Por ocho años, el medio investigativo peruano IDL-Reporteros ha denunciado los ataques de los que son objeto especialmente después de publicar investigaciones de gran impacto. Desde denuncias penales, intentos para que revelen sus fuentes periodísticas, hasta ataques a su sede y acoso callejero a sus miembros pasando por campañas de difamación y desinformación, hacen parte de lo que deben enfrentar.
IDL-Reporteros ha respondido con los recursos legales cuando es el caso, pero sobre todo con lo que mejor saben hacer: periodismo de investigación.
“En el momento que arreciaron las campañas de desinformación hacia el año 2023, decidimos […] combatir la desinformación y las campañas de desinformación contra IDL-Reporteros con periodismo de investigación”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Romina Mella, jefa de redacción de IDL-Reporteros.
A través de estos trabajos, además de desmentir los señalamientos falsos en su contra, ellos publicaron la existencia de una maquinaria de desinformación y ataques coordinados y organizados, al tiempo que identificaban a las personas involucradas.
Sin embargo, la reciente investigación hecha en alianza con el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) con la que no sólo confirmaron la existencia de toda una maquinaria de desinformación, sino que identificaron el patrón de ataques contra el medio y su director, Gustavo Gorriti.
“Son campañas de desprestigio y desinformación para atacar, asfixiar y amenazar el periodismo de investigación”, dijo Mella. “Y convertir a los periodistas de investigación en investigados y a los políticos o involucrados en graves casos de corrupción, en víctimas de una persecución política”.
Esta es una de las evidencias que deja la investigación “Todos los desinformadores a una contra IDL-Reporteros” del CLIP e IDL-Reporteros, con el apoyo técnico de Cazadores de Fake News. La investigación a su vez hace parte de la serie “Los Ilusionistas” liderada por el CLIP en alianza con 15 medios de la región. La serie busca “desentrañar” la desinformación política o electoral durante 2024, considerado un “súper año electoral”.
Si bien en Perú no hubo elecciones en 2024, el equipo de CLIP había identificado un “aparato de desinformación” en el país que venía operando desde las elecciones anteriores, y que seguía vigente. Pero además era evidente que debían entender e investigar qué era lo que pasaba con Gorriti, dijo a LJR José Luis Peñarredonda, editor de investigaciones sobre desinformación en el CLIP.
“Gustavo es un caso muy único. Es uno de los decanos del periodismo de investigación en América Latina. Tiene una carrera de décadas, muy respetado afuera de Perú y en Perú, por un lado. Y por otro, viene siendo víctima de unos ataques a una escala y proporción muy difícil de medir comparado con el tamaño del país”, dijo Peñarredonda.
Los ataques contra Gorriti – a quien la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgó medidas cautelares en 2023 – son muy extensos. En la actualidad tiene abierta al menos una investigación penal y el Congreso de la República le hizo un llamado a testificar luego de acusarlo de otros delitos como cohecho, tráfico de influencias y obstrucción de la justicia.
Según la investigación del CLIP, la operación de desinformación tenía como objetivo destruir los reportajes de IDL-Reporteros sobre los casos Lava Jato y Lava Juez (o Cuellos Blancos). La serie de reportajes del medio peruano describe una trama de tráfico de influencias y favores de parte de fiscales, jueces y magistrados en los más altos cargos para manipular procesos judiciales a favor de criminales, empresarios, abogados y congresistas.
La investigación del CLIP dejó en evidencia el método detrás de la “orquestra desinformadora”. El equipo logró evidenciar un método que consta de cinco etapas o pasos: arranque, amplificación, presión, hostigamiento callejero y acción judicial.
Uno de los actores más relevantes y por donde suele empezar todo, según la investigación, es Willax Televisión. Este es un canal de televisión abierta propiedad de Erasmo Wong, un empresario que a su vez enfrenta investigaciones judiciales por presunto lavado de activos, y que también ha sido mencionado en reportajes de IDL-Reporteros.
Según la investigación de CLIP, en la mayoría de los casos Willax, así como otros medios de corte similar como Expreso o PBO Digital publica información en contra de IDL-Reporteros, que a su vez es republicada en redes sociales, especialmente X. Sobre este punto, Willax publicó un artículo en el que señala que la investigación de CLIP e IDL-Reporteros tiene “sesgos e imprecisiones”, aunque no desmienten la información.
En la etapa de amplificación empiezan a participar otras plataformas y políticos, opinadores, así como troles que buscan agitar la desinformación.
La presión tiene que ver con la participación de abogados y voceros de los investigados ya sea por la justicia o en los reportajes de IDL-Reporteros, según la investigación de CLIP. Además de seguir compartiendo desinformación, estas personas exigen tomar acciones judiciales en contra de los periodistas. También hacen exigencias a la fiscalía y poder judicial, y amenazan a fiscales y jueces si no lo hacen.
