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Medios tradicionales, ¿un escudo eficaz contra la desinformación?

Restaurar la confianza de la audiencia en los medios de noticias podría no ser una estrategia efectiva contra la desinformación. Y los esfuerzos en la lucha contra la información falsa o engañosa deberían ir más bien enfocados en medidas como garantizar un ecosistema de noticias confiable, fortalecer  estándares periodísticos y elevar la alfabetización mediática de las audiencias.

Esto, de acuerdo con una investigación académica elaborada por periodistas y académicos de cuatro universidades de Chile, la cual encontró que la creencia de la gente en información falsa o engañosa no depende de si esa gente confía en los medios que consume.

La investigación, publicada en el International Journal of Press/Politics en diciembre,  también mostró cómo el consumo de noticias influye en procesos electorales, sobre todo cuando los medios tradicionales amplifican la desinformación.

Clockwise, Chilean journalists Magdalena Saldaña, Ximena Orchard, Sebastián Rivera and Guillermo Bustamante-Pavez.

Los autores de la investigación son Magdalena Saldaña (arriba, izq.), Ximena Orchard (arriba, der.), Sebastián Rivera (abajo, izq.) y Guillermo Bustamante-Pavez (abajo, der.). (Foto: X y LinkedIn)

El estudio titulado “‘¡Tu casa ya no será tuya!’ Efectos de la desinformación, el consumo de noticias y la confianza en los medios en el referéndum constitucional de Chile” se elaboró a lo largo del proceso de propuesta y votación de una nueva constitución en 2022.

“Independientemente de la medida en que las personas confiaban en las noticias, quienes obtuvieron sus noticias de medios de comunicación tradicionales en plataformas tradicionales fueron más propensos a creer en afirmaciones falsas o imprecisas sobre el proceso constitucional”, indicó el estudio.

La hipótesis inicial de los autores era que la relación entre el consumo de noticias y la creencia en desinformación dependía del nivel de confianza de la gente en los medios de noticias. Es decir, los individuos que confiaban más en los medios tenderían a creer menos en la desinformación.

Sin embargo, los resultados mostraron lo contrario.

“Nuestra interpretación es que las técnicas desinformativas formaron parte de las campañas políticas [del proceso constituyente de Chile] y, por lo tanto, de los discursos que los medios de comunicación reprodujeron”, dijeron los autores a LatAm Journalism Review (LJR) en un email que  firmaron colectivamente. “Los medios tradicionales, al dar espacio a informaciones no verificadas o abiertamente falsas, pudieron servir de amplificadores de dicho contenido, aún si la intención no era aquella”.

La investigación fue elaborada por Magdalena Saldaña, de la Pontificia Universidad Católica de Chile; Ximena Orchard, de la Universidad de Santiago de Chile; Sebastián Rivera, de la Universidad Mayor; y Guillermo Bustamante-Pavez, de la Universidad de los Andes.

Los autores dijeron que esta evidencia refuerza la necesidad de un trabajo constante de fact-checking y de capacitación de los periodistas para identificar y comunicar mejor la desinformación. Asimismo, la investigación mostró que una postura crítica de los lectores sobre el trabajo de los medios de noticias podría ser más beneficiosa para la democracia que limitarse a confiar en ellos. Incluso, esta postura crítica podría aumentar la resiliencia ante la desinformación, dijeron.

“En debates con alta circulación de información engañosa o falsa, es necesario que la audiencia tenga una actitud crítica frente a las informaciones que escucha, lee o recibe”, dijeron los autores. “El problema es que esta actitud es demandante para las personas, y no todas tienen el deseo, voluntad, tiempo o habilidades para buscar fuentes de información adicionales y diversas”.

Fake news a la vista de todos

El periódico Las Últimas Noticias, uno de los medios impresos de mayor circulación en Chile, publicó en su portada del 31 de marzo de 2022 un titular que tuvo eco tanto en medios tradicionales como digitales y redes sociales.

