La historia ya es conocida. El nobel de literatura colombiano Gabriel García Márquez un día le propuso a Jaime Abello Banfi crear una fundación donde se impartieran talleres para periodistas de América Latina. Abello Banfi, un abogado de profesión y quien para entonces era el gerente del canal regional Telecaribe, se preguntaba “por qué se le ocurre que yo pueda ser la persona”, le dijo a LatAm Journalism Review (LJR).
Ese sería el nacimiento de la hoy Fundación Gabo que ha superado su idea de los talleres para ofrecer además becas, premios, conferencias, publicaciones y tal vez uno de los festivales de periodismo más importantes de Iberoamérica: el Festival Gabo.
Solamente en 2024, entregó más de US $145.000 en becas, y realizó más de 60 actividades entre talleres, seminarios, encuentros, charlas, clases magistrales.
“Yo soy el eterno aprendiz. Primero que todo soy el producto de la Fundación. Es decir, yo no soy el gran experto que llegó a construir una fundación, sino que aprendí muchísimo en el curso de estos 30 años. Y estoy muy orgulloso de todo lo que aprendí”, dijo Abello para quien la clave de la fundación ha estado en su adaptación a los tiempos.
“Es una fundación que ha tenido flexibilidad y fidelidad al origen al mismo tiempo. Y eso pues ha sido un papel que me ha correspondido a mí como director general asegurar”, dijo.
El trabajo de alguna manera ha implicado llevar el peso del legado de ‘Gabo’. Pero para Abello “el peso más grande es la búsqueda de pesos”, dijo entre risas. “Ha sido una experiencia extraordinaria, enriquecedora y la he disfrutado muchísimo también. Siempre hemos tratado de mantener la alegría y la esperanza ante todo en el periodismo”.
Su proyecto futuro ahora tiene que ver con encontrar una sede propia a la fundación y fortalecerla organizacionalmente para garantizar la continuidad más allá de Gabo y de él mismo.
Por su trabajo en la fundación y “en reconocimiento a sus extraordinarias contribuciones al periodismo en América Latina y su papel en el fomento del entendimiento interamericano”, el Premio Maria Moors Cabot le otorgó el 8 de octubre una Mención Especial. El jurado también lo catalogó como un firme defensor de la libertad de prensa y de los periodistas latinoamericanos atacados.
Abello, acostumbrado a dar premios y organizar eventos, se siente extraño de estar “del otro lado”, pero bastante emocionado de poder hacerlo. Entiende estos reconocimientos como “estímulos” para seguir con el trabajo, y en este caso lo interpreta como un reconocimiento al trabajo de toda la red que conforma la fundación: no solamente su equipo, sino los maestros, periodistas y aliados con los que los proyectos han salido adelante.
Abello participó en la sección 5 Preguntas de LJR en la que habló sobre la situación del periodismo actual, la importancia de su rol para la democracia y del futuro de la fundación.
La entrevista fue editada por motivos de claridad y extensión.
1. El premio Cabot busca destacar a quienes trabajan por el entendimiento interamericano. ¿Cómo lo ha logrado la Fundación Gabo?
Lo primero es el foco que desde el principio tuvimos. Nacimos como una fundación iberoamericana. Ese fue el primer planteamiento que nos hicimos con Gabriel García Márquez. Ya él había tenido otras experiencias y era un hombre muy internacional y muy creyente en esa identidad compartida, en esos problemas compartidos, en esas ventajas que nos dan la lengua española y portuguesa para realmente crear sinergia y maximizar las oportunidades de colaboración y de aprendizaje compartido.
Segundo, haber conformado una red de maestros que son no sólo locales o nacionales en Colombia, sino verdaderamente regionales.
Y lo tercero es que, en un área como el periodismo, en la cual la apuesta nuestra es por la excelencia y por los periodistas, nos dimos cuenta de que definitivamente había un marco de intercambio de conocimiento, un marco que era realmente regional. Porque necesitamos tener una visión regional para muchos temas y problemas, y eso se ha demostrado muy bien en el florecimiento del periodismo colaborativo.
