A finales de 2001, la crisis política y económica de Argentina fue el principal tema en la cobertura periodística latinoamericana. La recesión económica que culminó en intensas protestas populares y en la renuncia del entonces presidente Fernando de la Rúa también fomentó un fenómeno peculiar: el de las empresas recuperadas por sus trabajadores.
Desde entonces, la conformación de cooperativas de trabajadores para recuperar empresas a punto de cerrar las puertas o ya con quiebra declarada se ha vuelto algo recurrente en el país, especialmente en los sectores de textil y metalurgia. Sin embargo, en los últimos dos años y por primera vez, los medios de comunicación fueron la mayor parte de las empresas recuperadas en Argentina en el periodo, según un estudio del Programa Facultad Abierta de la Universidad de Buenos Aires.
Entre 2016 y 2017, al menos seis medios fueron recuperados por sus trabajadores tras haber sido cerrados o abandonados por sus dueños: los diarios locales La Nueva Mañana, de Córdoba; El Ciudadano, de Rosario; La Portada, de Esquel; y El Correo, de Firmat; así como el diario Tiempo Argentino y el portal de noticias online Infonews, ambos con sede en Buenos Aires. En un estudio anterior, referente al periodo entre 2010 y 2013, el Programa Facultad Abierta registró la recuperación de apenas un medio de comunicación.
Para expertos y periodistas de estos medios escuchados por el Centro Knight, se trata de una reconfiguración del panorama mediático del país que se conecta a la relación entre medios y gobiernos, pero que también representa nuevos caminos para el periodismo en Argentina.
“Por más tiempo”
La científica social Natalia Bauni, del Observatorio Social sobre Empresas Recuperadas y Autogestionadas (Osera), también de la Universidad de Buenos Aires, le dijo al Centro Knight que el punto central de la recuperación de empresas por sus trabajadores es la conservación de los puestos de trabajo.
“Lejos de tener una característica revolucionaria o de ataque al sistema, tiene como centro importante el tema de que son todos trabajadores asalariados, la mayoría de edad avanzada, a quienes les resultaba prácticamente imposible insertarse en el mercado de trabajo”, afirmó Bauni. “La cooperativa fue solo un modo legal de defender el trabajo”, dijo la científica social citando la Ley de Quiebras argentina, que prevé esta modalidad de recuperación de empresas fallidas.
El antropólogo social Andrés Ruggeri, director del Programa Facultad Abierta, recordó que antes de 2016 había casos de medios recuperados y administrados por cooperativas de trabajadores, en su mayor parte en el interior del país. Entre ellos están Comercio y Justicia, de Córdoba, y El Diario de la Región, en el Chaco argentino, ambos refundados en 2002, auge del fenómeno de las empresas recuperadas, y la Revista Cítrica, surgida tras el final del periódico Crítica, en 2010.
En diciembre de 2015, el panorama mediático del país cambió junto con la ruptura política efectuada con la elección y posesión de Mauricio Macri como presidente tras 12 años de gobiernos Kirchner, con Néstor (2003-2007) y Cristina Fernández (2008-2015).
En mayo de 2016, representantes de la Federación Argentina de Trabajadores de la Prensa (Fatpren) participaron en una reunión de la Comisión de Libertad de Expresión de la Cámara de Diputados y afirmaron que hasta ese momento la entidad había registrado cerca de 2.500 despidos en el sector. En noviembre del año pasado hubo una nueva reunión entre diputados y representantes de trabajadores de la comunicación en los que estos últimos pidieron que se declarara “emergencia laboral” en el sector por los despidos y el cierre de medios.
“En ese panorama aparece como primera empresa recuperada del periodo macrista justamente un medio de comunicación que es el diario Tiempo Argentino”, dijo Ruggeri.
El caso de Tiempo es emblemático de este reciente fenómeno en el país. El diario fue fundado en 2010 por el empresario Sergio Szpolski y era parte del Grupo 23 de medios, propiedad de Szpolski y Matias Garfunkel. El grupo fue el que más recibió fondos de publicidad oficial del gobierno entre julio de 2009 y julio de 2015, durante el gobierno de Fernández de Kirchner, compuesto por nueve medios, entre periódicos, radios, sitios de noticias y un canal de televisión, según un reportaje de la revista Perfil.
