Errar es humano – e inevitable para cualquier periodista. Cualquier profesional suficientemente sincero consigo mismo es capaz de admitir que cometió un buen número de errores a lo largo de su carrera. Y es justamente la capacidad de aceptar los errores, tratar de entenderlos y aprender de ellos que puede hacer que sean cada vez menos frecuentes.
El Centro Knight aprovechó el 13º Congreso Internacional de la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji, por su acrónimo en portugués), que reunió a 750 personas del 28 al 30 de junio en São Paulo, para escuchar a periodistas latinoamericanos sobre los equívocos cometidos y los aprendizajes adquiridos en sus varios años de camino. Desde la presunción errónea hasta el cuidado con la seguridad de la fuente, ofrecieron lecciones para los principiantes y los veteranos en el periodismo.
Los presidentes y el candelabro
La naturaleza sacó lo mejor del periodista brasileño João Paulo Charleaux.
A finales de febrero de 2010, un terremoto de 8,8 grados de magnitud y un tsunami afetaron a Chile, dejando casi 800 muertos y destruyendo ciudades en la región central del país. Charleaux trabajaba en el periódico Estadão para la época y fue a cubrir los esfuerzos de reconstrucción tras el desastre natural, que se produjo pocos días antes de la toma de posesión de Sebastián Piñera como presidente.
Al llegar a Santiago, Charleaux tuvo la oportunidad de embarcarse con la Fuerza Aérea chilena hacia la región donde había sido el epicentro del terremoto, a 500 kilómetros de distancia de donde sería la posesión. “Mi idea era ir allá y cubrir cómo esas personas estaban viendo la posesión del presidente, que estaba sucediendo en Valparaíso, y contrastar esa situación de destrucción, dificultad para reconstruir y reclamar en relación al poder público de un lado, y del otro lado varios presidentes reunidos en una fiesta”, contó al Centro Knight.
Lo que ni Charleaux ni las autoridades reunidas en Valparaíso esperaban era que, en el momento de la toma de posesión, una fuerte réplica del terremoto interrumpiera la ceremonia y pusiera en pánico a la población chilena y a los presidentes latinoamericanos reunidos en el Congreso. “La foto del día siguiente era de los presidentes mirando a un gran candelabro de cristal del Congreso de Chile que se balanceaba”, recordó Charleaux, hoy reportero especial del diario Nexo.
“El periódico estaba frenéticamente intentando comunicarse conmigo porque la comunicación era muy mala. Creo que fue un error muy raro porque fue una buena opción porque tendría una historia y un punto de vista que nadie tenía. Por otro lado, aprendí que si usted viaja a un país donde todos los presidentes de la región están presentes, usted no puede estar en otro lugar que no sea ese”, dijo el periodista.
“No es un error clásico, pero une varios factores que son delicados para el reportero: dificultad de logística, dificultad de comunicación, necesidad de una evaluación rápida acerca de qué hacer, y de repente una cosa tan imponderable como un terremoto revela que tu opción no fue tan buena”, dijo.
La conciencia de la importancia de los errores y de los aprendizajes que proporcionan llevó a Charleaux a crear el panel “¡Oooops! Lo que grandes periodistas han aprendido con sus grandes errores”, que se desarrolla desde el año 2014 durante el congreso anual de Abraji.
“Los congresos tienen un elemento que me molesta que es el exceso de relatos de grandes hechos, grandes logros. Todo el mundo tiene éxito. Eso contrastaba mucho con mi experiencia del periodismo, que tenía más que ver con cosas que no funcionan, con repetición de actividades que son desagradables, con la sensación de no realización, con frustración, con ganas de estar haciendo más y mejor”, contó. Por eso propuso la idea del panel sobre errores a Marcelo Beraba, cofundador y entonces presidente de Abraji, quien respondió que creía era una buena idea, pero bromeó que tal vez nadie querría participar.
Al contrario: en los últimos cuatro años, varios periodistas pasaron por el panel – y Beraba fue uno de ellos, en la edición de 2018. “El éxito se debe a características muy particulares, que inciden en una situación específica. El error está presente como posibilidad todo el tiempo. Es muy útil hablar de las cosas que van mal”, dijo Charleaux.
La trampa de suponer
A veces las cosas casi salen mal, pero aún así dejan lecciones. Esto puede suceder cuando un periodista se deja llevar por lo que la historia aparenta ser, pero que una investigación más profunda y cuidadosa revela algo diferente.
Ese fue el caso de la brasileña Maiá Menezes, editora de País en la redacción conjunta de los periódicos O Globo y Extra, y de la revista Época. En 2008, era reportera de O Globo e investigaba junto con su colega Fábio Vasconcellos el financiamiento de la campaña electoral de 2006 de Marcelo Crivella, obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios y entonces candidato al gobierno de Río de Janeiro, hoy alcalde de la capital del estado.
