Ante las amenazas y peligros que enfrentan los periodistas mexicanos a diario a raíz de la violencia que azota al país, han surgido varias iniciativas que intentan protegerlos: coberturas grupales de los temas más candentes, chalecos antibalas por si toca fuego cruzado y hasta el más completo silencio informativo sobre ciertos sucesos. La más reciente, un acuerdo para unificar criterios en la cobertura de la violencia del narcotráfico.
Aunque muchos aplaudieron la iniciativa, no todos comparten el optimismo. Las opiniones sobre el pacto difieren entre medios y periodistas de a pie. Pero también según el grado de violencia de la zona que les toca cubrir, afirmaron en entrevistas con el Centro Knight varios periodistas que participaron en el Simposio Internacional de Periodismo Digital, efectuado el 1 y 2 de abril en la Universidad de Texas en Austin.
Para Kowanin Silva, jefa de información del periódico Vanguardia de Saltillo, Coahuila el acuerdo es una buena idea porque significa el apoyo del gremio en la toma de decisiones complicadas y más atención para los medios de zonas que así lo requieran. “De cierta manera, te unes a una red y no estás trabajando solo, aislado, tratando de informar en tu ciudad”, dijo.
Sin embargo, advirtió que se debe avanzar en su fiscalización para que no quede como “letra muerta”.
El Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia es el primer esfuerzo conjunto a nivel de medios para poner un freno a la escalada de ataques en contra de medios y periodistas, que han cobrado la vida de más de 60 periodistas en México desde el 2000, nueve de ellos tan sólo en 2010. El acuerdo pretende, al mismo tiempo, mejorar la cobertura, evitando caer en el sensacionalismo de imágenes y textos.
Miguel Angel Vargas, director del periódico y radio y televisión por Internet Contexto de Durango opinó que los protocolos de seguridad y las normas para no caer en el sensacionalismo y transmitir propaganda de las bandas de drogas deberían ser “diferentes de acuerdo a cada entidad federativa”. Pero consideró que aún cuando el acuerdo es un paso adelante, no consigue atacar la base de muchos problemas en la seguridad de los periodistas y la cobertura: la falta de capacitación y los bajos sueldos del sector.
Vargas detalló que los bajos salarios vuelven a algunos reporteros vulnerables a las tentaciones de las organizaciones criminales y un peligro para su compañeros. “Algunos son utilizados por los bajos salarios por parte del crimen organizado como gente que tiene adentro, en las redacciones, para saber los movimientos y lo que se va a informar”, afirmó.
Jorge Meléndez, vicepresidente de nuevos medios del Grupo Reforma, asintió a los anterior y dijo que es exactamente el motivo por el cual los periódicos del conglomerado nunca participan en iniciativas conjuntas, razón por la cual no ha firmado ni firmará el acuerdo. “Nunca hacemos coberturas globales porque no sabemos con quién lo estaríamos haciendo”, dijo.
Otro punto de discusión en contra del acuerdo es que las organizaciones criminales se adaptan rápido a los cambios, lo que obliga a los periodistas y sus medios a vivir en constante situación de “acierto y error” con las decisiones que se toman.
Algunas veces, noticias que parecerían poco importantes o ligadas a la delincuencia común tienen un efecto inesperado. Por eso es que Vanguardia optó por explorar la difusión de información a través de Twitter y Facebook primero, antes de aventurarse en la ediciones digital e impresa del diario. “Esto nos sirve un poco para medir el terreno antes de dar el paso a la publicación impresa (…) Nos ha ayudado un poquito [como un] termómetro y a que la gente no sienta ese vacío informativo”, dijo Silva.
Para más detalles sobre las amenazas al periodismo en México, vea este mapa del Centro Knight.
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Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.