En medio de la crisis política y social que vive Nicaragua desde abril de 2018, el periodismo independiente y crítico del presidente Daniel Ortega se ha destacado tanto como se ha convertido en objetivo del gobierno. El caricaturista Pedro X. Molina es uno de los representantes de este periodismo: sus caricaturas impactantes cuentan las historias de la resistencia nicaragüense y explican los actos de violencia cometidos por agentes públicos en un intento por sofocar las protestas que estallaron en el país hace un año y medio.
Pero las caricaturas de Molina no son solo sobre Nicaragua. Publicadas en todo el mundo, sus ilustraciones desafían al autoritarismo en varias latitudes y longitudes, y le han merecido al caricaturista reconocimientos como el Premio Courage in Editorial Cartoon 2018 entregado por la Cartoonists Rights Network International y el Premio Excelencia Periodística 2018 de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
Por sus más de dos décadas como “uno de los observadores más agudos de Nicaragua” ofreciendo “una mirada crítica de las relaciones entre Estados Unidos y América Latina”, Molina es uno de los cuatro profesionales en recibir el premio Maria Moors Cabot 2019 de la Universidad de Columbia, Estados Unidos, en una ceremonia que se celebrará el 16 de octubre. El premio entregado desde 1938 reconoce a los periodistas por su excelencia profesional y su contribución al entendimiento interamericano.
El Centro Knight habló con los ganadores del premio Cabot 2019 y estrena esta serie de entrevistas con una conversación con Molina. Él habló sobre su trabajo, la situación actual de la prensa en Nicaragua y el papel de sus caricaturas y el periodismo independiente en un contexto de represión y autoritarismo.
La entrevista fue ligeramente editada para mayor claridad.
Centro Knight: ¿Cuándo y por qué decidiste empezar a trabajar como caricaturista?
Pedro X. Molina: Mi interés por el dibujo y la crítica empezó desde muy pequeño. Crecí en la Nicaragua de los 80 durante la guerra civil que en realidad era un reflejo de la guerra fría entre EE.UU. y la Unión Soviética, por tal razón Nicaragua tenía un embargo comercial y era difícil conseguir entretenimiento para niños de mi edad, ni televisivo ni impreso, así que los cómics de superhéroes por ejemplo, no eran algo que pudiese encontrar en un quiosco, lo que SÍ encontraba eran revistas de caricaturas y humor cubanas o sudamericanas y eso fue lo que consumí de pequeño y despertó mi interés por el humor y la crítica social. Es decir, quizás sería hoy alguien diferente si hubiese crecido leyendo Superman y no Mafalda. Seguí dibujando y ya en la universidad entré a un concurso interuniversitario de caricatura, el que gané. Ya para ese momento había comenzado a enviar mis dibujos a diversas publicaciones y finalmente pude comenzar a publicar en periódicos, primero como freelance y luego como caricaturista de planta.
CK: ¿Cuál es tu método de trabajo? ¿Puedes contarnos el proceso de creación de una caricatura, desde la idea hasta la publicación?
PM: El proceso creativo no es siempre lineal, podes conseguir la idea perfecta mientras te tomás un café, antes de comenzar a trabajar en la mañana o luego de 12 horas dándole vuelta al lápiz y al cerebro. Pero con afán de darle algo de orden al caos, diré que lo primero que hago cada día es checar las noticias, revisar varios medios nacionales e internacionales y monitorear las redes sociales para ver qué tema o temas están en el interés de la gente para bien o para mal, luego voy escogiendo el tema de la caricatura basado en la importancia del tópico y mi opinión personal sobre el mismo. Comienzo a jugar con imágenes, palabras, voy anotando garabatos... y una vez que tengo claro cuál será la idea, paso a la parte del dibujo. Dejé de dibujar en papel hace más de una década. Ahora, porque es más práctico en términos de producción y distribución, lo hago en una tableta digital, pero el acto de dibujar y pintar sigue siendo el mismo. Lo único es que ya no tienes que esperar media hora para que seque tu actual capa de color para seguir trabajando. Una vez terminado, lo envío al editor para su publicación al día siguiente y vuelvo a empezar.
CK: ¿Cuál es la situación de los medios en Nicaragua hoy? ¿Cuál crees que es el rol que tu trabajo tiene en ese contexto?
PM: El periodismo independiente es literalmente una profesión de riesgo en Nicaragua debido a la dictadura de Ortega y Murillo. Mi trabajo se publica en Confidencial.com.ni. Nuestra redacción física fue ocupada manu militari por la dictadura en diciembre pasado por lo que buena parte de nuestro staff estamos dispersos en varios países de donde seguimos produciendo para mantener el medio actualizado.
Como gremio tenemos en Nicaragua un periodista asesinado por las fuerzas del régimen, periodistas que fueron puestos en prisión acusados de “terrorismo” que, aunque luego de cerca de 6 meses de cárcel fueron excarcelados, aún enfrentan persecución, vigilancia y limitaciones para poder trabajar, pues su medio (100% Noticias) también fue ocupado una semana después del nuestro.
