*Por Kirvin Larios. Este artículo fue publicado originalmente en el sitio de la Fundación Gabo.
Las formas de representar a los pueblos indígenas están cambiando y el periodismo no puede vivir por fuera de esa realidad. Durante años, la existencia de las comunidades indígenas ha sido vista en la región latinoamericana como un problema. Según la periodista Edilma Prada, fundadora de Agenda Propia, en el continente existen más de 800 pueblos indígenas, cada uno con una cosmovisión particular y una forma de narrarse, de vivir su cultura, su lengua y relacionarse con el mundo. Además, su fuerte sentido de comunidad tiene mucho que decirle al “individualismo” de occidente, pero también a la concepción y desarrollo de los trabajos periodísticos.
Las comunidades indígenas han sido estigmatizadas desde la academia, las instituciones y los medios de comunicación. ¿De qué manera pueden los periodistas contar e informar sobre sus pueblos? ¿Qué formas de participación plantean los expertos para romper con los paradigmas que perpetúan estereotipos? ¿Qué prácticas deben tenerse en cuenta al momento de cubrir estos temas? ¿Y por qué es necesario la participación de los pueblos originarios en el trabajo periodístico e incluso el editorial?
Estos y otros interrogantes fueron abordados en el encuentro ‘La palabra indígena: una conquista de la dignidad, la memoria y la vida’, tercero del ciclo de seminarios web ‘Escenarios posibles para un periodismo diverso e inclusivo’, organizado por la Fundación Gabo y el clúster EUNIC Colombia (European Union National Institutes for Culture), en el marco de la iniciativa EULAT 4 Culture. Además de Edilma Prada, en la charla participó el mexicano Juan Manuel Jiménez Ocaña, experto en interculturalidad y educación indígena.
1. Acabar con la victimización y la criminalización
“Las historias periodísticas de los pueblos indígenas por lo general se narran poniéndolos a ellos o a su comunidad desde las víctimas”, sostiene Edilma Prada. Bajo esta mirada son vistos como los “pobrecitos”, los “excluidos”; una representación recurrente en titulares y notas de prensa de toda Latinoamérica.
Adicionalmente, el relato de “las fuentes oficiales” ha optado por criminalizar los actos legítimos de los grupos indígenas, como las protestas o reuniones en las que exigen el cumplimiento de sus derechos. “En la época fuerte del conflicto armado, en Colombia fue recurrente que se les acusara de guerrilleros o de pertenecer a grupos armados ilegales”, comenta Prada. A esto se suma el relato que ha querido señalarlos como narcotraficantes, sin dar cuenta de aspectos culturales como la siembra de la hoja de coca, considerada sagrada para muchos pueblos indígenas.
2. Salirse del ‘marco referencial’ occidental
Existe “una representación del indígena como alguien que hay que civilizar, llevarle cultura y enseñarle español para que se incorpore, se integre y salga adelante”, dice Juan Manuel Jiménez. Este enfoque ha impedido mostrar a las comunidades indígenas con sus propias maneras de interpretar y nombrar el mundo. Así hemos impuesto nuestro “marco referencial”, además de una postura “mesiánica” y “una caparazón de eurocentrismo” desde la que asumimos que podemos darles lo que ellos “necesitan”.
Frente a esto, Jiménez considera que otro camino es “darles la voz”, no en términos condescendientes ni de “buena voluntad” sino de respeto; reconociendo que existen otros pensamientos, voces y miradas más allá de las predominantes en la academia e instituciones. “Es importante ver que hay otras posibilidades epistemológicas y lingüísticas que no son sólo objeto de estudio y que pueden ayudarnos a crecer juntos”, sostiene.
3. No confundir sus formas de vida con “pobreza”
Entendiendo que para todos los pueblos indígenas debe haber una garantía de derechos humanos (entre ellos el derecho a un aire limpio, agua potable, alimentación suficiente, salud, seguridad, etcétera), no se deben confundir su modos de vida con “pobreza” o con lo que habitualmente asociamos a este concepto. Tal cosa sucede con ciertos medios y periodistas que visitan a comunidades indígenas en las selvas. Aunque es cierto que algunas viven en condiciones de “precariedad complicada”, señala Prada, hay que tener en cuenta que algunas condiciones obedecen a formas de vida —como al vivir en malocas— o a saberes espirituales de la comunidad. Muchas veces tienen una abundancia alimentaria. Los llamados de urgencia que las comunidades hacen a los gobiernos y a los periodistas apuntan a la crisis climática, conflictos armados, migraciones y a la representación respetuosa de sus problemas.