2. La Fundación Gabo nace para ofrecer capacitaciones a periodistas. ¿Cuáles son las áreas y temas en los que los periodistas deberían entrenarse más, capacitarse en la actualidad? ¿Dónde están las falencias?
Creo que lo primero es aceptar el cambio. Los cambios en la función social del periodismo. Hay unos elementos esenciales que se mantienen, pero otros han cambiado. Y lo que ha cambiado sobre todo es que ya no tenemos el privilegio económico y social o la plataforma más privilegiada para la comunicación, la información y la publicidad.
Ahora eso es compartido con mucha gente y sobre todo con las plataformas. Realmente ya el periodismo no es un cuarto poder, el verdadero poder comunicacional ahora lo tiene el algoritmo y las plataformas que lo controlan.
Jaime Abello Banfi, José Salgar, and Gabriel García Márquez at the 2006 anniversary commemoration of the then Foundation for New Ibero-American Journalism (FNPI), now the Gabo Foundation, in Cartagena, Colombia. (Photo: FNPI Archive / Libardo Cano)
Aceptar ese cambio implica volver a preguntarnos sobre el valor social y la función esencial del periodismo. Hay varios elementos que desde el principio los teníamos claros. Uno que el periodismo ante todo es un servicio de interés público. Y es un servicio que, aunque tenga dificultades para financiarse, es indispensable para la democracia. Es insustituible. Debemos preguntarnos cuál es el punto específico de valor que agregamos a la democracia, y tiene que ver con el ejercicio de la libertad para investigar y verificar hechos y para, si es necesario, incomodar a los poderes establecidos. El periodismo indispensable para contrarrestar la manipulación y la desinformación sistemática y organizada, y la propaganda que están en auge.
Luego hay un segundo campo definitivamente que es el dominio de la tecnología. Ese es un cambio. El periodismo no puede desvincularse ya de la del uso de la tecnología para muchas actividades. El periodismo está obligado a definitivamente a trabajar con la tecnología, punto. Tenemos que reconocer que uno de los aspectos esenciales de la organización periodística hoy en día es la tecnología y entre otras cosas es mejor desarrollar capacidades tecnológicas propias y no entregarse a los proveedores externos a ese campo.
Hay un tercer aspecto que es esencial que es definitivamente la ética. Y la ética es un debate permanente, es hacernos todo el tiempo la pregunta y eso requiere una reflexión personal, seguir una intuición moral, hay que estudiar los casos, hay que analizarlos, hay que aterrizar a la realidad. Gabo lo dijo con claridad al principio “el periodismo, ética y técnica son inseparables como el zumbido del moscardón”.
Y concluyo diciendo que definitivamente hay que fortalecer la capacidad de contar historias y de empaquetar esas narrativas de una manera que sea atractiva para los lectores. Gabo también solía decir “es más fácil atrapar a un conejo que a un lector”. Hoy en día la competencia es por la relevancia y esa competencia es más dura que nunca. Entonces si no hacemos las cosas de una manera empática con las audiencias pues estamos perdidos. Y todo eso también se aprende y se fortalece.
3. Respecto a las plataformas, ¿cómo se debe manejar esa relación que implica una tensión constante con el periodismo?
Hay que manejarlo como un poder. Así como las plataformas nos ofrecen espacios tecnológicos para relacionarnos con las audiencias, tenemos que estar muy atentos desde el punto de vista de sus intereses. Y esos intereses empresariales también tienen ahora nuevas dimensiones, como la política. Sobre todo cuando vemos cómo la inteligencia artificial está enfocada por una competencia no solo de negocio, sino de poder. Eso nos indica que tenemos que hacer cobertura periodística como a otro poder. Al mismo tiempo tenemos que aprender a utilizar todas las facilidades que esas plataformas nos proporcionan para nuestro trabajo y en relación con las audiencias. Es una dualidad.