Muchas radios y canales de tv locales han sido cerrados directa o indirectamente por la dictadura, la mayoría de los medios radiales y televisivos de mayor alcance técnico está en manos de la pareja presidencial que tiene a sus propios hijos manejándolos, los dos periódicos más importantes de circulación nacional fueron sometidos a un embargo de papel para asfixiarlos a tal punto que uno de ellos (El Nuevo Diario) donde yo trabajé por 13 años antes de renunciar para ir a trabajar a Confidencial.com.ni, anunció que cerraba completamente. Iba a cumplir 40 años de existencia.
Cerca de 60 periodistas independientes se han ido al exilio, lo que en un país tan pequeño como Nicaragua es un número importante proporcionalmente hablando. Aún así, estos periodistas, junto a los que permanecen dentro de Nicaragua, no han dejado de denunciar los crímenes del régimen y de contar lo que está pasando día a día en el territorio nacional.
Irónicamente, a pesar de esta situación tan precaria, el periodismo independiente se ha convertido en una de las necesidades básicas de la población. En mi caso en particular, con el cierre de espacios para denunciar y protestar, no solo en los medios sino a nivel general, donde la gente no puede expresarse, ni marchar, ni organizarse, ni a veces siquiera poder portar la bandera nacional, la crítica y el humor se ha convertido en una válvula de escape para la gente, una fuente de ánimo para resistir y perseverar en la búsqueda de un cambio. La gente busca conectar con quienes aún en las actuales circunstancias se atreven a alzar la voz, y los premian con su atención en los medios y las redes sociales.
CK: Fuiste anunciado como visiting scholar en el Ithaca College Honors Program, en Nueva York, ¿Ya empezaste? ¿Qué te parece la experiencia hasta el momento y cuáles son tus expectativas para el programa?
PM: Pues, estoy apenas familiarizándome con mi nuevo entorno, todo es un reto, desde las cuestiones logísticas hasta las filosóficas que traen consigo una oportunidad (y responsabilidad) tan grande como esta. Mis expectativas son poder contribuir a la mejor comprensión de lo que significa la crítica periodística desde el terreno de la caricatura de opinión y el humor, y el porqué es tan necesaria en estos tiempos de autoritarismos, fanatismos y culto a lo políticamente correcto. Espero también poder aprender del ambiente de debate que ofrece el ambiente académico y que al final todos salgamos ganando. Por supuesto, también espero poder continuar mi trabajo actual como caricaturista propiamente dicho.
CK: Como caricaturista latinoamericano que hace caricaturas para una audiencia global, ¿cuál es el desafío más grande en tu trabajo?
PM: Al final si nos fijamos bien, todos los problemas del mundo tienen raíces similares: el fanatismo, la intolerancia, la ignorancia, el egoísmo, la ambición material desmedida y el sentido de superioridad de unos grupos sobre otros... El reto es encontrar las formas más efectivas de lidiar con un mundo que ha perdido el humor, que dentro de sus contradicciones puede mandar a la hoguera a un humorista por un chiste, quizás mal entendido, mientras al mismo tiempo tolera y a veces hasta celebra no solo expresiones sino actuaciones muchísimo peores de sus líderes políticos. Es irónico que en nuestra profesión, donde nuestras herramientas de trabajo son la exageración y el ridículo terminemos ahora siendo la voz de la lógica y la razón en sociedades que ya no parecen obedecer a ninguna.
CK: ¿Cual es la historia más importante en las Américas hoy?
PM: La lucha por la libertad más allá de las ideologías, eso es, por lo menos, lo que más me interesa a nivel personal como latinoamericano que ha visto horrores cometerse tanto por gente de “derecha” como de “izquierda”. En lo personal, creo que debemos volver a los más básicos valores humanos, trabajar para construir sistemas más justos y para eso tratar de poner en puestos públicos a personas decentes. Tan básico como eso. Que pese más en el currículum político de alguien que sea coherente, honesto, decente, humanista, con sensibilidad por la gente que sufre que el hecho de que sea de tal o cual partido. Basta de elegir a “nuestros canallas” para que no manden los “otros canallas” porque al final TODOS estos canallas son iguales, autoritarios, megalómanos, ignorantes e intolerantes que terminan siendo verdugos de sus países, poco importa si jalan el gatillo con la derecha o la izquierda.
CK: ¿Cuál es, para ti, el significado de recibir el premio Maria Moors Cabot?
PM: Como miembro del periodismo independiente en Nicaragua veo este premio como un reconocimiento no solo a mi persona, sino también a ese periodismo valiente en su totalidad. Colegas entregados que, bajo balas, amenazas, desde la cárcel, la clandestinidad o el exilio han luchado y siguen luchando por informar a la gente, por hacerla pensar y por exigir esas libertades a las que todos tenemos derecho, seamos o no periodistas. A todos ellos, veteranos y jóvenes les agradezco por ser una inspiración constante para mi trabajo.
Como caricaturista agradezco y reconozco también al jurado de la Universidad de Columbia por darle la importancia debida ahora más que nunca a un género periodístico tan necesario como lo es la caricatura de opinión. Un género en peligro últimamente por los autoritarismos, pero también por la miopía de algunos editores timoratos, los fanáticos de lo políticamente correcto y las hordas de linchamiento digital. Sin embargo, ahí está dando la cara y tratando de poner una sonrisa en nuestros rostros y un pensamiento en nuestras cabezas que nos ayude a cuestionar y mejorar nuestra realidad.