Por Jamile Santana y Laís Martins, en Revista AzMina
Advertencia: el siguiente artículo muestra fragmentos explícitos de contenido misógino y racista. Optamos por no censurarlos porque creemos que es importante ejemplificar cómo se violenta el debate en las redes, cómo se propaga la violencia contra las mujeres periodistas, qué términos se utilizan con frecuencia y cómo podemos identificarla.
Las mujeres periodistas, en general, enfrentan desafíos a la hora de posicionarse en las redes sociales. En el caso de las mujeres afro e indígenas encontramos aspectos aún más problemáticos. Además de la misoginia y violencia de género de la que son objeto por el solo hecho de ser mujeres, estos grupos sufren ataques que intentan desprestigiar las luchas antirracistas y la garantía de los derechos constitucionales de los pueblos indígenas.
Acusaciones como “discurso de mujer negra”, “victimismo” y “oportunista” suelen encontrarse en los tuits dirigidos a estas profesionales. Así lo muestra la investigación de datos realizada por Revista AzMina, InternetLab y Núcleo Jornalismo, junto con Volt Data Lab e INCT.DD, con financiamiento de Carnegie for International Peace y apoyo del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ).
El segundo informe de la serie sobre violencia de género contra periodistas analizó cerca de 240 tuits ofensivos dirigidos a un grupo de 26 periodistas mujeres, negras e indígenas. También se identificó que solo dos de cada 10 delitos fueron eliminados por la plataforma de la red social. Los términos más frecuentes se dividen en categorías como racismo, insultos personales, ofensas al desempeño profesional, desprestigio intelectual, machismo, amenaza física y acoso sexual.
Los insultos “periodista parcial”, “tendenciosa” y “manipuladora”, “comunista” (en el mal contexto), “fracasada” y “ridícula” son los más frecuentes entre los tuits al grupo de perfil analizado. Los ataques siempre ocurren cuando un usuario no está de acuerdo con la información o el punto de vista publicado por las periodistas.
Otro fenómeno percibido fue el uso de frases misóginas para desacreditar y silenciar a las profesionales. Los mensajes ofensivos contenían frases como “ve a lavar los platos”, “ve a cuidar a la familia” o “malquerida” y “mal atendida”. También se identificaron términos para desacreditar intelectualmente a las mujeres, como “loca”, “estúpida”, “enferma”, “demente” e “idiota”, por ejemplo.
Las mujeres negras a menudo son atacadas cuando se oponen al racismo. En los mensajes, los agresores relativizan posiciones antirracistas, sugiriendo, por ejemplo, que “ya no se puede criticar a un negro” o que “los negros también pueden matar a los blancos”.
El año pasado, la periodista Flávia Oliveira, comentarista de Globo News y columnista de los diarios O Globo y CBN, publicó un tuit haciendo eco del episodio en el que se incendió la estatua de Borba Gato en São Paulo. En el mensaje, ella, que es negra, recomendó leer el libro “Escravidão 2” (Esclavitud 2), de Laurentino Gomes, para que la gente supiera quién fue el blanco de la protesta antirracista. La periodista fue atacada con una serie de insultos racistas y misóginos; contenido que sigue en línea.
Pero, en algunos casos, los ataques ni siquiera son respuestas a publicaciones publicadas por las profesionales. Cuando la periodista y presentadora Maju Coutinho sale al aire en TV Globo, por ejemplo, recibe insultos sin motivo. En algunos casos, los ataques van acompañados de amenazas físicas. El monitoreo también sugiere que existe un comportamiento de acoso por parte de algunos usuarios: se encontraron 10 ataques a Maju Coutinho realizados por un solo usuario. Todo el contenido sigue en línea.
Las profesionales que trabajan en medios de comunicación nacionales, especialmente la televisión, están más expuestas a las ofensas. Pero las periodistas negras de medios en línea o impresos también sufren ataques organizados, según informó la periodista Gabi Coelho, reportera del diario Estado de S. Paulo y miembro del Colectivo Lena Santos, un grupo de periodistas negros y negras de Minas Gerais.
“Los ataques que recibo y recibí, prácticamente todos estaban dirigidos a temas de género y raza”, dijo Gabi. En una de estas experiencias, su foto fue difundida luego de un reportaje que hizo sobre el negacionismo. “El objetivo era hacer circular mi rostro y que quedara marcado para los demás usuarios de la red”, dijo.
En ese incidente, Gabi contó con el apoyo de la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji), del diario para el que trabaja y de Twitter. Pero la periodista se pregunta cómo buscar apoyo en las redes sociales, “sabiendo que reproducen lo que llamamos racismo estructural”. Y concluye que es importante buscar apoyo “para que sigamos existiendo en estos espacios que son imprescindibles”.
