Como casi todas las regiones del mundo, el Caribe ha experimentado problemas de desinformación y noticias falsas en los últimos años, sobre todo a raíz de la pandemia por COVID-19. Sin embargo, los países caribeños presentan circunstancias particulares que hacen más difícil el combate a dichos problemas.
Impulsar la alfabetización mediática de la población, estimular la colaboración entre medios y periodistas y reforzar la profesionalización de los comunicadores de la región fueron algunas de las recomendaciones emitidas por un grupo de investigadores que realizaron el estudio diagnóstico “Media literacy, Disinformation & Misinformation in the Caribbean” (Alfabetización mediática, desinformación e información falsa en el Caribe), elaborado por la Alianza de Medios Públicos (PMA, por sus siglas en inglés), con sede en Reino Unido; el Instituto de Medios del Caribe (MIC), y la Asociación de Trabajadores de Medios del Caribe (ACM), con el apoyo del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación de la UNESCO.
El estudio, que fue publicado en diciembre de 2022 y abarcó una muestra de ocho países (Bahamas, Barbados, Granada, Guyana, Jamaica, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Trinidad y Tobago), formó parte de un proyecto conjunto que busca mejorar los ecosistemas de información de las naciones del Caribe.
“La alfabetización mediática y de información es una de las habilidades más esenciales en la sociedad actual y, por lo general, no tenemos mucho trabajo que se centre específicamente en el Caribe”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Desilon Daniels, coordinadora de incidencia de la PMA. “Pensamos que [el estudio] es pertinente en una región que creemos que generalmente se cubre y se investiga poco”.
Tras más de un año de trabajo, los investigadores encontraron que ninguno de los países estudiados es exactamente igual a otro en lo que se refiere a ecosistemas mediáticos. Sin embargo, encontraron retos que están presentes en los ocho países en mayor o menor medida, los cuales crean el ambiente ideal para la proliferación de la desinformación y la información engañosa.
Uno de esos retos es la presencia de una endeble alfabetización mediática en la población, la cual se ha venido debilitando con el rápido surgimiento de nuevas fuentes de información, como las redes sociales.
“El Caribe tiene una especie de cultura de compartir información de manera mucho más informal, hablando casualmente con tus vecinos o con alguien por WhatsApp, o compartiendo rumores. Pero cuando las personas no saben cómo aplicar pensamiento crítico a las cosas que les dicen, eso realmente empeora el problema de la desinformación, porque es más difícil diferenciar entre hechos y ficción”, dijo Daniels. “Entre más habilidades de información y alfabetización mediática tenga una sociedad, mejor será realmente analizar lo que tenemos frente a nosotros, ya sean nuestras redes sociales, o lo que alguien nos está diciendo”.
Materias que enseñaban pensamiento crítico a los estudiantes en países como Trinidad y Tobago fueron retirados de los programas escolares, de acuerdo con la investigadora Kiran Maharaj, presidenta del MIC. Los investigadores recomendaron el establecimiento de dichas clases en todos los niveles educativos de los países caribeños, ya que estas podrían tener un impacto positivo en la mejora de la alfabetización mediática.
Pero la formación en pensamiento crítico y en habilidades de alfabetización mediática no debe limitarse a niños y jóvenes, de acuerdo con los investigadores. Algunos recomendaron incluir a educadores y periodistas en dichos entrenamientos. La investigadora Corinne Barnes, profesora de la Escuela de Medios y Comunicación del Caribe de la West Indies University, en Jamaica, recomendó introducir la alfabetización mediática como parte del currículum de las escuelas de periodismo en la isla.
En Granada, uno de los países más pequeños del hemisferio occidental, con 112 mil habitantes, han existido iniciativas para la introducción de programas de alfabetización mediática desde 2018, de acuerdo con el estudio. Sin embargo, ninguna iniciativa se ha materializado.
“El mundo digital es muy emocionante y te hace sentir empoderado. Te da la etiqueta de 'soy un informador y estoy compartiendo lo que sé'. Te hace sentir bien. Hay una sensación de autorrealización, si nos atenemos a la teoría de Maslow”, dijo Maharaj a LJR. “La gente hace esto sin saber y sin entender, y creo que es uno de los campos de nuestras sociedades en el que no hemos tenido el tiempo para darnos cuenta de lo fuera de control que está, y hacer algo al respecto”.
Como en otras partes del mundo, los procesos electorales y crisis como la pandemia del COVID-19 han sido momentos en los que los impactos de la desinformación se han hecho evidentes en los países del Caribe. Sin embargo, en esta área del continente americano existen fenómenos específicos alrededor de los cuales la desinformación puede causar impactos negativos y desatar verdaderas crisis.
