Abordar la desinformación desde una mirada transnacional, ubicar a los actores y modelos de negocio detrás del fenómeno y desarrollar una comunicación estratégica para llegar a las audiencias más vulnerables son algunas recomendaciones para combatir la desinformación desde el periodismo, de acuerdo con algunos panelistas de la Cumbre Global sobre Desinformación 2023.
El fenómeno de las noticias falsas o engañosas está presente en todos los países de América Latina. Por eso es importante entender cómo ese tipo de información circula entre países y los patrones en común que existen en la región, dijo Olivia Sohr, coordinadora de proyectos del medio especializado en fact-checking y periodismo de datos Chequeado, de Argentina.
“Cuando estamos en el día a día de nuestro trabajo periodístico, tendemos a pensar que lo que pasa alrededor nuestro es algo único y propio de nuestro país. Y en realidad cuando agrandamos un poco la mirada nos damos cuenta de que es muy parecido a lo que está pasando en otros lugares”, dijo Sohr. “Lo vimos clarísimamente en la pandemia, pero lo vemos también con los procesos electorales”.
Sohr fue una de las panelistas de la conferencia de apertura de la Cumbre, “Periodismo para desenmascarar a la desinformación”, al lado de Daniela Mendoza, de Verificado (México) y Jaqueline Sordi, de Revista Questão de Ciência (Brasil). El evento se llevó a cabo de forma virtual los días 27 y 28 de septiembre con la presencia de panelistas de América Latina, Estados Unidos, España, India, Inglaterra y Turquía.
En la primera conferencia, las panelistas presentaron proyectos periodísticos desarrollados en el presente año como parte del programa “Disarming Disinformation” del International Center for Journalists (ICFJ), el cual consistió en otorgar becas con el fin de llevar a cabo investigaciones transfronterizas para tratar de dar con los individuos u organizaciones que financian campañas de desinformación en las Américas.
“Si entendemos esas tendencias y quiénes son los actores que están detrás [de la desinformación] y cuáles son sus motivaciones y la forma en la que tienen un modelo de negocio o un esquema de influencia nos puede ayudar muchísimo a desarrollar mejores estrategias para combatir la desinformación”, dijo Sohr. “Creemos que es necesaria esta mirada regional para entender la problemática y para ver cómo circula la desinformación y que si los que desinforman están articulados a nivel regional, nosotros también necesitamos estarlo para poder combatirlo de manera más eficiente”.
Sohr presentó la investigación “Desinformación de género: cómo se articulan los grupos que difunden falsedades sobre el tema en América Latina”, realizada por Chequeado en alianza con La Silla Vacía (Colombia), Lupa (Brasil), Agencia Ocote (Guatemala) y OjoPúblico (Perú). El proyecto, publicado en junio de este año, reveló cómo redes estratégicas de organizaciones ofrecen supuestas becas de formación y eventos internacionales como estrategia para impulsar campañas de desinformación sobre temas de género.
Los medios involucrados en el reportaje descubrieron que distintas asociaciones han transferido más de 40 millones de dólares a países de América Latina para impulsar sus objetivos, que incluyen campañas de desinformación.
“Sabemos que la desinformación en general tiende a aprovechar todos los temas sensibles para expandirse”, dijo Sohr. “Cualquier tema sobre el que haya prejuicios o que sea un tema sensible de discusión social va a ser aprovechado por la desinformación y el género no es la excepción. Y justamente vemos cómo hay muchos temas vinculados a cuestiones de género en los que la desinformación se multiplica”.
Los medios detrás de la investigación encontraron que en sus respectivos países circulaba sistemáticamente información falsa o engañosa sobre temas de género como la educación sexual integral, el aborto y los derechos sexuales y reproductivos, las personas trans, o supuestas políticas que los Estados estarían implementando, como hacer obligatorio el uso del lenguaje inclusivo.
“Cuestiones por el estilo generan irritación hacia los temas de género”, dijo. “Nuestra idea justamente es poder identificarlos y poder exponerlos y mostrar cómo están trabajando y cómo se están articulando para circular esta desinformación”.
Mendoza, por su parte, habló sobre el reportaje “La trampa de la desinformación: el negocio de engañar a personas migrantes”, publicado también en junio de este año por los medios digitales mexicanos Verificado y Conexión Migrante, y las organizaciones de periodismo estadounidenses The Associated Press, Data-Pop Alliance y PolitiFact.
La investigación reveló el modelo de negocio que usan traficantes de personas y falsos asesores legales o reclutadores que estafan a migrantes a cambio de falsos consejos legales, supuestas visas de trabajo, asilo político o formas de cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.