El hostigamiento callejero, que es la cuarta etapa, es cuando los grupos usualmente de ultra derecha llegan a la sede de IDL-Reporteros “a proferir insultos, amenazas, difamaciones, en algunos casos a tirar basura, excremento, con total impunidad e inacción en la policía”, dijo Mella.
Mella denunció que también lo han hecho en la vivienda de Gorriti, sumado a campañas de doxxing donde se expone la información personal de Gorriti y otros miembros de IDL-Reporteros.
Finalmente, cuando la desinformación ha sido diseminada una y otra vez, personas vinculadas con estas personas investigadas o partidos involucrados, presentan denuncias penales con base en la mencionada desinformación.
“Es importante haber hecho esta investigación para identificar los patrones en términos de los ataques, cómo se forman las campañas, cómo se diseminan y cuáles son las consecuencias, que creo que es lo más importante”, dijo Mella. “Cómo se utilizan las campañas de desinformación por personajes de interés – y con ello me refiero a políticos investigados por grandes cosas de corrupción – para desacreditar, deslegitimar a los periodistas y criminalizar el periodismo de investigación”.
Mella también cree que esta investigación va a permitir identificar cuando haya patrones de ataques similares para otros medios de comunicación. De acuerdo con Peñarredonda, si bien el caso de IDL-Reporteros es emblemático, en el caso de Perú se están empezando a identificar ataques a otros medios.
Encontrar este patrón le tomó al equipo al menos seis meses de trabajo.
“Había que verificar bastante información”, dijo Peñarredonda. “El volumen de la investigación fue lo que la hizo muy dispendiosa”.
Teniendo en cuenta que gran parte de las campañas de desinformación tienen como brazo armado las redes sociales, revisar cuentas de X así como tuits llevó gran parte del tiempo. A través de una herramienta que permite ver el ‘Firehose’ de Twitter – es decir, el flujo de datos en tiempo real que da acceso al 100% de los tuits publicados – el equipo descargó tuits relacionados con IDL-Reporteros y los ataques en su contra.
De acuerdo con sus registros, en un día podían publicarse entre 25.000 a 30.000 tuits como parte de la campaña, dijo Peñarredonda. Para uno de los casos plasmados en la investigación, identificaron que en promedio se publicaron 517 tuits por hora con picos que llegaban hasta 1.500 tuits por hora.
Una vez con toda esta información, empezaron a identificar las “temporalidades”, dijo Peñarredonda. Es decir, analizar cuándo se “disparaban” los ataques, y con esta información comparar con la documentación de ataques en su contra que IDL-Reporteros ha acumulado estos años.
“Así fue como dimos con el dato de que Willax era el primer paso. Sacaba su programa y comenzaba todo”, dijo Peñarredonda.
Con esta línea de tiempo de picos e inicio, comenzaron a identificar a los principales actores que intervenían en estas campañas: identificar personas detrás de las cuentas y determinar el poder que tenían como voceros.
“La metodología que aplicamos fue con base en dos preguntas que son muy de sentido común: ¿quién habla y a quién se le escucha?”, dijo Peñarredonda.
En esta etapa fue vital las investigaciones previas de IDL-Reporteros, dijo Peñarredonda, toda vez que tenían identificados a muchas personas, usualmente políticos y otras personas investigadas por presuntos casos de corrupción. También por supuesto aparecieron cuentas, que si bien no puede afirmarse son falsas, son “bastante sospechosas”.
Estas cuentas no suelen tener un nombre identificable ni fotografía real. Pero sobre todo no tienen señales de “vida”, dijo Peñarredonda. Es decir, solamente publican o retuitean información sobre política de Perú.
El paso siguiente era entender qué pasaba después. La conclusión más importante es que estas campañas tienen repercusiones reales, es decir, se pueden ver tanto en los ataques físicos (acoso callejero) como en demandas penales.
Peñarredonda dijo que encontraron seis casos de ataques que cumplían con el mismo ciclo, pero en la investigación quedaron publicadas dos.
“No tenía mucho sentido repetir la misma información”, dijo.
“Es un caso de estudio interesante para además identificar patrones en otros casos, ¿qué ocurre con otros equipos periodísticos en la región?”, dijo Mella. “Así como investigamos, la corrupción transnacional, las economías ilegales y nos aliamos como periodistas para poder investigar todas estas grandes redes – que sin colaboración no sería posible, también es importante desarrollar alianzas para poder investigar cómo la desinformación ataca, amenaza y busca desacreditar al periodismo de investigación, sobre todo por los contextos en los que estamos”.