Este texto fue publicado originalmente por AzMina el 23 de noviembre de 2021 y fue traducido y republicado aquí con autorización.
Atención: El artículo de abajo muestra extractos explícitos de contenido misógino y racista. AzMina optó por no censurarlo porque pensó que era importante ejemplificar cómo el debate es violento en las redes, cómo la violencia contra las mujeres periodistas se disemina, qué términos son frecuentemente utilizados y cómo podemos identificar esta violencia.
“Puta. Va a abrir las piernas para dárselo a Lula”. Ese fue el primer mensaje que Eliane Cantanhêde; periodista, columnista de Estadão y comentarista de Globonews Em Pauta, de radio Eldorado (São Paulo) y de radio Jornal (Pernambuco); recibió la mañana del 18 de noviembre. La ofensa llegó a su bandeja de mensajes privados en uno de sus perfiles profesionales en redes sociales. Esa, desafortunadamente, no fue la única frase ofensiva que recibió en sus redes. Algunas son públicas en los comentarios de sus publicaciones, lo que documenta la misoginia y violencia contra las mujeres periodistas para quien lo quiera ver.
Elaine lidera un ranking de ataques a profesionales de la prensa. Las mujeres periodistas reciben más del doble de insultos en sus perfiles de Twitter comparado con sus colegas hombres. Ese fue uno de los hallazgos preocupantes de una investigación de datos realizada por Revista AzMina y por el InternetLab junto a Volt Data Lav y INCT.DD, con el apoyo del International Center for Journalists (ICFJ). La creciente ola de ataques a la prensa brasileña aparece también en informes de la Federación Nacional de Periodistas (Fenaj, por su acrónimo en portugués) y de la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji). Ya sea en la realidad o en línea, la violencia tiene al género femenino como su principal blanco.
En la encuesta, llevada a cabo en Twitter, se encontró que los usuarios que lanzan ataques contra periodistas intentan deslegitimar la capacidad intelectual femenina para el ejercicio de la profesión y silenciar a la prensa. Igualmente, resaltan aspectos físicos de las profesionales para desviar la atención de los temas abordados y diseminan información falsa sobre ellas.
Fueron monitoreados 200 perfiles de periodistas brasileños en esa red social. A partir de un diccionario compuesto de palabras ofensivas, misóginas, sexistas, racistas y lesbo, trans y homofóbicas, recopilamos 7.1 millones de tuits con contenido ofensivo en 133 perfiles de mujeres periodistas y 67 de hombres. En un análisis más minucioso, que comprendió el periodo entre el 2 de mayo y el 27 de septiembre, el monitoreo llegó a un conjunto de poco más de 8.3 mil tuits, con cinco o más interacciones (RT y/o likes). Estos fueron verificados uno por uno para identificar si el contenido era o no un ataque directo al periodista.
Los profesionales que trabajan en la cobertura política están más expuestos a los ataques masivos. Pero, mientras 8 por ciento de los tuits ofensivos dirigidos a los periodistas hombres fueron hostiles, 17 por ciento de los dirigidos a periodistas mujeres eran ataques. Entre los términos más usados contra estas están “ridícula”, “canalla”, “loca”, “mujercita”. La mayoría de las agresiones también sugieren que las mujeres son incapaces de interpretar un texto o una situación política.
Para los hombres, la incidencia de ataques directos es más baja y, muchas veces, las ofensas se mezclan con ataques a otras mujeres o a la prensa en general. Varios mensajes dirigidos a hombres también contienen comentarios misóginos que ofenden a figuras femeninas cercanas a ellos, como sus madres, hermanas y colegas.
De acuerdo con la antropóloga Fernanda K. Martins, una de las coordinadoras de la investigación de InternetLab, “la misoginia se sustenta y se extiende socialmente a partir de movimientos que colocan a las mujeres como blanco incluso cuando el objetivo es alcanzar a un hombre. Los ataques dirigidos a las colegas y a sus familiares mujeres apuntan a un comportamiento social que coloca al género femenino como naturalmente atacable, naturalmente susceptible y a discursos que hacen inferior y menosprecian a las mujeres”.