“Los trabajadores ya no serán dueños de sus ahorros previsionales” decía el encabezado. Eran palabras de Bernardo Fontaine, un político que entonces era miembro de la convención a cargo de la redacción de la nueva constitución, la cual reemplazaría la que está vigente en Chile desde la dictadura de Augusto Pinochet. La investigación indicó que esta cita no era una afirmación fáctica, sino una especulación sobre lo que podría ocurrir si se aprobaba la constitución.

Lafontaine protagonizó semanas después un acalorado debate en el programa matutino de la cadena Chilevisión “Contigo en la Mañana”. El político argumentó que la propiedad privada quedaba debilitada en la nueva constitución, mientras que otro miembro de la convención constituyente alegaba que esa afirmación era una mentira para infundir miedo.

Cover of Chilean newspaper Últimas Noticias portraying politician Bernardo Fontaine.

Medios tradicionales dieron espacio a interpretaciones dudosas y rumores, presentándolos como contenido noticioso, durante el proceso constituyente en Chile, afirman expertos. (Foto: Captura de pantalla)

Si bien los medios chilenos de fact-checking cumplieron con desmentir afirmaciones de ese tipo, expertos vieron en este tipo de contenido un punto de inflexión en el que medios tradicionales de noticias dieron espacio a interpretaciones dudosas y rumores, presentándolas como contenido noticioso.

Al final, la propuesta de nueva constitución fue rechazada por 62 por ciento de los chilenos en un referéndum que se realizó el 4 de septiembre de ese año.

La investigación de Saldaña, Orchard, Rivera y Bustamante-Pavez mostró que el consumo de noticias de los chilenos influyó en su decisión de voto en el referéndum y que aquellos que creyeron en afirmaciones falsas difundidas en televisión, radio y medios impresos fueron significativamente más propensos a votar en contra de la nueva constitución.

“Para nuestra sorpresa, encontramos que las personas que se informaron por medios tradicionales tuvieron más probabilidades de creer en desinformaciones sobre el proceso constituyente”, dijeron los autores. “Esto es llamativo porque se esperaría que estos medios respondieran a estándares profesionales de verificación de información, ciertamente más altos que los de las redes sociales”.

El principal objetivo de la investigación fue identificar la relación entre el consumo de noticias de distintas fuentes (medios tradicionales, medios digitales y redes sociales) y la decisión de voto. Los autores examinaron si el consumo de noticias de los chilenos y la confianza de éstos en los medios de noticias estaban relacionados con la creencia en afirmaciones falsas sobre el proceso constitucional.

El estudio se basó en una encuesta en línea a más de mil ciudadanos realizada antes y después del referéndum. La primera etapa incluyó preguntas destinadas a medir los hábitos de consumo de noticias de los consultados, su nivel de creencia en contenido falso sobre el proceso constituyente y su nivel de confianza en los medios. También en esta primera etapa se recopilaron datos demográficos, incluida la ideología política.

En la encuesta posterior al referéndum se les preguntó a los participantes si su voto había sido a favor o en contra de la propuesta de nueva constitución.

Los resultados probaron la hipótesis inicial del estudio, que suponía que aquellos que creyeron en afirmaciones falsas o imprecisas sobre el proceso constitucional fueron más propensos a votar en contra de la nueva constitución, y que aquellos que no creyeron en dichas afirmaciones fueron más propensos a votar a favor.

La encuesta también arrojó que los participantes de mayor edad y nivel educativo, de ideología de derecha, que obtienen noticias principalmente de medios tradicionales, y que más credulidad mostraron ante afirmaciones falsas fueron más propensos a votar en rechazo a la propuesta.

Estos resultados podrían confirmar la percepción de que existió una cobertura informativa sesgada por parte de los medios tradicionales, la cual habría llevado a los votantes a malinterpretar la propuesta, indicó la investigación.