La periodista de investigación Cecília Oliveira recibe ataques en su Twitter casi a diario. Cecília, quien también es fundadora y directora del Instituto Fogo Cruzado, enfoca su cobertura en el área de seguridad pública, principalmente en el tráfico de armas y drogas, pero que son cubiertos y debatidos principalmente por hombres, dice ella. “Lo que sería una crítica a mi trabajo se convierte en una crítica personal, con ataques a la sexualidad y a la raza. Son ofensas más dirigidas a lo que eres como individuo, precisamente porque muchas de ellas funcionan atacando a la persona y no a la idea”, dice. Más de la mitad de los términos ofensivos encontrados por el análisis son de ofensa personal y no están relacionados con el desempeño profesional de las periodistas.
Las periodistas indígenas también son atacadas cuando abordan temas como la demarcación de tierras y las políticas indígenas. El cuestionamiento y descrédito de la identidad indígena ha sido durante mucho tiempo una estrategia silenciadora, como cuando se les cuestiona por ocupar espacios urbanos, hacer uso de tecnologías y hablar otros idiomas.
Al publicar un tuit que mostraba el mapa de Brasil completamente demarcado como área indígena, la periodista Elaíze Farias, reportera y cofundadora de Amazônia Real, fue atacada por varios usuarios que intentaron desacreditar la lucha por el reconocimiento de los territorios indígenas.
“Cuando las mujeres indígenas empiezan a hablar de sus experiencias, prácticas sociales y culturales, utilizando una de las tantas herramientas del avance tecnológico, cuando ponen el dedo en la llaga y denuncian las injusticias y violaciones a las que son sometidas, molesta, provoca malestar y enojo en personas no indígenas”, dijo Elaíze.
La periodista indígena Alice Pataxó también es blanco de ataques ofensivos cuando cubre eventos que discuten el acceso a los derechos fundamentales de los pueblos indígenas. En uno de los incidentes, publicó una foto del juicio en el Marco Temporal de las Terras Indígenas y un usuario criticó el hecho de que la periodista tuviera acceso a un celular.
A pesar del escenario hostil, en contraste con la violencia, nuestra encuesta encontró 157 tuits de apoyo a las mujeres negras en un total de dos mil 204 mensajes analizados que incluían términos sobre raza.
La unión de las personas negras para fortalecer a los individuos de manera colectiva se conoce como la “estrategia del quilombo”. Los quilombos fueron dispositivos fundamentales en la preservación de la identidad, la dignidad, la cultura y la salud mental de la población negra durante el periodo de la esclavitud, según explicó el psicólogo y Máster en Psicología Clínica de la Universidad Federal Fluminense (UFF) Lucas Veiga, en el artículo “Descolonizando la Psicología: Apuntes para una Psicología Negra”. “El encuentro entre hombres y mujeres negros es curativo”, escribió.
Para Fernanda K. Martins, antropóloga y una de las coordinadoras de la investigación de InternetLab, las redes sociales ocupan un lugar muy ambiguo en el ejercicio profesional de los negros e indígenas.
“Por un lado, hay más espacio para que estas personas sean escuchadas, lleguen a un público más amplio y encuentren espacios de sanación al tratar con sus pares”, dice. Por otro lado, Fernanda agrega que las plataformas en general tienen dificultades para hacer frente a los ataques. Según ella, esto se debe en parte a que no pueden identificar el contexto de los ataques, lo que impide, por ejemplo, excluir algunos contenidos.
“Es urgente mejorar este tipo de moderación, ya que las redes sociales pueden mantener disponibles contenidos que incluso violan la ley brasileña”, dijo Fernanda. Este es el caso de los tuits explícitamente racistas encontrados en el transcurso de la investigación.
Solo 2 de cada 10 publicaciones ofensivas identificadas en nuestro análisis fueron eliminadas, algunas por Twitter y otras por el propio usuario. Vale la pena mencionar que nuestra revisión no siguió los términos y políticas de la plataforma. La compañía sigue sus propias pautas para identificar publicaciones potencialmente dañinas.
Elaíze dice que cuando recibe este tipo de ataques en la red social, trata de blindar su salud mental utilizando una estrategia particular. “Normalmente no leo publicaciones ni retuits. Por lo general, solo interactúo con las personas que sigo en Twitter y los ataques se pierden entre los escombros. Lo importante es que se dio el mensaje”, dice. Pero defiende que las plataformas digitales afinen sus estrategias para combatir la violencia. “Creo que podría haber una moderación, especialmente para las mentiras y publicaciones racistas. Un medio para identificar quiénes son los perpetradores, porque el racismo es un delito en el país. Por otro lado, no podemos ser ingenuos de que esto sucederá en el corto plazo”.
Después de un curso sobre interacción en las redes sociales, Cecília también cambió su forma de enfrentar los ataques y las ofensas. “Antes, cuando me atacaban, me ponía muy conmocionada, entonces hoy cuando sé que hay tuits con el potencial de atraer haters, silencio ese tuit y no vuelvo a él”. También adopta como práctica el no compartir los ataques que recibe y utiliza filtros puestos a disposición por Twitter que limitan, por ejemplo, las notificaciones de usuarios sin correo electrónico y números de teléfono verificados.
