El año 2023 ha supuesto un reconocimiento internacional sin precedentes para la periodista mexicana María Teresa Montaño, quien durante casi tres décadas se ha dedicado a investigar la corrupción en el estado de México, el más poblado de ese país. El mes pasado fue anunciada como una de las galardonadas con el Premio Internacional a la Libertad de Prensa del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) y el Premio al Coraje en el Periodismo de la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios (IWMF, por sus siglas en inglés).
El 31 de mayo publicó -en colaboración con la organización Forbidden Stories, el diario británico The Guardian, el diario español El País y el medio mexicano Aristegui Noticias- una investigación que apunta a un desfalco de 5.000 millones de pesos mexicanos (cerca de US $300 millones) por parte del gobierno del estado de México, administrado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) por 94 años. El estado eligió a Delfina Gómez, del partido Morena (el mismo del presidente Andrés Manuel López Obrador), cinco días después de la publicación de la investigación de Montaño.
Estos triunfos, sin embargo, están marcados por la violencia y la precariedad laboral que afectan a tantos periodistas que desafían al poder en México y en toda América Latina. En agosto de 2021, mientras investigaba contratos gubernamentales fraudulentos en el estado de México, Montaño fue secuestrada, agredida y amenazada en Toluca, la capital del estado. Tres hombres, que hasta la fecha no han sido identificados, irrumpieron también en su domicilio y robaron sus notas y material de trabajo.
“Nunca volví a ser la misma”, le dijo a LatAm Journalism Review (LJR). Además del trauma, Montaño ha lidiado desde entonces con la impunidad de este crimen, que aún no ha sido resuelto por las autoridades estatales. Ha tenido que salir del país en dos ocasiones y hoy tiene un guardaespaldas, una medida de seguridad determinada por el Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del gobierno federal.
En conversación con LJR, Montaño habló de las dificultades a las que se enfrentan los periodistas que investigan actos ilícitos a nivel local en México, incluido el reto de la sostenibilidad. Fundadora y editora de The Observer, dijo que el medio digital de noticias se ha mantenido “entre altibajos” desde 2017, pero no está segura de poder seguir haciendo periodismo. “Si no encuentro recursos pronto, no sé qué pasará. Quizá tenga que hacer otras cosas. Pero siento que lo que pueda hacer en periodismo, ya lo he hecho”, dijo.
A continuación, la entrevista con María Teresa Montaño, que ha sido editada para mayor claridad y concisión.
1.Decidiste fundar tu propio medio, The Observer, después de muchos años trabajando como reportera en medios consolidados en México. ¿Qué te llevó a fundar tu propio medio y qué lecciones has aprendido hasta ahora?
María Teresa Montaño: De hecho combinaba la dirección de The Observer, hasta hace poco, con otro medio nacional, [trabajando] como corresponsal. Fundé el medio porque me di cuenta, como corresponsal en medios nacionales, que debido a sus compromisos publicitarios, no podían publicar algunas cosas que para la gente del estado de México era importante conocer. Algunas cosas me la censuraron. Por eso decidí fundarlo, sobre todo para enfocarlo en lo que yo consideré que era lo que se estaba evadiendo en muchos medios nacionales, que era el tema de la corrupción de la clase política del estado de México. Los mecanismos de corrupción en los que estaban incurriendo, como se estaba saqueando el dinero público, y estas relaciones entre la clase política que no eran tan claras para la población a la hora de acudir a las urnas.
Debido a que estoy en una zona donde están muy controlados los medios, lo que primero que me di cuenta era que era súper difícil sostenerlo, porque hay una gran dependencia de la publicidad oficial. Recurrimos a diversas estrategias al principio: organizamos eventos y después empezamos también a buscar fondos internacionales. Obtuvimos un apoyo de Google, muy importante, durante [la pandemia de] COVID-19, y de ahí fue que empezamos a consolidar el proyecto y el equipo.
También logramos conseguir una beca que el estado da a jóvenes que quieran aprender un oficio, y formé algunos periodistas directamente ya con el ‘chip’ de la investigación. Bueno, en conclusión, es muy difícil sostener un medio independiente. A veces nos dan un poco de publicidad, y como ya saben cuál es nuestra línea, ni se atreven a proponernos algo de control de la línea editorial, es simplemente poner un banner algún tiempo y ya. Y es así como se ha sostenido, con altibajos.