“Estábamos haciendo una encuesta de los donantes y llegamos a una lista solo de personas, en un momento en que las elecciones permitían financiamiento privado. Él era el único candidato que solo tenía personas como donantes”, contó Menezes al Centro Knight. La investigación apuntó que esas personas eran fieles de la Iglesia Universal, “personas muy pobres”, dijo ella. La suposición de los reporteros fue que se trataba de doadores-laranja, listados para ocultar los nombres de los verdaderos financiadores.
“Empezamos a leer la ley electoral en detalle y vimos que la donación también puede ser escrita para el TSE [Tribunal Superior Electoral] en la rendición de cuentas como prestación de servicios. Entonces, en realidad, gran parte de aquellos donantes eran personas que habían trabajado en la campaña de Crivella”, explicó. “Es grave, porque él usó la estructura de la Iglesia para tener fuerza electoral, pero es muy diferente a decir que él tenía doadores-laranja. Si hubiésemos dicho esto, habríamos cometido un error histórico”.
El gran aprendizaje, para Menezes, es que una aparente “gran historia” puede no ser nada de eso, pero el periodista no siempre se da cuenta “porque está muy animado”. Hoy, como editora, ella dice hacer todas las preguntas posibles para derribar un reportaje antes de publicarlo. “Toda gran historia presupone también una gran preocupación, que para mí siempre está presenta ahora”, afirmó.
Angelina Nunes tuvo una experiencia parecida como editora en el diario O Globo, en 2002. Ella coordinaba un equipo que investigaba irregularidades en las licitaciones para la distribución de comida en presidios de Río de Janeiro. “El empresario Jair Coelho dominaba las licitaciones, él ganaba todas”, dijo al Centro Knight.
En la investigación, el equipo descubrió que Coelho tenía una casa en Miami, Estados Unidos. “Estamos hablando del comienzo de los años 2000; no es como ahora en que hay tecnologías que te colocan prácticamente dentro de la casa de las personas”, bromeó.
Los reporteros encontraron el nombre de Jair Coelho en la lista telefónica de Miami. “Todo encajaba: era Jair Coelho, era portugués, era una casa en Miami. Estaba todo allí”. El equipo se animó y luego decidió llamar al número en la lista. “Sonó el teléfono, respondió un chico con acento portugués. Era Jair Coelho, solo que ese tenía 32 años; el Jair Coelho que estábamos buscando tenía casi 70. Era solo un homónimo”, dijo Nunes, agregando que para el equipo, ese momento fue “un baño de agua fría”.
“Nos dimos cuenta de que estábamos a punto de cometer un error absurdo”, contó. A partir de ese episodio, Nunes pasó a siempre considerar la posibilidad de encontrar homónimos en sus investigaciones. “La gente tenía que conseguir el carnet de identidad, porque yo quería ver el nombre de la madre, para ver si era o no la misma. Si la madre no es la misma, vamos a conseguir una foto, preguntar al vecino”. Ella dice que el cuidado se ha vuelto casi obsesivo. “Y cada vez que un reportero se quejaba, yo contaba esa historia de nuevo: ‘mira, a principios del año 2000…’”.
Atención y cuidado con las fuentes
Muchas veces también es posible aprender de los errores de colegas, como Nunes ejemplificó en una historia trágica que ocurrió en la cobertura de un crimen. “Una reportera entrevistó a un testigo, y después mataron a ese testigo”, contó. “Eso fue muy traumático dentro de la redacción. Yo estaba en pánico porque hacía muchos artículos de denuncias”.
La lección aprendida sobre la importancia del cuidado con la fuente fue puesta en práctica por Nunes pocos años después, al entrevistar a una mujer que denunciaba que su hijo había sido asesinado por policías. “Ella dijo que no tenía miedo y quería aparecer en la foto. Yo le expliqué lo que había sucedido [en el otro caso] y le dije que usaríamos un nombre ficticio y que ella no sería fotografiada de cara limpia. Hicimos una foto artística, detrás de una lona, de manera que era imposible identificarla”.
La periodista también explicó a la fuente que el anonimato era un derecho de ella. “Hablé que ella no tenía que exponerse y que necesitaba tener cuidado con la propia vida. Yo tuve ese cuidado, pero no sé si todo reportero lo tendría”, afirmó.
En la relación entre periodista y fuente, es importante también ser consciente de los intereses de esta última y en cómo puede actuar entre bastidores para influir en el resultado final del artículo. Eso fue lo que aprendió Daniela Pinheiro, quien entre 2007 y 2017 fue reportera especial de la revista piauí y hoy dirige la revista Época.
Piauí se consolidó en Brasil como un modelo de grandes perfiles que consiste en acompañar a la persona sobre la que se escribe durante meses, para captar las entrañas del objeto del artículo. “Cuando la revista fue lanzada hace 11 años, esa era una fórmula muy nueva”, dijo Pinheiro al Centro Knight. “Los entrevistados no sabían cómo era esa dinámica, entonces la gente conseguía sacar cosas muy buenas. Sin embargo, 11 años después, los entrevistados ya saben cómo actuar”.
Ella cree que esta es una de las causas de lo que ella considera un error en su informe para unperfil del político Eduardo Campos, entonces candidato a la presidencia brasileña, en junio de 2014 (moriría en un accidente aéreo en agosto del mismo año ).
