A un año de haber llegado a España a vivir en el exilio, el periodista cubano Abraham Jiménez Enoa siente que su futuro profesional inmediato está en la crónica de largo aliento. Es ése el género que eligió para contar las complejidades alrededor de su país en su primer libro, “La Isla Oculta”, que se publicó en enero de este año. Y ése también es el género en el que planea abordar su siguiente proyecto, “Aterrizar en el Mundo”, el libro que escribirá como parte de la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera, que otorgan la Fundación Gabo, el Hay Festival y The Michael Jacobs Foundation for Travel Writing, de la cual resultó ganador para su edición 2023.
Pese a que ahora trabaja alejado del diarismo, Jiménez Enoa, uno de los fundadores de El Estornudo, la primera revista digital de periodismo narrativo en Cuba, sigue contando la realidad de su país y del mundo a través de columnas de opinión, como la que escribe desde antes de salir de Cuba en The Washington Post y como las que ahora publica en medios europeos, como Revista 5W, de Barcelona; y Der Spiegel, de Alemania.
En noviembre pasado, el periodista conmovió a la comunidad periodística internacional con un emotivo discurso al recibir el Premio Internacional a la Libertad de Prensa 2022 del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), el cual dedicó a los periodistas cubanos que están en prisión o enfrentan asedio de las autoridades de Cuba por ejercer su profesión.
En conversación con LatAm Journalism Review (LJR), Jiménez Enoa vuelve a pedir a sus colegas de América Latina que no olviden a sus compañeros que siguen en la isla luchando contra todo por seguir haciendo periodismo independiente.
La entrevista ha sido editada para fines de extensión y claridad
1. ¿Por qué elegiste la crónica como género para hablar sobre Cuba en tu libro, “La Isla Oculta”?
Abraham Jiménez Enoa. Porque yo creo que es el género ideal para abordar la complejidad. Yo creo que la crónica tiene la mesura, tiene la pausa, tiene la capacidad de adentrarse en las historias, de navegar los túneles de las historias y a partir de ahí tocar, investigar, opinar y también ensayar. Yo creo que es el género ideal para poder contar Cuba.
Sucede una cosa curiosa: es verdad que ahora mismo los grandes referentes del periodismo cronicado -al menos los que más se conocen dentro de Latinoamérica- son los propios latinoamericanos, pero realmente los grandes referentes, al menos los que yo leí, son norteamericanos; los Truman Capote, los Gay Talese, los Jon Lee Anderson… Claro, obviamente también están los [latinoamericanos] Rodolfo Walsh, Martín Caparrós, Leila Guerriero, que son más contemporáneos. Pero en Estados Unidos hay mucha tradición de ese periodismo.
Pero es verdad que en Latinoamérica hay mucho más espacio que aquí, en España. Yo que ya llevo un año acá, es verdad que no encuentro ese tipo de periodismo en la prensa española, está muy a cuentagotas; hay un par de medios, por decir mucho, que se dedican a este tipo de periodismo, y el resto hace como más periodismo diario. De vez en cuando ubican alguna pieza con color, alguna pieza con ese sabor a crónica, pero igual son crónicas muy pequeñas, más del momento, más de actualidad. No hay ese espacio para permanecer, para investigar, para pasar tiempo con la fuente, en los lugares… Eso lo encuentras en muy pocos lugares aquí.
2. En tu discurso de agradecimiento en los premios del CPJ, dedicaste tu galardón a los periodistas que luchan por seguir haciendo periodismo independiente en Cuba, donde el régimen considera que es ilegal hacerlo. ¿Cómo es que ese periodismo independiente sigue vivo?
Sigue vivo justamente porque hay personas -en este caso son los periodistas- que creen que no hay otra alternativa que la verdad, ir tras ella y contarla. Y pasa algo que es sumamente triste, que cada vez se están extinguiendo más esas personas en Cuba. Yo soy hijo de una generación profesional que nació con Internet en Cuba y la mayoría de todos mis colegas están fuera, como yo mismo lo estoy. De hecho, yo fui uno de los últimos en salir y hoy quedan muy pocos. Por eso le dediqué ese premio a los pocos que quedan dentro. Esos pocos que quedan dentro están completamente maniatados.
¿Cómo se subsiste? Es muy difícil. Yo ojalá pudiera encontrar una estrategia que tuviera así a la mano y decir: “En siete pasos, cómo subsistir a un régimen totalitario”. Pero no la tengo. Yo creo que hay que cuidarse, hay que cuidar la información, hay que cuidar a las fuentes. Uno tiene que vivir prácticamente como si fuera un terrorista porque ese es el trato que te da el Estado. Pero más allá de eso no sabría cómo decirte. Uno tiene que ir abriéndose paso por pura intuición y cuidando obviamente su cuerpo, a como te dé lugar y poco a poco, eso te va a ir dando las señales.
