Por Nubia Rojas*
En 2014, dos años después de que el gobierno del entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos y la antigua guerrilla de las Farc comenzaran un proceso de negociación que habría de concretarse en la firma de un acuerdo entre las partes en noviembre de 2016, surgieron dos medios de comunicación orientados a los temas de paz.
Se trata de Pacifista y Colombia 2020, dos proyectos informativos que comparten, además de su año de creación, el objetivo de cumplir un rol pedagógico, combinando la explicación de la actualidad noticiosa relacionada con los temas de paz con un juicioso análisis del contexto. Sin embargo, ambos aclaran que su trabajo no debe ser entendido como un respaldo político-partidista al proceso de paz, sino como un ejercicio periodístico riguroso e independiente que analiza el tema desde diversas aristas.
Aunque no se autodefinen de ese modo, ambos aplican efectivamente varios de los principios del Periodismo de Paz: se esfuerzan por explicar las causas, el desarrollo y las consecuencias de los más de cincuenta años de conflicto que ha vivido el país, abordan una variedad muy amplia de fuentes, distintas de las oficiales; se concentran en los intentos por construir paz, sin dejar de analizar los hechos violentos; humanizan a los actores implicados sin caer en retóricas polarizantes, buscan dignificar a las víctimas y utilizan un lenguaje que pretende contribuir al desescalamiento de la confrontación.
Uno y otro tienen, además, la particularidad de ser financiados con recursos de la cooperación internacional, lo que favorece su independencia, y de trascender el periodismo tradicional ampliando el campo de acción y la influencia de su trabajo a través de otros formatos y de pequeños proyectos que los respaldan y complementan.
Adaptar una voz juvenil y esforzarse por llegar a las regiones del país
El público principal de Pacifista son los jóvenes entre los 18 y los 30 años – por eso se autodenomina “una plataforma para la generación de paz”- y eso se refleja en la propia juventud y el aire desenfadado de los miembros del equipo. Santiago Valenzuela, subeditor, tiene 29 años y es antropólogo: “la mayoría de nuestros periodistas tiene formación en ciencias sociales y humanas, no en comunicación. Sin descartar que hay excepciones, vemos que de las facultades de comunicación a veces se gradúan profesionales que profundizan poco en los temas, que tienen poca curiosidad, falencias a la hora de escribir y poca rigurosidad y nosotros queremos hacer justo lo contrario”, dice. Tiene experiencia como redactor en dos grandes medios nacionales: El Espectador y El Colombiano y está, por ese motivo, acostumbrado a la producción febril propia de una sala de redacción. “Para ser periodista en Pacifista tienes que tener curiosidad y los temas te tienen que doler. Todos somos muy jóvenes, pero tenemos un compromiso personal con la paz”.
Valenzuela explica que, antes de convertirse en el proyecto independiente que es actualmente, Pacifista contó con el apoyo de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, una institución del Estado dependiente de la Presidencia de la República, y luego fue adquirido por la revista canadiense juvenil VICE, hasta su salida de Colombia en 2018. Desde entonces se ha financiado gracias a organizaciones internacionales como Oxfam y Open Society Foundations, entre otras, poniendo el foco en temas como la implementación del acuerdo de paz, la defensa de los derechos humanos, los temas de género, y más recientemente, las elecciones regionales. La sustitución de cultivos ilícitos y el asesinato sistemático de líderes sociales y excombatientes de las Farc son dos de los temas que más se han preocupado por cubrir en profundidad.
La producción de documentales y otros materiales audiovisuales, gráficos llamativos e impactantes, y el uso de otras formas de comunicación que a simple vista nadie definiría como “periodísticas”, como las acciones en calle, encuentros musicales, foros, entre otros, hacen parte de su estrategia: “queremos ir mucho más allá de lo editorial, lo tradicional nos parece un poco aburrido. Intentar acercarse a los jóvenes solo a través del formato escrito tiene muchas limitantes, sobre todo, teniendo en cuenta que las nuevas generaciones invierten tiempos de lectura más cortos, son más visuales y, para atraerlas, tienes que explicarles los temas de manera que entiendan cómo afectan su cotidianidad directamente. Es un reto, pero es posible hacerlo, ofreciendo contenido de calidad”, dice Valenzuela.