Hay un tercer campo que es el campo de la negociación de recursos. Ha habido algunas que han sido más colaboradoras y flexibles con el hecho de que han cambiado la economía de los medios, porque fue el surgimiento de las plataformas lo que cambió la economía de los medios. Se llevaron la publicidad, la controlan hoy.
Supieron desarrollar un modelo de negocios en que se llevaron el pedazo grandísimo de la torta. Siempre ha habido implícitamente un reclamo sobre las participaciones de la torta y ha habido algunas de ellas que han devuelto un poco más en ayudas o en oportunidades.
Es una relación altamente compleja porque a eso agregar el campo de los derechos individuales en relación a las plataformas y la protección de muchos derechos, los datos, la privacidad y todos los demás.
4. Es inevitable preguntarle por la situación del periodismo actualmente en la región. Desde la fundación, ¿qué evaluación hacen?
El periodismo está asediado. Está bajo acoso. Hay una ferocidad que se ha estimulado en los enemigos del periodismo al ver las señales de debilidad. Las vulnerabilidades que tienen que ver con la sostenibilidad de los medios, con la manera como todo el sector se está reordenando y replanteando, que tiene que ver con los propios problemas de credibilidad por parte de las audiencias, el retiro de mucha gente de las noticias.
Todo eso hace que el contexto sea muy difícil. Es uno de los momentos más difíciles de la historia del periodismo.
Pero al mismo tiempo creo que el hecho de que el periodismo está estimulado por una vocación no sólo periodística en sí misma narrativa, sino el servicio público, es uno de los factores de resistencia y en esa resistencia tenemos que encontrar nuevas maneras de explicarnos ante la sociedad, de reconectarnos o fortalecer la conexión con las audiencias y de multiplicar las fuentes de financiamiento.
Es una etapa de resistencia y de mantener la fe porque el periodismo es indispensable.
Los enemigos del periodismo, empezando por los políticos populistas y autoritarios, lo que quieren es aprovecharse de esa debilidad para terminar de hundir el prestigio del periodismo.
Es una lucha que tenemos que dar.
5. Justo sobre esa lucha, García Márquez calificó al periodismo como “el mejor oficio del mundo”. Sin embargo, no solamente las audiencias, sino en el mismo periodismo hay una desilusión. Cada vez más periodistas se están alejando de la profesión, incluso hay una preocupación por el relevo generacional porque las nuevas generaciones no están estudiando periodismo, no les gusta. ¿Cuál podría ser el mensaje tal vez optimista?
Lo importante es entender el papel del periodismo ahora. Lo que está haciendo el periodismo es llevándonos a ver quiénes realmente quieren ser periodistas, quiénes entienden de qué se trata el periodismo y llegan y se quedan. Ese espacio, que no es fácil, pero que es muy bello y que tiene que ver con muchas de esas ideas que no sólo García Márquez, sino muchos maestros de la Fundación tienen.
Ahí es donde yo digo que el periodismo es indispensable. En este nicho del periodismo indispensable probablemente difícil, incómodo para los poderes y que muchas veces hay que hacer por fuera de los países – hay países de América Latina donde ese periodismo se ejerce desde el exilio – ese nicho es donde está la esperanza, donde está el sentido.
Que no es fácil, no, no es fácil. Y como nunca hay historias y comunicación. La pregunta es ¿cómo dialogar con esa realidad en la cual el periodismo es una voz y cuál es la voz que distingue el periodismo? ¿Cómo se la hacemos sentir a la gente y cómo además estamos a la altura de ser los mejores comunicadores y los mejores contadores de historias, los que lo hacemos con la máxima responsabilidad?
Definitivamente, nuestra salida es la búsqueda de la excelencia, la ética y el servicio público, la entrega a las audiencias con independencia. Ese periodismo óptimo es el único periodismo posible hoy en día. El periodismo mediocre es el que sale.
Ahora, el periodismo óptimo tiene enormes dificultades. Claro que sí. Pero cada uno hace su elección.