Cempasúchil (caléndula), caña de azúcar, velas, calaveras y otras golosinas adornan un altar de cinco escaleras. Entre ellos, hay fotos de cuatro periodistas mexicanos y una activista asesinados por su trabajo.
Los estudiantes de la Universidad de Texas en Austin erigieron el Altar de Muertos para la periodista de la revista Proceso Regina Martínez, el reportero gráfico Rubén Espinosa, la activista de Veracruz Nadia Vera, el periodista de El Diario Armando Rodríguez Carreón y la periodista ciudadana María del Rosario Fuentes Rubio.
La exposición, organizada por el grupo de estudiantes Discutiendo México (Discussing México) fue construido para honrar las vidas de aquellos que lucharon por la libertad de expresión y de prensa en México.
“Esta exposición es una celebración de la vida y del trabajo de los periodistas y activistas que han reportando valientemente y hablado en contra de la corrupción política y del crimen organizado en México. Sus vidas fueron tomadas de manera injusta”, se lee en un cartel cerca del altar. “Hoy rendimos homenaje a ellos”.
El 2 de noviembre marca tanto como el festivo Día de Muertos en el calendario mexicano, en el que los celebrantes rinden honor a los difuntos, en parte, mediante la creación de altares en su memoria; así como el Día Internacional para poner fin a la impunidad de los crímenes contra periodistas que fue proclamado por la Asamblea General de la ONU para impulsar la investigación y la procuración de justicia en los crímenes contra periodistas.
En México, los altares para los periodistas asesinados fueron construidos en Veracruz, Monterrey y Ciudad de México.
El altar en el Museo Memoria y Tolerancia en México fue cubierto con caléndulas y flores de color rosa alrededor de un computador, y marcos de cuadros vacíos colgados en la pared posterior.
En la noche del 2 de noviembre en Austin, Texas, estudiantes y miembros de la comunidad pasaron por el altar creado por Discutiendo México y aprendieron sobre la historia de violencia que enfrentan los periodistas y activistas en México de forma rutinaria.
Armando Rodríguez Carreón, también conocido como ‘El Choco’, era un reportero policial de El Diario en Ciudad Juárez, cerca de la frontera de México y Estados Unidos. Fue asesinado el 13 de noviembre de 2008, en la entrada de su casa mientras protegía a su hija. Durante muchos años después de su muerte, sus colegas han luchado por la investigación sobre su muerte. Dos investigadores federales que trabajaban en su caso han sido asesinados, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés). Sus asesinos siguen libres.
Cuatro años más tarde, la policía encontró el cuerpo de la periodista Regina Martínez en su casa de Veracruz el 28 de abril de 2012 con signos de golpes y estrangulamiento. Martínez era una veterano reportera y corresponsal de la revista Proceso. Su muerte, que permanece en la impunidad, fue parte de la creciente violencia en el estado de Veracruz.
La muerte de María del Rosario Fuentes Rubio se convirtió en un momento importante para los periodistas ciudadanos de México, que a menudo informan aquellas noticias que otros medios no pueden o no quieren. Fuentes Rubio era una médica y periodista ciudadana de Reynosa que utilizaba Twitter para reportar de forma anónima sobre la actividad de los carteles en el norte de México. También contribuía con el sitio de noticias ciudadano Valor por Tamaulipas.
Fuentes Rubio fue secuestrada el 15 de octubre de 2014 y al día siguiente una foto de su cadáver fue publicada a través de su cuenta de Twitter, @Miut3, con el siguiente mensaje: “Hoy mi vida ha llegado a su fin […] No arriesguen a sus familias como lo hice yo. Les pido perdón. Encontré la muerte a cambio de nada […]Están más cerca de nosotros de lo que creen”.
En el caso más reciente de violencia extrema contra la libertad de expresión en México, el fotógrafo de Proceso Rubén Espinosa y la activista Nadia Vera, ambos de Veracruz, fueron brutalmente asesinados en un apartamento en el barrio Narvarte de la Ciudad de México el 31 de julio de 2015. Otras tres mujeres que estaban en el apartamento en el momento también fueron asesinadas. Nadie ha sido condenado en este caso.
Sus muertes, que ocurrieron en una ciudad que antes era considerada como un refugio seguro para los periodistas, hicieron que se lanzaran campañas internacionales llamando la atención sobre el problema de la violencia contra periodistas en México y la impunidad en estos casos. Atención adicional se ha puesto en el problemático mecanismo de protección del país.
Estos periodistas representan sólo una fracción de los trabajadores de los medios asesinados en México en los últimos años. Según el CPJ, 35 periodistas han sido asesinados en el país desde 1992. Sin embargo, cuando se cuentan los asesinatos de periodistas reportados por otras organizaciones y los casos en que los asesinatos no han sido directamente vinculados a la labor del periodista, el número se eleva a más de 80 periodistas asesinados en México en los últimos diez años.
En lo que va de este año, siete periodistas han sido asesinados en México, por lo que es el país más peligroso de América Latina para los periodistas. Cuatro de los periodistas asesinados eran del estado de Veracruz.
Asimismo, el CPJ clasificó a México en el octavo lugar en su Índice Global de Impunidad 2015, que enumera los países en los que los asesinatos de periodistas quedan impunes. Es el país latinoamericano en la posición más alta de la lista.
El altar del grupo Discutir México fue patrocinado por el Centro Knight para el Periodismo en las Américas, el Centro de Estudios México-Americanos y la Benson Colecciones Latinoamericanas. Estará en exhibición en el LILAS Benson Colecciones y Estudios Lationamericanos de la Universidad de Texas en Austin durante las próximas semanas.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.