“La mayoría de la información falsa que circuló en ese periodo favorecía a la opción de rechazo, porque estaba dirigida a deslegitimar tanto la propuesta de constitución como el proceso constituyente completo”, dijeron los autores. “Es necesario recordar que en general las personas creemos con más facilidad en aquello que nos resulta cognitivamente afín. Es decir, si voy a votar en contra de un proceso por miles de razones eventualmente válidas, me resultará mucho más fácil creer en argumentos que refuercen mi posición, aunque estos sean engañosos”.

Los resultados también llevaron a los autores a deducir que obtener noticias de medios digitales o redes sociales no había hecho que la gente tuviera particular predisposición a creer afirmaciones falsas o imprecisas, mientras que consumir noticias de medios tradicionales, sí.

Muchos medios en pocas manos

Factores como la alta concentración de la propiedad de los medios chilenos, la falta de diversidad de voces en el ecosistema informativo y ciertos ángulos de cobertura periodística pudieron haber contribuido a la formación de un caldo de cultivo ideal para la propagación de desinformación a través de medios tradicionales, indicó el estudio.

En Chile, un reducido número de conglomerados controla la mayoría de los medios de comunicación. Dos grupos principales, El Mercurio y COPESA, controlan más del 90 por ciento de los medios escritos, así como una parte significativa del mercado digital. Mientras que cuatro grupos concentran el mercado de la radio y la televisión.

Covers of four Chilean newspapers on their Sept. 5th, 2022 editions, with their coverage of the results of that year's constitutional referendum.

La investigación encontró que el consumo de noticias influyó en el resultado del referéndum, el cual mostró rechazo de la gente por una nueva constitución. (Foto: Capturas de pantalla)

Esta concentración no solo es económica, sino que también tiene implicaciones ideológicas. De acuerdo con la investigación, pese a que los conglomerados que controlan los medios se definen como no partidistas, éstos están alineados con la derecha del país. El resultado es que los votantes que consumían medios tradicionales estaban potencialmente más expuestos a información política imprecisa que los que confiaban en las redes sociales, según el estudio.

“La crisis de legitimidad de las instituciones está afectando negativamente la producción de noticias y la percepción y confianza de las audiencias”, dijeron los autores. “No obstante, también aprendimos que las personas son escépticas respecto de la información que reciben en redes sociales, lo cual es un buen hallazgo –si bien los usuarios suelen consumir información en plataformas sociales, también son conscientes de que la calidad de esta información no es necesariamente la mejor”.

Más fact-checking y alfabetización mediática, posibles estrategias

Los autores sostienen que los esfuerzos para combatir la desinformación deberían dirigirse a garantizar estándares periodísticos más elevados, aumentar la diversidad de voces en los medios y trabajar en la alfabetización informacional de las audiencias. Esto, con el fin de crear un ecosistema de noticias confiable.

Aunque la investigación no incluye recomendaciones específicas, los autores compartieron que acciones como la capacitación en técnicas de fact-checking de vanguardia y el reforzamiento de los procesos periodísticos en las salas de redacción podrían ser buenos puntos de partida.

“Es necesario que tanto periodistas como editores puedan comprender de forma integral el fenómeno de la desinformación, capacitándose y adquiriendo nuevas competencias”, dijeron los autores. “En segundo lugar, es necesario mejorar (o directamente crear nuevas) rutinas periodísticas para verificar de manera rápida el contenido que se publica”.

También recomendaron prudencia frente a velocidad.

“Antes de ser los primeros en publicar y cometer errores, es preferible publicar más lento, o más tarde que otros medios, pero sin errores”, dijeron los autores.

No obstante, admitieron que ante la realidad que viven los medios en Chile y en América Latina, estas estrategias podrían enfrentar dificultades para poder ser puestas en práctica.

“Es complejo porque no solo requiere voluntad sino recursos por parte de los medios de comunicación”, dijeron. “La verificación de información requiere entrenamiento, tiempo y esfuerzo, y debería ser una tarea que oriente el trabajo periodístico en los procesos electorales, y que reciba el respaldo adecuado por parte de las organizaciones periodísticas”.

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