El 2023 dejó una buena noticia en materia de violencia letal contra periodistas en el mundo, a excepción de zonas en conflicto: una disminución significativa en los registros de este tipo de ataques. La tendencia de disminución, que también se dio en América Latina y el Caribe, no necesariamente significa un mejoramiento en las condiciones para ejercer el periodismo ni la reducción en ataques que enfrentan los profesionales, según organizaciones expertas en el tema.
De acuerdo con cifras de Reporteros Sin Fronteras (RSF), en la región siete periodistas fueron asesinados el año pasado por causas que podrían estar relacionadas con su trabajo durante el año pasado. Durante 2022, la misma organización registró 26 homicidios en América Latina y el Caribe
Aunque con diferentes cifras y metodologías, la tendencia también fue notada por organizaciones como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) y por la Unesco. El CPJ tiene en sus registros seis asesinatos de periodistas en América Latina y el Caribe durante 2023, mientras que en 2022 contabilizó 30 homicidios. La Unesco también constató una disminución de 43 homicidios de periodistas en la región en 2022 a 15 asesinatos en 2023.
Una hipótesis “positiva”, como la califica Guilherme Canela, jefe de la sección de Libertad de Expresión y Seguridad de Periodistas de la Unesco, sobre esta disminución tiene que ver con el compromiso de los diferentes actores involucrados en el tema, como son Estados y organismos como la Unesco, para mejorar las condiciones de seguridad de trabajadores de la prensa.
“Hay un esfuerzo permanente de los varios stakeholders desde hace muchos años, pero yo diría particularmente desde que el Plan de Acción de las Naciones Unidas sobre la Seguridad de los Periodistas y la Cuestión de la Impunidad fue aprobado, de desarrollar acciones que podrían estar llevando a mejores políticas de prevención, protección y procuración de justicia en relación a los crímenes contra los y las periodistas”, explicó Canela a LatAm Journalism Review (LJR).
Artur Romeu, director de la oficina en América Latina de RSF, coincide en que la mayor concientización de la violencia contra periodistas tanto de Estados como de los propios medios y reporteros puede ser una de las razones de esta disminución.
“No hay una sola razón [en la disminución de asesinatos], pero hay varias hipótesis”, dijo Romeu a LJR. “Creo que hay una tendencia en los y las periodistas, y los medios de manera general, [en la que] han tomado más consciencia de los riesgos asociados a su labor y han pasado de manera más frecuente y estructurada a adoptar medidas de análisis de riesgo y estrategias de prevención. De la misma manera, varios Estados han reforzado en alguna medida mecanismos de protección, observatorios de violencia a la prensa o actuaciones de fiscalías y otras instituciones públicas para reforzar una respuesta al escenario de violencia en contra la prensa”.
Sin embargo, tanto para Canela como para Romeu, también hay hipótesis negativas que podrían explicar esta disminución que van desde la autocensura y el aumento de otras formas de ataques.
“Una de las hipótesis es que quizás en las áreas donde se estaba viendo un volumen muy fuerte de asesinatos contra periodistas, los y las periodistas de estas áreas pueden haber tomado una decisión de autocensura y por lo tanto los asesinatos bajaron porque los periodistas dejaron de cubrir cosas sensibles”, dijo Canela, quien enfatizó que se tratan de hipótesis, las cuales deberían ser investigadas a profundidad tal vez en el mundo académico.
Un tercer elemento, que destaca Canela, es el aumento de otras formas de ataques violentos a periodistas que obstaculizan el ejercicio periodístico y la distribución de información. De acuerdo con la Unesco, los profesionales de los medios se ven enfrentados a violencia y acoso en línea, un tema que afecta particularmente a mujeres periodistas, un aumento en el uso del sistema de justicia para poner acciones en contra de periodistas, así como en el encarcelamiento o amenaza de encarcelamiento de periodistas, entre otros ataques.
“Sí, bajaron los números de asesinatos, excepto en zonas de conflicto, pero otros tipos de criminalidad aumentaron contra los y las periodistas”, dijo Canela quien señaló que es necesario estudiar si hay relación entre estos elementos.
Precisamente el aumento en otras formas de violencia contra periodistas es para Romeu un indicativo de que la disminución en sus asesinatos no representa una mejoría para las condiciones en que se ejerce el trabajo en la región.
Según explicó, RSF sigue monitoreando “muchos casos” de amenazas, amenazas de muerte, agresiones, ataques durante manifestaciones, ciberacoso, entre otras.
“Me parece importante reforzar que los asesinatos de periodistas no son el único indicador de las condiciones de seguridad para el ejercicio periodístico”, dijo Romeu. “Es realmente toda una cadena amplia de violencia que sigue afectando profundamente en términos de seguridad, de integridad física, pero también emocional”.
De ser cierta la hipótesis de autocensura que llevó a la disminución de violencia letal contra periodistas, uno de los aspectos negativos que más preocupa a expertos es la creación de zonas de silencio. La Unesco, que ha visto un aumento significativo de asesinatos de periodistas en zonas de conflicto – intensificado por los enfrentamientos en Oriente Medio – ha identificado estas zonas de silencio.
Estas también pueden verse a nivel de América Latina y el Caribe. Romeu explica que el afecto amedrentador de un asesinato en otros periodistas tiene una repercusión grave en la información y comunicación local. Según dijo, esto lo han visto en países como México, el país “más mortífero” para periodistas de la región, en donde las acciones de los grupos armados en coordinación con intereses políticos buscan acallar a periodistas que hace un trabajo hiperlocal a través de blogs, páginas de Facebook, grupos de WhatsApp o páginas más tradicionales.
Este fenómeno también ha sido visto en regiones de Brasil, Colombia y Ecuador, explicó Romeu.
“El asesinato tiene un efecto que trasciende, impacta el imaginario colectivo, tiene un efecto de silenciamiento que vas más allá de la persona impactada directamente”, aseguró.
Esta falta de información local incluso en zonas que no están en conflicto también tiene efectos importantes en la vida diaria de las personas. La principal, según Canela, es que los poderosos (sean Estados, empresas, crimen organizado) dejan de rendir cuentas.
“Lo que pasa es la posibilidad de que malos efectos del uso del poder que no está en línea con los derechos humanos y los principios democrático tengan lugar”, dijo Canela. Esos efectos incluyen más casos de corrupción, violación de derechos humanos, crímenes ambientales, trata de personas, entre otros.
“Cuando callamos en el contexto social el rol de aquellas instituciones que son centrales para los sistemas de frenos y contrapesos, que incluye el periodismo, la potencial consecuencia de manera más directa es que estos problemas […] crezcan”, dijo Canela. “Y de manera más amplia es un proceso que va minando la estructura democrática cuando esto ocurre de manera sistemática”.
El llamado en este sentido, desde organizaciones como la Unesco y RSF es que los actores principales, como los Estados, intensifiquen sus acciones para contrarrestar la violencia contra la prensa.
Periodistas asesinados en América Latina y el Caribe en 2023
Las organizaciones de libertad de prensa y expresión tienen diferentes metodologías para registrar el asesinato de un periodista como uno vinculado al ejercicio de su profesión. Por este motivo, las cifras suelen variar.
LJR presenta a continuación los nombres de periodistas asesinados durante 2023 que fueron reportados por Unesco, RSF, CPJ, Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la CIDH y/o por organizaciones locales. No está claro en todos los casos si el asesinato está relacionado con su trabajo como periodista.