Mientras que reporteros se ponen cascos para cubrir las violentas protestas en Nicaragua, organizaciones de derechos humanos y prensa están llamando a la comunidad internacional a poner atención a los ataques a periodistas y medios de noticias en medio de las protestas contra el gobierno del Presidente Daniel Ortega.
Amnistía Internacional, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) han sido algunas de las organizaciones que han condenado la violencia que ha dejado casi un centenar de muertos, entre ellos un periodista, de acuerdo con el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH).
Amnistía Internacional presentó el 29 de mayo el informe “Disparar a matar. Estrategias de represión de la protesta en Nicaragua”, en el que se afirma, entre otras cosas, que existe un intento de control de la prensa a través de “la censura, los ataques y las amenazas a los medios de comunicación y periodistas, por parte de las fuerzas antimotines y grupos parapoliciales”.
“Las restricciones a la libertad de expresión se plasmaron en ataques físicos, amenazas, robos y daños sufridos por equipos de grabación sonora y audiovisual de las y los periodistas que cubrían las protestas”, indica el documento.
El informe da cuenta de decenas de agresiones a representantes de medios de comunicación ocurridas entre abril y los primeros días de mayo, incluido el asesinato del periodista Ángel Gahona por un disparo en la cabeza mientras reportaba en vivo a través de Facebook Live una manifestación.
La casa de la periodista Ileana Lacayo fue allanada el 23 de abril por personas desconocidas, posiblemente como represalia tras haber acusado a la Policía por la muerte de Gahona, de acuerdo con Amnistía Internacional.
Dora Luz Romero, jefe de información digital del periódico La Prensa, dijo que el título del informe de Amnistía Internacional es muy preciso para describir las acciones de las autoridades contra manifestantes y periodistas.
“Es exactamente eso, lo que dice el informe de Amnistía: tirar a matar”, dijo Romero al Centro Knight. “Son tiros precisos, son en la cabeza, no están tirando por tirar, y no es para dispersar a los manifestantes, es para matar a la gente”.
Romero dijo que sus compañeros de La Prensa han sufrido agresiones y robos de equipo. El periódico ha sido también víctima de amenazas y ataques cibernéticos que han tirado su sitio web por periodos de entre 5 y 30 minutos. Además, en los últimos días comenzó a circular una página apócrifa de La Prensa en Facebook que difundía noticias falsas.
“Ha habido campañas de difamación”, dijo Romero. “Han sido tiempos muy hostiles contra la prensa y los periodistas. Es una forma en que quieren acallar el trabajo que se está haciendo”.
La última semana de mayo, la represión y ataques hacia ciudadanos y medios de comunicación en Nicaragua se recrudecieron. El lunes 28, la agencia de noticias EFE acusó que elementos de la Policía golpearon a su videoperiodista Reneé Lucía Ramos y al fotógrafo Jorge Torres mientras cubrían protestas en Managua.
La Sociedad Interamericana de Prensa condenó la violencia contra Ramos y Torres y contra otros periodistas que también fueron agredidos, y lamentó el atentado el mismo día contra la emisora Tu Nueva Radio Ya, que fue atacada con bombas caseras.
“Condenamos la violencia contra cualquier medio y/o periodista”, dijo Roberto Rock, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP. “Atacar a la prensa es atacar la libertad de expresión y restringir el derecho de los nicaragüenses a estar informados".
Un día después, el miércoles 30 de mayo, supuestos simpatizantes del Gobierno lanzaron piedras a la fachada del canal 100% Noticias e intimidaron con morteros a su personal con la amenaza de incendiar el edificio, según reportó el medio en su sitio web. Ese día – día de la madre en Nicaragua – se llevaron a cabo marchas en distintos puntos del país en honor a las madres de las personas asesinadas en las protestas del 19 de abril.
El mismo día, sujetos armados y con el rostro cubierto ingresaron a la fuerza a las instalaciones de la estación Radio Darío, en la ciudad de León, a 76 kilómetros de Managua. El propietario de la estación, Aníbal Toruño, dijo en un video en Facebook que los agresores dañaron las plantas transmisoras y se robaron computadoras. Poco más de un mes antes, el 20 de abril, la estación había sufrido otro atentado, cuando un grupo de personas incendiaron parte de las instalaciones.
La FNPI pidió a la comunidad periodística del continente voltear los ojos a Nicaragua, ante el deterioro del clima social y político y las cada vez más difíciles condiciones para ejercer el periodismo crítico.
“El llamado del Consejo Rector de la FNPI es a leer más sobre Nicaragua, a entender mejor lo que está pasando”, dijo la fundación en un comunicado publicado el 1 de junio. “Les proponemos también publicar más; estar en guardia informativa; hacer más énfasis; acercar la lupa y amplificar la información. Por favor miren hacia Nicaragua y denle el espacio justo en sus medios para contar lo que está pasando”.
Dora Luz Romero coincidió con la FNPI en que es necesario que organizaciones no gubernamentales y medios de comunicación de otros países de América Latina difundan ante el mundo la situación que enfrentan los periodistas en Nicaragua.
“¿Se está informando de esto afuera o en realidad al mundo le importa muy poco lo que pasa aquí?”, dijo Romero. “Creo que es importante esa labor de estas organizaciones internacionales a que puedan contribuir a que se visibilice qué es lo que está pasando en el país”.
Tras la muerte del periodista Ángel Gahona por un tiro en la cabeza, los reporteros de La Prensa comenzaron a utilizar cascos para salir a cubrir las protestas en las calles de Nicaragua, y el diario está en proceso de adquirir chalecos antibalas, de acuerdo con Dora Luz Romero.
Ante la violencia contra ciudadanos y periodistas, La Prensa también ha hecho ajustes a su estrategia de cobertura. Ahora los reporteros siempre van acompañados por al menos un compañero, y el personal es monitoreado en todo momento desde la redacción.
“Lo primero que se le dice al periodista es que aquí no queremos mártires, que no vamos a hacerlos pasar esa línea entre informar y que pongan su vida en riesgo”, dijo Romero.
Pese a las medidas extra de seguridad, los editores han tenido que decidir dejar de cubrir algunos eventos que consideran que podrían ser de mucho riesgo para su personal.
“Sí hay cosas que hemos optado por decir ‘vamos a sacar a esta persona de aquí’, aunque estén pasando cosas porque no vamos a poner a la gente en riesgo”, dijo Romero.