El cierre de las cifras anuales confirmó una tendencia que se vislumbraba con el asesinato de cada periodista: 2022 se convertía en el año más letal para periodistas desde 2018, según los registros tanto de la Unesco como del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
Los 86 asesinatos registrados por el Observatorio de Periodistas Asesinados de la Unesco representaban, además, un aumento en el 50% de estos crímenes comparado con el año anterior. Es decir, un periodista fue asesinado cada cuatro días. La cifra significó también “una reversión dramática de la tendencia positiva” de disminución en estos crímenes que evidenciaba la Unesco desde 2018.
Las preguntas eran inevitables: ¿qué podría explicar un aumento de esta magnitud? ¿Y qué se necesita para combatir este aumento?
Para Guilherme Canela, jefe de la sección de Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas de la Unesco, explicar este aumento – que él cataloga como “una vergüenza” – requiere investigaciones académicas y judiciales, así como un monitoreo de las Naciones Unidas y de los Relatores Especiales. Sin embargo, explicó a LatAm Journalism Review (LJR) que se manejan algunas hipótesis entre quienes analizan este tema.
De acuerdo con Canela, una de estas hipótesis tiene que ver con el ambiente nocivo para la libertad de expresión de los años anteriores. A pesar de la “tendencia positiva” de disminución en los asesinatos de periodistas, también habían estado alertando sobre los diferentes ataques a la libertad de expresión en general y a periodistas en particular. Registraron, por ejemplo, el aumento de ataques en el mundo digital – especialmente la violencia en línea contra mujeres periodistas –, la violencia contra periodistas en protestas sociales y la “violencia narrativa contra el periodismo” por parte de líderes políticos y religiosos.
“Una de las hipótesis es que nosotros ya estábamos monitoreando que, aunque había una baja en los asesinatos, había un crecimiento de otros tipos de violencia y por lo tanto no era que el ambiente para el periodismo estuviera tranquilo. Había menos asesinatos, pero otros tipos de crímenes o de ataques [incrementaron] y quizás lo que pasó en 2022 es que estos otros tipos de ataque, este ambiente nocivo contra la prensa, se convierte en más números de asesinatos”, aseguró Canela.
Otras hipótesis – que no se excluyen entre sí – tienen que ver con la guerra en Ucrania y la pandemia. La cobertura de la guerra de Ucrania, que para 2021 no existía, dejó 11 periodistas asesinados. Por otro lado, los años 2020 y 2021 fueron años de pandemia por COVID-19 que llevó a que muchos periodistas estuvieran un tiempo en cuarentena, en coberturas en línea y en general reduciendo su exposición física.
“Los periodistas vuelven a la calle, cubren más protestas, cubren más de lo que había pasado en el mundo post pandémico y ahí los riesgos —incluyendo los riesgos de asesinatos—- volvieron a crecer”, dijo Canela. “Pero insisto. Estas son algunas de las hipótesis con las cuales se está trabajando para intentar explicar eso, pero es necesario más investigaciones para entender exactamente qué pasó, por qué este pico en 2022”.
Para el periodista mexicano y experto en seguridad Javier Garza el aumento en los asesinatos en 2022 podrían explicarse por dos factores: la pérdida del respeto por el valor de la libertad de expresión y los altos índices de impunidad. Según Garza la creación de diferentes burbujas informativas ha incrementado la polarización y a su vez la intolerancia con quienes opinan diferente.
“Obviamente eso no significa que esa intolerancia después se vuelva violenta, pero la probabilidad de que se vuelva violenta aumenta”, dijo Garza a LJR. “Lo hemos visto en algunas partes. Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos, [vemos] actos de violencia contra periodistas que a lo mejor hace 20 años no podíamos concebir porque se aceptaban ciertos valores como el de la libertad de prensa. Cuando crece la intolerancia, crece la probabilidad de que algunas personas que son intolerantes recurran a la violencia”.
Esto sumado a los altos índices de impunidad crean el escenario perfecto para el incremento de estos ataques. “Vemos que la impunidad alienta los ataques. Cada ataque ocurre porque el último que se dio no fue castigado”, dice Garza. “Cualquier persona que ahorita piense en atacar a un periodista para silenciarlo, puede estar razonablemente seguro de que se va a salir con la suya, porque el que lo hizo la vez pasada no le pasó nada”.
Precisamente la Unesco señala al tema de la impunidad como un problema por resolver de manera inmediata. Según sus cifras, la impunidad en crímenes contra periodistas se mantiene en un 86%. “Esto demuestra que la lucha contra la impunidad sigue siendo un compromiso apremiante en el que debe movilizarse aún más la cooperación internacional”, señaló la Unesco en su comunicado.
Las cifras de la Unesco demuestran que la gran mayoría de los asesinatos de periodistas tuvieron lugar en países que no se encuentran en conflicto, aunque el número de asesinatos en países en conflicto ascendió durante 2022. En cuanto a las que podrían ser las causas, la Unesco encontró represalias por cubrir crimen organizado, conflictos armados o el auge del extremismo; así como la cobertura de temas como corrupción, delitos ambientales, abuso de poder y protestas.
Como ha sucedido en varios años, América Latina y el Caribe se convirtió en la región más mortífera para comunicadores. México, con 19 casos registrados, y Haití, con 9, lideraron la lista de la región. Colombia (con 4 casos), Brasil (con tres, incluido el crimen del periodista británico Dom Phillips) y Chile (con el caso de la periodista Francisca Sandoval, el primer asesinato registrado después de la dictadura de Augusto Pinochet) son algunos de los países de la región donde también se registraron asesinatos.
