“Las crisis políticas y de salud pública que enfrentaron los brasileños en 2020 han fortalecido al periodismo. La gestión errática e irresponsable de los esfuerzos de los agentes públicos contra la propagación del coronavirus ayudó a la prensa a reivindicar su papel de actor clave en la defensa de la vida de las personas. Cuando quedó claro que la información confiable era una cuestión de vida o muerte, el periodismo garantizó el acceso a datos que los gobiernos no podían administrar o no dar a conocer. La consciencia de la profunda relación entre la salud de las personas y el derecho a la información materializó la necesidad de abogar por la democracia. Esa necesidad reafirmó la importancia del periodismo incluso cuando se encuentra bajo ataque del poder ejecutivo federal y sectores de la sociedad.
En 2021, el coronavirus seguirá en circulación, los gobiernos faltarán y los ataques no cesarán. Para ganar más relevancia y responder a las hostilidades en consecuencia, el periodismo debe ampliar su comprensión y su relación con la sociedad a la que sirve. Por un lado, debe fortalecer los mecanismos que le permitan velar por el bien público, especialmente investigando. Por otro, debe realizar un esfuerzo aún más significativo para acoger la pluralidad de un país continental desigual. Eso a veces significa empujar nuestros propios límites y trabajar codo a codo con otros actores a favor de los valores democráticos.”
