En menos de cuatro días, dos periodistas brasileños recibieron amenazas de muerte por medio de redes sociales después de publicar reportajes críticos a las Fuerzas Armadas del país, del pasado y del presente.
El reportero de TV Globo, Carlos de Lannoy, fue responsable de un reportaje sobre dos muertes recientes en las barricadas llevadas a cabo por el ejército brasileño en Río de Janeiro que se transmitió la noche del 7 de abril en el programa Fantástico. El informe se centró en la muerte de un músico y guardia de seguridad de 51 años quien recibió uno de los más de 80 disparos hechos por militares del Ejército en contra del carro en el que él y su familia se transportaban en la tarde del pasado domingo.
Pocas horas después del reportaje estuvo al aire, Lannoy publicó en su perfil de Twitter la amenaza dejada como un comentario en un post en su perfil en Instagram. “¡Se metió con el ejército, firmó su sentencia! ¡Su familia va a pagar!”, escribió el usuario @erikprocopio.
“Usted va a responder por esa amenaza”, respondió el periodista. “Lo que usted hizo no es solo una afirmación vergonzosa, infeliz y lamentable, sino un crimen previsto en la ley. ¡Espera!”, agregó Lannoy.
Luego de que el periodista publicara la amenaza, medios como Jornol do Brasil y el sitio Metrópoles reportaron que la persona que amenazó a Lannoy es Erik Procópio quien es abogado y fue candidato a concejal en 2012 por la municipalidad de Nísia Floresta, en el estado Rio Grande do Norte, en el noroeste de Brasil.
Con la repercusión del caso, el usuario @erikprocopio publicó otro comentario pidiendo disculpas al periodista y diciendo que borró su comentario con la amenaza, que consideró “completamente desmedido y descabellado”. “¡@Carlosdelannoy es un gran profesional y mantengo mi respeto y solicitud de disculpas!”, escribió @erikprocopio.
Además de Lannoy, la reportera Juliana Dal Piva, de la revista Época y del diario O Globo, también recibió una amenaza de muerte por medio de redes sociales. Según la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji, por su acrónimo en portugués), Dal Piva recibió el 4 de abril el mensaje “Usted va a morir” de un perfil que usaba un pseudónimo.
Abraji no especificó la red social a través de la cual la periodista fue amenazada, pero relató que la amenaza fue motivada por un artículo de Dal Piva para el diario O Globo sobre un documental con una perspectiva favorable a la dictadura militar impuesta por las Fuerzas Armadas del país con un golpe de Estado en 1964.
En un comunicado, Abraji expresó su solidaridad con Lannoy y Dal Piva y afirmó que las “amenazas a periodistas por el ejercicio de su actividad profesional son inaceptables”. “El ambiente generalizado de agresividad contra el periodismo – concretado en violencia contra comunicadores – es perjudicial para la democracia y no puede ser tolerado”, afirmó la organización.
Abraji también recomendó que, en casos como estos, los periodistas denuncien las “amenazas y otras violaciones a las plataformas en que se producen” – las redes sociales por medio de las cuales se hacen las agresiones – y activen a las autoridades judiciales, como la policía y el Ministerio Público. Según la organización, fue lo que hicieron Lannoy y Dal Piva.
La Asociación Brasileña de Prensa (ABI) también emitió una declaración sobre el caso de Lannoy. La entidad dijo que “rechaza con indignación” las amenazas contra el periodista. “Cualquier intimidación a un periodista representa una grave ofensa al orden constituido y a la propia democracia. La policía tiene el deber de actuar rápidamente para identificar al responsable de las amenazas al periodista Carlos de Lannoy”, afirmó la ABI.
María José Braga, presidenta de la Federación Nacional de Periodistas (Fenaj), dijo al Centro Knight que “las amenazas por redes sociales deben ser consideradas como amenazas”.
“Deben ser denunciadas y las empresas deben apoyar a sus profesionales para que esas denuncias no caigan en el vacío, para que los responsables sean identificados y castigados. No porque la amenaza se hace a través de una red social debe ser banalizada. Una amenaza de muerte es un crimen, tiene que ser investigado y el responsable tiene que ser identificado y castigado”, afirmó Braga.
El Centro Knight intentó contactar con Juliana Dal Piva quien prefirió no pronunciarse, y Carlos de Lannoy, de quien no recibió respuesta hasta la publicación de esta nota. El Centro Knight también intentó contactar por teléfono a Erik Procopio, señalado por algunos medios de comunicación como autor de las amenazas contra Lannoy, pero no tuvo éxito. También intentó contactar al usuario @erikprocopio en Instagram, pero la página no está disponible.