Con el cambio de gobierno, a principios de diciembre de 2015 los trabajadores de Tiempo Argentino dejaron de recibir sus salarios, contó Javier Borelli, periodista y presidente de la cooperativa Por Más Tiempo, al Centro Knight. “El diario se sostenía en buena parte por lo que el dueño del medio cobraba al gobierno anterior. Cuando el gobierno anterior se va, el dueño deja de pagar los sueldos y desaparece”, dijo Borelli.
En febrero de 2016 el periódico dejó de ser impreso. Después de tres meses trabajando sin recibir sueldo y de intentos de contactar al dueño del periódico y entender cuál sería el futuro de Tiempo Argentino, los cerca de 100 periodistas decidieron organizarse y ocupar la redacción “mientras veíamos de qué manera tratar de salir adelante”, afirmó. Una de las decisiones fue producir una edición especial impresa para ser vendida en la manifestación en Buenos Aires del día 24 de marzo, fecha anual en la que Argentina recuerda a los 30.000 muertos y desaparecidos por la dictadura militar entre 1976 y 1983.
Los propios periodistas fueron a las calles de la capital argentina para vender los ejemplares del especial y preguntar al público si había interés en continuar apoyando a Tiempo si el periódico fuera recuperado por sus trabajadores. Los 30 mil ejemplares impresos fueron vendidos y la respuesta del público fue positiva. “Decidimos entonces ocupar de definir el recaudado y repartirlo entre los que no cobrábamos hacia en este momento ya tres meses, y el resto guardarlo para hacer las primeras dos ediciones de un diario cooperativo”, contó Borelli. La primera edición de Tiempo Argentino como cooperativa fue lanzada un mes después, en abril de 2016.
Tres meses después, con la redacción aún ocupada por tres periodistas de la cooperativa que guardaban el lugar, un grupo de unos 20 hombres invadió en la madrugada el edificio, que también albergaba a Radio América, también parte del Grupo 23. Ellos expulsaron a las personas que allí se encontraban y destruyeron equipos de trabajo de la redacción de Tiempo, según La Nación. El empresario Mariano Martínez Rojas fue acusado de usurpación y daños por la destrucción del edificio, reportó La Nación. De acuerdo con notas publicadas en la ocasión, Martínez Rojas afirmaba haber comprado Tiempo Argentino y Radio América. Sin embargo, Tiempo reportó en septiembre que el empresario “nunca pudo probar en sede judicial la titularidad del medio”. Sin embargo, otras historias en los medios argentina e internacional se referían a él como el dueño del periódico.
El incidente fue condenado por varias organizaciones argentinas e internacionales, entre ellas la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que pidió al Estado argentino que investigara el caso. Sin embargo, las investigaciones no avanzaron y la causa judicial relativa al ataque hasta hoy no ha sido juzgada, dijo Borelli. Martínez Rojas fue detenido por autoridades estadounidenses en enero de 2018 en Miami, donde se encontraba prófugo de la justicia argentina por acusaciones de extorsión, amenaza y lavado de dinero.
La redacción de Tiempo se trasladó entonces a otro edificio y allí hoy trabajan 100 personas, entre periodistas, diseñadores, fotógrafos y funcionarios de la administración del periódico. “En algunos casos, solo se dedican a funciones que no tienen que ver con lo periodístico, y en algunos casos tienen una doble función. Siguen escribiendo para el diario, y a la vez hacen las relaciones comerciales, organizan el trabajo o distintas tareas administrativas”, dijo Borelli.
El diario también dejó de ser impreso diariamente y hoy sale en papel solamente los domingos, cuando tiene una circulación de 30 mil ejemplares. “Consideramos que tenemos un diario digital de lunes a sábado y una edición en papel los domingo”, explicó el periodista.
Desde su conformación como cooperativa, Tiempo Argentino buscó fortalecer su relación con lectores, invitándolos a ayudar a sostener el periódico. Según Borelli, el 70% de los ingresos de Tiempo viene del aporte de lectores, tanto los que compran o se suscriben al impreso los domingos como los que se asociaron al periódico y pagan cerca de 120 pesos argentinos al mes (cerca de US $6). Otro 20% es recaudado por venta de publicidad y un 10% por actividades realizadas por la cooperativa como talleres de periodismo y eventos culturales.
