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“Logramos hackear el periodismo judicial”: Cristian Alarcón tras 10 años de Cosecha Roja de Argentina

Hackear el periodismo judicial. Ese se convirtió con el paso del tiempo en uno de los objetivos de Cosecha Roja, un medio periodístico argentino con perspectiva latinoamericana que recientemente cumplió 10 años y que en los últimos cinco ha logrado formar más de 120 periodistas de 18 países de América Latina para que puedan “pensar la violencia y la seguridad desde una perspectiva amplia, con una visión donde prevalecen los derechos humanos y la igualdad de género”.

“Sí que es verdad que les hemos hecho el hackeo, ¿no?”, dice entre risas Cristian Alarcón, fundador y director de Cosecha Roja, a LatAm Journalism Review (LJR). “O sea, sí hackeamos un poco el sistema, porque yo creo que cambió mucho la situación. Pocas áreas del periodismo se han transformado tanto como el periodismo judicial”.

El hackeo al que se refiere el Alarcón tiene que ver con cambiar la manera en la que tradicionalmente se cubre la llamada nota roja. La nota roja es considerada por algunos como un género periodístico propio, mientras que en algunos casos se entiende como un término peyorativo para definir la manera de cubrir hechos judiciales (como crímenes) destacando el aspecto sangriento de estos.

Captura pantalla de Cosecha Roja

Captura de pantalla del sitio Cosecha Roja.

Lo cierto es que por años, cubrir hechos judiciales se ha ganado la fama de ser sensacionalista porque apelan a la emoción y morbo del ser humano. Cosecha Roja llegaba así, según Alarcón, para devolverle el prestigio a los reporteros judiciales. A través de un periodismo con los más altos estándares técnicos y con una perspectiva de derechos humanos, el sitio está intentado cambiar esta tradición.

Son varios los hechos que le demuestran a Alarcón que en efecto lo están logrando. Por ejemplo, que la Red Latinoamericana de Periodismo Judicial – en donde se pueden encontrar algunos de los inicios de Cosecha Roja – tiene en la actualidad alrededor de 1.200 miembros. Y según Alarcón “no quedan periodistas de policiales o de sucesos o de crónica roja de América Latina que tengan una perspectiva de derechos humanos que no estén vinculados a esta red”.

Pero también lo demuestran las cientos de postulaciones que recibe para participar de la Beca Cosecha Roja. Según dijo Alarcón, para cada beca se reciben entre 300 a 450 postulaciones de las que eligen 16. “No hay nadie que llegue al periodismo judicial hoy y quiera hacer el viejo periodismo judicial”, afirma Alarcón.

Este fue el caso de la periodista colombiana Pilar Cuartas Rodríguez, actualmente miembro del equipo de investigación del diario El Espectador y becaria Cosecha Roja en 2017. En ese momento, coordinaba el turno nocturno de la redacción digital de ese diario y decidió postular a la beca porque “[Cosecha Roja] era un medio que dedicaba su trabajo periodístico a los temas que siempre consideré relevantes, en especial los de género”, según le dijo a LJR.

“Después de esa experiencia, me aventuré a contar de otra forma las historias, sobre todo en la estructura narrativa. Empecé a buscar otros enfoques a los hechos noticiosos y reforcé mi interés por cubrir los temas de género y diversidad sexual”, dijo Cuartas. “De hecho, luego de cursar la beca, empecé un proyecto en El Espectador llamado ‘Sin Clóset’, con el objetivo de contar crónicas en video y texto sobre personas LGBTI. Pero, sobre todo, entendí que debía seguir preparándome para el cubrimiento de estos temas que son importantes en cualquier redacción, no solo para los redactores en formación sino para los periodistas más experimentados. El enfoque de género es transversal y relevante para cualquier periodista, no importa su cargo ni los años de experiencia. No debe ser menospreciado”.

La percepción de cambio que tiene Alarcón también es apoyada por María Teresa Ronderos, miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo y directora de CLIP, para quien Cosecha Roja “sí ha hecho un aporte grande a cambiar la forma de narrar el crimen en nuestro países”.

“Editores y periodistas que han tomado los cursos de Cosecha Roja, que incluyen producción de historias, para cubrir la noticias de crimen y justicia cambian su mirada”, dijo Ronderos a LJR. “Dejan de repetir la historia oficial, e intentan entender por qué pasa lo que pasa y de dónde vienen esos criminales, y amplían sus fuentes”.

Para Ronderos, la nota roja clásica podría ser un gran texto periodístico. De hecho recuerda cómo grandes crónicas se hicieron sobre crímenes famosos, sin embargo, Ronderos señala que el gran problema ha sido cubrir de manera exclusiva la fuente policial: “imitar sus sesgos, sus prejuicios, sus limitaciones”. “Cristian propone volver a dar profundidad a estos relatos, con mayor compresión por qué se comenten los crímenes y quiénes los cometen y qué lugar les ha dado la sociedad. ¡Pueden ser de nuevo las grandes crónicas!”, dijo.