Lo que se ve en común en ambos son las expresiones que intentan posicionar a los profesionales en espectros políticos, llamándolos “comunistas” o “naziperiodistas”, además de los que afirman que los periodistas son, de alguna manera, “parciales” en sus coberturas.
ACCIONES ORQUESTADAS
En el top del ranking de las periodistas más insultadas están Eliane Cantanhêde; Vera Magalhães, presentadora del programa Roda Viva, columnista en el periódico O Globo y comentarista de la estación de radio CBN; Daniela Lima, presentadora de CNN; y Miriam Leitão, periodista de O Globo, TV Globo, Globonews y CBN. Ellas comparten la opinión de que los ataques son todavía más virulentos cuando son iniciados o instigados por figuras políticas como el presidente Jair Bolsonaro. AzMina ya mostró en su canal de YouTube por qué las agresiones de Bolsonaro a periodistas mujeres son un problema.
Elaine recuerda que los ataques a periodistas comenzaron en la época cuando el Partido del Trabajo (PT) estaba en la presidencia, por parte de simpatizantes del partido. También recuerda que también ha sido atacada por el Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB). Un mismo artículo molestó a ambas partes. “Pero Bolsonaro no solo usó esa táctica, también comenzó a desacreditar a periodistas señalándolos por su nombre, lo que encendió a sus seguidores”, dijo.
Para Vera, los ataques son estratégicos. “Entiendo que son intencionalmente misóginos, machistas, exactamente como una forma de acabar la credibilidad de las mujeres periodistas”. Ella cree que su caso se agrava por el hecho de haber hecho muchas críticas al PT, “y también lo hago contra el gobierno de Bolsonaro”. Pero hoy la coordinación de las ofensas, dice Vera, parte del presidente, de su familia y sus ministros. “Eso no pasaba en los gobiernos anteriores. Es violento y orquestado”.
La periodista Mariliz Pereira Jorge, columnista de Folha de S.Paulo, guionista y presentadora del canal MyNews, cuenta que enfrentar la hostilidad para ejercer la profesión desafortunadamente ya es parte de su rutina. El problema, en su opinión, es que ahora los ataques están más organizados y son masivos.
“Cuando un tuit parte de la propia presidencia, o de los congresistas de la base gobernante, ya sé que habrá una cascada de insultos”. Y, muchas veces, además de ofensivos, los mensajes son intimidatorios.
Además de las maldiciones, las periodistas necesitan combatir la diseminación de noticias falsas sobre sus trayectorias, lo que es también una estrategia política de descrédito de las profesionales. Miriam Leitão, por ejemplo, es constantemente insultada con términos como “ladrona de bancos” y “mujer cobra”, expresión creada por los seguidores del presidente Jair Bolsonaro, quienes minimizan y se burlan del episodio de tortura que sufrió la periodista en la época de la dictadura militar.
“Ya entré en los Trending Topics de Twitter porque usaron una foto mía diciendo que era yo en prisión por haber asaltado un banco”, comentó. Miriam, quien agregó que nunca ha portado un arma y que esa información ha sido desmentida decenas de veces. “Pero de vez en cuando, surge una nueva ola y usan eso de nuevo”. Ella nota que perfiles falsos crean olas artificiales de ataques que contaminan el debate y distorsionan el diálogo.
GÉNERO Y RAZA
Como es costumbre en narrativas misóginas, las mujeres también sufren ofensas que son dirigidas a sus cuerpos, sus relaciones y sus edades. Con Eliane Cantanhêde y Vera Magalhães, por ejemplo, fue puesta en duda su salud mental. “Piensan que me ofenden, pero nunca he intentado ocultar mi edad. Me siento orgullosa de mi historia, de la abuela que soy”, dijo Eliane.
La situación profesional del marido de Vera Magalhães, quien también es periodista y ha trabajado como asesor de diferentes políticos de la escena nacional, es frecuentemente discutida en las redes sociales como algo que supuestamente interfiere en la trayectoria y opiniones de la periodista. Una estrategia semejante sucede con Eliane Catanhêde.
