Durante décadas, el periodismo colombiano ha sido víctima directa de la violencia generada por el conflicto armado que vive el país hace más de 50 años. La firma de un nuevo acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, refrendado por el Congreso del país el pasado 30 de noviembre, podría significar el fin de una de las causas de censura violenta contra la prensa en Colombia.
Aunque en 2016 no se registró el asesinato de ningún periodista en el país como represalia por su trabajo, en los últimos 40 años han sido asesinados 152 periodistas, según cifras de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP). El último de ellos se registró el 10 de septiembre de 2015, cuando Flor Alba Núñez recibió un disparo en su cabeza justo cuando entraba a la emisora en la que trabajaba en el municipio de Pitalito, departamento del Huila.
La muerte de Núñez sacó a flote el sentimiento que predomina en las redacciones del país: el miedo. Un miedo que conlleva al inevitable silencio.
Por eso a pesar de los beneficios de este proceso de paz, el ecosistema de medios, especialmente en las regiones más apartadas del centro del país, “está muy golpeado”, según lo explicó Pedro Vaca, director ejecutivo de la FLIP, al Centro Knight. Esto dificulta el “escrutinio público vigoroso y fuerte” que requiere la implementación de los acuerdos de paz.
Así lo dejó ver el documental ‘En el medio: los silencios del periodismo colombiano’ que la FLIP publicó en su canal de YouTube este 30 de diciembre de 2016. Aunque el documental se presentó por primera vez en febrero de 2016, en el marco del Día del Periodista en Colombia, hasta ahora se hizo público luego de ser presentado en algunos festivales de documentales sobre derechos humanos.
“Es un material que seguiremos circulando como herramienta para mostrar cómo es la autocensura en Colombia y las causas de los silencios del periodismo colombiano”, dijo Vaca quien agregó que para su realización se hicieron visitas a departamentos como Guaviare, Chocó, Putumayo, Huila y la región conocida como Montes de María, tradicionalmente golpeadas por el conflicto armado.
Pero el tema de la autocensura no es el único que aborda el documental. Vaca señaló que los problemas de la libertad de prensa en Colombia van desde la violencia, las altas cifras de impunidad, la pauta publicitaria y su afectación a la autonomía de los medios, así como el poder de la fuerza pública sobre estos.
Así por ejemplo, uno de los casos que registra el documental es el de la emisora Chiribequete Stereo, en Guaviare, la cual tras amenazas y presiones del Ejército fue cerrada.
“El ejército nos presionaba. Entonces un mando de ellos dijo muy claro: ‘no, pues muy sencillo mi capitán, eso hacemos lo que hicimos en el Caquetá. Si el señor no quiere pasar nuestros programas, pues nos tomamos la emisora y pasamos los programas que nosotros queramos’”, relató en el documental el gerente de la emisora, Ramón Ubaldo Bayer.
Ante la respuesta negativa por parte de los líderes de la emisora, las amenazas llegaron, así como la difusión de información que los señalaba como cómplices de las Farc. “Ellos mismos comenzaron a hacer ese montaje, y precisamente se apoderaron de todos los equipos. Eso nos costó la salida de nosotros de allí y se acabó la emisora”, señaló Bayer.
Según Vaca, el documental, que es “una herramienta de difusión de los problemas que nosotros registramos”, tendrá actividades de divulgación en facultades de periodismo y círculos de periodistas. Sin embargo, uno de sus principales objetivos es que se pueda convertir en “una herramienta de toma de decisiones de las autoridades locales”.
La FLIP cuenta actualmente con una versión más corta del documental, de un poco más de 30 minutos. La primera versión, de 50 minutos, tiene subtítulos en inglés.
Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.