“Él sabía mucho de esa fórmula y me dio mucho acceso, facilitó mucho las cosas, llegó a planificar entrevistas para mí, me dejaba viajar con él”, contó la periodista, quien considera que Campos logró controlar parcialmente el reportaje. “Fue un error mío haber contado con la facilidad que el entrevistado me dio”.
A partir de esa artículo, Pinheiro dijo haber cambiado su enfoque de los entrevistados, buscando informaciones sin interferencia de la persona que está siendo perfilada. “Hoy, para los reportajes que la gente hace de perfil en Época, mi orientación es: la última persona con quien usted tiene que hablar es el sujeto del artículo y solo cuando usted ya está muy armada, muy informada. Es usted quien tiene que dar el tono del proceso, no la persona”.
El desafío de las bases de datos
La periodista peruana Milagros Salazar es fundadora y directora del sitio Convoca, que hace periodismo investigativo con base en datos desde 2015, y puede dar fe de los desafíos inherentes al trabajo con datos, que se ha fortalecido como tendencia en el periodismo en los últimos años.
La primera lección de Salazar salió de la primera base de datos producida por el sitio, que generó el especial “Excesos sin castigo”. El trabajo trata de infracciones ambientales de empresas de minería y petróleo en Perú y ganó el Data Journalism Awards en 2016.
Como se trataba del comienzo del Convoca, el equipo era pequeño, y una solución para agilizar el trabajo fue invitar a estudiantes de periodismo de varias universidades del país. Convoca promovió talleres de capacitación para que los universitarios trabajasen en la investigación, sin embargo, y a pesar de “que a las personas les vas a dar entrenamiento, siempre faltan horas de vuelo y experiencia para no cometer errores”, dijo Salazar.
“Nos tocó ver errores en el camino, lo que es normal cuando se construyen bases de datos, pero sacamos conclusiones a partir de creer que eso estaba bien hecho”, contó y explicó que al final esa investigación acabó tomando el doble del tiempo previsto. “Pudimos corregir los errores que habían en las bases de datos, afinar mejor la mirada, y mejorar los procesos, los estándares de trabajo, y rediseñar y entender que hasta cierto punto un estudiante podrá ayudarte, pero hay ciertas cosas en el proceso en el que tu necesitas experiencia”.
Más recientemente, un error con una base de datos tuvo consecuencias inesperadas y llevó a una reorganización del trabajo con datos en Convoca. El reportaje en cuestión era “Los proyectos en el Congreso que facilitaron la ejecución de obras de Odebrecht”, parte del programa Únete, desarrollado por Convoca para promover el periodismo investigativo entre jóvenes periodistas.
El reportaje trataba sobre los proyectos de ley que fueron presentados en los últimos 15 años en Perú y que favorecían a la constructora brasileña Odebrecht, empresa central en las recientes investigaciones transnacionales sobre corrupción en América Latina. La idea era presentar quiénes eran los congresistas autores de los proyectos, ya que la empresa financió campañas electorales no sólo a candidatos del Ejecutivo, sino también del Legislativo en el país, y entender si había indicios de tráfico de influencia en el Congreso peruano.
El texto y los datos levantados fueron publicados, pero al principio se presentó en el sitio de Convoca una versión errónea de la base de datos, que contenía el nombre del fallecido excongresista Henry Pease García como autor de dos proyectos de ley, cuando él debía ser presentado solo presidente del Congreso entre 2003 y 2004.
“Se veía cierto en el texto, no había ninguna mención a la persona, pero en la aplicación web a la hora de subir la información, se subió la base de datos incorrecta, por todo esto de la locura de un cierre”, dijo Salazar.
Según la periodista, el error fue rápidamente corregido en el sitio de Convoca, pero el diario Diario UNO, de Lima, “copió toda la investigación, hizo seis páginas con nuestra investigación, poniéndola en portada, pero no solo eso, se descargó la base de datos y empezó a poner fotos de todos los congresistas” citados destacando la presencia de Pease García en la lista.
Las hijas del excongresista escribieron una carta pública al diario UNO exigiendo una retractación. “Nos sentimos tocados porque era información nuestra”, dijo Salazar. “Hicimos una carta pública, explicando todo esto a los lectores y diciendo que habíamos tomado todas las medidas [para remediar] la situación”
El episodio motivó una reestructuración del trabajo con datos en Convoca, dijo la directora, para que se hiciera más claro y más riguroso. “Hemos puesto en las oficinas de los programadores, de los periodistas, en mi oficina, el proceso que debe seguir cada uno, en cada parte del proceso, y quién está a cargo de qué. Y también a partir de eso he programado una serie de capacitaciones para todo el equipo, para empezar a hablar un único lenguaje” en relación a los datos, aseguró.
“No hay aprendizaje sin error. Y hay que ser muy humilde, como periodista, para uno detenerse, observar, aprender, y recapitalizar el error, porque cada error pueda ser una forma de avanzar”, explicó Salazar.