Las conclusiones del monitoreo son muy similares a las del informe desarrollado por Abraji, que mostró un índice de 56 por ciento de ataques en línea para mujeres periodistas en 2020. También fueron usados maldiciones, groserías y términos misóginos cuando las víctimas eran mujeres. “Este escenario atrae la atención hacia la necesidad de mecanismos de protección legal e institucional de libertad de expresión, específicamente atentos a cuestiones de género”, dijo Cristina Zahar, secretaria ejecutiva de la asociación.
Muchos usuarios insinúan que las mujeres negras e indígenas se aprovechan de sus características para acceder a los espacios profesionales a los que han logrado llegar. Tal es el caso de las periodistas Maju Coutinho, quien es afrodescendiente, y Alice Pataxó, quien es indígena. “¿No eres monarquista? ¿Y esa electricidad que estás usando ahí, puta? En la época del imperio [en Brasil] no había esas cosas”, publicó un usuario después que la periodista compartió una imagen en la que aparece una persona indígena tomando una foto con un teléfono celular.
CÓMO ACTUAR EN ESTOS CASOS
Además de la experiencia violenta de abrir las redes sociales todos los días y encontrarse con ataques como estos, las periodistas también llaman la atención sobre la dificultad de denunciar esto dentro de las propias plataformas.
Mariliz Pereira Jorge dice que ya ha denunciado varios ataques, pero no tuvo apoyo. Las respuestas que recibió fueron que eso no violaba las políticas de la plataforma. “Una mujer que publique una foto de su pecho puede ser vetada porque viola las políticas de la plataforma mucho más que una amenaza de violación, de muerte, como me pasó a mí y a otras colegas”. Ella también cree que las agresiones generan más engagement.
Para Miriam Leitão, todo perfil debería tener una persona física y/o empresa legalmente identificable. Ella sugiere que las plataformas tienen la responsabilidad de identificar quién es real en oleadas organizadas de ataques, neutralizar y eliminar perfiles que no son reales, porque los bots (robots) no tienen rostro. “Cuando recibo una ofensa sexista y mentirosa, ¿a quién puedo demandar si quisiera?”, pregunta.
El monitoreo identificó que muchos tuits con contenido agresivo explícito, como “puta” y “vagabunda”, por ejemplo, ya han sido retirados del aire.
POSICIONAMIENTO DE LA PLATAFORMA
En un comunicado, Twitter informó que tiene una política de comportamiento abusivo (que trata los intentos de acosar, intimidar o silenciar la voz de otra persona) y una política contra la propagación del odio (que establece que no está permitido promover la violencia, atacar directamente o amenazar a otras personas con base en categorías o características específicas). Si se confirma la infracción, se toman diferentes medidas correctivas, que van desde la eliminación y/o reducción de la visibilidad de un tweet hasta la suspensión permanente de una cuenta.
Con respecto al gran volumen de perfiles falsos identificados como autores de tuits ofensivos, Twitter dijo que tiene reglas para abordar los intentos de manipular el debate en la plataforma, ya sea a través de spam o cuentas falsas. Estas reglas establecen que no está permitido usar los servicios de Twitter con la intención de amplificar o suprimir información artificialmente o participar en comportamientos que manipulen o perjudiquen la experiencia de las personas en la plataforma. La red social ha utilizado el aprendizaje automático y la formación del personal para identificar estos perfiles. Cuando hay sospecha, las cuentas detectadas se someten a un llamado desafío (como confirmación por correo electrónico o teléfono o ingresar un código Captcha, por ejemplo) para demostrar que hay una persona detrás de ellas. Si la cuenta no pasa el desafío, se somete a las medidas correctivas adecuadas.
Finalmente, Twitter informa que revisa periódicamente las reglas y políticas, incluida la política contra el odio, para incluir más categorías en lo que llama lenguaje deshumanizante. La empresa también manifestó que cuenta con un Consejo de Confianza y Seguridad integrado por 40 organizaciones y expertos en 13 regiones, incluido Brasil.