“Hoy tenemos casi dos mil personas que son socias del diario, además de estos tenemos alrededor de 2.500 que son subscriptores del diario papel”, dijo Borelli , para quien en los últimos dos años “despertó más fuerte en Argentina la lógica de que los lectores se sienten también responsables de financiar un medio de comunicación y entender que la producción periodística es un hecho caro, que vale la pena impartir para producir información que sea necesaria”.
Responsabilidades de las empresas
Otro medio argentino recuperado por sus trabajadores en cooperativa en 2016 fue Infonews, que se convirtió en el primer portal de noticias en línea recuperado en el país. Fundado en 2008 como el portal de noticias del Grupo 23, Infonews reunía el material publicado en los otros medios del grupo – Tiempo Argentino entre ellos – y también producía su propio contenido con los cerca de 50 periodistas y funcionarios de la redacción.
Eso hasta febrero de 2016, cuando los trabajadores dejaron de recibir sus salarios, contó Daniel Jatimliansky, secretario de la cooperativa de los trabajadores de Infonews, al Centro Knight. A diferencia de lo que ocurrió con los otros medios del grupo, en que no hubo un cierre oficial por parte de los dueños, la empresa llegó a anunciar el cierre del portal en mayo de 2016.
En este momento comenzaron las conversaciones entre los trabajadores sobre formar una cooperativa para recuperar el portal, dijo Jatimliansky.“El vaciamiento del Grupo 23 afectó a 800 compañeros. La disyuntiva era salir a buscar trabajo en un mercado laboral con mucha demanda, poca oferta y cada vez más precarizado, o intentar sostener nuestras fuentes laborales”, afirmó el periodista.
Después de fracasar las conversaciones con la empresa sobre las indemnizaciones debidas, los trabajadores avanzaron en la conformación de la cooperativa y colocaron el portal nuevamente en el aire en agosto de 2016, ahora con aproximadamente 20 profesionales en el equipo. Así como Tiempo, Infonews también cuenta con un programa de socios, cuyas contribuciones son la principal fuente de ingresos de la cooperativa, sumadas a la venta de publicidad y servicios editoriales.
Para Jatimliansky, la escasa oferta de trabajo para profesionales de la comunicación en Argentina hoy y la experiencia previa de otros trabajadores con la recuperación de empresas hace que esta sea una alternativa viable para la supervivencia de medios tras el desistimiento de sus dueños. Sin embargo, resalta la responsabilidad de las empresas y del Estado en las situaciones vividas no sólo por Infonews y Tiempo Argentino, sino también La Nueva Mañana, El Ciudadano y La Portada.
“El cierre del Grupo 23 fue la punta de lanza que demostró que era fácil incumplir con las obligaciones patronales, salariales y fiscales sin consecuencias legales”, dijo Jatimliansky. “Si bien puede tener cierto tono épico la recuperación de un medio de comunicación y la gestión en forma cooperativa, el Estado tiene la obligación de evitar que cierren empresas y exigir que los empresarios cumplan con las obligaciones que tienen con los trabajadores”.
“La grieta”
La científica social Natalia Bauni evalúa que el fenómeno reciente de los medios de comunicación recuperados en Argentina está vinculado a un debate que se encendió durante el gobierno anterior sobre una supuesta profundización de la división entre sectores entonces oficialistas y antikirchneristas, que se conoció como “la grieta”.
Esta división se habría reflejado también en los medios de comunicación, con algunos considerados como oficialistas – y que también fueron recipientes de grandes cantidades de publicidad oficial, como Grupo 23 – y otros opositores, como informó El País. Con la ascensión de Mauricio Macri, el corte en la cantidad de publicidad estatal sella el colapso o debilitamiento de medios considerados kirchneristas. Esta cantidad pasó entonces a ser dirigida a medios supuestamente más alineados con Macri.
