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Desiertos de noticias se expanden en América Latina, dejando a la ciudadanía expuesta a la desinformación y polarización

Pocos fenómenos unen a medios en la región como el de desiertos de noticias. El crecimiento del movimiento por entenderlo y sobre todo por buscar soluciones ha funcionado como llamado común a la lucha entre organizaciones que abogan por la libre expresión.

Y es que hablar de desiertos de noticias locales es para Irene Benito, coordinadora de nuevos proyectos del Foro de Periodismo Argentino (Fopea), hablar del futuro del periodismo.

“Nos estamos quedando con muy pocas voces”, le dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Benito, quien en 2021 lideró la investigación de desiertos de noticias locales en Argentina. Según las cifras del momento, 47,9% de las localidades del país eran desiertos informativos.

En Brasil, el Atlas de la Noticia identificó en 2023 que casi la mitad (48,7%) de los municipios del país no tienen ningún medio periodístico al servicio de su población. En Colombia, en 2019 la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) reveló que 8,8 millones de colombianos viven en zonas de silencio.

La muerte del periodismo, liderada por regímenes autocráticos que potencian el sentimiento anti-medios, así como una nueva generación que no ve en la profesión un campo de desarrollo han propiciado cada vez más este escenario, dice Benito.

No es entonces raro que, con el impulso de la Fundación Gabo, organizaciones en Argentina, Chile, Colombia, México y Perú desarrollen estudios para determinar por primera vez o actualizar la situación de los desiertos de noticias locales en esos países. De manera paralela, el pasado 10 de febrero, la FLIP anunció la alianza con otras cuatro organizaciones de la región para promover el establecimiento de políticas públicas que hagan frente a este fenómeno.

LJR habló con Benito, quien coordina de nuevo esta edición del estudio en Argentina y cuya metodología es usada en los otros países, sobre los desiertos de noticias, sus efectos y posibles caminos para darle solución.

La entrevista ha sido editada y condensada con el objetivo de brevedad y claridad.

LJR: ¿Cómo evalúa la situación de los desiertos de noticias locales?

Irene Benito: Tengo en mí una sensación contradictoria porque por un lado advierto que avanzó muchísimo el movimiento para entender y revertir los desiertos noticias locales en América Latina.

Cuando nosotros hicimos el primer estudio 2020 – 2021, la verdad es que yo tuve que entender qué era esto porque había escuchado los términos de manera muy lejana. Desde el punto de vista del conocimiento del fenómeno se han dado pasos agigantados, con una particularidad, que es uno de los temas que nos unen regionalmente.

Y, por otro lado, cierta contradicción porque no veo que existan políticas públicas para mitigar estos desiertos. Lo cual a mí me hace sospechar cada vez más que a la dirigencia política no le inquieta esto.

Mi expectativa para este estudio que estamos haciendo es que podamos volver a llamar la atención acerca de un problema que a los primeros que debería incomodar es a los políticos porque realmente se está hablando de una situación que afecta gravemente el debate público democrático, y ellas son las personas que más interesadas deberían estar en que ese debate exista.

 

Mujer de mediana edad cabello cano mirando sonriendo a la cámara.

Irene Benito, coordinadora de nuevos proyectos del Foro de Periodismo Argentino (Fopea) y coordinadora del estudio de desiertos de noticias en Argentina. (Foto: Cortesía)

LJR: Cuando se habla de zonas silenciadas y desiertos, ¿hay una correlación entre comunidades pequeñas y estos desiertos?

IB: No lo diría tan así. Hay lugares que geográficamente son desiertos. Son desiertos humanos, desiertos de cantidad de personas, pero paradójicamente en esos lugares tan aislados las comunidades han logrado desarrollar medios de comunicación locales porque justamente están tan aisladas que los medios cumplen una función primordial para comunicar, para permitir que los habitantes de estas zonas puedan acceder a servicios.

Yo diría que hay desiertos en grandes ciudades. Pensamos mucho en América Latina que se ha generado estos crecimientos urbanos erráticos o desordenados donde las ciudades crecen por las periferias, y de la peor manera. Se van formando ciudades en las fronteras de las ciudades originales. Y estas ciudades añadidas – que en la gran mayoría de los casos se puede ver inmigrantes, personas que no tienen acceso a quizás a bienes y servicios esenciales o que tienen grandes vulnerabilidades – tienen grandes concentraciones humanas y tienen muchos problemas propios, y ahí se ven desiertos de noticias locales. Tiene una cobertura muy parcial, esporádica, a veces una cobertura muy estigmatizante.

Los desiertos de noticias locales es un fenómeno vinculado a pobreza, a crisis, a lugares donde no ha habido o no hay el suficiente arraigo de las personas porque es un lugar donde la gente se moviliza.