Un comienzo y una nueva forma de cubrir los crímenes y la justicia

El nacimiento de Cosecha Roja, no obstante, no se dio de manera inmediata. Fue la suma de varios eventos, o como lo describe Alarcón, “fue la consecuencia de una preocupación sobre la que decidió trabajar la Fundación Gabo”.

Beca Cosecha Roja 2018

Cristian Alarcón durante la primera jornada de la Beca Cosecha Roja el 4 de junio de 2018. (Foto: Victoria Gesualdi/ Cortesía)

Para la época, Alarcón llevaba siendo tres años director académico del Programa Narcotráfico, Ciudad y Violencia apoyado por la ahora Fundación Gabo y la entonces Open Society Institute. También había estado investigando por seis años la guerra urbana entre narcotraficantes peruanos por el control de la distribución de cocaína  en Buenos Aires, y por tres años la vida de los ladrones del Gran Buenos Aires.

“Ese programa de formación Narcotráfico, Ciudad y Violencia intentaba renovar las ideas del prohibicionismo, transformar el periodismo latinoamericano, que hasta el momento todavía tenía una visión exclusivamente prohibicionista y acompañaba, sin criticar, el discurso propuesto por los Estados Unidos sobre la lucha contra las drogas”, dijo Alarcón. “Desmentir esta versión según la cual una ‘mula’ [persona que trafica droga], este padre de cinco hijos que trafica para sobrevivir, es lo mismo que el líder de un cártel o el lavador de dinero que participa de la gran cadena del tráfico global”.

De la mano del programa se dio un primer encuentro en México, que llevaba el mismo nombre del programa, y donde nació la Red Latinoamericana de Periodismo Judicial con 20 miembros. Y de esta red apareció lo que sería Cosecha Roja, primero como un “sitio en donde compartíamos los materiales de quienes querían ser editados por un grupo de editores que yo coordinaba”. Cronistas que habían salido de los talleres que Alarcón dictó por años en su casa de San Telmo.

“Este espacio creció, pasó de ser un taller en vivo que publicaba los trabajos ya editados en taller, a ser una asesoría permanente para todos esos miembros de la red que buscaban un espacio de contención que les permitiera ampliar su mirada sobre la violencia en América Latina con una perspectiva de derechos humanos”, dijo Alarcón.

Cosecha Roja siguió funcionando de esa manera hasta que consiguieron los primeros financiamientos para poder cubrir de manera diaria sucesos judiciales y policiales en Buenos Aires y su área metropolitana.

“Y a medida que comenzamos a trabajar en esos sucesos, comenzó a emerger la necesidad de un nuevo foco, una nueva mirada que planteara la importancia trascendental del feminismo o la perspectiva de género en los crímenes”, explicó Alarcón. “Y eso nos llevó a convertirnos en un espacio singular e innovador para Argentina y para el resto de América Latina. A propiciar una escritura que seguía honrando la investigación periodística y la narrativa, pero ahora como una narrativa feminista en donde el femicidio fue la primera batalla, porque todavía no se le decía femicidio a los crímenes contra las mujeres”.

De allí pasaron otros tipos de cobertura como los crímenes de odio a miembros de la comunidad LGBTI, y los crímenes contra los más jóvenes “que son las víctimas principales de la violencia en América Latina”. Cuando notaron que iban en buen camino de “deconstruir” el periodismo judicial con nuevas maneras de narrar crímenes contra mujeres, minorías sexuales y jóvenes, crearon la Beca Cosecha Roja.

“Nuestro objetivo fue de algún modo hackear el sistema desde adentro, creando poder real a partir de la enseñanza de no sólo periodismo, sino también teoría”, explicó Alarcón. “La gran clave del crecimiento de Cosecha [Roja] y del cambio trascendente y profundo que se ha dado en el periodismo judicial de muchos medios importantes de América Latina tiene que ver con que las periodistas y los periodistas comprendieron la importancia de las lecturas teóricas para construir nuevos andamiajes que les permitieran analizar los hechos más allá de los hechos. Es decir, preguntar por el crimen teniendo en cuenta que detrás de la trama criminal hay lógicas de muerte que son políticas culturales y sociales”.

Beca Cosecha Roja Edición 2018

Participantes de la Beca Cosecha Roja edición 2018, junio 4. (Foto: Victoria Gesualdi/ Cortesía)

En efecto, para Cuartas la teoría aprendida en sus clases magistrales sobre derecho y violencia que recibió durante su beca le ayudaron a ampliar su mirada en las historias. “Reafirmaron la idea de que los periodistas nunca dejamos de aprender. Todo lo que estudiemos ayuda a mejorar nuestro trabajo. Las expertas que nos enseñaron eran abogadas o especialistas en temas como la violencia”, recordó.

Alarcón está convencido del importante rol que juega el periodismo judicial y en medio de risas recuerda esa mala fama que tenían los reporteros de la nota roja. Por eso su sitio también busca darle de nuevo ese lugar que deben tener los reporteros que cubren una de las fuentes más difíciles y en las que en algunos lugares ponen sus propias vidas en riesgo.