2. Fuiste secuestrada y amenazada en 2021 en un ataque muy grave, al parecer motivado por tu investigación sobre la corrupción en el estado de México. ¿Cuál fue el impacto de este ataque en tu vida personal y profesional?
Los impactos han sido en distintas vertientes de mi vida. Yo ya no volví a ser la misma. Nunca me he podido volver a subir a un transporte, porque se trataba de un taxi falso [donde estaban los hombres que la atacaron]. A la fecha, no he logrado recuperar esa parte, la confianza, digamos. También otro aspecto que cambió mi vida es que tuve que reportarlo al Mecanismo de Protección a Defensores [de Derechos Humanos] y periodistas del gobierno federal, y desde entonces me asignaron una medida de seguridad que es estar todo el tiempo acompañada. Y eso es muy difícil. Tengo seguridad permanente y cuando salgo tengo escoltas. He tenido que lidiar también con el trauma del secuestro. Tenía ataques de pánico. He recibido algunas terapias temporales. Tuve que salir del país, porque no tenía la certeza de dónde venía el ataque, y además del secuestro, me amenazaron de muerte y de regresar por mí y por mi hijo. Salí del país en dos ocasiones, con apoyo de organizaciones internacionales.
A la fecha, no se ha resuelto el [caso de] secuestro. El gobierno del estado rápidamente, a los tres días [del ataque], salió a decir que el secuestro no tenía nada que ver con mi actividad periodística, pero no lo han resuelto, entonces no tengo idea de dónde sacaron eso. Lo que sé es que hubo intentos de fabricar culpables. Me estuvieron enviando, por medios informales, fotos de personas y querían que yo escogiera algunas. Obviamente, yo hablé claramente con el Ministerio Público y dije que yo no me prestaría a eso, porque es un tema que yo combato como periodista, la fabricación de culpables, de personas inocentes que son acusadas, y ahí dejaron ya de hacer esto. Además lo hacían directo a mi teléfono, sin oficios de por medio, sin contactar a mis abogados, a nadie. Y eso lo hicieron en dos ocasiones y me enviaron muchas fotos, entonces para mí fue un claro indicio de intentar fabricar un culpable. Y, debido a eso, ha crecido mayor mi desconfianza de en algún momento recibir justicia. No la he recibido hasta la fecha. Hay una impunidad en torno a mi caso, como en el caso del 90% de los periodistas agredidos y asesinados en este país. Y bueno, esto cambió totalmente mi vida.
También hubo una fuerte revictimización. En los medios locales, el gobierno del estado coaccionó por medio de la publicidad y pagos ilegales a periodistas cercanos a mí, y se alejaron de mí por completo. Me quedé sola. Entonces, yo he recibido más apoyo de afuera que de dentro, de mis compañeros de investigación que son periodistas de otros estados, que son reconocidos, o de organizaciones que me abrigaron. Recibí más abrigo de afuera que localmente, porque el medio que fundé y la forma en que yo he orientado el tipo de periodismo que hago, sé que sale de los patrones locales, y eso me pone en peligro.
3. Días después de la publicación de tu investigación más reciente sobre corrupción en el gobierno del estado de México, el estado eligió por primera vez a una gobernadora de un partido distinto al PRI. La futura gobernadora pertenece al mismo partido que el presidente, Andrés Manuel López Obrador, quien ha fomentado discursos estigmatizantes contra periodistas desde su presidencia. ¿Qué esperas que cambie para los periodistas que trabajan en el estado bajo este nuevo gobierno?
Lo primero que esperamos es que baje el nivel de presión contra los periodistas. Es muy difícil hablar de los temas de violencia institucional cuando son de bajo nivel. No se ven hacia afuera, pero el periodista lo sufre. Hay una gran coacción, presión y represión contra el tipo de periodismo que no se ajusta a los protocolos oficiales. Lo han sufrido compañeros y compañeras, hay una gran presión sobre los colegas cuando quieren ejercer la libertad de expresión de manera libre. Nos contactan por fuera, nos amenazan, hablan con nuestros jefes. Ha habido despidos, a mí ya me ocurrió en 2020. Hablan con nuestros jefes y les exigen que nos despidan. A mí se me despidió de El Heraldo de México por publicar en The Observer y, más que eso, fue porque yo presentaba muchas solicitudes de información [al gobierno] y no les gustaba. Recibí unos primeros avisos de que dejara de hacerlo. Busqué estrategias para seguir preguntando, preguntaba con pseudónimo. No les gustó, hasta que me corrieron [despedir]. Cosas como estas siguen pasando y lo que queremos es que se detenga este tipo de violencia institucional o de política comunicacional.