Las cifras del CPJ coinciden en que el año 2022 fue el más mortífero para periodistas desde 2018, y que América Latina y el Caribe fue la región más peligrosa. Según esta organización, en el mundo se registraron 67 casos, 30 de ellos en América Latina y el Caribe*.
“Más de la mitad de los asesinatos ocurrieron en solo tres países —Ucrania (15), México (13) y Haití (7)— las cifras anuales más altas que CPJ jamás ha registrado para dichos países”, señaló la organización en un comunicado. “Notablemente, a pesar de que los países a lo largo de Latinoamérica están nominalmente en paz, la región excedió el alto número de periodistas asesinados durante la guerra en Ucrania”.
En Haití, cubrir la violencia de pandillas, la crisis política y la agitación social provocada por el asesinato del presidente Jovenel Moïse en julio de 2021 se convirtió en asignaciones peligrosas. Según el CPJ, en ese país al menos cinco periodistas murieron por el ejercicio de su profesión e investiga otras dos muertes en las que miembros de la policía fueron responsables.
“Junto con la criminalidad y la emergencia humanitaria en Haití, la región enfrentó una crisis cada vez más elevada del asesinato de periodistas, creando ‘desiertos mediáticos’ y contribuyendo a la inseguridad de las comunidades locales”, agregó el CPJ.
El caso de México sigue preocupando en la región. Anualmente lidera las clasificaciones de crímenes contra periodistas y de impunidad. 2022 no solamente no fue la excepción, sino que para el CPJ el número de asesinatos fue el “más alto que jamás se ha dado en un solo año en dicho país”.
Para Garza la situación de México es “complicada” especialmente porque la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia del país fue recibida con “mucha esperanza” de que este problema iba a ser abordado, y que se buscaría combatir la impunidad.
“Era una figura que durante años estuvo hablando mucho del valor de la libertad de expresión y hablaba mucho de la corrupción y de la podredumbre de las instituciones y demás. Pero resulta que cuando llegó hizo el problema a un lado. No nada más no lo atacó, sino que en muchas ocasiones incluso se le quitaron recursos a las herramientas que existían para atacarlo”, explicó Garza al hacer referencia a la reducción en el presupuesto del Mecanismo Federal de Protección, por mencionar un caso.
A eso se le suma el discurso hostil hacia la prensa. “Si bien en el caso del presidente hasta ahorita has sido verbal, sí puede poner el ejemplo para muchas personas que están en niveles más bajos de decir ‘el presidente se pelea con periodistas, pues yo también’”.
Lo que menciona Garza es uno de los puntos que durante años ha destacado la Unesco: la necesidad de un compromiso real por parte de los Estados para combatir estos crímenes.
Canela explicó que en el marco del décimo aniversario del Plan de Acción de la ONU sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad, pudieron observar que los países donde se logró reducir la violencia fueron aquellos donde hubo una “implementación coherente e integral” de la política de las tres P: prevención, protección y procuración de justicia.
En los lugares donde prevaleció alguna política más que otra se podrían ver resultados, pero generalmente eran temporales o no eran suficientes.
Canela también destacó un aspecto clave en esta búsqueda de soluciones: lograr que la sociedad entienda la libertad de prensa como un derecho individual, pero también como un derecho de la colectividad.
“Cuando se mata a un periodista, todos pierden. No es ‘solo’ —entre comillas— aquel periodista o su familia”, explicó Canela. “Si la sociedad no entiende eso, difícilmente va a apoyar que haya más recursos, que haya más inversión, que haya realmente una política sostenible de prevención, protección y procuración de justicia”.
El eje central de este acercamiento más pedagógico está en hacerle ver a la sociedad como conjunto —que incluye órganos de las autoridades, de gobiernos, el poder Judicial, el Ejecutivo, parlamento — “qué significa para una sociedad estos ataques a una institución que es tan central para la protección democrática”. Debe haber “un esfuerzo de intensificar este diálogo sobre cómo podemos colectivamente enfrentar este problema, aunque la responsabilidad primera de protección sea una responsabilidad del Estado”, agregó Canela.
Finalmente, tanto Canela como Garza consideran que las medidas de autocuidado nunca sobran. Garza enfatiza en dos aspectos: la importancia de continuar con las capacitaciones y la formación de redes o colectivos que sirvan de apoyo.
“[Redes] en donde podamos apoyarnos en otros colegas para compartir experiencias, para aprender de ellos, para que nos ayuden en la denuncia, para vincularse también con organizaciones internacionales como Artículo 19 o el CPJ”, dijo Garza. “Eso también ayuda mucho porque ayuda sobre todo a visibilizar los riesgos que enfrentan los periodistas en un lugar determinado y poner a las autoridades en sobre aviso de que ahí tienen un trabajo pendiente”.
Además de las capacitaciones en seguridad, Canela da un consejo especial: “no callarse”. “Mirando los eventuales riesgos de seguridad, investigar los crímenes contra los colegas desde una perspectiva periodística. Eso es muy importante. Hacer periodismo de investigación sobre estas temáticas”, dijo Canela. “Y claro, seguir denunciando, seguir pidiendo justicia y políticas públicas adecuadas”.
*Las cifras de asesinatos de periodistas suelen variar entre cada organización debido a que tienen métodos diferentes para registrarlos.