*Por Fernanda Giacomassi, publicado originalmente en el sitio de Ajor
La divulgación de gastos de tarjetas corporativas en la gestión del expresidente brasileño Jair Bolsonaro (Partido Libera o PL) impactó la actualidad nacional e internacional en enero. Los datos, que fueron confidenciales durante el mandato de Bolsonaro, fueron puestos a disposición por la Secretaría General de la Presidencia de la República el 6 de enero, pero solo ganaron visibilidad luego del trabajo de transparencia realizado por organizaciones como Fiquem Sabendo.
La agencia de datos especializada en la LAI (Ley de Acceso a la Información) había presentado, en diciembre de 2022, una solicitud para que se publicaran los gastos de tarjetas corporativas de todos los expresidentes de Brasil. La respuesta positiva llegó el 11 de enero y los datos fueron puestos a disposición por Fiquem Sabendo en el boletín Don’t LAI to me. En solo un día, la agencia contabilizó más de 800 menciones en la prensa por reportajes sobre el tema.
“Nuestros [seguidores] en redes sociales han más que duplicado su tamaño desde la publicación. La mayor repercusión fue en Twitter, con más de 1 millón de visualizaciones y 20.000 nuevos seguidores. En Instagram pasamos de 5.000 a más de 20.000”, dijo a Ajor Luiz Fernando Toledo, editor de Fiquem Sabendo.
Durante los últimos cinco años, Fiquem Sabendo ha estado trabajando para revelar datos ocultos y difundir la cultura de la transparencia pública para la sociedad y para el periodismo. Ganadora del premio Cláudio Weber Abramo de Periodismo de Datos en 2019, la agencia ya publicó más de 600 contenidos con información inédita de gobiernos.
Toledo dice que, en los últimos años, se ha incrementado el número de periodistas y redacciones que se guían por la transparencia: “El periodismo, en general, no le dio atención a este tema como lo hace con la salud pública o la educación, por ejemplo. Nunca ha habido un sectorial o especialista en transparencia en ninguna redacción. Ahora, tal vez impulsado también por el absurdo secretismo de la información de interés público durante el gobierno de Bolsonaro, este tema llegó incluso a los titulares y hasta al debate de candidatos presidenciales [en las elecciones de 2022]”.
Agrega, sin embargo, que en un momento de crisis de confianza en la prensa, es necesario que los periodistas estudien a fondo la ley para que los reportajes sean más claros y que la información pueda ser contrastada, incluso por los lectores. “Hubo mucha confusión en la difusión de los llamados ‘100 años de secretismo’ [impuesta por el gobierno de Bolsonaro sobre información de interés público] y la impresión que quedó es que eso pasó porque todavía es un tema de poco dominio en general, no solo de los periodistas sino de los especialistas y por la propia administración pública”, dice.
Agência Pública, también asociada a Ajor, es un ejemplo de medio que utiliza la LAI para su cobertura. En diciembre de 2022, la organización lanzó su mayor campaña de crowdfunding, el proyecto “Caixa-Preta do governo Bolsonaro” (“Caja negra del gobierno de Bolsonaro”), con el objetivo de mantener un equipo dedicado a investigar los crímenes cometidos durante la última administración. La agencia, que también había presentado una solicitud de acceso al gasto de las tarjetas corporativas de los presidentes, está publicando reportajes con análisis en profundidad de los datos.
“En el último gobierno, varias de nuestras solicitudes a través de la oficina de prensa o fuentes gubernamentales fueron denegadas por la actitud agresiva que tenía Bolsonaro con el trabajo de la prensa”, explica Bruno Fonseca, editor y reportero multimedia del medio. “La LAI fue una de las herramientas más importantes que usamos para sortear el autoritarismo y acceder a datos importantes”, agrega. Solo para el proyecto “Caja negra”, el equipo de Pública ya ha presentado más de 100 solicitudes a través de la LAI.