4. Conocerlos y valorarlos
La discriminación que sufren los pueblos indígenas hoy día sigue siendo estructural. “Muchas veces proviene de las instituciones de gobierno del Estado, ya sea por omisión o por acentuar la imposibilidad de acceder a derechos fundamentales”, dice Juan Manuel. Ante eso considera que la interculturalidad de los pueblos originarios debe entenderse como una cuestión no solamente teórica o académica sino como una “filosofía de vida”. Por eso recomienda relacionarnos desde el respeto y la valoración de los otros, intentando dejar atrás la “ignorancia” sobre estos temas ya que “no podemos valorar lo que no conocemos”.
5. Que los indígenas sean sus propios narradores
Para Juan Manuel, es importante entender que la diversidad de los pueblos indígenas contiene miradas que hacen falta incorporar a las historias, “y si es posible que ellos sean los propios narradores”, añade.
Sobre ello, Edilma dice que desde Agenda Propia han hablado de la necesidad de “descolonizar el periodismo” y cuestionar la “estructura establecida” por los moldes tradicionales para escribir las historias e informar. “Es una estructura rígida, por supuesto importante, pero estamos en un momento donde hay flexibilidad y respeto para las distintas narrativas”.
6. Reconocer que son una “fuente oficial”
Ha sido una costumbre que la fuente oficial para hablar de temas indígenas sean los gobiernos o gobernantes de turno, el comandante o la policía o la voz institucional, pero los pueblos indígenas no cuentan con un espacio propio de participación al ser considerados por otros. “Hay que valorar a los pueblos indígenas como una fuente oficial”, recalca Edilma, y aclara que el periodismo debe ser riguroso siempre, contrastar fuentes e investigar a fondo, pero también debe abrirse a la diversidad de voces indígenas y dejar el esquema tradicional que ha omitido incluirlas. “Cuando hacemos historias de estos pueblos es supremamente fundamental que estén las voces indígenas”, dice.
7. Vincularlos al proceso editorial
No se trata solo de nombrar o citar según corresponda a las voces indígenas, también de hacerlas parte del proceso editorial. Para esto, Edilma sugiere crear una agenda editorial con la participación de voces de los pueblos indígenas, sentar “a los líderes y a las comunidades en las salas de redacción para que digan qué está pasando” con el propósito de no seguir creando agendas desde la sola mirada del editor o del periodista.
En este sentido, dice, faltan “editores interculturales” que tengan sensibilidad para editar historias narradas por periodistas indígenas. En el caso de Agenda Propia, ellas se valen de consejeras editoriales, en su mayoría mujeres, para incluir el conocimiento de sabedoras indígenas con experiencia en comunicación. Ese proceso editorial contribuiría a profundizar en los temas, señalando cuándo un trabajo está mal informado o está mal representada una comunidad, o si un tema no se comprende lo suficiente o falta incluir una voz.
8. Que cuenten sus propias historias
Teniendo en cuenta la existencia de periodistas indígenas, los trabajos deben considerar sus formas de comunicación y de contar propias. Los pueblos indígenas tienen “géneros propios relacionados con su cultura, lengua, música y con la escucha del territorio”. Hay que “respetar esa mirada” al momento de hacer las historias.
Algunos trabajos elaborados con periodistas o narradores indígenas en Agenda Propia:
9. Entender la importancia de las lenguas
Las lenguas originarias o nativas de los pueblos indígenas están en riesgo de desaparecer. De los 25 millones de mexicanos que se autoadscriben como indígenas, 7 millones son hablantes de una lengua originaria, calcula Juan Manuel Jiménez Ocaña. “Perder una lengua es como que muera una cultura y eso es terrible”, advierte. Para que eso no siga ocurriendo hace falta ir más allá de las meras traducciones y dejar de creer que se puede comprender lo indígena a partir de los parámetros del castellano. En esto juega un rol importante los curriculums académicos interculturales y bilingües de las universidades y pensados desde la mirada indígena, su cultura, paisajes, formas de vida y, por supuesto, lengua y variantes dialectales.
10. Aprender de su sentido comunitario
Paralelamente a las prácticas y recomendaciones aquí mencionadas, es importante adentrarse en el sentido de lo comunitario que anida en los pueblos indígenas, sus formas de recibir conocimientos y de relacionarse con la naturaleza, tan distintas a las fomentadas por la cultura occidental y el capitalismo. “Hemos crecido bajo una mirada individualista. Los indígenas tienen muy adentro el sentido de lo colectivo, de la comunidad, ellos no son sin su comunidad y su comunidad no es sin ellos”, dice Juan Manuel. En otras palabras, el periodismo para narrar e informar sobre los pueblos indígenas no puede existir sin su voz y participación en cada momento del proceso.
(Header: Mujeres indígenas Kanamari en la Tierra Indígena Vale do Javari en Amazonas, Brasil, en 2018. Foto: Bruno Kelly/Amazônia Real)