Volver casi 30 años atrás, a la época en la que la violencia por el conflicto armado colombiano estaba en su apogeo, es la sensación que tienen algunos periodistas locales de la región del Catatumbo, en el noreste del país.
“Esto es como volver, repetir, con otros actores, con otras personalidades, pero es siempre repetir las vivencias. En cuestión de 16 días [del año nuevo] volvemos otra vez a la situación del conflicto armado”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Miguel Ángel Santiago, director de la emisora comunitaria Teurama Estéreo, ubicada en Teorama.
Teorama es uno de los 11 municipios que conforman la región del Catatumbo, frontera con Venezuela y la cual ha vivido olas de violencia desde finales de los años 80. Diferentes actores armados (guerrilla y paramilitares) han controlado la región.
Sin embargo, desde el pasado 15 de enero, la región ha vivido intensos enfrentamientos entre el grupo guerrillero del Eln y las disidencias de la guerrilla de las Farc por el control del territorio y las rutas de cocaína. El Eln también ha perseguido a firmantes de paz (miembros de la guerrilla de las Farc que firmaron el acuerdo de paz con el gobierno en 2016), los sacaron de sus casas y los asesinaron.
De acuerdo con cifras de la Defensoría del Pueblo de Colombia, estos recientes enfrentamientos ya han dejado más de 80 muertos (aunque las cifras varían) y al menos 36.000 personas desplazadas. La mayoría de estas personas llegan a Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander, o a otras ciudades cercanas como Ocaña.
“Hacer radio, hacer periodismo en esta región es muy complicado”, dijo Santiago. “Dentro del territorio no se hace más que todos estos días escuchar estruendos, bombazos, ráfagas”.
Estos hechos, que llevaron a que el presidente Gustavo Petro suspendiera las negociaciones de paz con el Eln, han captado la atención de medios nacionales e internacionales. Sin embargo, llegar hasta los corregimientos donde tiene lugar los enfrentamientos no ha sido fácil.
“La verdad la mayoría de la cobertura se ha hecho desde Cúcuta o desde Ocaña”, dijo a LJR Cristian Herrera, periodista independiente de Norte de Santander quien ha cubierto el conflicto armado de la zona desde hace 22 años.
Teniendo en cuenta que es allí a donde están llegando la mayoría de las personas desplazadas, Herrera dijo que los periodistas han podido tener información de primera mano de parte de ellas sobre lo sucedido en el Catatumbo.
Y es que a pesar de que no hay una amenaza directa contra los periodistas, los líderes de la comunidad les han informado que el Eln no está permitiendo el ingreso de nadie a la zona. “Realmente es muy peligroso”, dijo Herrera.
Cubrir el Catatumbo no ha sido fácil, pero los periodistas locales han sabido manejarlo. Quienes llevan años cubriéndolo siempre han entendido que para hacer su trabajo deben hacerlo de la mano de la comunidad y de sus líderes.
Durante sus años de cobertura, Herrera ha podido viajar por los diferentes municipios de la región, siempre en compañía de algún líder de la comunidad, ya sea un líder social o campesino, quien a su vez pide permiso a algún grupo armado.
“Uno tenía que pedir como especie de permiso para llegar a esa zona, decir qué iba a hacer”, dijo Herrera quien explicó que eso sucedía con grupos paramilitares y grupos guerrilleros por igual.
Así también lo dijo un periodista de la zona quien ha trabajado por casi 30 años en medios locales del Catatumbo y quien prefirió omitir su nombre.
“Uno entra con los líderes comunales y los líderes comunales se encargan allá de coordinar con quién tengan que coordinar para uno poder entrar con ellos”, le dijo a LJR.
Entonces, ¿cuál es la diferencia con los hechos recientes? Para estos periodistas tiene que ver con la pérdida del vínculo de estos grupos armados con la comunidad.
“El tema es que ahorita están persiguiendo líderes comunales. Uno no sabe cómo va a quedar el tema de los líderes comunales: si van a perder peso, si van a perder vocería. […] Es a ellos que los están sacando y matando”, dijo el periodista.