Por ejemplo, estoy pensando en un lugar que se llama Añelo. Añelo es el pueblo de base de Vaca Muerta que es un sitio donde hay un gran yacimiento de hidrocarburos en Argentina.

Es un lugar que ha recibido enorme cantidad de inversiones, mucha inversión extranjera, grandísimos capitales y este lugar de Añelo en el estudio de 2020--2021 casi no tenía medios de comunicación. Realmente era llamativo entender cómo puede ser que haya tanto capital, pero no aparecen o no había en ese momento medios de comunicación que pudieran cubrir semejante desarrollo, ¿no? Creemos que en los cuatro años transcurridos desde el primer estudio esto puede haber cambiado.

Pero también, los desiertos están muy vinculados con la fractura que tiene el periodismo. El periodismo ha dejado de ser en muchos lugares un oficio apetecible. Las nuevas generaciones no sé si están ya tan enamoradas del periodismo como lo estábamos nosotros.

Hoy hace falta mucho periodista emprendedor, porque ya los grandes medios están sobreviviendo, se están convirtiendo en medios pequeños o acotados, con redacciones más chicas.

 

LJR: ¿Cómo se define el desierto de noticias locales?

IB: Cuando hablamos de desiertos de noticias locales se habla de condiciones para el ejercicio de periodismo profesional. Y esas condiciones trascienden el hecho de que haya medios de comunicación incluso. Puede haber medios, puede haber periodistas y podemos estar ante un lugar que tiene insuficientes o escasas condiciones de ejercicio del periodismo.

¿Por qué? Porque, por ejemplo, todas las organizaciones periodísticas están controladas por el Estado o por el sector público, no hay diversidad de financiamiento, entonces eso genera una dependencia del poder político de turno que limita la crítica, tanto que puede llegar a autocensura.

Es un fenómeno extremadamente complejo con gran cantidad de aristas.

 

Deserto (vermelho), semideserto (bege), semibosque (amarelo) e bosque (verde)

Así lucía el mapa de Argentina de acuerdo con el estudio hecho liderado por Benito en 2021 sobre los desiertos de noticias en el país.

LJR: ¿Cuáles son esas consecuencias de los desiertos de noticias locales?

IB: La primera es que la ciudadanía queda desprotegida. El periodismo es un escudo. La ciudadanía pierde anticuerpos frente a quienes mandan, y si les pasa algo no tienen quién cuente su historia, no tienen cómo exponer lo que les pasa. Tenemos redes sociales, tenemos las herramientas tecnológicas más importantes que ha desarrollado la humanidad para comunicarnos, pero eso no es suficiente para saber qué pasa en un lugar. Para eso está el periodismo. Los periodistas somos servidores públicos, somos servidores de la ciudadanía y creo que ahí se está perdiendo algo que es esencial para la democracia.

El segundo, la sociedad queda más expensa de la propaganda, de la publicidad, de la manipulación, de la desinformación. ¿Por qué? Porque los periodistas también tenemos la función de verificar los hechos. Cuando el periodismo desaparece, quedás a expensas de quienes manejan las maquinarias de propaganda.

El tercer efecto es quizás un poco más sutil, pero creo que se cae en la cierta inseguridad jurídica. Es lo que se ha visto siempre en el mundo, cuando el periodismo es castigado enseguida se establecen las condiciones para que nazcan las autocracias.

Vuelvo al ejemplo de Añelo. Es muy preocupante que haya tal inversión, transferencia de recursos económicos para actividades, sin que exista un periodismo que pueda contar qué ocurre con esas inversiones y esos movimientos tan grandes de dinero y de recursos naturales. Esa falta de información puede ser usada para crear condiciones de mucha inseguridad jurídica e incluso agredir a quienes están invirtiendo. Nadie queda salvo de esto.

Y en cuarto lugar está quizás el tema más importante: la polarización. Se ve que la destrucción de los medios que cohesionaban a la sociedad – estamos hablando casi siempre de medios impresos y de estaciones de radio – en general no han podido ser sustituidos por las plataformas online. Y esto alienta mucho a la polarización, alienta que ya no se puede saber qué es verdad y qué es mentira y entonces comienza a ser todo una cuestión de fe. Amigo versus enemigo, los que están a favor, los que están en contra, hay una huida hacia los extremos.

El ideal democrático es cuando se reúnen argumentos de diferentes especies y se ponen en común y se trata de sacar una síntesis a partir de los fundamentos que vamos elaborando. Me parece que esto está muy dañado.

Es súper preocupante porque estos lugares donde se dejaron morir los medios de comunicación son lugares que están definiendo nuestro destino.

 

LJR: ¿Cuáles podrían ser las respuestas y soluciones?

IB: Ahí es donde yo digo bueno, ¿qué vamos a hacer con la polarización? Si de verdad queremos en serio hacer algo, un punto de partida posible es generar políticas públicas para que existan medios de comunicación independientes profesionales, con periodistas autónomos en la mayor cantidad de lugares posible.