Algunos ejemplos de esos temas sensibles son el cambio climático, temas relacionados con la población LGBTI+, la migración y los refugiados venezolanos.
“Esa desinformación realmente puede causar conflictos en las comunidades, puede hacer que las personas vayan a los lugares equivocados para obtener información y, en muchos casos, también puede generar desconfianza entre la población hacia las organizaciones noticiosas establecidas y también hacia sus gobiernos”, dijo Daniels. “Se notó particularmente durante la pandemia: la desinformación fue realmente un problema difícil de manejar para los gobiernos y para las propias agencias de noticias. Definitivamente a veces representó la diferencia entre la vida y la muerte”.
Los investigadores hallaron que en algunos países del Caribe ha existido desinformación generada por motivos políticos, especialmente durante campañas electorales. En Granada, por ejemplo, durante las dos semanas previas a las elecciones de junio de 2022, una serie de mensajes circularon masivamente a través de plataformas como WhatsApp con mensajes falsos o engañosos sobre los dos partidos políticos principales, según cita el estudio.
Algunos de los mensajes con información falsa fueron retomados por medios periodísticos y publicados como noticias. Se desconoce si ello se debió a falta de rigor periodístico o formó parte de una campaña de desinformación, pero fue una prueba de cómo la desinformación y pobres estándares periodísticos pueden empañar la confianza en los medios de comunicación.
No obstante, la desinformación a través de campañas masivas con fines de desestabilización política no es todavía un problema tan grande en el Caribe como lo es en otros países del continente.
“Los investigadores ciertamente notaron que hay desinformación por motivos políticos, especialmente durante las elecciones. Es algo que ves, como personas que publican información negativa o incorrecta sobre sus oponentes, o sobre un partido al que no apoyan. Eso también es una forma de desinformación, pero no es tan sistemática como en ciertos países. No es una industria”, dijo Daniels.
Otros de los retos que favorecen la propagación de desinformación en el Caribe es la precariedad laboral que enfrentan los trabajadores de la prensa y cierto grado de informalidad en el ejercicio del periodismo.
Periodistas ejerciendo múltiples funciones o con sobrecarga de trabajo, salas de redacción con pocos recursos y escasez de profesionales de la prensa son situaciones encontradas en la mayoría de los países analizados en el estudio. Si bien naciones como Jamaica y Bahamas cuentan con empresas de medios mejor establecidas, la prensa de naciones más pequeñas como San Vicente y las Granadinas y Suriname enfrenta situaciones más difíciles.
“A veces los medios de comunicación tienen dificultades para satisfacer las demandas. No es que falten noticias, sino que los medios tienen que elegir dónde poner las prioridades porque carecen de recursos o no tienen suficiente personal disponible, o la gente no está lo suficientemente capacitada para ejecutar las tareas que se les encomiendan”, dijo Daniels. “No es raro encontrar a un periodista que también es editor, o a un fotoperiodista que ayuda en algún otro aspecto en la redacción”.
Un problema que agrava el impacto de la desinformación es el acceso a puestos de trabajo en los medios de personas que no están adecuadamente preparadas. En Granada, por ejemplo, la investigadora Linda Straker encontró que es común que personas recién graduadas de bachillerato se incorporen al equipo de medios impresos, radio o televisión. En San Vicente y las Granadinas, el investigador Colvin Harris detalló que conductores de radio frecuentemente son vehículo de desinformación involuntariamente debido a que pocos de ellos tienen un grado universitario relacionado con la comunicación.
“No es el caso de todos los países del Caribe, pero hay países que tienen una profesionalización más rigurosa, por ejemplo en Jamaica, donde está la University of the West Indies”, dijo Daniels. “También es una cuestión de acceso. En algunos países no hay programas rigurosos de periodismo o comunicación. Así que, a veces ni siquiera se trata de falta de voluntad o deseo por parte de los responsables de los medios de comunicación. A veces se trata simplemente de lo que está disponible”.
De forma similar, habilidades especiales que son necesarias para combatir la desinformación, como el periodismo de datos o la verificación de hechos, también son escasas entre los medios del Caribe. Maharaj explicó que organizaciones regionales como el MIC y la ACM han llevado a cabo capacitaciones para periodistas de la región sobre ese tipo de habilidades en los últimos cuatro años, la mayoría en línea, ya que, pese a la cercanía geográfica, es complicado y caro trasladarse de un país caribeño a otro.
