*Por Rafael Gloria, publicado originalmente en el sitio de IJNet
El 8 de enero, miles de partidarios de extrema derecha del expresidente brasileño Jair Bolsonaro irrumpieron en tres edificios federales en Brasilia: el Tribunal Supremo, la oficina presidencial del Palacio de Planalto y el Congreso Nacional.
Después de los acontecimientos, la Red Internacional de Periodistas (IJNet, por sus siglas en inglés) reunió consejos de varios periodistas sobre cómo cubrir los eventos y a las personas como las que amenazaron la democracia de Brasil a principios de este mes.
A la hora de cubrir la extrema derecha, es importante citar fuentes expertas en el tema. “Las personas vinculadas al mundo académico, reconocidas por sus colegas en su campo de estudio, y también expertas en la interpretación del fenómeno”, son las fuentes ideales, según Odilon Neto, historiador y director del Observatorio de Extrema Derecha de Brasil.
Neto subrayó que informar sobre la extrema derecha debe hacerse siempre con seriedad y sin dejar lugar a errores. “El extremismo de derechas no puede utilizarse como ‘clickbait’”, dijo.
Hay poco consenso en torno a la terminología adecuada para referirse a las personas que forman parte de grupos extremistas y cometen actos de extremismo. Los periodistas deben considerar cuidadosamente el lenguaje que utilizan y asegurarse de que no contribuye a normalizar comportamientos antidemocráticos.
Las motivaciones políticas no pueden separarse de las acciones del 8 de enero, dijo Amanda Lima, comentarista de CNN Portugal. “Son votantes de Bolsonaro y de la extrema derecha. Debemos actuar de acuerdo con la ley [al informar], pero sin relativizar ni suavizar las palabras”, dijo. Por su parte, Matheus Leitão, columnista de la revista Veja, dijo que ha estado usando la expresión “miembros de la extrema derecha, liderados por Jair Bolsonaro” en sus propios reportajes. Algunos medios prefieren utilizar la palabra “terroristas” o “golpistas”, es decir, aquellos que intentan dar un golpe de Estado.
Natalia Leal, directora de Agência Lupa, dijo que las manifestaciones deben ser descritas como antidemocráticas. “[Las manifestaciones] deberían ser incluso [etiquetadas como] un intento de golpe, ya que deseaban una intervención militar [para derrocar al presidente Lula da Silva], y no hay lugar para algo así en Brasil”, afirmó.
Neto, por su parte, dijo que no se puede hablar de “gradaciones del bolsonarismo”. “El bolsonarismo se define por su extremismo. La trayectoria de Bolsonaro es antidemocrática e inmersa en las tradiciones de la extrema derecha brasileña”, expresó.
No se dedique a informar sobre “ambas partes”. En su lugar, proporcione el contexto necesario en torno a las mentiras y la desinformación que alimentan las acciones de los extremistas. “Uno de los principios del periodismo es que debemos reflejar la realidad. Si la realidad está desequilibrada, no podemos hablar de ‘dos bandos’”, afirmó Leal. “[Los periodistas] deben analizar los hechos y, basándose en ellos, informar sobre lo que realmente está ocurriendo de forma objetiva y plural, lo que no significa ser imparciales”.
No hay consenso entre los periodistas brasileños sobre si se debe entrevistar a un extremista implicado en los sucesos como los del 8 de enero. Sin embargo, en los casos en que se les entrevista, es primordial desmentir las informaciones falsas. “Es muy raro encontrar un extremista cuyo discurso sea coherente y esté libre de mentiras. Cuando se entrevista a políticos de extrema derecha, la entrevista debe realizarse con firmeza, [denunciando] inmediatamente cualquier información falsa, por ejemplo”, dijo Lima.
En muchos casos, es necesario que los periodistas piensen bien lo que van a escribir o decir, y hagan uso del “silencio estratégico”, como forma de evitar dar tribuna a la antidemocracia, dijo Cristina Tardáguila, directora sénior de programas del ICFJ. Tardáguila suele dar consejos en su cuenta de Twitter sobre la importancia de esta estrategia. Recientemente tuiteó: “Una reflexión: no quieres hacer famosos a los golpistas/terroristas, ¿verdad? Así que, cuando los detengan, recuerden que estas personas quieren existir, hacerse (más) populares. Cada post o retweet tuyo da vida a esos locos”.
El periodismo de “él dijo, ella dijo” puede llevar a la desinformación. “Tomemos como ejemplo cuando Bolsonaro dijo que el nazismo era un movimiento de izquierdas. Es una mentira histórica y hay que tratarla así. Si vas a informar sobre ello, [escribe] ‘Bolsonaro miente al afirmar que el nazismo fue un movimiento de izquierdas’”, dijo Leitão.
Según Leal, los periodistas deben ser aún más cautelosos cuando se basan únicamente en información procedente de las redes sociales, para no “dar vida a la desinformación” en estas plataformas. El fact-checking debe ser siempre la brújula del periodista.
Inmediatamente después de los acontecimientos del 8 de enero, Agência Lupa creó una base de datos para recopilar y rastrear contenidos antidemocráticos publicados en las redes sociales. Cualquiera puede enviar información a través de este formulario. El objetivo de la agencia de fact-checking es mapear los datos y utilizarlos para el periodismo, la investigación y el apoyo a las investigaciones oficiales. Menos de 24 horas después de los atentados, la Agencia Lupa había recogido más de 2.500 contribuciones y publicado varios artículos con la información enviada.
“Sigue el dinero” es un lema probado. “Identificamos varios datos de Pix [un sistema de pago instantáneo en Brasil] y los números de teléfono móvil de los financiadores. Ir tras el dueño del dinero ayuda a dar dimensión a estos actos”, afirmó Leal. También es importante examinar la desinformación patrocinada en plataformas de redes sociales y aplicaciones de mensajería, como Telegram y WhatsApp.
Cuando informe sobre el terreno, viaje en grupo, sugirió Leitão. “Siempre estoy con colegas fotoperiodistas, por ejemplo”, dijo. “Siempre estoy con compañeros con experiencia en reportajes de riesgo. Ya me han salvado la vida”.
Daniel Giovanaz, coordinador de proyectos de Reporteros sin Fronteras en Brasil, mencionó dos recursos especialmente útiles disponibles para los periodistas que realizan coberturas peligrosas:
Internet, y especialmente las redes sociales, pueden albergar intensas conversaciones y disputas, y los periodistas pueden verse atacados en esos espacios.
Los periodistas también pueden hacer uso del “silencio estratégico” no respondiendo a los ataques en las redes sociales, lo que puede evitar que el odio y la desinformación se extiendan. Otros periodistas prefieren bloquear a los que odian (“haters”) y a los trolls. “Bloqueo [a la gente en las redes sociales] y denuncio la página cuando [los ataques] son más graves, como amenazas de muerte o de violación”, explicó Lima.
Este kit de seguridad digital del Comité para la Protección de los Periodistas es un recurso esencial que los periodistas pueden utilizar para salvaguardar su presencia en internet.