En una transmisión en vivo en Facebook en septiembre de 2018, el entonces candidato presidencial brasileño Jair Bolsonaro planteó la posibilidad de fraude con máquinas de votación electrónica en beneficio de su principal oponente, Fernando Haddad.
“A nadie le importaba”, dijo a LatAm Journalism Review (LJR) Leonardo Cazes, quien en ese momento era editor de Fato ou Fake, el servicio de verificaciones del Grupo Globo.
Cazes, ahora jefe de reportajes de la agencia de verificación de datos de Aos Fatos, dijo que fue en ese momento que Bolsonaro comenzó a usar la desinformación para atacar el voto electrónico, el sistema mediante el cual había sido elegido diputado federal cinco veces.
A partir de allí, según Cazes, surgió la primera ola de desinformación sobre un supuesto fraude para perjudicar a Bolsonaro en aquella elección. Y el 7 de octubre de 2018, fecha de la primera vuelta electoral, las unidades de verificación de datos de todo el país recibieron “un volumen abrumador” de videos y otras piezas de desinformación sobre la máquina de votación, dijo Cazes.
“Fue una experiencia traumática”, dijo. Ni los periodistas ni el Tribunal Electoral, institución responsable de las elecciones en Brasil, estaban preparados para lidiar con tanto volumen de desinformación sobre las urnas. “Hoy logramos tener claridad, pero en 2018 no nos dimos cuenta de lo que estaba pasando: que había una construcción, ladrillo a ladrillo, para socavar la confianza en el proceso electoral”.
Seis años después, Bolsonaro está inhabilitado para postularse a ningún cargo por difundir desinformación sobre el voto electrónico mientras era presidente y candidato para una reelección. Pero las semillas de la desconfianza plantadas por el expresidente han echado raíces en gran parte de la población: una encuesta reciente mostró que el 35% de los brasileños cree, sin tener pruebas, que las encuestas fueron manipuladas en 2022 para favorecer a Luiz Inácio Lula da Silva, actual presidente, que venció a Bolsonaro en las elecciones de ese año.
Esos brasileños –así como los que no creen que hubo fraude en las últimas elecciones, que siguen siendo mayoría– están a punto de volver a las urnas el 6 de octubre, fecha de la primera vuelta de las elecciones municipales de este año.
¿Cómo pueden los periodistas afrontar este escenario y seguir proporcionando una cobertura crítica de la máquina de votación electrónica en Brasil? Una reciente publicación de Artículo 19 intenta ayudar a los profesionales en esta misión. La guía “Cómo cubrir de manera crítica las máquinas de votación sin alimentar teorías de conspiración” explica las diferentes tecnologías de votación utilizadas en todo el mundo. También ofrece reflexiones para contribuir a un debate más profundo sobre el sistema de voto electrónico utilizado en Brasil, incentivando a los periodistas a confrontar directamente los puntos que generan desconfianza entre la población.
“La cobertura periodística tradicional deja un poco que desear en este sentido”, dijo a LJR André Boselli, autor de la guía y coordinador del programa Ecosistemas de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones de Artículo 19.
Según él, el diagnóstico del Artículo 19 es que la prensa tradicional tiende a incorporar la narrativa del Tribunal Electoral brasileño sobre las urnas sin cuestionarla adecuada y responsablemente. “La cobertura crítica de cualquier tema tiene que oponerse mínimamente o al menos intentar investigar lo que dicen las instituciones”, afirmó.
Ante la desinformación sobre la máquina de votación electrónica, Boselli considera comprensible que los periodistas se aferren a la narrativa oficial que garantiza la seguridad del sistema de votación electrónica. Aún así, cree que la cobertura de las urnas no responde al contenido desinformativo.
“Desde un punto de vista técnico, las respuestas terminan siendo demasiado simplistas, por no decir ingenuas, por lo que no pueden contrarrestar verdaderamente la desinformación y dialogar con el público que habría caído en la desinformación”, afirmó Boselli.
Cazes considera que, de hecho, durante mucho tiempo la prensa brasileña se basó en la palabra del Tribunal Electoral sobre las urnas electrónicas, utilizadas en las elecciones en el país desde 1996. Los periodistas no sabían cómo funcionaban las urnas y no se dedicaban a comprender el sistema de votación electrónico, dijo. La crisis de confianza de la población en las instituciones, incluida la prensa, ha llevado a periodistas y autoridades electorales a repensar sus prácticas, afirmó.
