La Conferencia Internacional del Día Mundial de la Libertad de Prensa de este año, que tuvo lugar del 29 de abril al 3 de mayo, volvió a Windhoek, Namibia. Fue en esa ciudad en la que, hace 30 años, se firmó la Declaración de Windhoek que destacaba el periodismo como base de la democracia y dio origen a la creación del Día Mundial de la Libertad de Prensa.
Precisamente para volver a los orígenes, el Día Mundial de la Libertad de Prensa, celebrado cada 3 de mayo desde 1993, eligió este año el tema “La información como un bien común” que hace énfasis en la importancia que esta tiene para todas las personas como un bien de todos. El tema sirve también para explorar qué más puede hacerse para fortalecer el periodismo y avanzar en la transparencia y empoderamiento de todas las personas mediante la mejora de la producción, distribución y recepción de contenidos.
“El objetivo es llamar la atención sobre el papel especial del periodismo en la producción de noticias como información verificada en el interés público, y sobre cómo esto depende de un ecosistema más amplio que habilita la información como bien común”, señaló la Unesco.
LatAm Journalism Review (LJR) habló con la Directora General de la Unesco, Audrey Azoulay, sobre los avances en estos años, la situación para periodistas en el continente americano y su alianza con el Centro Knight en busca de fortalecer el periodismo y sus coberturas.
LatAm Journalism Review (LJR): Se cumplen 30 años de la Declaración de Windhoek, uno de los inicios del Día Mundial de la Libertad de Prensa y en la que se enfatizó la importancia del periodismo como base de la democracia. Después de estos años, ¿cómo evalúa el avance en el mundo sobre este tema, es decir, sobre la importancia y protección para el periodismo? ¿Cree que la situación en el continente americano, incluida América Latina y el Caribe, es particularmente preocupante?
Audrey Azoulay: Durante los últimos 30 años, hemos visto grandes avances en el acceso a la información, por ejemplo. El número de países con leyes que garantizan este derecho aumentó de 12 en 1991 a casi 130 en 2021. También hemos visto avances alentadores en materia de seguridad de los periodistas, aunque la situación mundial sigue siendo preocupante. La Unesco registró 218 asesinatos de periodistas solo en los últimos tres años y, sorprendentemente, casi nueve de cada diez casos siguen impunes.
Según nuestro Informe sobre la Seguridad de los Periodistas de 2020, América Latina y el Caribe fue la región más mortífera para los periodistas en 2019, registrando cuatro de cada diez de todos los asesinatos. Fue el segundo más mortífero en 2018, con poco más de uno de cada cuatro asesinatos.
Sin embargo, con el apoyo de la Unesco, varios países han aprobado leyes progresistas sobre la libertad de expresión y la seguridad de los trabajadores de los medios de comunicación. Desde 2013, en asociación con el Centro Knight, también hemos creado programas de fortalecimiento de capacidades para empoderar a los actores judiciales en América Latina y el Caribe para proteger la seguridad de los periodistas y garantizar la rendición de cuentas de quienes los atacan.
De manera más general, desde 1991, todo el juego ha cambiado. Internet y las redes sociales han abierto nuevas oportunidades increíbles, pero también han creado grandes desafíos, debido al acceso desigual a la tecnología, los bloqueos de internet y la propagación de desinformación y discursos de odio. El panorama de los medios de comunicación ha cambiado por completo: algunos medios están prosperando, pero muchos están luchando, y la pandemia lo ha exacerbado.
Treinta años después, debemos hacer un balance de estos cambios y proponer un camino a seguir. Por eso volvemos a Windhoek, Namibia, para la Conferencia Internacional de Libertad de Prensa de este año.
LRJ: Uno de los imperativos que se destacan en el tema de este año – “Información como bien común” – tiene que ver con la alfabetización mediática que llevaría a que la gente reconozca y valore el rol del periodismo. Precisamente recuperar la confianza de la audiencia es un gran problema actualmente, ¿cómo cree Ud. que sería este camino para mejorar este tema, qué propuestas o sugerencias hay en la Unesco que llevarían a que esto se logre?
AA: Durante la pandemia, hemos sido testigos de dos fenómenos simultáneos: a medida que aumentaba la información errónea y la desinformación, más personas recurrían a los medios de comunicación tradicionales para obtener información confiable.
Este es un ejemplo de alfabetización mediática e informacional en acción: al equiparnos con habilidades esenciales de pensamiento crítico, nos permite clasificar y evaluar la información que recibimos. Las dramáticas transformaciones digitales que hemos visto en los últimos años significan que debemos hacer mucho más para empoderar a las personas para que piensen de manera más crítica sobre la información: de dónde proviene y cómo se distribuye. Durante años, la Unesco ha trabajado para integrar la alfabetización mediática e informacional en las políticas nacionales y los planes de estudios escolares, y acabamos de lanzar un nuevo plan de estudios en respuesta a los últimos cambios tecnológicos. Esperamos que se convierta en un recurso que permita a todos, de todas las edades, adquirir estas habilidades cruciales del siglo XXI.
En segundo lugar, debemos apoyar a los periodistas profesionales para que sigan haciendo su trabajo, proporcionando información veraz y confiable. Esto significa centrarse en la seguridad de los periodistas y la viabilidad económica de los medios de comunicación.
En tercer lugar, debemos proteger el espacio virtual en el que circula el contenido, promoviendo información precisa y combatiendo la desinformación y el discurso de odio. La Unesco está lanzando un conjunto de estándares sobre la transparencia de las empresas de internet para arrojar luz sobre este complejo rompecabezas.
LJR: La desinformación sin duda ha sido uno de los mayores retos desde hace unos años, pero fue especialmente significativo desde que comenzó la pandemia de COVID-19 y demostró la importancia de acceder a información fiable. La Unesco se ha unido al Centro Knight para ofrecer cursos a periodistas para cubrir la pandemia y la campaña de vacunación. ¿Cómo espera la Unesco que estos cursos ayuden a mitigar el problema de desinformación? ¿Qué nos falta hacer como periodistas o grupos de medios?
AA: Así es – y me gustaría comenzar agradeciendo a nuestro titular de la Cátedra Unesco de la Universidad de Texas [Rosental Alves] por esta asociación tan gratificante.
A través de estos cursos, hemos llegado con éxito a más de 12.000 periodistas en más de 160 países, fortaleciendo sus capacidades para que puedan cubrir de manera efectiva la pandemia, y ahora con un nuevo curso sobre vacunas. Estos cursos se enfocan en combatir la desinformación, verificar información y desacreditar falsedades. Con esta iniciativa, la UNESCO, la OMS, el PNUD y el Centro Knight están apoyando una cobertura justa, equilibrada y confiable de la pandemia en todo el mundo.
Los periodistas y las organizaciones de medios deben continuar brindando información verificada y confiable al público, promover iniciativas de verificación de datos y fomentar tanto la transparencia como la rendición de cuentas. Estos temas se han tratado en los dos MOOC ofrecidos y en varios webinars – el entusiasmo que han generado estos eventos entre los periodistas fue nuestra mejor recompensa.
La desinformación está teniendo un impacto serio en otras áreas importantes, como las elecciones, el cambio climático y las percepciones sobre la migración. Junto con sus socios, la Unesco seguirá invirtiendo para desarrollar herramientas y conocimientos pertinentes que empoderen a los periodistas y otros profesionales de los medios de comunicación para proteger la “información como bien público”.
*Esta entrevista fue hecha originalmente en inglés.