“Hay una falta de fact-checking en toda la región. Hay algunos periodistas que han empezado a especializarse, pero, una vez más, faltan los recursos, es decir, los programas informáticos, las implicaciones financieras, la voluntad de los grupos de reunirse y hacerlo de forma significativa”, dijo Maharaj.
Asimismo, la legislación en torno al derecho al acceso a la información pública está en ciernes, lo cual provoca que los periodistas cuenten con pocos mecanismos para obtener información oficial. Por ello, en enero de este año, el MIC lanzó una plataforma de ayuda basada en una nube para apoyar a periodistas y ONGs a presentar sus solicitudes de acceso a la información.
“No tenemos fuentes abiertas de datos, podemos empezar por ahí. Todavía tenemos que hacer que un periodista vaya y se siente en una oficina polvorienta con toneladas de cajas de cartón, en habitaciones llenas de moho para buscar información. Eso sigue existiendo”, añadió Maharaj.
Ante esas situaciones, los investigadores del estudio recomendaron una mayor regulación de los medios y el fortalecimiento de la profesionalización de la comunicación como forma de frenar el impacto de lo que el estudio califica como “periodismo irresponsable”. También llamaron a los gobiernos a construir o fortalecer legislaciones de acceso a la información.
En años recientes, en América Latina se ha fortalecido la colaboración entre medios de los distintos países de la región. Incluso medios latinoamericanos han colaborado en investigaciones globales como los Panama Papers y los Pandora Papers. Sin embargo, no es el caso en los países del Caribe.
El estudio encontró que han sido pocos los casos en los que medios caribeños participan en investigaciones transnacionales o con otros medios de la región. Los investigadores enfatizaron la necesidad de llevar a cabo proyectos colaborativos, no solo entre salas de redacción y periodistas para producir proyectos informativos, sino también entre empresas de medios y gobiernos para desarrollar estrategias de combate a la desinformación y de impulso a la alfabetización mediática.
“Debido simplemente a las circunstancias geográficas, a veces la colaboración es mucho más difícil”, dijo Daniels. “Sé por esta investigación que los periodistas caribeños quieren más colaboración. Quieren ver más cosas, por ejemplo, como periodismo de investigación o más proyectos que beneficien a la región en su conjunto, pero, por supuesto, eso conlleva tener que sortear problemas como el de cómo seguir siendo competitivo cuando también se está colaborando”.
Los investigadores consideran que la colaboración puede ser el camino hacia una mejora en habilidades como la verificación de hechos, una mayor profesionalización de la comunicación y, consecuentemente, una mayor confianza en los medios de noticias en los países del Caribe.
También como parte del proyecto de la PMA para ejecutar un diagnóstico sobre la desinformación y alfabetización mediática en el Caribe, en julio de 2022 se realizó un taller virtual con 23 periodistas y representantes de medios de comunicación de 11 países caribeños.
Como resultado del taller se diseñó un plan de acción de ocho puntos que concentra áreas clave a considerar para crear un entorno sostenible y propicio para hacer frente a la desinformación en la región, mejorar la alfabetización mediática y reconstruir la confianza en los medios de noticias.
Entre los puntos del plan están desarrollar un Código de Práctica sobre desinformación e información engañosa; lanzar una campaña de concientización pública sobre cómo identificar desinformación e información falsa con el apoyo de medios, autoridades y educadores; crear un centro de conocimientos en línea para los profesionales de la comunicación de la región; e invertir en la tecnología necesaria para combatir la desinformación.
El plan también incluye hacer un compromiso con la formación y el desarrollo de los periodistas de la región; fomentar la alfabetización mediática en los sistemas escolares; aumentar y reforzar la colaboración entre los periodistas de la región, incluidas las asociaciones de periodistas y los medios de comunicación; y abordar el problema de la responsabilidad de las empresas tecnológicas en la desinformación mediante un enfoque a nivel industria.
Aunque el plan fue publicado a finales de 2022, todavía no se llevan a cabo acciones concretas para implementarlo. Las organizaciones detrás del proyecto esperan ver los primeros resultados del plan a fines de 2023 o principios del 2024, especialmente en los puntos que tienen que ver con impulsar la alfabetización mediática en las instituciones educativas.
“Estamos estudiando cómo ampliar el proyecto y colaborar con embajadas, gobiernos y ministerios de educación para crear un proyecto de alfabetización mediática e informacional que incluya también el apoyo de los medios de comunicación, y cómo acortar la brecha detectada por los investigadores entre los medios de comunicación y los sistemas educativos”, explicó Daniels.