Para la investigación, el equipo sondeó directamente entre los migrantes ubicados en albergues a lo largo de la frontera para conocer cuál era el tipo de desinformación que estaban padeciendo. Posteriormente investigaron en redes sociales cómo llega esa desinformación a los migrantes. Encontraron que existe una vasta red de personas involucradas en difundir datos falsos sobre trámites migratorios y que estos siempre van acompañados de un componente económico.
“Hay modelos de negocio de distintas personas que desinforman en cuanto al tema migratorio para obtener recursos”, dijo Mendoza. “Esta desinformación, además que fragiliza a las personas que no tienen una situación regular en México, les aleja obviamente de los servicios oficiales, porque no se acercan a solicitar ayuda o apoyo a la autoridad”.
La salud es otro de los temas más proclives a ser objeto de campañas de desinformación en América Latina, tal como lo demostró el reportaje “Empresas lucram vendendo falsas curas naturais na internet” (Empresas lucran vendiendo falsas curas naturales en internet), publicado en julio pasado por Revista Questão de Ciência y Revista Veja Saúde.
Sordi presentó el proyecto, el cual detalló cómo a través de un agresivo marketing digital, una influyente plataforma de salud en Brasil difunde noticias falsas sobre salud y lucra con ello. La investigación arrojó que los empresarios detrás de dicha plataforma también tienen compañías vendedoras de suplementos alimenticios, los cuales son recomendados a través de contenido engañoso en el que se da a entender que ciertas enfermedades como la diabetes o el Alzheimer son reversibles.
“Nuestra investigación buscó descubrir quién estaba detrás de esa empresa, cuáles eran sus intereses y quién estaba financiando esta importante red de desinformación en salud”, explicó Sordi. “Descubrimos que es una red mucho más grande de lo que imaginábamos”.
Para entender mejor cómo funciona la red, Revista Questão de Ciência y Revista Veja recurrieron al data scraping, una técnica del periodismo de datos que consiste extraer información de fuentes no estructuradas a través de un software y organizarla en bases de datos. De esa forma pudieron conocer cuáles eran los tratamientos más recomendados por la supuesta empresa desinformadora y los términos más usados en el contenido falso.
“En las newsletter de ellos, las palabras más mencionadas son ‘diabetes’, ‘Alzheimer’, ‘cáncer’. Y palabras como ‘suplementos’, ‘cura’, ‘reversión’”, explicó Sordi, quien enfatizó que algunas de esas enfermedades no tienen cura ni pueden revertirse. “Estimamos que esta es una red que tiene un lucro de más 72 millones de reales [14.2 millones de dólares]. Son más de un millón y medio de seguidores en las redes sociales, y en videos de YouTube hay más de 52 millones de visualizaciones, así que pueden ustedes dimensionar la gran red que es de desinformación”.
El periodista argentino Silvio Waisbord, director de la Escuela de Medios y Asuntos Públicos en la Universidad George Washington, en Estados Unidos, dijo que identificar flujos y actores de desinformación también es fundamental para combatir la desinformación durante procesos electorales.
Waisbord participó en el panel “Desinformación electoral, una amenaza a la democracia”, junto con Daniel Dessein, presidente de la Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina (ADEPA); y Sérgio Lüdtke, editor en jefe de Projeto Comprova (Brasil). El panel fue moderado por Ricardo Trotti, todavía director de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).
La desinformación es una amenaza a la democracia cuando adquiere fuerza y viabilidad en política y en opinión organizada, dijo Waisbord, tal como sucede en momentos a los que llamó “picos de atención y desinformación”, como lo son los procesos electorales.
Para frenar las consecuencias de la desinformación, Waisbord propuso diseñar una comunicación estratégica basada en las características y amenazas de cada caso. Pero dijo que algunos elementos fundamentales de esta comunicación estratégica son la alfabetización mediática de la población, especialmente de los públicos más vulnerables, la oferta de información validada y verificada en el flujo digital donde circula la desinformación, y estrategias y transparencia por parte de las plataformas digitales.
Sin embargo, agregó que los periodistas y medios que buscan combatir la desinformación deben hacerse preguntas como si sus esfuerzos contra la información falsa están llegando realmente a los públicos más vulnerables, si se utilizan los canales apropiados para llegar a esos públicos y si se entienden las motivaciones por las que estas audiencias podrían acceder a modificar sus hábitos de consumo de información.
“Para el cambio de hábitos informativos debemos entender qué es lo que motiva a ciertos públicos a consumir información falsa. Sin entender esto es muy difícil cambiar hábitos informativos. Es decir, las motivaciones para que ciertos públicos vulnerables utilicen o consuman información creíble”, dijo.
Al respecto, Dessein dijo que, si bien existen múltiples proyectos desde el periodismo para atacar a la desinformación, estos no son suficientes.
“El problema sigue allí, el problema se agranda, los riesgos son muy amplios. Muchos de estos proyectos son como gotas de agua dulce en el mar, y nuestros intentos de desalinizarlos para convertirlos en agua potable son claramente insuficientes. Las plataformas [digitales] -se ha dicho varias veces hoy- tienen una enorme responsabilidad”, dijo el periodista.