“Un efecto colateral de la desinformación fue presionar al TSE [Tribunal Superior Electoral] para que mejorara sus prácticas de transparencia”, dijo Cazes. “Fue un viaje para todos los involucrados. El Tribunal Electoral entendió que necesitaba entrar en cierto nivel de detalle. Con el tiempo, ellos mismos empezaron a producir materiales más técnicos con más detalles sobre cómo funciona la urna y hoy en día todo está disponible en el sitio del TSE”.
Los periodistas, a su vez, tuvieron que aprender las complejidades técnicas de la máquina de votación electrónica y poder explicar estos aspectos al público de manera didáctica, uno de los aspectos más desafiantes de esta cobertura.
“La mayor dificultad es familiarizarse con todos los aspectos técnicos que implica, porque no es sencillo. Es una tecnología que involucra muchos pasos: sellado, log, certificado, firma digital, hash… Son términos que tuvimos que aprender, también para poder transmitirlos al lector en un portugués comprensible”, dijo Cazes.
Este aprendizaje depende también de escuchar fuentes ajenas al Tribunal Electoral, que contribuyen a explicar el funcionamiento de las urnas y a corroborar o criticar los procedimientos oficiales. Entre ellos se encuentran profesionales de la informática e investigadores independientes que ya participaron en las pruebas públicas de seguridad de las máquinas de votación electrónica, realizadas siempre el año anterior a las elecciones.
“Hablamos mucho a lo largo de los años con expertos que son personas que estudian y siguen este aspecto más técnico, principalmente gente de Ciencias de la Computadción. Y ellos mismos decían, por ejemplo, ‘señalamos un problema en 2016 y lo mejoramos para las siguientes elecciones’. Ya ves que es una construcción que se va haciendo con el tiempo de algo que ya se ha mejorado mucho. Tuvimos que aprender todo esto para lidiar con la desinformación”, dijo Cazes.
Ítalo Rômany, reportero de Agência Lupa, cubre este tema desde 2018. En agosto, él y el equipo de Lupa produjeron un especial de tres partes sobre las urnas electrónicas, resumiendo la historia del dispositivo en Brasil, las etapas del proceso de votación y las principales piezas de desinformación sobre las urnas.
Destacó que fuentes independientes ayudan a verificar las declaraciones del Tribunal Electoral y refuerzan la autonomía de cobertura con relación a la institución.
“Siempre reforzamos que hasta el momento no hay antecedentes de fraude [en las urnas]. Pero cada vez que hacemos alguna verificación, tomamos datos que son públicos, como el boletín de las urnas. Le pedimos nota al TSE, pero revissmos [los datos públicos]. Y siempre tenemos como fuentes entidades que realizaron auditorías y que no tienen relación con el TSE y certificaron que no hubo ningún tipo de fraude”, dijo Rômany a LJR.
Cazes dijo que, en los últimos seis años, la desinformación sobre las urnas se ha vuelto más compleja, atacando aspectos tecnológicos del dispositivo.
“Cada vez que negábamos algo aparecía una versión que intentaba complejizar [la falsa acusación]. ‘Ah, es el hardware’, ‘no, es el software’, ‘es la transmisión de votos’, ‘es la tarjeta de memoria’”, ejemplificó.
Rômany y Cazes coincidieron en la percepción de que la desinformación sobre las urnas se ha repetido al menos desde 2018. El reportero de Lupa expresó su frustración por este aspecto “circular” del trabajo de lucha contra la desinformación.
“Algo cambia, algún contexto local, pero [la desinformación] se repite. Ahora estamos volviendo a verificar los fakes que desmentimos en 2018 o 2020”, afirmó Romany. “Nuestro trabajo es un servicio, pero al mismo tiempo es frustrante. Es una sensación de querer golpear el viento”.
Debido a la repetición de las mismas afirmaciones falsas sobre las urnas en cada ciclo electoral, Cazes tiene la impresión de que la desinformación ha llegado a un “techo”. El desafío ahora, según él, es lidiar con las personas que no creen en la información que ofrecen los verificadores.
“Lo que era posible explicar racionalmente, lo explicamos. Pero, ¿cómo lidiamos con las personas que no están racionalmente convencidas?”, preguntó.
Rômany sugirió que los medios dedicados a cubrir las máquinas de votación y combatir la desinformación sobre el voto electrónico en Brasil inviertan en formatos distintos al texto, como videos, para llegar a audiencias más amplias.
“Creo que a veces dejamos de lado al público mayor, que recibe el mensaje por WhatsApp y lo comparte sin abrir el enlace”, afirmó Rômany. “Creo que les estamos fallando y podemos pensar en formatos específicos para este público que tiene dificultades para leer o con la tecnología”.