“El periodismo policial es crucial en la deconstrucción de esa propuesta de odio hacia los que menos tienen, hacia los más pobres, que siempre son los que están siendo construidos como villanos y asesinos”, dijo Alarcón. “Porque el periodismo policial puede volver visible el hecho de que la violencia siempre tiene que ver con dos cuestiones centrales. Por un lado, la desigualdad económica. Por otro lado, el patriarcado. A lo que debemos sumarle, cada vez con mayor fuerza, el racismo”.

Es un ejercicio que cobró particularmente importancia durante esta pandemia de COVID-19 la cual además de la crisis sanitaria, demostró los niveles de violencia contra la mujer con un aumento en los feminicidios en algunos países de la región. “Los hogares se transformaron en prisiones, en trampas mortales para muchas de ellas [mujeres]”, dijo Alarcón. “Ser testigo de esto fue angustioso y exigió de una cobertura más consciente y persistente y sistemática de la violencia contra las mujeres y del femicidio”.

Alarcón cree que parte del deber de este tipo de cobertura de alguna manera debe llevar a cambiar la percepción del lector.

“No queda otra que tratar de hacer el periodismo lo mejor posible para que por un lado el relato sea atractivo. Pero por otro, le aporte a los lectores al menos una leve consciencia de que somos parte de las tramas de la violencia como ciudadanos y no estamos exentos de responsabilidad ciudadana ante ese ‘espectáculo’, entre comillas, que podemos ver como ficción en nuestros cómodos sillones sin sentirnos comprometidos o solo como posibles víctimas”, dijo.

“Esta es la lucha de Cosecha hoy: la idea de producir un periodismo interseccional que comprende los procesos de violencia como el resultado de esta jerarquizaciones, estos modos de discriminación funcionales a la reproducción de un sistema injusto en donde las millones y millones de personas viven en la pobreza y muy pocos de la máxima de las riquezas”, finalizó.

Una marca, varios proyectos

Hablar de Cosecha Roja es imposible sin nombrar a su “hermana”, como llama Alarcón a la Revista Anfibia. Y es que de hecho el nacimiento de los dos sitios se dio con apenas un año de diferencia, y están bajo la sombrilla de Cronos Lab. Por eso Alarcón se ve a sí mismo como “un líder de un proceso dinámico, que es más Cronos que Cosecha”.

Es un proceso en el que la revista Anfibia se ha convertido en el medio insignia de la crónica latinoamericana que plantea “la necesidad de este entrecruzamiento con lo académico” y la ha llevado a un nivel de ensayo narrativo, según Alarcón.

Por eso, este año la beca se convirtió en la Beca Cosecha Anfibia, que cuenta con la coordinación de Leila Mesyngier y Sol Dinerstein, además de Alarcón. Por primera vez se trata de un programa dirigido de manera exclusiva a directores. En esta ocasión, las 16 personas escribirán un ensayo sobre el periodismo del futuro que se convertirá en un libro.

Screen shot Revista Anfibia

Captura de pantalla del sitio de Revista Anfibia.

Uno de los elegidos fue Sergio Rodríguez-Blanco, periodista español editor en jefe del sitio mexicano Perro Crónico, quien postuló con un proyecto sobre narrativas queer en Latinoamérica. Estos meses, desde cuando empezó la beca en agosto, han sido para el periodista muy satisfactorios por el nivel teórico en las clases magistrales, así como por lo activo que es el equipo seleccionado.

“Nosotros estamos avanzando en nuestro proyecto, con el que nos postulamos y con el que fuimos seleccionados, y a la vez estamos recibiendo una formación bastante profunda, muy multidisciplinaria. Con especialistas de primer nivel en cada uno de los temas y además en general caracterizados por tener una visión bastante renovada, crítica, un poquito subversiva. Y eso nos permite desde nuestros medios cambiar la mirada”, dijo Rodríguez-Blanco a LJR. “También una parte fundamental es la mentoría en sí. Tanto de Cristian Alarcón como de las editoras y editores de Revista Anfibia. Los dieciséis estamos divididos con varios editores, son seis editores más, además de Cristian Alarcón, con los que tenemos una conversación quizá más cercana y más específica sobre nuestro trabajo. Y bueno, eso también enriquece muchísimo el proyecto”.

Para Alarcón la creación de esta nueva beca resume perfectamente el desarrollo de estos dos medios en una sola marca.

“Son dos medios con cada uno su propio público, su propia audiencia y su propia agenda, pero en donde permanentemente hay entrecruzamientos, ¿no?”, explicó. “Entrecruzamientos que tienen que ver con la perspectiva, con la mirada y con algunos productos que se funden en la marca Cronos. Cronos en definitiva, va como emergiendo y va quedando claro que es la punta del vértice de muchos y decenas de proyectos distintos”.

 

*Este artículo fue actualizado para incluir las declaraciones de María Teresa Ronderos.

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