Dessein recordó que las plataformas digitales han absorbido una gran porción de la publicidad que en décadas anteriores era el combustible de funcionamiento de los medios tradicionales. Eso, sumado a los conflictos de derechos de autor por el uso en plataformas digitales de información de medios tradicionales, son otros factores de desventaja para el periodismo en la lucha por limpiar dichas plataformas de información falsa.
“Creemos que hay que descontaminar ese ecosistema. Siempre decimos que el periodismo por un lado es una vacuna preventiva frente a estos males, pero también es una terapia”, dijo. “Cuando ya el daño está hecho, la forma de atacarlo y de sanearlo es con buen periodismo”.
El periodista destacó algunos proyectos en la región que buscan darle fuerza al periodismo frente a la hegemonía de las redes sociales, como News Showcase, de Google. Se trata de una iniciativa que remunera a los productores de noticias miembros por que su contenido sea mostrado en la plataforma de noticias del gigante tecnológico. En América Latina, la iniciativa ha firmado convenios con medios de países como Argentina, Brasil, Colombia y México.
Si bien Google News Showcase es un antecedente importante en la búsqueda de equilibrar la balanza para el periodismo, Dessein considera que es insuficiente.
“No mueve demasiado el amperímetro, pero sí reconocemos que es un buen camino porque en general se ha firmado con los medios que son productores de periodismo de calidad”, dijo.
Para Lüdtke, las redes sociales han transformado a los ciudadanos en “lectores obligados”, al momento de mostrar, a través de algoritmos, piezas atractivas basadas en el interés de cada persona. Eso, dijo el editor en jefe de Comprova, contribuye en gran medida a la desinformación, sobre todo en época electoral, tal como se demostró durante el proceso electoral en Brasil en 2019, en el que Jair Bolsonaro fue elegido presidente.
“Esos contenidos son seleccionados por algoritmos que eligen las piezas más atractivas, aquellas que tienen mayor potencial para generar reacciones emocionales y engagement”, dijo. “Sabemos que la mentira es más sexy que la verdad. Entonces la desinformación también se alimenta de la agenda pública. [...] Ellos [las plataformas digitales] quieren aprovechar tu efímero interés en un tema candente, pero no necesariamente quieren que prestes demasiada atención a lo que publican. Todo lo que necesitan es engagement”.
Otra de las lecciones que han dejado los procesos electorales de Brasil en temas de desinformación es que las elecciones polarizadas como la de 2022, en la que Luiz Inácio Lula da Silva ganó por menos de dos puntos porcentuales por encima de Bolsonaro, se deciden por un número relativamente bajo de votantes, a los cuales es fácil de convencer a través de desinformación, dijo Lüdtke.
El riesgo para la democracia, agregó, es evidente cuando las opiniones electorales se forman a partir de información errónea y cuando las decisiones se toman basándose en información sesgada o engañosa, y en reacciones emocionales provocadas por contenidos inventados.
“La ilusión de la verdad puede ser mucho más peligrosa que las mentiras”, dijo. “En elecciones polarizadas, la desinformación puede romper el empate, solo se necesita ser elocuente, provocar fuertes reacciones emocionales y cumplir con los requisitos para ganar atención. Y nuevamente en ello, la desinformación que los algoritmos eligen para potenciar o la desinformación que circula sin barreras ni contención a la velocidad de las aplicaciones de mensajería provoca un desorden informativo que puede llevar a las personas a tomar decisiones equivocadas”.
Lüdtke dijo que el rol del periodismo ante esta amenaza es crear mecanismos para contener las olas de desinformación antes de que éstas tomen forma. También, ser un curador atento y evitar ser usado como vehículo de desinformación. Y en tercer lugar, ejercer la verificación de hechos, incluso en aquellos medios que no sean especialistas en esta parte del periodismo.
Sin embargo, existe la preocupación de que producir contenido falso o engañoso resulta mucho más barato que generar contenido de calidad. Y ahí yace un reto importante para el periodismo, de acuerdo con Lüdtke.
“Lo que vimos de 2018 para acá [en Brasil] es que los contenidos más sencillos fueron mucho más utilizados porque no costaban tanto. Lo que me preocupa es que ahora lo que tenemos es una posibilidad de producción de contenidos de desinformación que tengan la verosimilitud y que por tanto pueden pasar por contenidos que sean verdaderos, y que se pueda producirlos con muy bajo costo. Esto está ampliando el costo de la verificación y no de la desinformación”.
La de este año fue la tercera edición de la Cumbre Global sobre Desinformación, y fue organizada por la SIP, el Proyecto Desconfío (Argentina) y la Fundación para el Periodismo (Bolivia).