Y veo que la política está sacando mucho partido de esto, lamentablemente. Y tontamente, porque no se dan cuenta que esto los puede devorar también. Alentar la polarización es en un punto dar un paso hacia un vacío que te puede terminar lastimando.

 

LJR: Además de políticas públicas, que según se ve no hay interés en desarrollarlas, ¿cuál es el rol de la ciudadanía y audiencias teniendo en cuenta el efecto directo para ellas?

IB: Un ciudadano que quiere saber qué pasa y está preocupado porque no puede tomar buenas decisiones, lo primero que tendría que hacer es una suscripción, apoyar económicamente a los periodistas o al medio que le parezca que cumplen esta función.

A mi parecer lo más sano es que sean los ciudadanos que reciben el servicio los que lo financian, porque de esa manera el servicio les va a responder más a ellos que a cualquier otro interés o financista.

Ahora, me parece que hay un punto que es el momento de empezar a revisar. Las grandes empresas se fueron de la publicidad tradicional a las redes sociales o a los buscadores. Hicieron bien porque al final era más barata y más eficiente, y las audiencias estaban ahí. Ahora bien, eso es un costado de la cuestión, porque cuando vos ponías publicidad en un medio de comunicación también estabas financiando este servicio público esencial, misión y propósito que no tienen las redes sociales, que no tienen los buscadores. Los buscadores no tratan a la gente como ciudadano, la tratan como consumidores.

Aquí vuelvo a mi tercer efecto que es más sutil. Las empresas que quieren obtener ganancias tienen que volver a abrazarse a los medios porque son los medios fuertes los que en un punto “protegen” esas inversiones, protegen la seguridad jurídica de los lugares.

Un ejemplo muy contundente de eso ha sido lo que pasó en Rusia en los días previos a la invasión a Ucrania. Hasta ese entonces existían ciertos medios de comunicación que tenían algunas condiciones de independencia. Con la invasión de Ucrania se acabó esa tolerancia y al día siguiente Starbucks, McDonald's, Apple, tantas otras empresas tuvieron que irse de Rusia. Sí, hay un montón de razones, pero la sensación es que ese gobierno se vuelve autócrata también porque se acabaron los controles sobre él.

Me parece que los grandes capitales tienen que volver a pensar que hay un servicio que los medios de comunicación y el periodismo profesional otorga que es inherente a su capacidad de hacer negocios y que tienen que volver a apoyarlo si quieren proteger esas empresas.

 

LJR: ¿Qué puede hacerse para presionar por políticas públicas y qué deberían analizarse allí?

IB: El pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes. Los representantes del pueblo tendrían también que estar preocupados sobre el servicio informativo que recibe su comunidad.

Ahí tiene que existir algún mecanismo de financiamiento razonable para el periodismo profesional. Toda la vida se consideró que el periodismo era el cuarto poder. Pero resulta que el periodismo ha sido el único de esos “poderes” sin financiamiento estatal claro. El cuarto poder siempre ha sido dejado en manos de privados. Por supuesto que había medios públicos, pero estos medios públicos también están desapareciendo. Y aparte que hay toda una pregunta sobre los medios públicos.

En Argentina hay muchos medios públicos y, sin embargo, hay desiertos en zonas de medios públicos. O sea, no se resuelve adecuadamente el problema con un medio público. ¿Por qué? Porque existe una tentación del comandante de turno de poner ese medio público a trabajar a favor de sus intereses, entonces no resuelve el problema. Yo creo que este financiamiento del cuarto poder es algo que hay que enfrentar.

Se están haciendo cosas en Europa, ya hay algunas leyes. Está empezando a aparecer esto de decir: ‘Hemos dicho que el periodismo profesional era vital para la democracia. Bueno no lo podemos dejar morir’. Es como dejar morir al poder legislativo y al poder judicial.

Pero este debate está pasando bastante inadvertido. Hay un discurso anti-periodismo muy fuerte llevado adelante por líderes populistas, autocráticos que odian a los periodistas con justo motivo (risas). No quieren molestias, no quieren que los cuestionen, no quieren que los critiquen. Y lo están consiguiendo.

 

LJR: ¿Y cuál sería el rol de los propios medios y periodistas?

IB: Me parece que tenemos que adueñarnos de estos desiertos en el sentido pleno y cabal de la palabra. Son lugares que tienen mucha importancia en la toma de decisiones de las naciones y cuanto más los conozcamos, mejor nos va a ir como sociedades.

En la Argentina, por lo pronto, sabemos que es muy riesgoso criticar al poder. Pienso en esas poblaciones que están realmente indefensas, pienso que este trabajo puede aliviar esa situación y me animo. Me animo y me inspiro.

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