La aprobación de la Ley de Acceso a la Información estuvo impulsada por la creación en 2003 del Foro de Derecho de Acceso a la Información Pública, una coalición de organizaciones de la sociedad civil que tuvo como objetivo movilizar al gobierno y la sociedad por la regulación de este derecho. La iniciativa es liderada por la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji) y actualmente cuenta con 30 organizaciones, entre ellas la Asociación de Periodismo Digital (Ajor, por su acrónimo en portugués).
“La LAI fue promovida por periodistas, pero es una ley civilizadora que beneficia a la sociedad en su conjunto. Cualquier ciudadano en su ciudad o barrio puede solicitar datos públicos”, explica Fernando Rodrigues, primer coordinador de la coalición y director de Abraji en ese momento, en el ebook “A Lai é 10”, publicado en 2022 en celebración de los diez años del reglamento
La transparencia pública fue una de las banderas del presidente Luiz Inácio Lula da Silva durante la campaña electoral. En su discurso de toma de posesión en el Congreso Nacional, el 1 de enero, Lula destacó la importancia de la LAI y afirmó que el derecho de acceso a la información volverá a ser respetado en su mandato.
Toledo, de Fiquem Sabendo, ve el momento como una oportunidad para avanzar en otros frentes, como la mejora técnica de los organismos que tratan los datos tanto para la transparencia activa (la que se pone a disposición en la web del gobierno sin que nadie se lo pida) como para la transparencia pasiva (cuando alguien lo solicita a un organismo público a través de una solicitud de información). “Es necesario tener más personas trabajando en el tema para evitar errores y agilizar la búsqueda y obtener los datos más relevantes. También esperamos que el gobierno corrija el error histórico de dejar información confidencial por tiempo indefinido”, dice.
Fonseca, de Agência Pública, es optimista con la promesa de transparencia del nuevo gobierno, pero dice que el periodismo no debe dejar de investigar: “Seguiremos insistiendo en los datos e investigándolos independientemente del gobierno federal”. El periodista también explica que los datos de la tarjeta corporativa dada a conocer en enero están incompletos, y que corresponde a la nueva administración aclarar la información contradictoria.
“Hagan muchas solicitudes y vean lo que otras personas ya han hecho y cómo usaron los datos obtenidos. Además, pregunten a muchas agencias y vean cómo responden, hasta dónde pueden llegar, con qué nivel de detalle”, explica Toledo.
En 2021, Fiquem Sabendo lanzó WikiLAI, un repositorio, en un formato similar al de Wikipedia, con entradas que enseñan cómo usar la LAI en la práctica y explican en detalle cómo funciona la transparencia pública brasileña. El proyecto también condensa los aprendizajes de la organización en las más de 10 mil solicitudes de información realizadas a lo largo de su trayectoria. “La LAI está hecha por personas para personas, por lo que no existe una regla matemática o mágica. El aprendizaje viene de la experiencia”, dice el periodista.
Para Fonseca, el principal consejo para quien quiera empezar a investigar con la herramienta es la paciencia. “La LAI no es una herramienta fácil de usar porque involucra una gramática propia que cambia según el tema que se esté investigando”, dice.
El periodista explica que es importante que los reporteros consulten con especialistas en la materia qué tipo de documento deben solicitar a través de la LAI. “No piense en la ley como una herramienta independiente: funciona junto con entrevistas a expertos y conversaciones con fuentes. También es importante entender mejor la legislación. Eso ayuda al reportero a hacer solicitudes más efectivas y también a saber cómo apelar en caso de denegación”, agrega.
Abraji ofrece anualmente un curso gratuito [en portugués] para periodistas sobre acceso a la información. Además, la entidad puso a disposición en su canal de YouTube todos los videos del ciclo de eventos en línea “10 años de la LAI: impacto, desafíos y oportunidades”, en los que invitó a especialistas a debatir el tema.
*Fernanda Giacomassi es la coordinadora de comunicación de la Asociación de Periodismo Digital (Ajor), que reúne a más de 100 medios nativos digitales brasileños.