El mecanismo de protección local [a periodistas] se formó a partir de iniciativas de periodistas rebeldes como yo, que impulsamos la ley local de protección a periodistas y la creación del mecanismo. Participamos directamente pero al final quedamos fuera. No está operando porque fueron puestos periodistas del régimen actual, que ya está por salir. Entonces lo que estamos pidiendo y esperamos es que este mecanismo realmente sea funcional y sea ocupado por auténticos periodistas, no por gente de élite que quién sabe de dónde viene, que ni siquiera está vinculada a los medios, en algunos casos. Y queremos también presentar una petición para que se regule el tema de la publicidad, que debe de ser dada para alentar la libertad de expresión y no para coaccionar y perseguir a periodistas.
4. Además de los discursos estigmatizantes por parte del presidente, la violencia contra periodistas en México no muestra signos de disminuir, al igual que la impunidad de los agresores. ¿Cómo valoras la situación de los periodistas en el país y el papel de las instituciones estatales en ese escenario en los últimos cinco años?
Efectivamente, los discursos que lanza el presidente, estigmatizando a ciertos periodistas, casi todos muy destacados, no contribuye a mejorar el ambiente para la libertad de expresión a nivel local. Es más, creo que lo agrava. Por otro lado, me parece que esto inhibe que los gobiernos locales realmente pongan el foco en atender las agresiones y homicidios que se están dando sobre todo en los estados. Entonces este discurso del presidente no alienta mucho a mejorar la persecución e investigación de estos crímenes contra la libertad de expresión, porque los gobiernos ya se dieron cuenta que lo más fácil es que le echen la culpa al presidente y este siga haciendo verborrea, aunque la responsabilidad sea de ellos. La mayoría de los crímenes que se han cometido contra periodistas han sido en estados que tienen altos índices de violencia, y que por ser crímenes que se procesan de oficio a nivel local, no lo hacen. Simulan [investigaciones] y los dejan ahí abandonados, mientras el presidente sigue con estos ataques a algunos compañeros de medios reconocidos, que al final de cuenta también son crímenes contra la libertad de expresión.
Creo que la política no está ayudando aunque hay un Mecanismo de Protección de Periodistas a nivel federal, que desde mi punto de vista ha sido más eficiente que los que existen en los estados. Creo que se requieren ajustes urgentes en la política de atención de estos crímenes. Ya ni siquiera una coordinación; yo creo que se requiere que el presidente haga una exigencia a los estados para que atiendan estos crímenes. Eso sería mucho mejor que seguir estigmatizando y lanzando inconformidad en contra de los periodistas que no le gusta cómo escriben. Creo que eso serviría más. Y tiene otros pendientes, como la regularización de la publicidad también a nivel federal.
5. ¿Por qué decidiste dedicarte al periodismo? ¿Y por qué sigues eligiendo el periodismo, después de tantos años?
Yo pienso que el periodismo me eligió un poco a mí, porque llegué por accidente. Aunque de niña yo quería hacer otra cosa, me apasionaba leer periódicos. Periódicos y cualquier cosa en formato impreso. En México hay muchas historietas y yo leía todo lo que llevaban a mi casa mis tíos, mi padre... Y así llegué. Ya siendo periodista fue que hice la carrera, por un sistema abierto de la universidad, iba los fines de semana a clases. Y hace poco, durante la pandemia, me titulé de una maestría.
Me han preguntado por qué hago periodismo, y ya con el paso de los años pienso siempre que es mi manera de mejorar el mundo. Pienso que todos venimos a aportar nuestra luz como personas de alguna forma para mejorar este mundo y es mi manera de hacerlo. No estoy segura si puedo seguir en el periodismo, porque ahora mismo estoy atravesando una circunstancia muy complicada. Ya no me dieron trabajo en donde yo estaba trabajando, colaborando con una revista muy famosa de aquí en México, entonces estoy prácticamente en la nada. Si no consigo recursos pronto, no sé qué va a pasar. Quizá tenga que dedicarme a otras cosas. Siento que lo que pude hacer en el periodismo, ya lo hice.