Según el periodista, esa estrategia les ha ayudado a llegar a más personas y regiones y ganar el reconocimiento, no solo de jóvenes universitarios urbanos, sino de campesinos que habitan zonas de conflicto lejos de Bogotá. El equipo de Pacifista siempre ha sido consciente de la necesidad de que su trabajo periodístico refleje la realidad de las regiones – especialmente, aquellas donde más se vivió el conflicto y donde deben redoblarse los esfuerzos por construir paz – y por eso ha hecho alianzas con medios de comunicación locales. Sin embargo, ambiciona tener una presencia permanente en los territorios: “Soñamos con ser una plataforma de paz mucho más grande, con una audiencia más amplia, tener oficinas en zonas como Apartadó o el Catatumbo; que Pacifista empiece a entender la manera en la que la gente se comunica allá, si es a través de cadenas de WhatsApp, o si hay que hacer un periódico impreso porque hay gente que no tiene acceso a internet… hemos tratado de hacer cosas, como formación en comunicación a líderes sociales, etcétera. Sueño con que tengamos una sección sobre género, un YouTuber sobre nuevas masculinidades… cosas así. Que seamos ese medio todavía más capaz de poner a la gente a hablar de temas de paz y derechos humanos y posicionarlos en la agenda”, añade Valenzuela.
¿Qué hacer para dejar de ser un medio de nicho, que solo interese a quienes sean sensibles a estos temas? “Tenemos que partir de un concepto de paz relacionado con cómo nos tratamos cotidianamente los seres humanos; cuestionando el sistema en el que estamos, en el que hay unas desigualdades y violencias evidentes, y que tenemos que superar para escuchar al otro, para entenderlo y poder hablar de paz. Debe ser un concepto que construyamos entre todos”.
Observando la realidad de manera diferente para cubrir temas de paz
A la veterana reportera de El Espectador Gloria Castrillón le preocupaba que los medios de comunicación no estuvieran informando adecuadamente sobre el proceso de paz. Notaba discrepancias entre lo discutido por las partes en la Mesa de Conversaciones y lo que conocía la opinión pública; la asaltaba el temor de que los temas relevantes quedaran sin análisis si los periodistas seguían informando sobre la paz en ciernes de la misma manera en la que hablaban sobre el conflicto. Había cubierto 20 años antes el fallido proceso de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Farc en El Caguán y temía que el cubrimiento periodístico repitiera los mismos errores de entonces: las prácticas típicas del periodismo de guerra que no explica, sino que reproduce la confrontación a través de los titulares.
Por eso, y porque su olfato periodístico le indicaba que en esta ocasión sí se firmaría un acuerdo de paz, le propuso a Fidel Cano, director de El Espectador, que el periódico contara con un cubrimiento especializado en el postconflicto que se veía inminente. Cano aceptó y le encomendó buscar recursos económicos para la propuesta. Finalmente, la Delegación de la Unión Europea en Colombia, que apoyó desde el principio los esfuerzos por alcanzar una salida política negociada al conflicto y coincidía con Castrillón en la intuición de que se firmaría un acuerdo, decidió apoyar la iniciativa.
En la edición dominical del 28 de febrero de 2016, nueve meses antes de la firma del acuerdo, se publicó la primera página impresa en la que el periódico hablaba de Colombia 2020. Fue un hecho tan importante que el propio expresidente Santos – principal promotor del proceso de paz, el más importante objetivo de su gobierno – escribió un artículo sobre el tema. Antes de convertirse en portal de internet, Colombia 2020 publicaba dos páginas semanales en papel en las que hablaba de construcción de paz desde los territorios: “la gente nos decía que estábamos locos: ¿cuál paz?, ¿cuál postconflicto?, ¿cuál postacuerdo?”, recuerda Castrillón. Luego vendría la versión en línea con artículos, videos, trivias, juegos, notas pedagógicas explicando el contenido del acuerdo, y las historias de paz sobre mujeres, jóvenes, comunidades resilientes, entre otras.
La justicia transicional y las víctimas son dos de los temas más importantes para el portal. Castrillón enfatiza en que, desde el periodismo, se puede favorecer un cambio cultural y de mentalidad que permita a los colombianos entender que la justicia transicional es restaurativa y debe trabajar de la mano con la verdad y con la memoria histórica para que sea posible la reconciliación en un país profundamente herido por décadas de conflicto. Entre tanto, añade, las víctimas siempre han sido consideradas por Colombia 2020 como personas sobrevivientes, resistentes, que han superado la violencia; la información sobre ellas está basada en un tratamiento digno, respetuoso, que no las reduce a la narración de su dolor, sino que las muestra como personas resilientes y capaces.
Al igual que Pacifista, Colombia 2020 también ha complementado su trabajo periodístico con la exploración de otros formatos de comunicación orientados a lo que Castrillón llama “favorecer el diálogo social”: por eso organiza eventos en los que reúne a personas con distintos puntos de vista –incluso, a víctimas y victimarios – para que interactúen entre ellas y demuestren que es posible discrepar sin agredirse. Más recientemente, ha lanzado un producto en fascículos denominado La Aldea, en el que enseña a los niños sobre temas de actualidad a través de fábulas con animales. También tiene un premio destinado a constructores de paz para propuestas de resolución de conflictos en escuelas y colegios del país.
¿Cómo se cubre periodísticamente la construcción de paz? Castrillón lo piensa unos segundos antes de responder: “Se trata de ver la realidad de otra manera, es un enfoque que te obliga a fijarte en otros temas, a hacerte otras preguntas diferentes de las usuales. Es una sensibilidad. Y, aunque ninguno de los periodistas de Colombia 2020 es experto en temas de paz, las fuentes notan que las abordas a ellas y a los temas de otro modo. Gracias a eso hemos logrado construir confianza, llegar a lugares que nunca imaginamos y vencer muchas resistencias. Los propios excombatientes de las Farc nos abrieron las puertas desde el primer día. Al principio hubo quienes dijeron que hacíamos apología por el hecho de hablar de ellos como los seres humanos que son, pero estamos tranquilos porque sabemos que no fue eso lo que hicimos: es a la justicia a la que le corresponde juzgarlos, no a nosotros, los periodistas”.
Para Castrillón, la confianza de las fuentes, de los lectores y de la comunidad internacional, que los considera un referente, indica que están cumpliendo con su objetivo, “aunque siempre hay algo por mejorar, por aprender y por hacer”, añade. Como su nombre lo indica, la financiación del proyecto está garantizada hasta el año 2020, pero esperan poder contar con los recursos para poder continuar.
Diferentes maneras de acercarse a la paz desde la sala de redacción
Mario Morales, periodista, analista de medios, investigador y profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá es crítico de la manera en la que considera que los medios han abordado los temas relacionados con el proceso de negociación y la implementación del acuerdo de paz. Opina que el periodismo colombiano sigue narrando estos y otros hechos como si se tratara de un partido de fútbol o de un ring de boxeo, donde hay amigos y enemigos, ganadores y perdedores. Desde esa perspectiva, dice, es común que el periodismo acabe tomando partido por alguno de los contendores.
Sin embargo, considera que Pacifista y Colombia 2020 son casos excepcionales, por cuanto se han distanciado de ese tipo de cubrimiento: “Pacifista es un medio de nicho y Colombia 2020 pertenece a un medio tradicional, pero, aún en los medios generalistas, las audiencias se comportan como audiencias de nicho, buscando aquello que les interesa. Hacer periodismo orientado a la paz no quiere decir que los medios deban plegarse a una visión de la paz contaminada por la política, sino abordar el tema desde una perspectiva humana, que ubica al periodismo como mediador, que involucra a la ciudadanía”, añade el analista.
Para Morales, no solo es bueno, sino necesario, que Pacifista y Colombia 2020 tengan iniciativas que trasciendan lo periodístico para evitar tener audiencias cautivas y dirigirse sólo a quienes piensan como ellos: “Esto es muy importante para que se hagan notar como líderes de opinión e involucren a otras audiencias, como las nuevas generaciones, a través de nuevos formatos, nuevas narrativas y nuevas estéticas”.
Para el profesor universitario, que ha investigado el cubrimiento periodístico de la implementación del acuerdo, la paz debería ser un tema al cual se acerquen todas las diferentes secciones en las salas de redacción, desde diferentes enfoques y puntos de vista. Considera que en una sociedad sumergida en múltiples violencias, como la colombiana, el periodismo que habla de paz desde la perspectiva de la resiliencia, la convivencia y la reconciliación, será siempre una necesidad; pero dependerá de que haya audiencias interesadas y de que este tipo de iniciativas cuenten con posibilidades reales de ser financiadas y contar con la independencia necesaria para hacer bien su trabajo: para hacer ese periodismo que catapulta el cambio social y favorece la participación de los ciudadanos.
*Nubia E. Rojas G. Periodista y consultora independiente especializada en comunicación, periodismo y construcción de paz.
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