De lo analógico a lo digital, prácticamente todos los medios de comunicación han seguido una ruta unidireccional. Pero el medio paraguayo El Surti está haciendo lo contrario. Desde abril, el medio de investigación publica una versión impresa de sus reportajes más impactantes.
Su primera publicación fue una investigación sobre la contaminación del aire en el área metropolitana de Asunción, la segunda sobre la producción de cemento y cal, y la tercera sobre un pueblo que pasó casi seis meses sin dormir a causa del ruido de una granja de bitcoin. Este mes de julio estarán publicando una cuarta edición sobre cómo la región occidental de Paraguay se ha convertido en un verdadero hub logístico del narcotráfico.
“Nuestro impreso es literalmente un objeto que representa un par de años de evolución del trabajo de El Surti”, el cofundador Alejandro Valdez le dijo a LatAm Journalism Review (LJR). “Nos dimos cuenta que lo clave no necesariamente es llegar a la mayor cantidad de personas, sino llegar a las comunidades, a las personas adecuadas que puedan incidir en el tema que se esté tratando”.
La edición impresa de El Surti parece una pequeña revista con un promedio de 50 páginas. Cada portada lleva una ilustración realizada por un artista diferente, y las páginas interiores presentan texto, imágenes y gráficos que, en conjunto, cuentan una historia.
No es la primera vez que El Surti experimenta con el impreso. El medio ha publicado también recopilaciones de sus mejores historias y libros. Por ejemplo, en 2023, publicaron Ruido, un libro basado en una investigación sobre la desinformación en las elecciones de Paraguay de ese año.
La diferencia, en esta ocasión, es que El Surti impreso es una publicación mensual, lo que les permite mantener un contacto regular con la audiencia.
Cada lanzamiento de las ediciones impresas ha venido acompañada de un evento con música, bebidas y actividades de interacción (Foto: El Surti)
El impreso también representa una nueva fuente de ingreso, en un momento en que los medios nativos digitales enfrentan desafíos para la sostenibilidad.
Para recibir El Surti impreso, el usuario debe pagar una suscripción mensual de 60 mil guaraníes, unos 8 dólares. Si se hace un pago anual, el lector recibe un 16% de descuento. El servicio solo está disponible dentro de Paraguay y solo se puede pedir por Whatsapp.
Valdez dijo que en la actualidad cuentan con 100 suscriptores y el plan es llegar a 500 socios para que sea una fuente económica equilibrada que represente al menos el 10% de los ingresos anuales de El Surti.
“Vamos a publicar 10 números este año. A nivel de sostenibilidad en este momento es una inversión y parte de una estrategia más amplia”, dijo.
Surti está cubriendo los gastos del impreso usando fondos propios y algunas grants que han recibido para impulsar el impacto de sus historias, según Valdez.
El Surti tiene como misión y visión hacer periodismo que llame a la participación cívica, según Valdez. Parte de la estrategia del medio ha sido alejarse de las pantallas para “poder hablar sin algoritmos ni cookies”, dijo, y realizar encuentros presenciales.
Cada lanzamiento de las ediciones impresas ha venido acompañada de un evento con música, bebidas y actividades de interacción como un mural con la portada del impreso para que los asistentes puedan pintarla o una mesa con los borradores en bruto donde los suscriptores pueden crear sus propios diseños.
“Muchos de los que se unieron a mi equipo en la fiesta de presentación ya eran caras conocidas. Nos hemos encontrado en eventos que hemos celebrado en el pasado”, escribió en su cuenta de LinkedIn Jazmin Acuña, cofundadora de El Surti, luego del lanzamiento de la primera edición.
“Estos encuentros nos reafirman en que tenemos poder para reunir a la gente... Podemos alimentar la confianza, despertar la curiosidad, fortalecer comunidades en torno a la información y recordar a todos -incluidos nosotros mismos- que el periodismo puede ser una fuente de alegría”, agregó.
Mauricio Maluff, profesor universitario paraguayo, fue uno de los primeros suscriptores de la versión impresa de El Surti. Desde sus inicios ha venido siguiendo las investigaciones del medio y hasta, en una ocasión, se ofreció a hacer una donación con el fin de contribuir con la sostenibilidad del periodismo independiente.
“El periodismo para que funcione y sea independiente necesita financiación de alguna manera y que ese dinero venga desde los propios lectores y no dependa de un poder ajeno”, dijo Maluff a LJR. “Fui a uno de los eventos que hicieron y es muy lindo crear comunidad alrededor del trabajo periodístico”.
En el tiempo de la inteligencia artificial, donde se recurre a la creación automática de imágenes, El Surti también apuesta por ilustraciones hechas a mano.
la portada del impreso de mayo sobre la investigación “una de cal y otra de miseria” contenía diferentes referentes sobre la explotación de los cuerpos y recursos. (Foto: El Surti)
Cada una de las ediciones en impreso que han publicado cuenta con una portada sin titular donde las ilustraciones son las protagonistas y narran su propia historia visual.
Desde sus inicios, el periodismo visual ha sido pieza fundamental de los trabajos de El Surti. Tanto así que
su estilo gráfico ha sido reconocido con galardones como el Premio Gabo en Innovación en 2018 y el Global Youth & News Media Prize en 2019.
También crearon en 2020 Latinográficas, una comunidad de aprendizaje y colaboración entre periodistas, diseñadoras e ilustradores para impulsar la narración visual de historias en Latinoamérica.
“La ilustración no es solo un complemento sino que es parte también de este proceso de periodismo” , dijo a LJR Jazmín Troche, editora visual de El Surti. “A la par que se está haciendo la investigación, ya se está pensando en la tapa. Nuestra idea principal es que construya un mensaje, que invite a mirar con pausa, a mirar con sentido y a narrar historias necesarias”.
Los periodistas detrás de cada historia de investigación son invitados, por los ilustradores, a participar en el proceso creativo de la tapa. Cada mes, la portada está diseñada por un ilustrador distinto quien es el encargado de crear un promedio de 30 referencias visuales, ya sea del arte indígena, la cultura pop, literatura o el cine, que estén relacionadas con el reportaje.
Por ejemplo, la portada del impreso de mayo sobre la investigación “una de cal y otra de miseria” contenía diferentes referentes sobre la explotación de los cuerpos y recursos: la búsqueda de tesoros de la película paraguaya ‘Latas vacías’, obreros desempleados que recurren al striptease en el filme ‘The Full Monty’, la crónica de Rafael Barret sobre la esclavitud en los yerbales del Alto Paraná y el videojuego Minecraft.
Troche explicó que, debido a la gran cantidad de referencias visuales, los lectores podrían sentirse perdidos. Por eso, decidieron incluir al final de cada edición impresa un juego que invita a descubrir esas referencias en la portada. El juego, inspirado en los clásicos para colorear por números, presenta la tapa en blanco y negro, con cada elemento numerado. En otra página se ofrece la explicación detallada de cada número y su significado.
“Hacemos una investigación profunda para que las referencias tengan un sentido con el texto”, dijo Troche. “No solo tiene que ser una tapa linda sino también la idea es incomodar con belleza, representar injusticias, una herramienta que sirva a la comunidad”.