Cuando se escucha la palabra mercenario usualmente viene a la mente la imagen de un hombre vestido con ropa de comando, en el terreno, armado y dispuesto a todo. Sin embargo, en la actual era digital, muchos mercenarios pasan desapercibidos mientras son las cabecillas de la desinformación en Latinoamérica.
Sobre el trabajo de estos personajes trata el proyecto “Mercenarios Digitales”: una alianza transfronteriza y colaborativa de medios de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, España, Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, con la coordinación del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP).
Según este proyecto, los mercenarios son los consultores que están exportando agendas políticas engañosas. Estos expertos en comunicación política que no solo ayudan a ser más atractivos y carismáticos a los políticos sino que utilizan estrategias digitales, basadas en el miedo y el odio, para cambiar la agenda a los medios y las opiniones de los electores.
En junio de 2022, el periodista Pablo Medina asistió a un taller sobre Open Source Intelligence (OSINT) [proceso de recopilación de información a partir de fuentes de datos públicas] en San José, Costa Rica. Allí coincidió con varios periodistas centroamericanos que estaban recibiendo ataques en redes sociales, a través de cuentas que parecían estar relacionadas con los gobiernos de sus países.
Esta coincidencia les hizo cuestionarse sobre quiénes estaban detrás de esos ataques y la desinformación en las redes sociales. “Varios periodistas que estaban en el taller se dieron cuenta que estaban recibiendo ataques, con los mismos hashtags y mismas fórmulas... Pensamos que probablemente había personas vendiendo esas estrategias en varios países al mismo tiempo”, contó Medina a LatAm Journalism Review (LJR).
Luego de estas primeras conversaciones, en diciembre de 2022, iniciaron la investigación con el apoyo financiero de Free Press Unlimited, el programa Redes contra el silencio (ASDI), Seattle International Foundation y Rockefeller Brothers Fund. El resultado se condensa en una página web con más de 15 reportajes y un documental, y a la par cada medio publicó de forma individual en sus portales.
“Fuimos como muy optimistas [con este proyecto], queríamos cubrir toda Latinoamérica porque sospechábamos, por lo que habíamos visto, que los consultores políticos estaban trabajando en toda la región. Entonces intentamos conseguir aliados en todos los países de Latinoamérica y también en Estados Unidos y en España”, explicó Medina.
En esta investigación no solo participaron medios de comunicación, también se unieron organizaciones de la sociedad civil como Cazadores de Fake News (Venezuela), Fundación Karisma (Colombia), Interpreta Lab (Chile), Lab Ciudadano (Honduras) y DFRLab (EE. UU.). Y también estudiantes del curso de maestría Using Data to Investigate Across Borders de la profesora Giannina Segnini (Universidad de Columbia, EE. UU.).
“En comparación con otras investigaciones sobre desinformación que hemos hecho en CLIP, el impacto de esta ha sido muy grande. No solamente por el interés de los colegas en todos los países, sino también por el interés entre sociedad civil y académicos”, dijo a LJR el periodista y co-coordinador del proyecto, José Luis Peñarredonda.
“Yo tenía una inquietud personal un poco pesimista y era que a mí me daba la impresión de que era un tema que solamente les importaba a los periodistas, pero la respuesta a esta investigación muestra que no necesariamente es así. Cada vez más personas están preocupadas y ven la desinformación como un problema importante”, agregó.
Durante los meses de investigación, los periodistas asistieron a cumbres de comunicación política para conseguir fuentes y entender cómo funciona la desinformación dentro de la consultoría política.
A su vez usaron unas de las principales herramientas del periodismo de investigación conocida como ‘seguir el dinero’ (follow the money), que consiste en destapar prácticas ocultas haciendo un seguimiento al dinero, a través de pagos, compras, transferencias, etc.
“El enfoque con el que entramos al tema en CLIP, y que no se acostumbraba mucho antes, era ver la desinformación como un negocio”, contó Medina. Uno de los reportajes que siguió el rastro del dinero fue el titulado Neurona, la fábrica de engaño para las izquierdas en América Latina sobre la consultora Neurona y su fundador, el mexicano César Hernández, quienes alimentaron una red de desinformación a través de la creación de sitios webs informativos o noticiosos.
Este tipo de investigaciones le ha permitido a los fact-checkers tener un rol más activo al luchar contra la desinformación. “Esto es como cortar la cabeza de una hidra, o sea, cuando se acaba con una, le salen tres más. Entonces ahora queremos ir más atrás, más al fondo, ver qué es lo que genera la desinformación y no tanto estar atacándola cuando ya sucede”, dijo Medina.
La publicación de esta investigación coincidió también con elecciones en varios países de la región: Ecuador, México, Argentina y Guatemala. Por lo tanto, según los coordinadores, hubo un buen ‘timing’ que pudo haber contribuido al éxito del proyecto.
Pero, existía un temor por parte de los coordinadores de que el impacto periodístico pudiera generar reacciones no deseadas.
“La seguridad era una preocupación porque estamos investigando a personas cuyo trabajo, o una parte de su trabajo, es hostigar a gente en redes sociales. Entonces pensábamos que nos podía pasar a nosotros, por lo que intentamos tomar algunas medidas de seguridad previa”, contó Peñarredonda.
Algunas de las medidas de seguridad digital o precauciones que se tomaron fueron: firmar algunos de los reportajes con solo el nombre del medio, enviar las preguntas a los involucrados a través de correos no personales y hacer una revisión legal a las notas antes de la publicación para evitar posibles acosos judiciales.
El trabajar en alianza se ha convertido también en otra medida de seguridad dentro del periodismo.
“El trabajar en alianza permite que las cosas más arriesgadas se puedan hacer desde otro país y eso digamos también ayuda a que las historias salgan mejor”, dijo Peñarredonda. “Trabajar con colegas de otros países, no solo con periodistas, abre mucho la mente y da la posibilidad de entender realmente cómo abordar los fenómenos”.
Banner: Ilustración creada por Miguel Méndez para el proyecto Mercenarios digitales.