Para Anthony Pacheco, periodista de la Emisora de Paz en Convención (municipio del Catatumbo), este también podría ser un cambio en la manera como se cubre la región. Aunque como la emisora de paz tiene un mandato particular por haberse creado en los acuerdos de paz con las Farc el cual se enfoca en cómo los acuerdos se cumplen e implementan, el trabajo con los líderes de la comunidad también es clave para su periodismo.
“De pronto los accesos, los permisos para llegar a ciertos lugares, van a ser más complicados”, dijo Pachecho a LJR. Cree no obstante que debido a la particularidad de la emisora de paz su contacto con las comunidades y otros actores va a mantenerse en el tiempo.
De hecho, para su colega Johanna Lobo, también de la emisora de paz, es precisamente esta cercanía con la comunidad la que les ha “mantenido las puertas abiertas” en toda la región del Catatumbo. Aunque reconoce que tal vez para periodistas fuera de la región y del departamento puede ser difícil hacerlo.
“La recomendación principal es no llegar al territorio así de buenas a primeras. Hay que tener precauciones”, dijo Lobo a LJR.
Para la periodista también es importante que periodistas fuera de la región la cubran no solamente cuando llegan estos hechos de violencia, sino también destacando lo positivo y la manera como las comunidades de la región intentan sobrepasar el estigma que el conflicto les ha creado.
Algo en lo que coincide Geovanny Mejía, líder de la emisora de paz, para quien no solamente lo positivo debe resaltarse, sino enfocarse en qué es lo que necesitan en este momento las comunidades de la región.
“Nosotros lo que estamos dando es lo que llamamos información de servicio”, dijo Mejía a LJR.
Jonathan Bock, director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), dijo que la situación de los periodistas que cubren en Catatumbo puede definirse como una “censura sutil”.
No es que en el Catatumbo los periodistas no puedan salir a buscar información o publicarla. Pero sí se han normalizado las restricciones para moverse, la solicitud de permisos para llegar a ciertas zonas o callar ciertos temas, le dijo a LJR.
“Hay un control permanente de la información y de quiénes la están publicando”, dijo Bock haciendo referencia a esos permisos y la compañía necesaria. “Por supuesto son unas condiciones completamente riesgosas y nocivas porque evidentemente no se cuenta con libertad para poder contar varias cosas de lo que está pasando”.
Hechos como los que está viviendo la región en las últimas semanas, han captado la atención nacional lo que de alguna manera blinda a los periodistas que la cubren, dijo Bock. Sin embargo, el temor está latente entre otras razones porque no hay unas rutas claras de atención a periodistas amenazados y porque la búsqueda de referentes en el pasado para entender cómo cubrir esta violencia no son suficientes.
El control de actores en el pasado había puesto una especie de “reglas” que el periodismo podía seguir. Sin embargo, las bandas criminales actuales no las siguen, dijo Bock. Esto ha convertido a Cúcuta, capital de Norte de Santander, en la ciudad que registra el mayor número de amenazas a periodistas, según la FLIP. Y dos de los tres asesinatos de comunicadores ocurridos en Colombia en 2024, tuvieron lugar en ese departamento.
“Los periodistas nos dicen que no saben cómo responder a esta situación. Muchas veces la única respuesta que escuchan es que es mejor no hablar, que es mejor autocensurarse o que es mejor salir de la ciudad”, dijo Bock.
Esto se agrava debido a que no hay una respuesta estatal fuerte, dijo Bock. Según dijo, la política de paz total impulsada por el presidente Petro ha fallado en exigir a los grupos con quienes se negocia “ni utilizar, ni volver a objetivos militares a los periodistas porque son finalmente quienes están informando lo que está pasando”.
Santiago, desde Teorama, también hace un llamado para prestar más atención a los periodistas que cubren la región.
“Pensamos en todas las comunidades, pero también hay que pensar en los radialistas, en los locutores, en los periodistas que seguimos en la zona y que de una u otra forma también sufrimos el flagelo del conflicto armado”, dijo Santiago. “[Recordar] que nosotros existimos, que nosotros también estamos aquí vigentes, que estamos trabajando para que la comunidad se sienta informada y que es una labor que no es fácil de hacer, pero que de igual manera aquí estamos y seguimos para adelante”.