Pero las herramientas de red no siempre son satisfactorias. La periodista recuerda que en septiembre de 2021 empezó a recibir ataques sistemáticos de la misma usuaria, que respondía a todos sus tuits con una copia del vídeo de 'Nega do Cabelo Duro' [una canción brasileña con insultos racistas hacia las mujeres negras]. Al denunciarlo a través de la plataforma, la periodista recibió una notificación a los pocos días de que el contenido no violaba las políticas de Twitter.
“Me quejé en Twitter de la respuesta de la plataforma, dije que eran ataques sistemáticos de la misma cuenta, insultos racistas, y esa fue la respuesta que recibí, y luego la gente de Twitter me envió un correo. Me dieron las gracias y supongo que luego lo cambiaron”, dijo la periodista, quien tiene 173 mil seguidores en Twitter.
En un comunicado, Twitter dijo que “tiene una política contra la propagación del odio que prohíbe los tuits con contenido de lenguaje deshumanizante basado en religión, casta, edad, discapacidad, enfermedad, raza, etnia o lugar de nacimiento, género, identidad de género u orientación sexual. La política de comportamiento abusivo, por otro lado, prohíbe la participación o el fomento del acoso dirigido a alguien”.
La plataforma también destacó que no siempre está claro si el contenido se produjo con la intención de acosar o atacar a una persona en función de su “estado de categoría protegida” y, por lo tanto, puede ser necesario que la persona presente una denuncia. “Para ayudar a nuestros equipos a comprender el contexto, a veces necesitamos escuchar a la persona directamente afectada para asegurarnos de tener la información necesaria antes de tomar medidas correctivas, que pueden incluir eliminar y/o reducir la visibilidad de un tweet hasta la suspensión permanente de la cuenta”, dice la nota.
Creamos una lista de periodistas con diferentes perfiles de género, raciales-étnicos y diferentes orientaciones sexuales cuyos perfiles serían monitoreados, buscando construir un análisis que nos permitiera articular marcadores sociales. Esta lista incluía 200 periodistas (133 mujeres y 67 hombres) con trabajo en diferentes medios de prensa brasileños, diferentes regiones y, al mismo tiempo, en diferentes etapas de sus carreras.
Recolectamos tuits y retuits que mencionaban a los periodistas monitoreados y que contenían al menos una de las palabras presentes en una lista de términos que podrían usarse en publicaciones ofensivas. El léxico incluía términos ofensivos relacionados con la misoginia, el racismo, la homofobia, entre otros, y fue determinado por lingüistas, periodistas y otros expertos.
La recolección de tuits se realizó del 15 de mayo al 27 de septiembre de 2021. Recolectamos un total de 7 millones 082 mil 947 tuits y retuits dirigidos a periodistas hombres y mujeres.
Una vez completada la recopilación, analizamos por separado los tuits dirigidos a mujeres periodistas negras, indígenas y asiáticas. Como no fue posible analizar cualitativamente todos los tuits y retuits mencionados, optamos por analizar solo los que tenían al menos un Me Gusta y/o RT como participación. Se consideraron 2 mil 455 publicaciones con términos potencialmente ofensivos. El análisis manual fue importante para eliminar los tuits de "falsos positivos" que podrían haberse incrustado citando palabras que aparecían en el léxico pero que estaban descontextualizadas y, en ocasiones, no eran ofensivas.
Para asegurarnos de que había un entendimiento común entre los investigadores sobre lo que constituía una ofensa y lo que era solo una crítica, inicialmente analizamos los primeros 100 tuits juntos. Además, los tuits que tenían contextos más complejos y que no podían ser etiquetados fácilmente por un solo investigador fueron analizados por más de uno.
Finalmente, los términos ofensivos encontrados fueron clasificados en categorías: racismo (incluyendo insultos o desprestigio a la lucha antirracista), maldiciones (groserías y agresiones según los contextos personales de cada periodista), ofensas al desempeño profesional, desprestigio intelectual, machismo, amenaza amenaza física y sexual.
*El proyecto “Comprender cómo se utilizan las operaciones de influencia a través de plataformas para atacar a los periodistas y obstaculizar las democracias” se lleva a cabo en una asociación entre Internet Lab, INCT.DD, Instituto Vero, DFR Lab, AzMina y Volt Data Lab. La investigación está financiada por Carnegie for International Peace's Partnership for Countering Influence Operations y también cuenta con el apoyo del Centro Internacional para Periodistas (ICFJ), a través de Volt. El estudio tiene como objetivo comprender los patrones de ataques a periodistas en entornos digitales, con un enfoque especial en cuestiones de género y raza.
Reportaje publicado originalmente en el sitio web de la Revista AzMina.