Por Carolina Peredo
El asesinato de dos periodistas colombianos en menos de un mes volvió a prender las alarmas en un país en el que la prensa no olvida sus años más oscuros en los que a cuenta del narcotráfico y otros grupos criminales las cifras de periodistas asesinados por cuenta de su ejercicio profesional aumentaban frecuentemente.
Fue por este motivo que diferentes organizaciones nacionales e internacionales como la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) de Colombia, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), entre otras, manifestaron públicamente la necesidad de investigar de manera “exhaustiva” dichos crímenes y así evitar que queden en la impunidad.
El caso más reciente fue el de Édgar Quintero, periodista de Radio Luna, quien recibió al menos seis impactos de bala por parte de un desconocido el pasado 2 de marzo en el municipio de Palmira, departamento del Valle del Cauca (surocciente del país). Los hechos se presentaron cuando Quintero se encontraba en una panadería cerca de la emisora en donde trabajó por más de 20 años.
Quintero conducía un programa llamado ‘Noticias y Algo Más’ en Radio Luna, desde donde “con frecuencia criticaba al gobierno local y a funcionarios policiales y debatía temas sensibles como la corrupción”, de acuerdo con la información de la FLIP y de un periodista local que dialogó con el CPJ.
Ante el hecho, la Policía ofreció una recompensa por 50 millones de pesos colombianos (unos 20 mil dólares estadounidenses) y creó un grupo especial para investigar los móviles del homicidio.
Pocos días antes de este asesinato, el periodista Luis Carlos Peralta Cuéllar, director y dueño de la emisora Linda Stereo – estación ligada a la gigante colombiana Caracol Radio – murió luego de recibir al menos siete impactos de bala. El hecho tuvo lugar el 14 de febrero en el municipio de Doncello, departamento de Caquetá (nororiente de la Amazonia del país) afuera de su vivienda que también funciona como la sede de la emisora. En el ataque también resultó herida su esposa.
Colegas del comunicador señalaron que Peralta Cuéllar había manifestado amenazas en su contra, pero no tenían conocimiento de dónde provenían ni si había hecho la denuncia formal. Según la FLIP, en el 2010 documentó que la policía había desactivado explosivos fuera de la emisora de Peralta. Las autoridades continúan investigando si su asesinato estaría relacionado con su postulación a la alcaldía, campaña que el periodista había anunciado unos días antes de su asesinato, o con las acusaciones que había hecho a través de su estación sobre la corrupción local.
Por este crimen, la policía local también había ofrecido una recompensa de hasta 50 millones de pesos colombianos, y el 3 de marzo, las autoridades informaron sobre la captura del presunto asesino del comunicador.
Las muertes de Quintero y Peralta se suman a los cientos de periodistas asesinados en Colombia durante los últimos años. Según cifras publicadas por la FLIP a principios de 2015, se estima que 142 periodistas colombianos han sido asesinados desde 1977, de los cuales 67 casos ya prescribieron, es decir, ya se les agotó el tiempo para que la justicia haga las investigaciones y castigue a los responsables.
“Las autoridades deben actuar de inmediato para garantizar la seguridad de todos los periodistas colombianos y asegurar que estos dos casos no se conviertan en los últimos ejemplos del lamentable record de impunidad que ostenta Colombia”, afirmó Carlos Lauría, coordinador senior del programa de las Américas del CPJ.
*Este artículo contó con la colaboración de Héctor Pérez, estudiante en la clase “Periodismo y Libertad de Prensa en América Latina” en la Universidad de Texas en Austin. Nota del editor: Esta historia fue publicada originalmente en el blog Periodismo en las Américas del Centro Knight, el predecesor de LatAm Journalism Review.