Cada caso es distinto, incluso dentro de Cuba cada periodista tenía sus propias estrategias, tenía sus propias maneras, porque el trato era distinto con cada uno. En fin, el gobierno es así de mordaz, a algunos los reprimía más, a otros menos. Con los que tenían más voz, era más condescendiente con ellos, o incluso a veces era más fuerte con ellos. Entonces uno tiene que ir tanteando el terreno e ir jugando con lo que te devuelve esa represión.
3. Según el acta de juzgamiento de la Beca Michael Jacobs de Crónica Viajera de la Fundación Gabo, en tu proyecto para ese programa planeas narrar tu propio viaje hacia afuera de Cuba. ¿Cómo piensas abordar esa travesía personal desde la crónica periodística?
De hecho tengo cosas escritas ya. En realidad va a ser sobre este primer año mío fuera de Cuba, que amén de llegar a Barcelona pude ir también por trabajo a Madrid, a Ámsterdam, a Copenhague, a Nueva York, a Washington, a México y a Brasil. Y voy a revisitar esos lugares para buscar de nuevo personajes, aclarar detalles y tal.
Es una crónica que se va a ver en presente donde el personaje nadie va a saber quién es -obviamente soy yo-, y el lector empieza a preguntarse por qué a este personaje lo deslumbran los semáforos, por qué por primera vez se monta un metro, por qué nunca había tenido una tarjeta de crédito en su mano, por qué le da ansiedad entrar a los mercados, una tienda. Se pregunta por qué no sabe nada del capitalismo… Y todo ese presente que va a ir avanzando también va a ir hacia atrás. Va a haber flashbacks todo el tiempo hacia Cuba para poder ir entendiendo por qué esa persona llegó allí.
Un poco cuento cómo es la vida en Cuba, cómo fue mi vida en la infancia, en mi juventud, cómo me hice periodista, cómo es ser periodista en Cuba, cómo fue mi salida de Cuba, por qué salí de Cuba, de qué manera…
Entonces es un viaje hacia adelante y es un viaje hacia atrás también. Es un viaje hacia el capitalismo desde alguien que no lo conoce y es un viaje también desde la dictadura cubana, pero hacia otras dictaduras: la dictadura del consumo, la dictadura del racismo, de la xenofobia, de Occidente, de alguna manera.
4. ¿Qué mensaje le darías a los colegas de América Latina que están sufriendo represiones y agresiones diferentes a las que tú viviste en Cuba, pero que al final también merman la libertad de prensa?
Yo creo ante todo que, sin dejar de buscar la verdad, sin dejar de perseguir la verdad, sin dejar de fiscalizar al poder, sin dejar de contar las historias que la gente no quiere que se cuenten, sin dejar de hacer periodismo, hay que cuidar nuestra integridad y la integridad de nuestros colegas. No se puede seguir poniendo mártires a nuestra profesión. Lamentablemente la vida está así y yo creo que tenemos que protegernos y, ante las amenazas, hay que tomar todas las medidas, hay que cuidarse, hay que ser preventivos. Y yo creo que esta profesión sí merece valentía, sí merece mucha fuerza, pero también merece mucha cautela y no podemos seguir sufriendo la muerte de colegas. Yo, si algo tengo que pedirles, es que se cuiden y que velen por su bienestar.
5. ¿Cómo podemos los periodistas latinoamericanos ayudar en la lucha de los periodistas cubanos, en ese esfuerzo por seguir haciendo periodismo independiente?
Yo creo que lo primero que pueden hacer es voltear más hacia allá. Como Cuba es un régimen que lleva casi ya 65 años, está por sentado que no va a cambiar las cosas. La gente se olvida de las arbitrariedades, entonces lo que les puedo pedir es que miren que hay colegas suyos, que atiendan lo que está pasando allí, que al menos les den voz , que al menos se preocupen con una mirada, con un apoyo, con un altavoz a lo que está pasando en Cuba.
Es cierto que en nuestra región está ahora mismo en llamas, hay lugares donde es casi imposible ya hacer periodismo, pero hay otros donde hace mucho también pasa lo mismo con otras características. Si hay una manera de también darles un brazo de auxilio, es prestarles atención y no dejarlos solos.
Foto del banner: Cubanmedia, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons