos de reconstrucción forense de asesinatos a manos de fuerzas del orden de otros medios como La Silla Vacía (Colombia), que en 2021 ganó el Premio Gabo en Innovación por el trabajo “La Silla reconstruye cómo policías mataron a los tres jóvenes de Verbenal”; y Cerosetenta (Colombia), cuyos trabajos de reconstrucción “El segundo a segundo del disparo que mató a Dilan Cruz” y “Siete horas de angustia en La Modelo” fueron finalista y nominado del mismo premio, respectivamente.
También revisaron trabajos del mismo estilo de medios internacionales como The New York Times y The Washington Post (Estados Unidos), así como de organizaciones como Bellingcat y Forensic Architecture (Reino Unido).
Sin embargo, a diferencia de dichas organizaciones, que cuentan con tecnología y equipos amplios, “Ayacucho: Radiografía de homicidios” fue realizado por Laura, Prado y una editora de video únicamente.
“Pensamos que tal vez [el trabajo] fue un poco rudimentario, pero fue bien intenso. Fueron semanas de trabajo bien intenso para poder sacar la publicación lo más rápido posible con los recursos que teníamos”, dijo Laura, quien agregó que la etapa de investigación comenzó apenas unos días después de la masacre y tomó tres semanas.
En cuanto a la tecnología utilizada, los periodistas recurrieron a Google Earth, no solo para geolocalizar los hechos en el videorreportaje, sino también para determinar las distancias entre un punto y otro con la función de medición de la aplicación. Esto sirvió para comparar la distancia entre las víctimas y los militares, con el alcance de las armas que usaron estos últimos.
De esa forma, tras averiguar que el Ejército había usado ese día fusiles con un alcance efectivo de 600 metros, los periodistas pudieron calcular la ubicación de los elementos que dispararon a partir del lugar donde cayeron las víctimas.
“Ya sabíamos dónde indagar más, por dónde llevar la investigación, de acuerdo a esa base que teníamos. Así hemos encontrado videos donde mostraban a los militares exactamente en ese momento, disparando desde el punto en que habíamos calculado, hacia los manifestantes. Entonces, eso nos ayudó bastante”, contó Laura. “También el conocimiento que tenía César de los lugares, de las calles, fue muy importante para poder identificar dónde se habían grabado los videos”.
“Ayacucho: Radiografía de homicidios” muestra imágenes y datos de las necropsias de los fallecidos en la masacre del 15 de diciembre. Gracias a esa información, el reportaje pudo establecer más vínculos de las heridas de las víctimas con las armas usadas ese día por los militares.
Pero los autores del reportaje no obtuvieron esa ni ninguna información oficial de manos de autoridades, pese a múltiples intentos por acercarse a las Fiscalías. Las autoridades de justicia de Perú han mantenido una actitud de opacidad hasta el momento, no solo en el caso de Ayacucho, sino también en otros casos de violencia en manifestaciones en otras ciudades del país, de acuerdo con Prado.
“Tanto el Ejecutivo como el Ministerio Público se han mantenido a puertas cerradas absolutamente a dar cualquier información. Ni siquiera se ha respetado algo que es muy útil para los periodistas y que se ejerce hace mucho tiempo, que es la Ley de Transparencia. Nosotros hemos solicitado tanto a la Policía como al Ejército y a otras instituciones información sobre lo que ocurrió ese día y la única respuesta que obteníamos era que esa información era secreta o reservada, y no más que eso”, dijo el periodista.
Además de conseguir acceso a la carpeta de investigación de la Fiscalía y a documentos de las necropsias y peritajes balísticos a través de abogados de las víctimas, Laura y Prado recurrieron a antropólogos forenses para tener su opinión técnica sobre lo que se veía en cada uno de esos documentos. Gracias a esa información, IDL-Reporteros fue el primer medio en dar a conocer la identidad de los presuntos disparadores.
“Con eso ya cerramos completamente el círculo, porque correspondía y corroboraba lo que nosotros habíamos hallado en los videos”, dijo Laura.
El equipo también obtuvo información clave de las familias de las víctimas que complementó los datos de fuentes abiertas. La urgencia de los familiares por dar con los responsables de los asesinatos los motivó a colaborar con los periodistas, ya que hasta ese momento no había habido ningún detenido ni avances significativos en la investigación. Esa situación permanece hasta la fecha, pese a que en junio pasado, un equipo especial de la Fiscalía de la Nación ordenó al Poder Judicial de Perú la entrega de la información clasificada por el Ejército como “reservada”.
“Ellos [los familiares] sí nos apoyaron porque conocían el trabajo de IDL. IDL tiene un buen prestigio ya ganado y cuando les contábamos lo que estábamos haciendo, sabían que teníamos bastante información y que lo estábamos trabajando de una manera correcta, ética”, dijo Laura. “Aparte fuimos abiertos con lo que teníamos, a la familia sí le podíamos comentar la información que teníamos y qué cosa era lo que nos faltaba”.
Entre los impactos que ha tenido “Ayacucho: Radiografía de homicidios” está el hecho de que el reportaje fue incorporado como evidencia dentro de la carpeta de investigación cuando el caso estaba a cargo de la Fiscalía local de Ayacucho. Además, tras ganar el Premio Gabo, el caso logró visibilidad internacional, lo cual los autores esperan que se traduzca en mayor presión sobre las autoridades para hacer justicia.
Sin embargo, la contundencia del reportaje también ha traído impactos negativos para IDL-Reporteros. Tras la publicación, el medio ha sido víctima de ataques tanto en línea como físicos por parte de grupos violentistas que disfrazan sus agresiones como defensa a instituciones como la Policía y el Ejército, contaron los periodistas.
“Luego que salió el trabajo, recuerdo que fueron ahí a [las instalaciones de] IDL a hacer un plantón. Hace poco botaron bolsas de excremento ahí a IDL. Incluso cuando una periodista pasó el reportaje que hicimos de Ayacucho en su programa, también fueron a su casa a insultarla y difamarla. Entonces ha sido un ataque constante”, dijo Laura.
Los ataques vienen de años atrás, desde que IDL-Reporteros comenzó a publicar revelaciones sobre la participación de funcionarios peruanos en el caso Lava Jato. Aunque las agresiones comenzaron en el ámbito digital, al poco tiempo escalaron al terreno físico, en particular en contra de Gustavo Gorriti, director del medio, al grado que el 24 de julio de este año, la CIDH otorgó medidas cautelares en favor del periodista tras determinar que se encuentra en una situación de inminente riesgo.
Sin embargo, la actitud de Gorriti y de su equipo ha sido de responder a los ataques con más investigaciones con el rigor necesario para que no puedan ser refutadas y causen un impacto en la realidad peruana. “Ayacucho: Radiografía de homicidios” es muestra de ello. El formato del reportaje permitió mostrar las cosas lo más cercano posible a como sucedieron, sin estar basado en la observación de un periodista o en la memoria de testigos, coincidieron sus autores.
“Yo creo que el trabajo es tan exacto, lo hemos verificado tantas veces y muestra hechos inobjetables, que nadie puede rebatir lo que muestran las imágenes”, dijo Laura. “Sí creemos que logramos dar un una investigación de calidad para el público que obtuvo repercusiones en la sociedad”.
Banner: Ministerio de Defensa del Perú, CC BY 2.0; Candy Sotomayor, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons