Aún no culmina el primer mes del año, y América Latina ya registra al menos cuatro asesinatos de periodistas: dos en México, uno en Perú y otro en Colombia. La cifra prende las alarmas entre organizaciones defensoras de las libertades de prensa y expresión que ven en estos números evidencia de cómo la violencia letal sigue siendo usada para censurar a la prensa.
“Aunque los contextos y circunstancias son diversos, estos crímenes son un recordatorio desgarrador de que América Latina sigue siendo una de las regiones más peligrosas del mundo para la prensa”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Artur Romeu, director de la oficina en América Latina de Reporteros Sin Fronteras (RSF). “Este inicio de año deja en evidencia que la violencia sigue siendo uno de los principales mecanismos de censura en muchos países de la región”.
Si bien todavía se investiga la relación directa de los crímenes con el trabajo periodístico de las víctimas y es pronto para determinar alguna tendencia, el aumento de ataques a periodistas en la región, que incluye el alto número de asesinatos en el primer mes de 2025, puede analizarse desde tres elementos, dijo Jonathan Bock, director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) de Colombia, a LJR.
Uno de ellos tiene que ver con la reconfiguración o consolidación de grupos o bandas armadas ilegales en varios países de la región que cada vez están consiguiendo mayor poder y que amenazan el periodismo para controlar la información.
“Hay una relación directa entre el aumento de los ataques contra periodistas y esta reconfiguración de los grupos, sobre todo ligados al narcotráfico, que como estrategia buscan silenciar al periodismo para generar miedo en la ciudadanía”, dijo Bock.
A esto se suma una “respuesta institucional muy débil”. Bock dijo que los Estados han demostrado que no tienen una respuesta efectiva ante el aumento de los crímenes contra periodistas, ni siquiera aquellos que cuentan con la “arquitectura institucional” para defenderlos – es decir, países con mecanismos u otras formas de protección.
“Y no solamente me refiero [a responder] al efecto individual – no solamente en poder atender cuando los periodistas son amenazados, en generar una protección y unas rutas de atención – sino que en términos generales no hay una respuesta al efecto colectivo que genera cuando se asesina a un periodista: y es la censura y es el miedo”, dijo Bock.
Justamente los efectos colectivos deben ser tenidos en cuenta para entender la violencia contra la prensa, dijo Bock.
“Lo que pasa muchas veces es que matan a la voz más visible para mandar un mensaje a la comunidad y a los colegas que dejan de investigar y dejan de publicar”, agregó. “Es difícil cuantificar esos silencios posteriores a los asesinatos o a los hechos de violencia”.
Para Bock, tanto Estados como ciudadanía deben mirar rutas para lograr que esos silencios no se multipliquen.
Los crímenes de 2025
El asesinato registrado más recientemente fue el de Alejandro Gallegos León, director de la página de denuncia ciudadana ‘La Voz del Pueblo’, cuyo cuerpo fue encontrado el 25 de enero en una carretera que conduce al municipio de Cárdenas en el estado de Tabasco, México. Gallegos, quien se especializaba en la cobertura de temas políticos y educativos, había sido reportado como desaparecido el día anterior.
La Fiscalía General del Estado de Tabasco dio a conocer el hallazgo del cuerpo e informó que abrió una investigación del crimen. Artículo 19 exigió a la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos cometidos contra la Libertad de Expresión (Feadle) y a la Fiscalía General de México atraer el caso de Gallegos para que el trabajo periodístico sea investigado como posible móvil del crimen.
También en México, el 17 de enero fue asesinado Calletano de Jesús Guerrero en el municipio de Teoloyucan, Estado de México. Según Artículo 19, el 13 de enero el periodista recibió amenazas de muerte por parte de presuntos miembros de grupos dedicados a robar combustible quienes fueron hasta su vivienda ubicada en Huehuetoca, Estado de México.
Por tal motivo, se solicitó el acompañamiento urgente al Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Aunque como medida urgente, el Mecanismo lo sustrajo de su domicilio ese mismo día, fue asesinado cuatro días después.
De acuerdo con Artículo 19, el crimen ocurrió después de más de una década de agresiones en contra del periodista y de otros integrantes de Global México, medio para el que trabajaba Guerrero.
“Desafortunadamente no es la primera vez que ocurre un patrón de asesinatos en corto tiempo. En el año 2022, el más letal del que tengamos registro, enero finalizó con cuatro asesinatos”, dijo a LJR Leopoldo Maldonado, director de Artículo 19.
Maldonado dijo que los asesinatos en México pueden estar relacionados con la reacomodación territorial de grupos criminales que se da con cada cambio de gobierno. “Pero sobre todo, al desdén y a la incapacidad del Estado para prevenir estos crímenes, además de los altos niveles de impunidad que prevalecen”, dijo.
Según dijo, la agenda de derechos humanos en general, y la libertad de expresión, en particular, “no figura en el discurso de la presidenta [Claudia] Sheinbaum”.
En Perú, el pasado 20 de enero Gastón Medina Sotomayor se convirtió en el primer periodista asesinado en el país desde 2017. Medina era propietario y director de Cadena Sur TV, en la provincia y región Ica, y se caracterizaba por su estilo crítico y mordaz. Medina había estado denunciando presuntos gastos elevados en la alcaldía provincial, así como otras irregularidades.
Hacia mediodía y cuando iba a subirse a un vehículo que lo llevaría a realizar su segundo programa del día, una persona encapuchada a bordo de una motocicleta le disparó en varias oportunidades a Medina. Fue llevado a un hospital, pero ya estaba muerto.
La Asociación Nacional de Periodistas de Perú exigió que se priorice “la probable vinculación del crimen con el trabajo informativo” del periodista teniendo en cuenta que “había recibido amenazas de muerte en anteriores oportunidades, sufrió atentados en su contra y fue objeto de múltiples y expresas animadversiones en diversos ámbitos de su vida a consecuencia de su estilo frontal y controversial”.
En Colombia el pasado 24 de enero fue asesinado Óscar Gómez Agudelo en Armenia, departamento de Quindío. El periodista, quien previamente fue representante a la Cámara de Diputados, estaba a punto de ingresar a la emisora Rumba del Café cuando un hombre le disparó en varias oportunidades.
De acuerdo con información recolectada por la FLIP, su crimen podría estar relacionado con las denuncias que estaba realizando en su programa ‘La comunidad por la comunidad’, y por las que incluso había recibido amenazas y había manifestado miedo de seguir con su labor. La FLIP registró su crimen como el primer asesinato de periodistas este año en Colombia. Aunque el 19 de enero el locutor radial Diomedes Farid Manrique fue muerto en confusos hechos, la información recolectada por la FLIP daría cuenta que el ataque no iba dirigido a él.
Los asesinatos en América Latina no parecen ser una excepción a nivel mundial. Andrea Cairola, jefe interino de la sección de Libertad de Expresión y Seguridad de los Periodistas de la Unesco, dijo que en lo que va del año, el Observatorio de Periodistas Asesinados de la organización ha registrado homicidios de periodistas en todas, excepto una, las regiones del mundo.
“Esto demuestra que los periodistas siguen siendo atacados y corren peligro en todas las partes del mundo, incluido el riesgo máximo de perder la vida”, dijo Cairola a LJR.