Según el análisis de Chequeado, en 2015, el último año de gobierno de Fernández de Kirchner, los cinco grupos más beneficiados por la publicidad estatal fueron el 23, América, Indalo, Albavisión y Clarín, que juntos se quedaron con el 33% del total del presupuesto distribuido por el gobierno. En 2016, primer año de gobierno Macri, sólo el Grupo Clarín recibió el 21% del total de aquel año, casi la suma dirigida a los cuatro grupos siguientes: Telefónica, Indalo, América y La Nación.
“No puede destinarse dinero público a construir periodismo oficialista”, criticó Fernando Ruiz, profesor de periodismo y democracia en la Universidad Austral, en Buenos Aires, en conversación con el Centro Knight. Sin embargo, defiende que el Estado invierta en la construcción de un periodismo de calidad y que incentive la autosuficiencia de los medios de comunicación.
“Esta no es una industria más. Es una institución democrática. Por lo tanto ese dinero público que siempre ha fluido hacia los medios en forma perversa, ahora hay que hacer que fluya en una forma democrática y transparente”, cree.
Para el profesor de la Universidad Austral, las cooperativas de periodistas y la autogestión de los medios por sus trabajadores es benéfica para la pluralidad en el periodismo y la democracia. “La libertad de expresión en un país está muy relacionada con la pluralidad en las formas de propiedad de sus medios de comunicación”, dijo Ruiz, quien cree que la sociedad se beneficia cuando hay “un mix” entre propiedad estatal, comercial y social de los medios. “En ese esquema mixto de propiedad es muy difícil que queden temas importantes por fuera del debate público”, afirmó.
Jatimliansky, de Infonews, cree que la llamada “grieta” en los medios argentinos indica en realidad la pluralidad de voces y medios que se establecieron en los últimos años. “Existen diferencias editoriales visibles. Cuando no se hablaba de la ‘grieta’, en realidad había una ausencia de voces diversas y divergentes, al menos en forma masiva”, aseguró el periodista.
Un inconveniente de esta idea de división es “el riesgo de la estigmatización de algunos periodistas o medios”, dijo Jatimliansky, quien agregó que por esa razón Infonews hoy posiciona claramente su periodismo: “luchamos en favor de los DD.HH. y de la libertad de género, nos identificamos como trabajadores y trabajadoras, y tenemos una línea editorial progresista y popular”.
En el caso de Tiempo Argentino, aún más identificado con la antigua alineación de su exdueño al gobierno Fernández de Kirchner, esa estigmatización se dio con la clasificación del diario como “kirchnerista”. “Hoy los que hacemos Tiempo Argentino somos los trabajadores, no el dueño anterior, y nuestro medio no es un medio kirchnerista”, dijo Javier Borelli. “Ni pretendemos tampoco atar nuestro medio a ningún partido político, ni kirchnerista, ni de izquierda, ni de ningún tipo”.
Crisis y oportunidad
Aunque surgidas de situaciones dramáticas, las cooperativas de periodistas dedicadas a recuperar medios abren nuevos caminos para los profesionales y para el periodismo, cree Borelli. Según él, la experiencia de Tiempo Argentino ha sido muy interesante e innovadora, tanto para los periodistas y para el panorama mediático en Argentina. “De alguna manera, Tiempo logró probar que era posible hacer un medio cooperativo y sostenido por los lectores”, afirmó.
Para Borelli, la experiencia de Tiempo “abre expectativas en un momento donde se están perdiendo muchos empleos y donde la información está limitada por lo que son los intereses de los dueños. Así como es un momento de crisis, también puede ser un momento muy interesante para explorar otras formas de hacer periodismo”.
En el nuevo Tiempo, según él, la intención es que “los valores del periodismo vuelvan a ser los de informar a la sociedad, armar una agenda en que esté central la necesidad de los derechos humanos, en la mirada de la población y no necesariamente de los intereses de los dueños de los medios”.
En ese sentido, el objetivo de los trabajadores de Tiempo Argentino para los próximos años es “armar un espacio de comunicaciones en América Latina que privilegie el periodismo y los valores periodísticos por sobre el negocio”, dijo Borelli. La idea es promover un congreso en 2018 en Buenos Aires de periodismo autogestionado, que reúna experiencias de toda la región de medios administrados por periodistas.
“Creo que tener una red que esté vinculada a partir del periodismo y no de los intereses de sus dueños va a permitir otra mirada sobre lo que está pasando en la región”, afirmó.